Rebelión en Egipto
y el mundo árabe

Declaración de la corriente internacional Socialismo o Barbarie

¡Viva la gran rebelión de las masas árabes!

¡Viva el pueblo de Egipto en lucha!

El mundo árabe está conmovido por una inmensa y espectacular rebelión popular. Iniciada hace apenas semanas en Túnez, se ha ido extendiendo, aunque en forma muy desigual, a todos los países de la región, en primer lugar a Egipto.

La velocidad pasmosa con que se han propagado las llamas de esta rebelión, demuestra varias cosas. Primero, que los pueblos árabes, aunque fragmentados en múltiples estados, conservan un grado de unidad e identidad notables, con grandes y veloces “vasos comunicantes”. Pero también, y no menos importante, demuestra que esos pueblos están frente a terribles problemas y enemigos comunes.

Bajo dictaduras monstruosas (como la que cayó en Túnez y la que hoy está vacilando en Egipto), los pueblos árabes se están hundiendo cada vez más en la miseria y la degradación social, una situación hoy agravada brutalmente por la crisis capitalista mundial. ¡En Egipto, desde el 2007, los pecios de los alimentos han subido un 800%!

La chispa que desde Túnez desencadenó este incendio internacional, retrata con exactitud la situación política y social: la inmolación de Mohamed Bouazizi, un graduado universitario desempleado que era vendedor ambulante, y al que la policía de la dictadura había privado del carro de verduras con que se ganaba la vida.

Un columnista de la prensa “seria” del imperialismo yanqui comprueba preocupado que en Egipto “desde hace décadas la furia del pueblo ha estado ardiendo sin llamas bajo la superficie”.[New York Times, 28/01/11] ¡Hoy, como un volcán, la “furia del pueblo” está haciendo erupción en un país tras otro!

Pero los pueblos árabes no sólo comparten situaciones políticas y sociales cada vez más intolerables, sino que también tienen los mismos enemigos, que se benefician de su miseria y opresión. Son las miserables burguesías, su personal político y militar, y por encima de ellos, sus amos: en primer lugar, el imperialismo yanqui (con su enclave colonial del Estado de Israel) y también las antiguas potencias colonizadoras europeas, como Francia que sigue operando en el Magreb.

Egipto, epicentro de la rebelión

Lo trascendental es que, en estos momentos, el epicentro del terremoto está en Egipto, el país más importante del mundo árabe y que también marcó su rumbo político durante el siglo pasado. Con Nasser fue la capital del nacionalismo laico, cuando se presentaba como “antiimperialista” y combatía a Israel. Luego, con Sadat y Mubarak, marcó el record de la capitulación y el entreguismo al imperialismo yanqui e Israel.

Ahora, la caída de la infame dictadura de más de tres décadas de Mubarak –el principal sátrapa de EEUU e Israel junto con el monarca de Arabia saudita– sería un golpe terrible, cambiaría toda la situación del mundo árabe.

Además, en Egipto existe una clase obrera más fuerte e importante que otros países de la región. A pesar de la dictadura (y los burócratas sindicales a su servicio), sectores obreros han venido haciendo huelgas e incluso manifestaciones políticas, por ejemplo en junio pasado en apoyo a Gaza y en protesta contra los ataques de Israel y la complicidad de Mubarak.

Asimismo, en Egipto existe un inmenso sector juvenil: el 40% de la población tiene entre 10 y 29 años.[Al-Masry Al-Youm, 16/02/10] Una parte importante de esa juventud tiene diversos grados de educación, incluso universitaria.

Pero la perspectiva de la gran mayoría de esta franja de más de 30 millones de jóvenes (incluso de los que han recibido buena educación) es la de no conseguir trabajo o vegetar en empleos precarios y miserables. La educación, inclusive la de más alto nivel, ya no garantiza empleos privados ni estatales. A eso se agrega el régimen dictatorial odioso y asfixiante, que maneja todo con las reglas de un clientelismo corrupto y mafioso, y que reprime cualquier expresión libre de la juventud, incluso las que no lo cuestionan directa y políticamente.

