Kirguistán

Nueva revuelta en Kirguistán

Auge y caída de otra experiencia de
"revolución de colores"

Por Txente Rekondo (*)
Gara, 10/04/10

Los efectos locales de la crisis mundial, los errores políticos del actual presidente, que no ha dudado en desairar a Moscú y en flirtear con EEUU, explican la nueva revuelta en Kirguistán, cuyo desenlace futuro veremos en las próximas semanas.

La policía fue derrotada por la rebelión

Los recientes acontecimientos han devuelto a la actualidad a la para muchos desconocida república de Kirguistán. Si en marzo del 2005 la llamada «Revolución de los Tulipanes» acabó con la Presidencia de Askar Akayev, su sustituto, Kurmanbek Bakiyev, ha corrido la misma suerte tras las protestas populares de estos días.

Ya entonces, algunos coincidimos en señalar que aquello se trató en realidad de un mero cambio de peones, impulsado por los intereses y maniobras de Washington en la región. Ese apoyo, a través de un sinfín de organizaciones e instituciones, unido al descontento popular, materializó el cambio citado.

Sin embargo, el paso de los años no ha supuesto ninguna transformación de peso para la mayoría de aquel país. La pobreza, el desempleo, la corrupción, la acumulación de poder en pocas manos, siguen ahí. De todas formas, ni los más cercanos analistas podían prever que el desarrollo de los acontecimientos desembocara en la actual situación, como tampoco lo sospechaban otros actores importantes, como las fuerzas de la oposición, el propio presidente Bakiyev, o incluso la embajada de EEUU en Bishkek.

Una serie de hechos han podido precipitar este nuevo escenario. Evidentemente la crisis económica mundial también ha tenido su repercusión. En el pasado eran muchos los ciudadanos que buscaron una salida económica mejor en países como Rusia o Kazajistán. Todo ello representaba un importante factor contra la inestabilidad, ya que por un lado eran fuente de divisas para el país, y por otro, mantenía fuera del país a ese potencial disidente. La vuelta de muchos de esos emigrantes forzada por la crisis la crisis ha supuesto un importante revés para el propio Bakiyev.

Por otro lado, la convocatoria presidencial de una reunión nacional, Kuralai, el pasado mes de marzo, se ha vuelto contra Bakiyev, quien intentaba acallar las críticas y mostrar una imagen de unidad y, por un mal cálculo político, ha tenido que afrontar una lluvia de reproches y descontentos. Además, desde hace semanas la prensa rusa lideraba una campaña crítica con el depuesto presidente que también ha contribuido a aumentar el rechazo popular.

Finalmente, la decisión de Moscú de acabar con la venta privilegiada de petróleo a Kirguistán ha llevado a los dirigentes kirguises a aprobar un incremento de los precios de la electricidad y de los productos de alimentación básicos, lo que ha generado un aumento de las protestas populares.

El pulso que mantienen EEUU y Rusia en la zona también se ha dejado entrever

Así, Rusia llevaba tiempo presionando al presidente Bakiyev para que cerrase definitivamente la base militar de Manas, cercana a la capital, y utilizada por EEUU como soporte de las tropas de la región, Afganistán principalmente. En ese sentido, Moscú prometió una importante ayuda económica al país, así como mantener los precios «de amigo» en materia energética. No obstante, Bakiyev y sus aliados locales se han aprovechado de todo ello, generando el enfado ruso. Algunos colaboradores del presidente han utilizado el bajo coste del petróleo para revenderlo a los propios norteamericanos en la base militar, llenando sus propios bolsillos, al tiempo que han gastado parte de la ayuda anticipada sin cumplir lo acordado.

Los dirigentes rusos justifican el aumento del precio del petróleo por la creación el próximo verano de una nueva Unión aduanera (Rusia, Kazajistán y Bielorrusia), de la que no es parte Kirguistán, y por tanto no podría seguir disfrutando de ese privilegio (habrá que ver qué hace Rusia ante Tayikistán, que tampoco se va adherir a esa nueva entidad).

Por su parte EEUU lleva tiempo moviendo sus fichas en torno al presidente y su círculo de colaboradores, logrando finalmente mantener su presencia militar en la base de Manas, al tiempo que podrían haber asesorado militarmente a las fuerzas locales. Este apoyo explica la tardía reacción de la embajada estadounidense estos días, así como su tibio comunicado ante el cariz que tomaban los acontecimientos.

