Las guerras de Obama

El gobierno paquistaní se tambalea

El riesgo de montar un tigre

Por Raúl Fain Binda
BBC World, 13/03/09

El gobierno paquistaní se tambalea, acorralado por las protestas de la oposición, la inquietud ante la situación económica y los actos de un movimiento subversivo que ya opera cerca de la capital, Islamabad.

El presidente Asif Ali Zardari, viudo y heredero político de Benazir Bhutto, parece estar recorriendo el mismo sendero de cornisa en el que se despeñó el presidente anterior, Pervez Musharraf.

El 11 de marzo, el gobierno civil prohibió una marcha de protesta y ordenó el arresto de centenares de activistas de la Liga Musulmana.

La oposición encabezada por Nawaz Sharif, de la Liga Musulmana, ha comparado esta medida con la introducción por Musharraf del sistema de emergencia, en noviembre de 2007.

La gran diferencia es que el general Musharraf controlaba entonces al ejército, mientras que ahora las fuerzas armadas, desgastadas, prefieren mantenerse al margen de las pasiones políticas, por lo menos hasta que la situación justifique una de sus periódicas intervenciones.

El problema de Zardari

El problema del presidente Zardari es simple pero terrible a la vez: está montado a horcajadas en un tigre y no sabe cómo descender.

Veinticuatro muertos por disparos de misiles de EEUU en Pakistán

AFP, 13/03/09

Islamabad.– Veinticuatro personas, según un nuevo balance, murieron como consecuencia de dos disparos de misiles estadounidense el jueves en las zonas tribales del noroeste de Pakistán, anunciaron este viernes responsables locales.

Dos misiles disparados por aviones sin piloto alcanzaron un campo de entrenamiento de los talibanes en la zona tribal de Kurram, cercana a la frontera afgana, según las mismas fuentes.

"Hemos recuperado 24 cadáveres", explicó a AFP el responsable de una organización caritativa local. El balance anterior era de 18 muertos. "Los insurgentes siguen buscando entre los escombros", declaró a AFP un responsable de la administración local.

La zona tribal de Kurram es una de las siete regiones semiautónomas cercanas a la frontera con Afganistán, donde las tropas estadounidenses luchan contra los militantes talibanes.

En esta región se han registrado más de 30 ataques con misiles, atribuidos a las fuerzas estadounidenses estacionadas en Afganistán, desde agosto de 2008, un mes antes de la llegada a la presidencia paquistaní de Asif Ali Zardari. En ellos han muerto más de 330 personas.

Para varios grupos de talibanes afganos y combatientes de Al Qaeda, estas zonas tribales del noroeste de Pakistán se han convertido en un refugio y sirven de base de retaguardia para lanzar ataques contra las fuerzas extranjeras en Afganistán.

Mientras permanezca sobre el lomo estará a salvo, pero apenas la bestia lo alcance con sus fauces o sus garras, no tendrá salvación.

Dicho de otro modo, ahora, como presidente, Zardari está protegido por el poder interno y el auxilio exterior de Estados Unidos, que lo considera el único líder dispuesto a imponer orden en las provincias limítrofes con Afganistán, donde operan con relativa impunidad Al Qaeda y los talibanes.

Pero la rebeldía de esos sectores se ha intensificado, al punto que el presidente está virtualmente recluido en su residencia y en febrero debió acordar una tregua con los talibanes en una zona muy cercana a la capital, donde esos fanáticos impusieron su propia ley religiosa, la sharía.

Hace unos días, un grupo armado atacó en Lahore a un ómnibus que transportaba al equipo de cricket de Sri Lanka, causando varios muertos y heridos.

La situación política se está deteriorando con gran rapidez y Nawar Sharif, ex aliado del presidente, ha capitalizado el descontento popular con el estilo de gobierno de Zardari y de su Partido del Pueblo Paquistaní.

Si debe renunciar, o es derrocado, Zardari quedará expuesto a un ajuste de cuentas por parte de sus numerosos enemigos políticos.

Los antecedentes del presidente son ricos en episodios más o menos turbios, con numerosas denuncias de corrupción por las que ha pasado varios años en la cárcel, a pesar de no haber sido condenado formalmente.

¿Quién es Zardari?

Hijo de un empresario que tenía un cine en una localidad rural, Zardari siempre ha tenido una reputación de "playboy", aficionado a la buena vida y con gustos e intereses superficiales, en contraste con los de su esposa.

Llamó la atención, en su momento, su matrimonio con Benazir Bhutto, una intelectual de primera fila, formada en Oxford y perteneciente a una familia obsesionada con la política.

Zardari, en cambio, dice que tiene un título de una universidad británica pero no lo ha presentado públicamente, a pesar de que lo acusan de no haber terminado sus estudios universitarios.