No es sorprendente que este multitudinario sector juvenil –al igual que en Túnez– fuese el detonante y también la vanguardia de la rebelión.

La prensa ha distorsionado esto, poniendo por la nubes a Facebook o Twitter, cuando en verdad no se trata sólo de los medios de comunicarse, sino de quiénes y para qué los usan. Es decir, qué contenido social y político transmiten.

A estos amplios sectores juveniles se agregaron cientos de miles de egipcios provenientes de distintos sectores sociales, desde trabajadores y desocupados hasta capas medias, profesionales y burgueses excluidos de la clientela del régimen.

El peso notable de los sectores laicos

En Túnez y luego en Egipto, la rebelión ha abierto también un perspectiva ideológica nueva, que puede ser de inmensa importancia política para la región y también para el socialismo revolucionario.

En el mundo árabe después de la Segunda Guerra Mundial, cuando se produjeron simultáneamente la “descolonización” y la instalación del enclave imperialista de Israel, se sucedieron dos “oleadas” ideológicas y políticas. La primera fue la del nacionalismo burgués “antiimperialista” y laico, cuyo paradigma fue Nasser en Egipto.

Tras la degeneración política, ideológica y moral de todos los nacionalismos laicos (desde Argelia a Iraq y desde Egipto a Palestina), tomaron el relevo las distintas corrientes “islamistas”. Aunque en Egipto no llegaron a tomar el poder, constituyeron corrientes muy importantes y El Cairo fue también uno de sus centros ideológicos.

Hoy, la rebelión iniciada en Túnez y potenciada en Egipto muestra un fenómeno nuevo, que quizás, si el proceso avanza y logra triunfos, puede marcar una tercera fase, distinta a la del ya degenerado nacionalismo laico y a la posterior del “islamismo” retrógrado.

Un fenómeno nuevo, expresión regional de que el “signo de los tiempos” a nivel internacional tampoco es el mismo que dos o tres décadas atrás, cuando en plena expansión del neoliberalismo y de la llamada “muerte del islamismo”, el terreno estaba fértil para estas corrientes mayormente retrógradas.

Sin embargo hoy, ni en Túnez ni en Egipto, los “islamistas” estuvieron a la vanguardia ni tuvieron la iniciativa. En Egipto, la principal organización islamista –la Hermandad Musulmana, que en verdad viene haciendo de “oposición de Su Majestad” a Mubarak– esperó hasta el viernes 28 para llamar a manifestar, cuando ya medio mundo estaba en las calles.

Al parecer, gran parte de la juventud que salió a la lucha es laica e “ilustrada”, lo que se refleja en las declaraciones, reportajes y mensajes en las “redes sociales”.

Si este inmenso proceso avanza y logra triunfos, podría darse un cambio importante del panorama ideológico en el mundo árabe, con espacios cualitativamente mayores para las diversas corrientes laicas.

Esto sería una oportunidad inédita para el socialismo revolucionario. El mundo árabe no sólo estuvo “bloqueado” por esas barreras del nacionalismo laico y el islamismo retrógrado, sino también por el desastre de que el “marxismo” estuvo representado por las corrientes stalinistas. Ahora puede abrirse otra perspectiva de relanzamiento de la pelea por auténticas corrientes socialistas y revolucionarias.

Dos políticas del imperialismo y las burguesías árabes para derrotar la rebelión en curso

Lo repentino e inesperado del proceso ha provocado confusión y divisiones en los imperialismo y sus sirvientes de la región.

En relación a Egipto –que es la clave de la situación– Washington y sus lacayos nativos aún vacilan entre dos políticas contrarrevolucionarias: seguir sosteniendo al insostenible régimen de Mubarak o apostar a la trampa de una transición “democrática”. Al momento de escribir esta declaración, es lo que se está discutiendo rabiosamente en la Casa Blanca y el Pentágono, y también, por supuesto, entre sus lacayos de El Cairo, especialmente, los militares.