Las similitudes y diferencias con la «Revolución de los Tulipanes» también son evidentes. Tanto ahora como en 2005, las diferencias regionales, la corrupción, el despotismo, el control del poder económico y político en manos de una élite cercana al propio presidente, el fracaso y la incapacidad de las fuerzas policiales (ahí están las imágenes de policías apaleados o cambiando de bando) muestran esos parecidos.

Sin embargo, en esta ocasión conviene resaltar importantes diferencias. Destaca el nivel de violencia generado estos días, que no tiene relación con las pacíficas protestas de hace unos años. Estos días han sido las regiones del norte las que se han levantado contra el Gobierno central, mientras que en 2005 fueron las zonas del sur, plaza fuerte de Bakiyev. Pero tal vez la diferencia más importante esté en la organización y caracterización de las protestas.

Estos días, la mayor parte de los manifestantes mostraban el sentir de la mayoría de la población, al tiempo que se presentaban de una manera poco coordinada o sin ataduras a los partidos de la oposición, superados también por los acontecimientos. Si en 2005 fue una parte de la élite local, descontenta con el entonces presidente la que maniobró y coordinó las protestas, en esta ocasión ha sido la propia población civil, molesta con la situación, la que ha abierto la posibilidad de cambio.

Los escenarios que se presentan se despejarán en las próximas semanas

De momento, la dividida oposición ha iniciado las maniobras para controlar la situación, pero habrá que ver hasta cuándo es capaz de mantener esa unidad y, a la vista de la experiencia del pasado, no es descartable que pronto surjan diferencias internas.

También habrá que seguir los movimientos de Bakiyev, que se ha hecho fuerte en el sur, pero que no cuenta con el apoyo de Moscú, y que buscará o bien un enfrentamiento directo con los nuevos dirigentes del país (que podría encaminar a Kirguistán hacia un peligroso escenario), o bien abrir las vías a una negociación, y tal vez un nuevo reparto del poder (que no será del agrado de la población). Si se da esta última situación, también habrá que seguir con atención el papel que desempeñe Moscú, capacitado política y económicamente para contribuir a una u otra salida, pero sin olvidarnos de las maniobras que desde Washington se pondrán, sin duda, en marcha.


(*) Txente Rekondo, Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN).


La oposición asume el poder tras derrocar al gobierno

Gara / Agencias, 08/04/10

Bishkek.– Las protestas contra el Gobierno de Kirguistán se saldaron ayer con decenas de muertos en una larga jornada que concluyó con el anuncio, por parte de la oposición, de la toma del poder tras la renuncia del Ejecutivo y la huida del presidente Bakiyev. Las autoridades habían decretado el estado de sitio en la capital, Bishkek, ante la escalada de violencia a raíz del alto nivel de pobreza, la subida de precios y la corrupción.

Las manifestaciones de protesta contra el Gobierno degeneraron ayer en violentos enfrentamientos entre opositores y fuerzas de seguridad en la capital de Kirguistán, Bishkek, que se saldaron con un centenar de muertos, según la oposición, que anunció que ha asumido el poder tras la renuncia del Ejecutivo y la huida del país del presidente, Kurmanbek Bakiyev. El Ministerio kirguís de Sanidad cifró el número de víctimas en 47 y en 400 los heridos.

Esta es la última de las numerosas crisis que ha vivido esta república centroasiática, que perteneció a la desaparecida Unión Soviética y que el 31 de agosto de 1991 alcanzó la independencia, para pasar meses después a formar parte de la Comunidad de Estados Independientes (CEI).

El malestar social comenzó a evidenciarse a comienzos de marzo debido a la gran pobreza, la subida de los precios y la corrupción política en esta ex república soviética y ha ido subiendo en los últimos días. La chispa se prendió ayer, martes, cuando los opositores comenzaron a congregarse en manifestaciones en la capital, así como en otras ciudades del país. Esta mañana el presidente, Kurmanbek Bakiyev, decretó el estado de emergencia en Bishkek y en otras zonas del país.

Los opositores ocuparon y saquearon el Parlamento y cercaron la sede de la Presidencia en Bishkek, donde también asaltaron la oficina del fiscal general, que fue incendiada, y tomaron el control del canal de televisión estatal KTR.

Al menos una decena de soldados gubernamentales abrieron fuego con armas automáticas contra los miles de oposi– tores que se encontraban frente a la sede de la Presidencia, desde el propio edificio, informó la agencia Reuters.

En el centro de la capital se produjeron intensos enfrentamientos con armas de fuego y una serie de explosiones, según esta agencia, que describió enormes columnas de humo.