Ella fue primera ministra de Pakistán en dos ocasiones, mientras que su padre, Zulfikar Alí Bhutto, fue presidente y primer ministro.

Benazir fue asesinada en diciembre de 2007, mientras que Zulfikar murió en la horca en 1979, acusado de asesinar a un adversario político.

Ahora, Zardari, que en vida de su esposa dio la impresión de utilizarla para sus fines particulares, dice que todas las acusaciones de corrupción que pesan sobre él son maniobras políticas, como aquélla de 1979.

Hasta le atribuyen el asesinato de Mir Murtaza Bhutto, hermano de Benazir, quien al parecer no dio crédito a las acusaciones.

Un episodio retrata el aspecto más sombrío de su carácter (o de la imaginación de sus detractores): en 1990 fue acusado de fijar una bomba con detonador remoto a la pierna de un empresario, con el propósito de obligarlo a retirar dinero de un banco.

También ha sido acusado de numerosos casos de fraude, soborno y diversas operaciones ilegales, en Pakistán y el extranjero, en solitario o en complicidad con su esposa Benazir.

Conviene aclarar que el poder judicial paquistaní no figura entre los más independientes y ecuánimes, con numerosos casos comprobados de soborno e influencia política en los fallos.

De modo que Zardari, quien es conocido con el mote "Mister 10%", por razones obvias, se ha visto encarcelado y liberado en varias ocasiones, según los vaivenes de la carrera política de su esposa.

Aunque él afirma que sus periodos de encarcelamiento fueron muy duros, y que en una ocasión hasta fue torturado, no faltan los testimonios de otro tratamiento por parte de un sistema carcelario que dista de ser ejemplar.

La impresión general, entre los políticos y empresarios paquistaníes, es que Zardari no tiene la vocación ni el talento político de su esposa.

De ser así, su motivación para buscar la jefatura de su partido y del gobierno no sería el espíritu de servicio, sino la necesidad de mantener a raya a sus enemigos, que ruegan por encontrarlo en el llano.

O lo que es lo mismo, esperan que Zardari baje del tigre.


Pakistán: renuncia entre protestas

BBC World, 14/03/09

La ministra de Información de Pakistán, Sherry Rehman, renunció debido a las medidas implementadas por el gobierno para frenar las protestas lideradas por abogados y grupos de la oposición.

Rehman presentó su renuncia después de que se llevara a cabo una reunión del gabinete del presidente Asif Ali Zardari, el viernes en la noche. La funcionaria había prometido dimitir si cualquier prohibición le era impuesta a los medios de comunicación de su país.

De acuerdo con el corresponsal de la BBC en Islamabad, Shoaib Hassan, la renuncia se produce después de que en varias ciudades de la nación asiática la señal de la principal estación de televisión, Geo, fuera bloqueada.

Mientras tanto, la policía arrestó a varios manifestantes y acordonó diferentes áreas de la capital de Pakistán, para evitar la propagación de las protestas.

Entre los detenidos del sábado estaba uno de los abogados más respetados del país, Ali Ahmed Kurd, a quien se le impidió abordar un avión para unirse a las manifestaciones en Lahore.

Durante casi una semana, abogados y activistas políticos se han lanzado a las calles para exigirle a Zardari que cumpla con la promesa electoral de reincorporar a los jueces destituidos por el ex gobernante militar Pervez Musharaff.

Desafíos

El líder de la oposición Nawaz Sharif, del Partido de la Liga Musulmana, es uno de los organizadores de lo que los activistas han calificado como la "extensa marcha" que se desarrollará el lunes en la capital.

Esa movilización es percibida como un desafío por parte del gobierno, pues el mandatario paquistaní ha prohibido todas las protestas.

Los agentes de seguridad también detuvieron a un grupo de manifestantes cuando alrededor de 100 personas y simpatizantes del partido de Sharif se concentraron en la ciudad de Multan, en el centro del país.

Diplomáticos del más alto nivel del Reino Unido y de Estados Unidos le han exhortado a los líderes paquistaníes a evitar incidentes violentos y a tratar de solucionar sus diferencias.

Inicialmente Zardari había amenazado con enfrentar las protestas estrictamente y con que no toleraría ninguna desestabilización, como informó Hassan. Sin embargo, ha suavizado el tono y ofreció sostener conversaciones con los líderes de la oposición.

Por su parte, Sharif, quien dijo que ya había perdido la fe en el gobierno, señaló que continuará liderando las protestas hasta que los jueces sean reincorporados a sus cargos.

Tensión

En 2007, el entonces mandatario, el general Musharraf, destituyó al magistrado Iftikhar Muhammad Chaudhry y a cerca de 60 jueces, en una medida que buscaba evitar que, por ser militar activo, lo declararan inhabilitado para participar en las elecciones presidenciales.