Sostener a toda costa a Mubarak, exigiría una represión aún más sangrienta, posiblemente con miles de víctimas. Aunque esto al imperialismo le tiene sin cuidado, la represión a toda costa no le da plenas garantías de éxito, ni siquiera a corto plazo. Las consecuencias serían que si la dictadura cae finalmente, el odio de las masas apuntaría directo al imperialismo yanqui. Y hasta ahora, aunque ha habido expresiones antiimperialistas, los manifestantes no han apuntado mayoritaria ni principalmente a EEUU. Incluso hay toda una franja que parece tener esperanzas en la charlatanería “democrática” de Obama & Cía.

La otra salida ya delineada es la trampa de la “transición” a la “democracia”. El imperialismo y la burguesía egipcia ya tiene un buen candidato para encabezar esta estafa: el “premio Nóbel de la paz”, Mohamed el-Baradei, ex funcionario de la ONU –director de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA)–.

La subida de el-Baradei con un “gobierno de transición” podría calmar las aguas en lo inmediato, pero iniciaría un proceso temible: se abrirían las puertas a los reclamos de los trabajadores, la juventud y las masas populares, que actuarían con el sentimiento triunfante de haber derribado a una de las peores dictaduras del mundo. O sea, puede abrir un curso de crecientes luchas y radicalización política, porque ni el capitalismo egipcio ni su amo yanqui están en condiciones de satisfacer sus exigencias.

Asimismo, sería un ejemplo potencialmente devastador para el resto de los títeres de EEUU-Israel y Francia, desde Arabia Saudita y Yemen hasta Argelia y Marruecos.

La lucha por una salida obrera, juvenil y popular independiente

En esta situación, que además puede abrir una oportunidad histórica para el socialismo revolucionario en el mundo árabe, lo central es impulsar y desarrollar todos los elementos e iniciativas independientes de todas las corrientes burguesas, sean laicas o “islamistas”: ¡Nada de “islamistas” ni de políticos burgueses “laicos”, como el-Baradei!

La autoorganización independiente de la juventud y los trabajadores para tirar abajo a la tambaleante dictadura y luego para enfrentar cualquier trampa “democrática” aparece como la necesidad central. ¡Ése es el primer eslabón de cadena de la que hay que tirar!

En esa perspectiva, una demanda inmediata y fundamental es la de absoluta libertad de organización y propaganda política, en primer lugar para las corrientes de la izquierda y del socialismo o revolucionario.

Para que pueda abrirse un nuevo ciclo político en el mundo árabe, es imprescindible acabar con lo que ha sido el rasgo común de todos sus regímenes (incluso de los que se decían “socialistas”, como Nasser o el FLN de Argelia): la ausencia total de libertades políticas y de pensamiento, especialmente para la izquierda.

Es en ese marco de ausencia de libertades políticas que todos esos gobernantes –hasta los que posaban de “antiimperialistas”– podían responder con la represión más brutal a cualquier reclamo obrero y popular.

Este es el primer paso para que la rebelión de Túnez, Egipto y demás países árabes pueda abrir allí una nueva era en la perspectiva de una salida obrera y socialista.

Solidaridad mundial con la rebelión árabe

Por último, en todos los países del mundo y en especial en EEUU y Europa, los trabajadores y la juventud tenemos una tarea fundamental: la solidaridad con las masas árabes en lucha, concretando esto en comenzar a impulsar movilizaciones de protesta a los consulados o embajadas de Egipto y demás países árabes.

¡Exijamos a todos los gobiernos que cesen su apoyo a las dictaduras genocidas de Egipto y de todo Medio Oriente!

¡Basta de represión, fuera ya Mubarak, por una salida autoorganizada, democrática, obrera y socialista!

Corriente internacional
Socialismo o Barbarie

29 de enero de 2010


Déclaration de Socialisme ou Barbarie

Vive la grande rébellion des masses arabes !

Vive le peuple égyptien en lutte !

Le monde arabe est bouleversé par un soulèvement populaire énorme et spectaculaire. Commencé il y a quelques semaines à peine en Tunisie, il est en train de s’étendre, bien que de façon très inégale, à tous les pays de la région et d'abord en Egypte.

