Afganistán

Jaque a McChrystal revela crisis interna

Análisis de Gareth Porter (*)
Inter Press Service (IPS), 23/06/10

Washington.- El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, negó que la destitución de Stanley McChrystal como jefe de las fuerzas en Afganistán implicara diferencias sobre la estrategia militar. Pero puso de manifiesto la búsqueda de una salida a una crisis política cada vez más profunda.

El motivo más ostensible de la destitución, este miércoles, fueron las indiscretas declaraciones formuladas por McChrystal a la revista estadounidense Rolling Stone, donde criticó al gobierno de Obama y a sus asesores.

Pero el hecho de reemplazarlo por el general David Petraeus, actual jefe del Comando Central de Estados Unidos, fue claramente el resultado del descontento de la Casa Blanca con cómo McChrystal manejó la guerra en Afganistán.

En las últimas semanas se volvió evidente que la estrategia de McChrystal no estaba funcionando como él había prometido, y el Congreso legislativo y la elite política de Estados Unidos se mostraron muy incómodos por el curso que había adoptado la guerra.

Al convocar a Petraeus, el gobierno de Obama parece estar arrancando la página de la decisión tomada en 2006 por su antecesor, George W. Bush (2001-2009), de rescatar una guerra en Iraq que en Washington se percibía como un fracaso vergonzoso.

Pero tanto Obama como Petraeus son muy conscientes de las diferencias entre la situación que se vivía en aquel momento en Iraq y la que se vive actualmente en Afganistán.

En 2007, al asumir el comando de las fuerzas estadounidenses en Iraq, Petraeus fue llamado a implementar una estrategia contrainsurgente radicalmente distinta, basada en un importante incremento de la cantidad de efectivos.

Sin dudas Obama será presionado por el opositor Partido Republicano, liderado por el senador John McCain, a fin de eliminar el plazo fijado para mediados de 2011 para iniciar la retirada de Estados Unidos de Afganistán, y tal vez incluso para otro aumento de tropas.

Pero en 2009 las políticas trazadas por el gobierno de Obama en relación a la guerra dejaron en claro que el mandatario sucumbió a la presión política para aumentar la cantidad de soldados este año, solamente como parte de un acuerdo.

En el marco del mismo, McChrystal y Petraeus accedieron a ese incremento de militares por un periodo de 18 meses. Además, ambos entendieron claramente que luego de completarse ese aumento del contingente el gobierno iniciaría negociaciones para terminar la guerra.

Las habilidades políticas de Petraeus y su capacidad de vender una estrategia que involucre una salida negociada ofrecen a Obama más flexibilidad que la que tenía con McChrystal.

Aunque se atribuye a Petraeus haber montado una exitosa campaña contra la insurgencia en Iraq, su principal logro fue concretar el primer acuerdo formal con los rebeldes sunitas.

Al frente de las fuerzas en Iraq, Petraeus demostró su disposición a adaptar objetivos estratégicos a realidades que no podía controlar. Y desde el comienzo le aclaró a su personal que haría un último esfuerzo para mostrar avances, pero que le diría al Congreso que era tiempo de retirarse si concluía que no estaba funcionando.

Como comandante, Petraeus eligió a oficiales que eran escépticos y realistas en vez de a aquellos que creían ciegamente en la guerra, según relataron militares de la fuerza en Iraq.

Por ejemplo, cuando en las primeras semanas de su comando un asistente propuso un memorando para llegar a un acuerdo con los insurgentes chiitas liderados por Moqtada al Sadr, Petraeus no descartó la idea.

Esa disposición a escuchar puntos de vista diferentes a la estrategia prevista contrasta notoriamente con el estilo implementado por McChrystal en Afganistán.

Principalmente desde sus años en las Fuerzas de Operaciones Especiales, McChrystal se rodeó de un pequeño círculo de amigos que sospechaban profundamente de las opiniones de cualquiera que no lo integrara, según fuentes familiarizadas con el funcionamiento de ese grupo.

En una entrevista con IPS, una fuente militar que conoce a McChrystal y a su personal describió a un círculo íntimo "muy estrecho", de unas ocho personas, que "hacían todo juntas, incluyendo emborracharse".

"McChrystal se rodeó de hombres que decían ‘sí’", y cuando opinaban de modo diferente los echaba, señaló otra fuente.

El círculo de allegados a McChrystal ha estado acostumbrado al aislamiento típico de las Fuerzas de Operaciones Especiales, agregó.

Un claro ejemplo del rechazo de McChrystal a las opiniones contrarias a las suyas es el de David Kilcullen, según las fuentes.

Oficial retirado del ejército australiano, Kilcullen es reconocido como uno de los más informados especialistas en temas de insurgencia, y entre 2007 y 2008 fue asesor de Petraeus en Iraq. También es conocido por manifestar sus puntos de vista aunque estos sean contrarios a las políticas en curso.

Luego que el año pasado McChrystal asumió el mando de las fuerzas de Estados Unidos y la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) en Afganistán, Kilcullen iba a desempeñarse como asesor de su personal. Pero tras las primeras interacciones entre Kilcullen y el equipo de McChrystal esa decisión se revirtió, relataron las fuentes.

Kilcullen discrepaba con los asesinatos selectivos, lo que iba en contra de las ideas de McChrystal y su círculo íntimo.

Varios miembros de ese grupo son oficiales que trabajaron para el general durante los cinco años en que estuvo al frente del Comando Conjunto de Operaciones Especiales (JSOC, por sus siglas en inglés), que entre 2003 y 2008 efectuó ataques selectivos contra líderes insurgentes en Iraq y Afganistán, según las fuentes.

Dos de los militares clave en el grupo de McChrystal que integraron su anterior círculo de allegados en el JSOC son su jefe de inteligencia, el mayor general Michael T. Flynn, y su subjefe del Estado Mayor de Operaciones, mayor general Bill Mayville.

Flynn fue director de inteligencia de McChrystal en el JSOC entre 2004 y 2007, y en 2008 ocupó el mismo cargo en el Estado Mayor Conjunto. Mayville también fue subordinado de McChrystal en el JSOC.

El asesor político de McChrystal, coronel retirado del ejército Jacob McFerren, no es un veterano del JSOC. Pero una fuente familiarizada con el equipo del comandante destituido lo describió como uno de los viejos "compañeros de borracheras" del general.


(*) Gareth Porter es un historiador y periodista de investigación especializado en la política de seguridad nacional de Estados Unidos. Su último libro, "Perils of Dominance: Imbalance of Power and the Road to War in Vietnam" (Peligros del dominio: Desequilibrio de poder y el camino hacia la guerra en Vietnam), se editó en 2006.