La decisión gubernamental provocó manifestaciones de abogados a lo largo de todo el país, que provocaron que Musharraf renunciara en agosto de 2008.

El presidente Asif Ali Zardari asumió en mayo del año pasado, pero ya se enfrenta con los problemas de inestabilidad que suelen tener los gobiernos elegidos democráticamente en Pakistán y que ha producido una alternancia de gobiernos civiles y dictaduras militares en las ultimas becadas, con el fantasmas de un fundamentalismo islámico teocrático de fondo.


¿Puede Pakistán con la insurgencia?

Por Rob Watson
Analista de la BBC, 04/03/09

La policía de Pakistán ha realizado una serie de arrestos en relación con el ataque del martes contra la selección de críquet de Sri Lanka en la ciudad de Lahore.

Sin embargo, las autoridades no han logrado dilucidar quiénes son los autores del atentado, lo que coloca al gobierno paquistaní frente a una serie de interrogantes.

Ciertamente, el ataque lleva a formular dos grandes preguntas. La primera se relaciona con la capacidad del gobierno de Pakistán para investigar actos terroristas y la segunda, con su desafío más amplio de derrotar a la insurgencia islámica que actúa en el país.

En cuanto al primer punto, hay serios motivos de preocupación. Como muchos otros países en desarrollo, Pakistán no cuenta con los mismos conocimientos ni la tecnología en investigación forense de las naciones occidentales.

¿Compromiso político?

Sin embargo, la segunda cuestión es la que más inquieta a la comunidad internacional.

Ninguna de las potencia extranjeras quiere intervenir directamente en Pakistán y, en cambio, esperan que el gobierno de Islamabad resuelva los problemas por sí mismo. Pero al mundo le preocupa lo que ve.

Por ejemplo, muchos gobiernos occidentales se mostraron horrorizados por el reciente acuerdo entre las autoridades y la insurgencia en el valle de Swat, lo que generó dudas acerca del compromiso político de Pakistán con el objetivo de derrotar a los rebeldes.

También hay preocupación sobre si Pakistán tiene capacidades adecuadas de contra–insurgencia e incluso sobre si tiene voluntad política.

Pero no todo es negativo. Numerosos funcionarios occidentales creen que hablar de un inminente colapso paquistaní es al menos exagerado.

También dicen que muchos en los círculos de seguridad del país se han dado cuenta de que la red de extremistas islámicos que ellos contribuyeron a crear durante años es actualmente una amenaza contra el Estado paquistaní. Y esta conciencia parece alentadora.


El gobierno de Pakistán cuestionado

BBC World, 04/03/09

Mientras aumentan las críticas a Pakistán por su aparente incapacidad de controlar a grupos extremistas, la policía de ese país exhibió a la prensa un gran número de armas que supuestamente fueron utilizadas en el atentado contra la selección de críquet de Sri Lanka.

Además informó que está interrogando a varias personas en relación con el ataque, además de ofrecer una recompensa de US$125.000 por información.

Un grupo armado atacó el martes el ómnibus que trasladaba a los jugadores de Sri Lanka en la ciudad de Lahore, y dejó seis policías y un chofer muertos.

Según las autoridades, entre diez y catorce hombres enmascarados, aparentemente bien entrenados, participaron en el ataque en Lahore utilizando lanzacohetes, granadas y armas largas. Ocho personas, incluidos seis de los deportistas y un entrenador, resultaron heridas.

Con todo, los analistas coinciden en que probablemente el verdadero blanco del ataque en Lahore no haya sido la selección de Sri Lanka sino el gobierno paquistaní, y que el objetivo era demostrar que el Estado es débil y no puede garantizar la seguridad en el país.

"Yo creo que el atentado puso en evidencia uno de las peores fallos de seguridad. Pakistán le había prometido protección al equipo de Sri Lanka, pero las medidas que se tomaron para custodiarlo fueron vergonzosas", se quejó Imran Khan, un ex jugador de críquet convertido en político opositor.

"La mayoría de los ministros paquistaníes tienen mejor seguridad que la que se le dio a la selección de Sri Lanka", completó.

¿Como en Bombay?

Las fuerzas armadas están tratando de localizar a los atacantes, que huyeron después de lanzar la operación desde dos direcciones.

Aunque ninguna agrupación se atribuyó el atentado, las autoridades sospechan que fue perpetrado por el violento grupo extremista conocido como Lashkar–e–Toiba, presunto autor de los ataques en Bombay en noviembre del año pasado, que se cobraron la vida de más de 170 personas.

Un especialista de la BBC en temas de defensa y seguridad, Rob Watson, dijo que hay varias semejanzas entre lo sucedido en India el año pasado y lo que acaba de ocurrir en Pakistán.