La vitesse étonnante avec laquelle les flammes de la rébellion se sont répandues démontre plusieurs choses. Tout d'abord, que les peuples arabes, bien que fragmentés en plusieurs états, conservent un degré d’unité et d’identité impressionnant, avec de grands et rapides "vases communicants". Mais aussi, et ça n’est pas moins important, elle démontre que ces peuples sont confrontés à de terribles problèmes et à des ennemis communs.

Sous des dictatures monstrueuses (comme celle qui est tombée en Tunisie et celle qui est vacillante en Egypte), les peuples arabes se sont enfoncés toujours plus dans la pauvreté et la dégradation sociale, une situation aggravée brutalement par la crise capitaliste mondiale.En Egypte, depuis 2007, les prix de la nourriture ont augmenté de 800%!

L'étincelle qui a déclenché l'incendie international depuis Tunis, montre fidèlement la situation politique et sociale: l’immolation de Mohamed Bouazizi, un diplômé universitaire au chômage, vendeur ambulant à qui la police avait confisqué la charrette de légumes qui était sa seule source de revenus.

Un chroniqueur d’un journal «sérieux» de l’impérialisme américain en Égypte note avec préoccupation que "pendant des décennies la fureur du peuple a couvé sous la cendre." [New York Times, 28/01/2011] Aujourd'hui, comme un volcan, la "fureur du peuple» entre en éruption dans un pays après l'autre!

Mais les peuples arabes partagent non seulement des situations politiques et sociales de plus en plus intolérables, mais en plus, ils ont les mêmes ennemis, qui profitent de leur misère et oppression. Ce sont les bourgeoisies criminelles, leur personnel politique et militaire, et au–dessus, leurs maîtres: d'abord, l'impérialisme américain (avec son enclave coloniale l'Etat d'Israël) et également les anciennes puissances coloniales européennes comme la France qui reste active dans le Maghreb.

L'Egypte, épicentre de la rébellion

Ce qui est fondamental, c’est qu’à l'heure actuelle, l'épicentre du tremblement de terre est l’Egypte, le pays le plus important dans le monde arabe et qui a marqué son parcours politique au cours du siècle dernier. L’Egypte a été la capitale du nationalisme laïc avec Nasser, quand celui–ci apparaissait comme «anti impérialiste» et en lutte contre Israël. Puis, Sadate et Moubarak, ont battu le record de capitulation et de capitulation à l'impérialisme américain et à Israël.

Maintenant, la chute du dictateur Moubarak, tristement célèbre depuis plus de trois décennies, satrape des États–Unis et d'Israël comme le monarque d'Arabie Saoudite, serait un coup terrible et changerait toute la situation du monde arabe.

En outre, en Egypte il y a une classe ouvrière plus forte et plus importante que dans les autres pays de la région. En dépit de la dictature (et des bureaucrates syndicaux à son service), les secteurs ouvriers ont fait des grèves et même des manifestations politiques, comme la dernière en juin, en soutien à Gaza et pour protester contre les attaques d’Israël et la complicité de Moubarak.

De même, en Égypte il y a une immense population jeune: 40% de la population est comprise entre 10 et 29 ans [Al – Masry Al –Youm, 16/2/2010] Une partie importante de la jeunesse a eu accès à différents niveaux d’études y compris l’université.

Mais la perspective de la grande majorité de cette tranche de population de plus de 30 millions de jeunes (y compris ceux qui ont reçu une bonne éducation) est de ne pas avoir accès à un emploi ou de végéter dans des conditions précaires et misérables. L'éducation, y compris celle du plus haut niveau, ne garantit pas un emploi, ni dans le privé, ni dans la fonction publique. Il faut ajouter à cela l'odieux régime dictatorial et oppressif, qui gère tout selon les règles du clientélisme corrompu et mafieux, et supprime toute expression libre des jeunes, y compris celle qui ne pose pas de questions directement politiques.

Ce n’est pas surprenant que ce secteur jeune ait été le catalyseur et l'avant–garde de la rébellion, comme en Tunisie,.

La presse a déformé ceci, en portant aux nues Facebook ou Twitter, alors que ce qui est important ce n’est pas le réseau en soi, mais « qui » les utilise et dans quel but. C’est à dire, le contenu social et politique transmis.