Los manifestantes asaltaron edificios gubernamentales en Talas, Naryn y Kerben. En Talas (norte), el primer viceprimer ministro, Aklybek Japarov, y el ministro del Interior, Moldomusa Kongantiyev, recibieron una paliza y resultaron gravemente heridos, según testigos.

Renuncia del Gobierno

El Gobierno y la oposición acordaron negociar para poner fin a los disturbios. Pero, horas después, el primer ministro, Daniyar Usenov, renunció al poder en nombre de todo el Gabinete cuando se encontraba reunido con los líderes opositores en la sede de la Presidencia, según anunció uno de los líderes del opositor Movimiento Nacional Unido, Temir Sariev, citado por la agencia rusa RIA Novosti.

Sariyev anunció también que la oposición formó un Gobierno de confianza nacional encabeza da la ex ministra de Exteriores Rosa Otunbayeva. En cuanto al presidente del país, Kurmanbek Bakiyev, Sariev dijo que había abandonado el país. Este extremo fue confirmado por una fuente del aeropuerto.

La líder opositora confirmó la dimisión del Gobierno, que según dijo le entregó personalmente el propio primer ministro. «El poder está completa– mente controlado por la oposición», añadió. Otunbayeva puntualizó que todavía no han formado un Gabinete, pero sí se han repartido las responsabilidades entre distintas personas. Se marcó como reto inmediato lograr la estabilidad de Kirguistán, informó RIA Novosti.

Tulipanes

La llamada «revolución de los tulipanes» desalojó en 2005 del poder a Askar Akayev y aupó a Bakiyev, líder rebelde, cuyo mandato fue validado por más del 88% de los votos ese mismo año. Su gestión ha sido muy criticada incluso por sus partidarios y se le acusa de nepotismo y tendencias autoritarias.

Rusia niega su implicación y se suceden las llamadas a la calma

El viceministro ruso de Asuntos Exteriores ruso, Grigori Karasin, calificó ayer de «provocación burda e infundada» las informaciones que vinculan al Kremlin con las manifestaciones antigubernamentales en Kirguistán, según informó la agencia estatal de noticias rusa, RIA Novosti. Declaró que esas acusaciones son una «falsificación informativa» y pidió que los problemas políticos, económicos y sociales de Kirguistán se resuelvan por vías democráticas, sin el uso de la fuerza y sin perjuicio a la población.

Tanto EEUU, que tiene en el país una base militar fundamental para la logística de sus operaciones bélicas en Afganistán, como Rusia, que cuenta también con presencia militar en territorio kirguís, y la Unión Europea expresaron su preocupación por la situación en el país centroasiático e hicieron un llamamiento a la calma.

Amnistía Internacional, por su parte, había pedido a las autoridades de Kirguistán que no utilizaran «fuerza excesiva» para reprimir las protestas. «Las autoridades tienen el derecho y la responsabilidad de proteger las vidas y la seguridad de los ciudadanos, pero el uso de la fuerza es legítimo sólo cuando es estrictamente necesaria y proporcionada», recordó.


Oposición kirguisa tomó el poder

Por Maria Golovnina y Dmitry Solovyov
Agencia Reuters, 08/04/10

Bishkek.– La oposición kirguisa dijo el jueves que ha asumido el poder y disolvió el Parlamento en la empobrecida pero estratégica nación de Asia Central luego de que protestas obligaron al presidente, Kurmanbek Bakiyev, a abandonar la capital.

Los violentos enfrentamientos en Biskek han dejado al menos 75 muertos y más de 1.000 heridos, dijo un funcionario del Ministerio de Salud.

Roza Otunbayeva, líder del gobierno interino, exigió la renuncia del presidente, a quien ayudó a llegar al poder hace cinco años, y dijo que Bakiyev estaba tratando de reunir a su partidarios en su bastión en el sur de Kirguistán.

"La gente en Kirguistán quiere construir una democracia. Lo que hicimos ayer fue nuestra respuesta a la represión y a la tiranía contra el pueblo por parte del régimen de Bakiyev", dijo a la prensa Otunbayeva, quién fuera ministra de Relaciones Exteriores de Bakiyev.

"Pueden llamar a esto revolución. Pueden llamarlo una revuelta del pueblo. De cualquier forma, es nuestra manera de decir que queremos justicia y democracia", agregó.

Biskek despertó el jueves con autos en llamas y tiendas incendiadas luego de un día en el cual decenas de personas murieron en choques entre manifestantes y fuerzas de seguridad.

Columnas de humo negro se elevaban desde la Casa Blanca –como se conoce localmente al principal edificio de Gobierno– mientras multitudes arrasaban el edificio de siete pisos incendiando varias habitaciones.

