Libia, declaración de
Socialismo o Barbarie

Declaración de la corriente internacional Socialismo o Barbarie

¡Apoyamos la legítima rebelión popular contra
la sanguinaria dictadura de Gadafi!

¡Ni Gadafi ni intervención imperialista!

¡Por una salida libre e independiente de
los trabajadores y el pueblo libio!

Después de derribar las dictaduras de Ben Alí en Túnez y de Mubarak en Egipto, la colosal rebelión de los pueblos árabes no se detiene. Movilizaciones y protestas masivas resuenan desde Marruecos al Golfo Pérsico. Y en casi todos los casos, la respuesta de estos regímenes ha sido la represión más sanguinaria.

Pero, en el caso de Libia, la represión desatada por Gadafi no ha hecho retroceder la protesta. Por el contrario, la ha ido profundizando. En varias ciudades, el ejército se dividió, las movilizaciones populares tomaron cuarteles y arsenales y se formaron comités populares y milicias.

Este estallido de rebelión popular ha llevado entonces a una situación de virtual guerra civil, en el sentido de que el régimen ha perdido el control territorial de una parte importante de Libia, aunque por otro lado no es posible todavía precisar bien el grado de unidad y características de las fuerzas que controlan hoy esa parte del país. Las primeras impresiones son de un lógico carácter heterogéneo, como sucede también en los otros procesos de la región.

La más que justificada rebelión del pueblo libio contra Gadafi no sólo intentó ser reprimida a sangre y fuego por el dictador, entre otras formas mediante el bombardeo aéreo de la población civil inerme y ahora con el empleo de mercenarios importados de Arabia saudita y de países africanos. Además, Gadafi ha tenido el desparpajo de ensayar una defensa política: trata de legitimar a su régimen y esa bestial represión, presentándose no como blanco de una justificada rebelión popular, sino como víctima simultánea de los imperialismos yanqui y europeos... y de Al-Qaeda.

Evidentemente, Gadafi cree que los pueblos árabes y del resto del planeta no tienen memoria. Que han olvidado que hace ya mucho tiempo abandonó toda veleidad de antiimperialismo (aunque fuese de opereta), que traicionó la lucha de los pueblos árabes, en especial de los palestinos, y que hizo las paces con EEUU y los imperialismos europeos.

Desde los ’90, Gadafi dio un giro político de 180º, sometiéndose a todas las exigencias del imperialismo, y al mismo tiempo convirtiéndose en uno de sus más importantes socios financieros y petroleros, a través en primer lugar de Francia e Italia. ¡Por eso, cada vez  que visitaba esos países, Sarkozy y Berlusconi lo recibían con alfombra roja, como un prócer benemérito!

¡Hoy Gadafi es igual a Mubarak!

Gadafi cumplió el ciclo usual de los nacionalismos burgueses de la región y del resto del “tercer mundo”: amanecen como “antiimperialistas”, para después en su ocaso transformarse en socios-intermediarios locales de las metrópolis. La particularidad de Libia es que esta órbita clásica se recorrió bajo la jefatura de un solo personaje, Muamar Gadafi.

Mientras que en Egipto las distintas fases de ese ciclo la encabezaron diferentes gobernantes, en Libia fue Gadafi quien estuvo al frente en todo momento. En Egipto, la fase “antiimperialista” la encabezó Nasser; luego, la fase de capitulación y de asociación con el imperialismo se cumplió bajo el mando Sadat y Mubarak, el recientemente dictador derrocado. ¡Hoy Gadafi no es Nasser; es Mubarak!

Por eso, no fue casual que el más público y resonante acto político de Gadafi antes de la revuelta de Libia, fuese el apoyo rotundo a Mubarak cuando comenzaba a ser asediado por las masas egipcias.

La capitulación de Gadafi al imperialismo fue acompañada de un enriquecimiento fenomenal de su clan familiar. Además de convertirse en billonarios, en una de las familias más ricas del planeta, los Gadafi convirtieron a Libia, de hecho, en una monarquía petrolera, estilo Arabia saudita, donde la familia real acapara no sólo la administración de la renta de hidrocarburos sino también el poder político. Uno de sus hijos ya era visiblemente el príncipe heredero, otro comandaba las fuerzas armadas, etc., etc.

En contraste con los fenomenales ingresos de la renta de petrolera y la repugnante ostentación de riqueza del clan Gadafi, la gran mayoría del pueblo de Libia vive cada vez peor. ¡Basta un solo dato: el desempleo juvenil en Libia llega casi al 50% y es el mayor de todo el norte de África! Es que, además, Libia con Gadafi no sólo no desarrolló ninguna rama de la economía fuera de la extracción de hidrocarburos, sino que esa misma industria no emplea preferentemente a obreros libios sino a trabajadores extranjeros. ¡Son enclaves coloniales casi cien por cien!