Des centaines de milliers d'Egyptiens de différents secteurs sociaux ce sont unis à la jeunesse : des travailleurs et des chômeurs jusqu’ à la classe moyenne, des professionnels et des bourgeois exclus de la clientèle du régime.

Le poids considérable des secteurs laïcs

En Tunisie et en Egypte, la rébellion a ouvert aussi une nouvelle perspective idéologique, qui peut être d'une importance politique énorme pour la région et aussi pour le socialisme révolutionnaire.

Dans le monde arabe après la Seconde Guerre mondiale, quand il y avait en même temps la «décolonisation» et l'installation de l'enclave impérialiste d'Israël, se sont succédées deux «vagues» idéologiques et politiques. La première a été celle du nationalisme «anti–impérialiste» bourgeois et laïque, dont le symbole a été Nasser en Egypte.

Après la dégénérescence politique, idéologique et morale de tous les nationalismes laïcs (de l'Algérie à l'Irak et de l'Egypte à la Palestine), les divers courants «islamistes» prirent la relève. Malgré le fait qu’en Égypte ils n'ont pas réussi à prendre le pouvoir, ce sont des courants très importants et Le Caire a également été un de leurs centres idéologiques.

Aujourd'hui, la rébellion entamée en Tunisie et amplifiée en Egypte représente un phénomène nouveau, qui peut marquer une troisième phase différente de la dégénérescence du nationalisme laïc et de l’« Islamisme » rétrograde, si le processus va de l’avant et va jusqu’à son terme.

Ni en Tunisie, ni en Egypte, les «islamistes» n’ont été au premier plan ni n’ont pris l'initiative de la lutte. En Egypte, la principale organisation islamiste – les Frères musulmans, qui est "l’opposition de Sa Majesté" de Moubarak – a attendu jusqu'à vendredi pour appeler à manifester, lorsque tout le monde était déjà dans les rues.

Apparemment, la plupart des jeunes en lutte sont laïcs et cultivés, ce qui se reflète dans les déclarations, reportages et messages dans les réseaux sociaux.

Si ce processus va de l'avant et remporte des succès, il pourrait y avoir un changement majeur dans le paysage idéologique du monde arabe, avec des espaces qualitativement supérieurs pour les différents courants laïques.

Ce serait une occasion unique pour le socialisme révolutionnaire. Le monde arabe n’a pas été seulement "bloqué" par les barrières du nationalisme laïc et par l'islamisme rétrograde, mais aussi par la catastrophe d’un «marxisme» était représenté par les courants staliniens. Maintenant une perspective différente peut s’ouvrir.

Deux politiques de l'impérialisme et de la bourgeoisie arabe pour finir avec la rébellion en cours

L'imprévisibilité et la soudaineté du processus ont provoqué la confusion et la division de l'impérialisme et de ses agents dans la région.

En ce qui concerne l'Egypte, qui est la clé de la situation, Washington et ses laquais indigènes hésitent encore entre deux politiques contrerévolutionnaires: continuer le soutien au régime de Moubarak ou parier sur le piège de la transition "démocratique". Au moment où on écrit cette déclaration, c'est le débat acharné à la Maison Blanche et au Pentagone, et aussi, bien sûr, entre les laquais du Caire, en particulier les militaires.

Soutenir à tout prix Moubarak exige une répression encore plus sanglante, voire des milliers de victimes. Bien que cela ne dérange pas l’impérialisme, la répression à fond ne donne pas toutes les garanties de succès, même à court terme. Les conséquences pourraient être que, si la dictature finalement tombe, la haine des masses cible directement l'impérialisme yankee. Et jusqu'à présent, même s'il y a eu des expressions anti–impérialistes, les manifestants n’ont pas ciblé principalement les États–Unis. Il y a même un secteur qui a des espoirs dans le charlatanisme "démocratique" d’Obama & Co.

