Kirguistán

Dudas sobre el futuro de la base de
EE.UU. en Kirguistán

Por Paul Reynolds
BBC World, 09/04/10

A raíz de la revolución en contra del presidente de Kirguistán, Kurmanbek Bakiyev, la atención se ha centrado nuevamente en la rivalidad entre Estados Unidos y Rusia en esta remota república en Asia Central y en el futuro de la base aérea estadounidense de Manas, la cual es utilizada como una vital ruta de suministro para las operaciones de Estados Unidos y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), en Afganistán.

Hay pocas dudas en torno a que lo ideal para los rusos sería no tener que ver a los estadounidenses allí.

Kirguistán es una ex república soviética y en ese país algunos aún recuerdan a la Unión Soviética con nostalgia.

Eso lo comprobé durante una visita que realicé en 1996, particularmente cuando conversé con veteranos del Ejército Rojo en una casa de retiro en la capital, Bishkek.

Los veteranos le temían a la corrupción y al caos con un gobierno kirguís, temores que parecen haber surgido en su totalidad.

La denominada "Revolución de los Tulipanes" de 2005 derrocó al gobierno de Askar Akayev, caracterizado por su clientelismo, y lo reemplazó con el nepotismo además del clientelismo del presidente Bakiyev.

El enojo –no la ideología– parece haber sido el motivo detrás de esta última agitación.

No es la Guerra Fría

Esto no se trata de una competencia con el estilo de la antigua Guerra Fría. Rusia está ayudando a la OTAN a enviar suministros a Afganistán.

Ya ocupados con sus propios problemas islamistas, Moscú ciertamente no quiere una victoria del Talibán en ese lugar.

Por otra parte, quiere mantener la mayor influencia posible en la región, de forma tal que el péndulo ruso oscile, de tiempo en tiempo, entre ayudar y no a Estados Unidos.

Por ahora, las relaciones son buenas. El nuevo tratado de armas nucleares se acaba de firmar. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, retiró el sistema de defensa antimisiles de Polonia y la República Checa.

Michael McFaul, el director para asuntos sobre Rusia y Eurasia en el Consejo de Seguridad Nacional del presidente Obama, no ve la mano de Rusia en la revolución:

"Este no es un golpe de Estado antiestadounidense. No se trata de un golpe de Estado patrocinado por los rusos. Simplemente no hay evidencia de ello", señaló.

Fuente de ingreso

Sin embargo, han habido insinuaciones de algunos en el grupo que ahora toma el control en Kirguistán de que tienen sus ojos puestos en la base de Manas.

Uno de ellos, Omurbek Tekebayev, quien se ha hecho cargo de asuntos constitucionales, le dijo a la agencia de noticias Reuters: "Ustedes observaron del nivel de alegría de Rusia cuando vieron que Bakiyev se había ido. Así que ahora hay una alta probabilidad de que la duración de la presencia de la base aérea estadounidense en Kirguistán sea reducida".

Esto aún está por verse. El líder del gobierno interino, el ex ministro de Relaciones Exteriores (y embajador en el Reino Unido), Roza Otunbayeva, indicó que no había planes para revisar el acuerdo de Manas.

El nuevo gobierno, si es confirmado en el poder, podría encontrar que la base aérea estadounidense –que formalmente se llama desde el año pasado un "centro de tránsito" en deferencia a la sensibilidad local– es una buena fuente de ingresos.

El presidente Bakiyev trató de obtener ganancias en torno al tema de la base y para ello jugó políticamente con los rusos y los estadounidenses el año pasado.

Al anunciar que la base de Manas sería cerrada, logró que Moscú le diera un préstamo por US$2.000 millones y luego se dio la vuelta y consiguió que los estadounidenses aumentaran su renta de US$17 millones a US$60 millones al año, adicionalmente extendió el contrato de arrendamiento por un año más hasta julio de 2010. Su Parlamento, después de haber votado a favor de cerrar la base, rápidamente cambió de posición.

El alquiler –más una ayuda adicional directa de Estados Unidos por US$117 millones– no debe ser ignorado en un país donde el ingreso per cápita es de unos pocos dólares diarios. Así que la conclusión de muchos observadores externos es que la base aérea continuará.

James Nixey de Chatham House, sede del Real Instituto de Asuntos Internacionales de Londres, expresó: "La continuación de las operaciones estadounidenses desde la base aérea de Manas es el único interés real de Estados Unidos en lo que está sucediendo ahora en Kirguistán".

"Esta preocupación es probablemente infundada, ya que cualquier futuro gobierno kirguís necesitará el dinero y apoyará la política de Estados Unidos", concluyó.


Kirguistán, en medio del tablero centroasiático

Por Nick Childs
BBC World, 08/04/10

Kirguistán, el empobrecido país centroasiático azotado por una ola de violencia política, es de una importancia estratégica trascendental para las superpotencias.

La Embajada de Estados Unidos en Bishkek, la capital, expresó su profunda preocupación y el gobierno ruso pidió contención tras la revuelta desatada el miércoles.

Kirguistán se encuentra en el epicentro de una región que ha cobrado un interés reciente para las superpotencias modernas y que recuerda al enfrentamiento que tuvo lugar en el siglo XIX entre los imperios ruso y británico por el acceso a India.

Se trata de una competición por el acceso a la energía y a otros recursos naturales, por las rutas comerciales, y más recientemente por el suministro a las tropas occidentales que luchan en Afganistán.

Escala estadounidense hacia Afganistán

En el caso de Kirguistán, uno de los países más pobres de la región, el interés principal reside en la instalación de bases militares.

La base aérea de Manas funciona como punto de escala clave para el ejército estadounidense en Afganistán, y cobró más importancia tras el cierre de la llamada base K2 en Uzbequistán.

La clausura de K2 se produjo en 2005 por el distanciamiento entre los Gobiernos estadounidense y uzbeco después de que las autoridades uzbecas causaran una masacre al reprimir una revuelta islamista.

El presidente kirguís, Kurmanbek Bakiyev, intentó enfrentar a Washington contra Moscú: por un lado comenzó a exigir a EE.UU. un aumento de la renta por el uso de Manas y por otro, a principios de 2009 y con el respaldo de una promesa de ayuda rusa, anunció que la base de Manas sería cerrada.

El presidente estadounidense, Barack Obama, tuvo que intervenir personalmente para mantener el acceso de sus tropas a la base, llegando a un compromiso con el Gobierno de Bishkek por el que Manas sería descrito como un "centro de tránsito".

Lo complicado de las relaciones en la región –inestabilidad, lucha por el acceso a la energía, y el ascenso islamista– ha suscitado un debate sobre qué tanto debe implicarse Occidente –y en especial EE.UU.– en la región a largo plazo, si las operaciones militares en Afganistán comienzan a reducirse a partir de 2011, como pretende Obama.

Pero muchos analistas se preguntan si a Occidente le conviene una retirada que dejaría la vía abierta a Rusia, China y otros intereses locales.