En ambos casos –explica Watson– participaron numerosos hombres armados, que mostraron mucha movilidad, tal vez con el fin de obtener la máxima publicidad posible.

Además, la banda en Lahore llevaba mochilas cargadas con alimentos y agua, como si estuviese preparada para un prolongado sitio, como ocurrió en Bombay.

El ataque contra el equipo de críquet de Sri Lanka ocurrió luego de que el gobierno paquistaní redoblara sus esfuerzos contra ese grupo insurgente y –según nuestro corresponsal– podría interpretarse como una advertencia al Estado de que no avance más sobre ellos.

Hace seis meses, extremistas llevaron a cabo un atentado con bomba contra el hotel Marriot de Islamabad y en el último año cerca de 7.000 personas perdieron la vida en combates entre el ejército y rebeldes islámicos.

Estos controlan actualmente amplias franjas de los territorios tribales en la frontera con Afganistán.

Llega el FBI

El atentado en Lahore se produjo poco antes del arribo a Pakistán del director del FBI estadounidense, Robert Mueller. Este funcionario llegó al país para discutir detalles de la investigación sobre los ataques en Bombay.

Mientras la credibilidad de Pakistán en la llamada lucha contra el terrorismo está en entredicho, el director ejecutivo del Consejo Internacional de Críquet, Haroon Lorgat, dijo que es muy poco probable que se puedan volver a realizar juegos internacionales en Pakistán en el futuro próximo.

Australia ya se ha negado a enviar un equipo a Pakistán desde los atentados de S–11. Nueva Zelandia, las Antillas, Sudáfrica e India han cancelado o cambiado partidos con Pakistán en los últimos seis años, por temores de seguridad.

De hecho, los jugadores de Sri Lanka se encontraban allí para llenar el vacío dejado por la selección de India, que canceló su gira por el país vecino a raíz de los ataques en Bombay.

Golpe económico

La capacidad del críquet de genera entradas en Asia del Sur no tiene par, como resaltan M Ilyas Khan y Gordon Farquhar, corresponsales de la BBC en Islamabad y de deportes, respectivamente.

El fútbol, la obsesión de tantas naciones, ocupa un segundo lugar. En términos futbolísticos, Pakistán está clasificado 165 en el mundo, 33 en Asia, y cuando se trata de atraer multitudes, críquet es sin igual. Lo usan para vender todo: desde crema dental hasta antenas satelitales. Ahora, los fanáticos no podrán ver partidos internacionales en su suelo.

Para el organismo rector del críquet, el Pakistan Cricket Board (PCB), esto significa que dejara de recibir lo que le cobra a los equipos extranjeros cuando juegan en el país, hasta US$300,000 cada vez.

Además, el PCB gana millones de dólares por los derechos de mercadería a patrocinadores, como bancos o compañías telefónicas, y por derechos exclusivos de transmisión.

Recientemente la PCB le vendió los derechos de televisión a una cadena llamada 10–Sports, de los Emiratos Árabes Unidos: el costo de cuatro años de cobertura era US$42 millones.

Eso, por ejemplo, ahora quedó en entredicho, señalan los corresponsales de la BBC.


¿Islamabad pierde el control?

Por Adam Mynott
BBC World, 03/03/09

Pakistán está cayendo en la anarquía y la violencia a una velocidad alarmante. ¿Pero hasta qué punto el ataque contra el equipo de críquet de Sri Lanka demuestra la inhabilidad del gobierno para controlar la situación?

Según cifras del Instituto del Sur de Asia sobre Gestión de Conflictos, 189 personas murieron en 2003 como consecuencia de atentados de grupos militantes.

El año pasado, esa cifra llegó a más de 6.700, y muchas de las muertes se debieron a ataques suicidas.

El país ha emprendido pequeños pasos hacia la estabilidad, con el retorno, el año pasado, de la democracia y del poder civil luego de ocho años de gobierno militar.

Pérdida de control

Pero este hecho tapa la desintegración del Estado y una fundamental pérdida del control por parte de Islamabad.

El gobierno falla en ejercer su autoridad en grandes regiones: la Provincia de la Frontera Noroccidental, Baluchistán y áreas tribales fronterizas con Afganistán.

Que el atentado contra la selección de críquet haya ocurrido en Lahore, vista como una ciudad relativamente pacífica y liberal, da la idea de cuán lesionada está la autoridad del gobierno y el Estado.

Pakistán y sus líderes militares han sido acusados desde hace mucho tiempo de utilizar grupos militantes para lograr sus objetivos en Afganistán y también en India, su vecino y gran rival. Ahora, lo que queda claro es que los militantes están cada vez menos bajo el control de Islamabad.