L’autre solution déjà envisagée est le piège de la «transition» vers la démocratie. L'impérialisme et la bourgeoisie égyptienne ont un bon candidat pour mener ce type d'escroquerie, le «prix Nobel de la paix », Mohamed El Baradei, un ancien fonctionnaire des Nations Unies, directeur de l'Agence Internationale de l'Energie Atomique (AIEA).

La montée d’El Baradei avec un "gouvernement de transition" pourrait calmer le jeu dans l'avenir immédiat, mais entamerait un processus dangereux et ouvrirait la porte aux revendications des travailleurs, des jeunes et des masses, qui agiraient avec le sentiment de triomphe d’en avoir fini avec une des pires dictatures au monde. En d'autres termes, un processus de conflits croissants et de radicalisation politique pourrait se faire jour, parce que, ni le capitalisme égyptien, ni leur maître yankee ne sont en mesure de répondre à leurs demandes.

Il serait également un exemple catastrophique pour les autres marionnettes des USA, d’Israël, de France, d’'Arabie saoudite et du Yémen jusqu’ à l'Algérie et le Maroc.

La lutte pour une solution indépendante pour la classe ouvrière, la jeunesse et les couches populaires

Dans cette situation, qui peut ouvrir une opportunité historique pour le socialisme révolutionnaire dans le monde arabe, l'objectif central est de promouvoir et développer tous les éléments et initiatives indépendantes de tous les courants bourgeois, qu'ils soient laïcs ou «islamistes» : Pas d’ « islamistes » ni de politiciens bourgeois «laïcs», comme El Baradei!

L’auto–organisation indépendante de la jeunesse et des travailleurs pour abattre la dictature chancelante, puis pour faire face à un piège « démocratique », apparaît comme la nécessité centrale. C'est le premier maillon de la chaîne qu’il faut tirer!

Dans cette perspective, une exigence fondamentale et immédiate est la liberté absolue d'organisation et de propagande, aussi bien pour les courants de la gauche socialiste que révolutionnaires.

Pour ouvrir un nouveau cycle politique dans le monde arabe, il est impératif de mettre fin à ce qui a été la caractéristique commune de tous les régimes (y compris ceux qui se disaient «socialistes» tel que celui de Nasser ou du FLN algérien): l'absence totale de liberté politique et de la pensée, en particulier pour la gauche.

C'est dans le cadre de ce manque de libertés politiques que tous ces gouvernants, même ceux qui se présentaient comment des «anti–impérialistes» – répondaient par la répression brutale à toute demande ouvrière et populaire.

C’est le premier pas pour que la rébellion en Tunisie, en Egypte et dans d'autres pays arabes puisse ouvrir une nouvelle ère.

Solidarité mondiale avec la rébellion arabe

Enfin, dans tous les pays du monde et surtout aux États–Unis et en Europe, les travailleurs et la jeunesse ont une mission fondamentale: la solidarité avec les masses arabes en lutte.

Exigeons que tous les gouvernements cessent leur soutien aux dictatures génocidaires d’Egypte et du Moyen Orient tout entier !

Socialisme ou Barbarie
29 janvier 2010


Declaration of the International Current Socialism or Barbarism

Long live to the great Arab revolt of the masses!

Long live to the fighting people of Egypt!

The Arab world is shocked by a huge and dramatic popular uprising. Initiated just weeks ago in Tunisia, the uprising has been expanding, albeit, very unevenly, to all countries of the region, in the first place to Egypt.

The astonishing speed with which they have spread the flames of this rebellion, it shows several things. First, that the Arab peoples, although fragmented in multiple states, retain an impressive degree of unity and identity, connected with large and fast "communicating vessels." But also, and not least important, it shows that these people are facing terrible problems and common enemies.

Under monstrous dictatorships (like the one that fell in Tunisia and is now wavering in Egypt), the Arab peoples are sinking ever deeper into poverty and social degradation, a situation now aggravated severely by the global capitalist crisis. In Egypt, since 2007, the price of food has risen by 800%!

The spark from Tunisia that set this international fire off accurately portrays the political and social situation: Mohamed Bouazizi, an unemployed university graduate who was making a living as a hawker, set afire himself in protest, and ultimately died, because the police had taken away his vegetable truck that helped him to survive.