El levantamiento, que comenzó el martes en una ciudad provincial, fue gatillado por el creciente descontento ante la corrupción, el nepotismo y los aumentos de precios en una nación donde un tercio de la población de 5,3 millones vive por debajo de la línea de pobreza.

Estados Unidos posee una base militar aérea que apoya a las tropas en Afganistán en la ciudad kirguisa de Manas, y es un importante donante de Kirguistán, junto a China y Rusia, que también posee una base militar en el ex estado soviético.

El portavoz del primer ministro ruso, Vladimir Putin, dijo que Otunbayeva le había dicho por teléfono que estaba en control total del país y que Putin la veía como "la nueva cabeza del Gobierno".

Putin había negado más temprano que Moscú hubiera intervenido en los choques, y Otunbayeva dijo que el nuevo Gobierno preservaría un acuerdo permitiendo la operación de la base estadounidense.

"Su estatus quo continuará. Aún tenemos algunas preguntas al respecto. Dennos tiempo, escucharemos a todas las partes y resolveremos todo", declaró.

Bakiyev anunció que la base cerraría sus puertas durante una visita a Moscú el año pasado en la que se aseguró la entrega de 2.000 millones de dólares en ayuda para combatir la crisis, sólo para acordar más tarde que la base seguiría abierta cobrando una mayor renta.

El Gobierno estadounidense dijo que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y su homólogo ruso, Dimitry Medvedev, posiblemente discutirán sobre Kirguistán cuando firmen un tratado de control de armas nucleares el jueves en Praga.

Presidente huye

Bakiyev huyó de Biskek hacia el sur del país, su tradicional base de poder en una nación dividida por la rivalidad de clanes.

Un testigo dijo que arribó el miércoles a última hora al aropuerto de Osh, y Otunbayeva dijo más tarde que estaba en su región natal, en Jalalabad.

El mismo Bakiyev llegó al poder en las protestas de la "Revolución de los Tulipanes" en el 2005, que lideró junto a Otunbayeva y derrocó al primer presidente de Kirguistán tras la era soviética, Askar Akayev.

"Queremos negociar su renuncia (...) Sus asuntos aquí han concluido (...) las personas que murieron aquí ayer son las víctimas de su régimen", dijo Otunbayeva.

La dirigente opositora dijo que todo el país estaba bajo el control del Gobierno interino, excepto Osh y Jalalabad. Las fuerzas armadas y guardias fronterizos apoyaban al nuevo Gobierno, indicó Otunbayeva. Los portavoces del presidente no estaban disponibles para hacer declaraciones.

En el centro de Osh, cientos de simpatizantes del Gobierno y opositores se enfrentaban entre si, dijo un periodista de Reuters. Los opositores del régimen de Bakiyev tomaron control del edificio de Gobierno.

Muchos de los que fallecieron en la capital sufrieron heridas de balas. La sede del gobierno que Bakiyev abandonó en Biskek fue asaltada por manifestantes, que embistieron la cerca perimetral con camiones.

Un cronista de Reuters dentro del edificio vio como los manifestantes rompían cristales y computadoras y revoleaban papeles por las ventanas.

"El país entero está en llamas", dijo Nurlan Aslybekov, un desempleado que viajó a Biskek desde la ciudad de Talas cuando el martes estallaron las primeras protestas anti gubernamentales.

La OTAN dijo que habían suspendido temporalmente los vuelos de abastecimiento a través de Manas y algunas naves habían sido desplazadas debido a las protestas, pero que la interrupción no debería afectar significantivamente las operaciones o el apoyo logístico el Afganistán.

La embajada estadounidense en Biskek dijo más tarde que la base estaba operando normalmente.

El malestar político por la pobreza, el aumento de los precios y la corrupción se ha instalado en Kirguistán desde comienzos de marzo. El salario mensual promedio es de alrededor de 130 dólares y las remesas de trabajadores en Rusia han mermado abruptamente durante la crisis económica global.

Los analistas dijeron que los disturbios incrementan también la incertidumbre para los inversores extranjeros en el sector minero de Kirguistán y aumentan la posibilidad de una intervención militar extranjera.

La minera canadiense Centerra Gold dijo el miércoles que su importante mina de oro Kumtor en Kirgustán hasta el momento no ha sido afectada por la violencia.


(*) Reporte adicional de Alexander Reshetnikov en Biskek; Guy Faulconbridge; Amie Ferris–Rotman y Conor Sweeney en Moscú; Sylvia Westall en Viena.