A reporter from a "serious" American newspaper in Egypt notes with concern that "for decades the people's fury has been smoldering beneath the surface." [New York Times, 1/28/1911] Today, as a volcano, the "fury of the people" is erupting in one country after the other!

The Arab peoples, however, share not only political and social situations increasingly intolerable but they also have the same enemies who profit from their misery and oppression. These enemies are the miserable bourgeoisies, their political and military staff, and above them, their masters: in the first place, the U.S. imperialism (with its colonial enclave in the State of Israel) and also the former European colonial powers like France which still remains active in the Maghreb.

Egypt, the epicenter of the rebellion

The transcendental thing is that, at present, the epicenter of the earthquake is in Egypt, the most important country in the Arab world and which also marked his political course during the last century. Under Nasser’s rule, Egypt was the capital of secular nationalism, when he presented himself as "anti-imperialist" and combated Israel. Then, under Sadat and Mubarak’s rule, Egypt marked the record of appeasement and capitulation to the U.S. imperialism and to Israel.

Now, the fall of Mubarak’s notorious dictatorship of more than three decades—the chief satrap of the U.S. and Israel together along the Saudi Arabia monarchy—would be a terrible blow and it would change the whole situation of the Arab world.

Moreover, in Egypt there is a stronger and more important working class than in other countries in the region. Despite the dictatorship (and union bureaucrats in his service), workers have been making strikes and even political demonstrations, such as the one held last June in support of Gaza and to protest against Israel’s attacks and the complicity of Mubarak.

In Egypt there is a huge youth sector. Forty per cent of the population is between the age of 10 and 29 [Al-Masry Al-Youm, 16/2/1910] and an important part of them has varying degrees of education, including university degrees.

But the prospect of the vast majority of this group of more than 30 million young people, even those who have received a good education, is to stay unemployed or to wander in precarious and miserable jobs. Education, including higher education, does not guarantee private or state employment. In addition to that, the hateful and oppressive dictatorial regime handles everything by the rules of a corrupt patronage and mafia and suppresses any free expression of the youth, even to those who do not directly question him politically.

Not surprisingly, this massive youth sector, as in Tunisia, was the catalyst and the forefront of the rebellion.

The press has distorted it by giving extremely importance to Facebook or Twitter, when in fact it's not just the means used to communicate, but whom and for what they use them. That is, what social and political content they transmit.

Hundreds of thousands of Egyptians from different social sectors, from workers and unemployed to middle class, from bourgeois professionals to customers excluded from the scheme joined these broad youth groups.

The considerable weight of secularists

In Tunisia and then in Egypt, the rebellion has also opened a new ideological perspective, which can be of immense political importance for the region and also for the development of revolutionary socialism.

After the Second World War, when simultaneously the decolonization in the Arab world and the installation of the imperial enclave of Israel occurred, there were two ideological and political “waves.” The first one was that of bourgeois nationalism, "anti-imperialism" and secularism, whose paradigm was Nasser in Egypt.

After the political, ideological, and moral degeneration of all secular nationalisms (from Algeria to Iraq and from Egypt to Palestine), various "Islamist" groups took over power in different states. While in Egypt they failed to take power, they remained very relevant there and Cairo became also one of its ideological centers.

Recently, the rebellion which started in Tunisia and increased its power in Egypt shows a new phenomenon, and perhaps, if the process advances and succeeds, it can mark a third phase, different from the degenerate and secular nationalism of the past and from the reactionary "Islamism" that arrived later.

A new phenomenon seems to appear, a regional expression that reminds us that the "sign of the times" at an international level is not the same that two or three decades ago. When neo-liberalism and the so-called "death of Islam" were in full expansion, the ground was fertile for the appearance of religious currents, mostly reactionary.

However, during the recent events neither in Tunisia nor in Egypt, the "Islamists" were at the forefront or took any initiative. In Egypt, the main Islamist organization, the Muslim Brotherhood which actually has been playing the role of the "opposition of His Majesty" to Mubarak, waited until Friday 28th to call their followers to mobilize, when already half of the country was on the streets.

Apparently, much of the youths who rallied are secular and "educated", which is reflected in the statements, reports and messages in the "social networks".

If this process moves forward and achieves huge successes, there could be a major change in the ideological landscape of the Arab world, with qualitative more space for various secular currents.

This would be a unique opportunity for revolutionary socialism. The Arab world was not only "blocked" by the barriers of secular nationalism and reactionary Islamism, but also by the devastating fact that "Marxist" currents were represented by the Stalinist organization. At the moment, the perspectives are that another way to re-launch the fight for genuine socialist and revolutionary currents can open.

Two policies of the American imperialism and the Arab bourgeoisie to defeat the rebellion in progress

The suddenness and unexpectedness of the process has caused confusion and division in the different imperialisms and its servants in the region.

With regard to Egypt, which is the key factor to this situation, Washington and its natives obsequious followers still hesitate between two counter-revolutionary policies: to continue to support the unsustainable Mubarak regime or to bet on a transitional "democratic" trap. As this declaration is being written, the latter is what is being debated fiercely in the White House and the Pentagon, and also, of course, between its vassals in Cairo, especially the military.

The effort to support Mubarak at all costs would require an even more bloody repression, possibly with thousands of victims. Although this fact does not concern the American imperialism very much, repression at all costs does not give full guarantees of success, even in the short term.

The consequences would be that if the dictatorship eventually fell, the hate of the masses would point directly to the American imperialism. And so far—although there have been anti-imperialist expressions—protesters have not targeted the U.S. Moreover, it seems that there is a sector that believes in Obama’s “democratic” quackery.

The other way out already delineated is the trap of the "transition" to democracy. The American imperialism and the Egyptian bourgeoisie have a successful candidate to lead this scam, the “Nobel Peace Prize,” Mohamed El-Baradei, a former UN official, director of the International Atomic Energy Agency (IAEA).

The appointment of El-Baradei in a "transitional government" could calm the waters in the near future, but would start a frightening process; it would open the door to workers, youth and the masses demands, who would act with a triumphant sense after bringing down one of the worst dictatorships in the world. In other words, it can open a course of increasing strife and political radicalization because neither the Egyptian capitalism nor their American master would be able to meet their demands.

It would also be a potentially devastating example for the rest of the US-Israel and France puppets, from Saudi Arabia and Yemen to Algeria and Morocco.

The fight for an independent working class, young, and popular path

In this situation, this can also open a historic opportunity for revolutionary socialism in the Arab world. The focus is to promote and develop all those elements and initiatives independent of all bourgeois currents, whether those being seculars or "Islamists". We must say: No to the “Islamists,” neither to “secular” bourgeois politicians like El-Baradei!

The independent self-organization of the youth and workers to pull down the tottering dictatorship and then to deal with any "democratic" trap emerges as a central necessity. This is the chain’s first link to be thrown!

In this perspective, a fundamental and immediate task is to demand an absolute freedom of organization and propaganda, first for the currents of the Left and of the revolutionary socialism.

In order to allow the opening up of a new political cycle in the Arab world it is imperative to end what has been the common feature of all the previous Arab political regimes (including those who called themselves "socialists" as Nasser or the FLN of Algeria), namely, the total absence of political freedom and of freedom of speech, especially for the left.

It was in that framework of lack of political freedoms that all these rulers, even those posing as "imperialists," could respond with a brutal repression to any popular and workers' claims.

This is a first step to allow the rebellion of Tunisia, Egypt and other Arab countries to open there a new era with the prospective of a workers and socialist path.

World solidarity with the Arab Revolt!

Finally, in all the countries of the world and especially in the U.S. and Europe, workers and the youth have a fundamental task: solidarity with the Arab masses in struggle. To achieve this, it is necessary to organize protest rallies to Arab consulates and embassies, especially to the Egypt embassy.

Demand all governments to cease their support to the genocide dictatorships of Egypt and the entire Middle East!

No more repression!

Mubarak must go!

For a self-organized, democratic, socialist and working class path!

International Current Socialism or Barbarism
January 29, 2010