En esta situación, es explicable que la juventud de Libia haya estado a la cabeza de las protestas. En los discursos donde pretende volver a presentarse como “antiimperialista” Gadafi trata de explicar este vuelco masivo de los jóvenes diciendo que son drogadictos... Las drogas las proporcionarían Al Qaeda que pone pastillas alucinógenas en las bebidas de los jóvenes... Esa es la explicación que ha dado públicamente Gadafi del odio masivo de la juventud a su régimen... 

Por estos motivos son repudiables las posiciones asumidas por Chávez, Fidel Castro y Daniel Ortega, que han salido a defender incondicionalmente a Gadafi y su pandilla, como si se tratase del “antiimperialista” de 20 o 30 años atrás!

Su apoyo político directo e incondicional a este genocida lo hacen con el pretexto de impedir una intervención imperialista en Libia. ¿Pero quién sino Gadafi hizo de Libia un enclave colonial petrolero? ¿Y quién sino Gadafi, con sus masacres, está dando al imperialismo los pretextos “humanitarios” que le permitirían justificar y legitimar una intervención en Libia?

En su escandalosa posición de apoyo incondicional a este criminal, Chávez, Castro y Ortega tienen en cuenta cualquier cosa menos el actor fundamental, el pueblo de Libia y la opinión que expresa al rebelarse masivamente contra Gadafi. La realpolitik que practican Chávez y Castro no tiene en cuenta la opinión ni los intereses de los pueblos. Sólo le importa las relaciones entre estados y sobre todo sus intereses inmediatos, que especialmente en el caso de Chávez incluyen los buenos negocios que mantiene con Gadafi.

¡Fuera de Libia las manos del imperialismo!

El régimen de Gadafi garantizó al imperialismo, especialmente de la Unión Europea, la succión de las riquezas petroleras de Libia sin mayores inconvenientes. Ahora, la rebelión popular ha terminado bruscamente con esa situación paradisíaca para las petroleras imperialistas y para Gadafi y su clan familiar, beneficiarios principales de la renta petrolera.

La situación creada por la revuelta y la perspectiva de una guerra civil, ha cambiado dramáticamente el escenario. En lo inmediato, esto ha provocado una crisis de abastecimiento, que se refleja en el aumento vertiginoso de los precios de hidrocarburos. Entonces, las petroleras imperialistas y las potencias en las que se encuadran, enfrentan la necesidad urgente de volver a “poner orden” en Libia. Además, es seguro que entre esos tiburones ya se está considerando cómo serán las nuevas condiciones para operar, así como la posibilidad de un nuevo reparto de la torta (Libia era principalmente territorio de las petroleras europeas). 

Las distintas potencias imperialistas no tienen exactamente los mismos intereses en Libia, pero coinciden en que hay que “pacificar” el país, para retornar a su explotación “normal”. O sea, seguir imponiendo, ahora bajo otras formas y con otros personajes, el orden semicolonial que antes garantizaban Gadafi y su clan familiar.

Sin embargo, esta coincidencia general en una intervención imperialista, varía ampliamente cuando se trata de definirla y concretarla en los hechos. Es que en, primer lugar, parece difícil que Gadafi y su clan estén en condiciones de volver a imponer el orden en todo el país y se regrese con ellos a la “normalidad” perdida. A partir de allí se discuten abiertamente todo tipo de variantes, que van desde presiones diplomáticas y comerciales hasta directamente una invasión de la OTAN. Entre ambos extremos, también está sobre la mesa que la ONU cumpla una vez más su papel de instrumento del imperialismo, enviando “cascos azules”. O sea, otra forma de ocupación militar imperialista, pero decorada con pintura “humanitaria” y “pacifista”.

Tanto los operativos “pacíficos” y “humanitarios” del imperialismo como los operativos militares pueden estar facilitados en Libia por su peculiar formación económico-social.

A diferencia de Egipto o Túnez –cuyas respectivas formaciones económico-sociales son modernas, donde predomina la estructuración en clases sociales–, en Libia aún tienen peso importante las estructuras tribales, precapitalistas.

Con la urbanización y el desarrollo del capitalismo, en Libia se han ido desarrollando clases modernas (trabajadores asalariados, clases medias, burguesía), pero esto ha sido mucho más limitado que en sus vecinos del norte de África. El sólo hecho de que el proletariado petrolero (prácticamente la única industria de Libia) esté formado en buena parte por trabajadores extranjeros (turcos, europeos, de otros países árabes, etc.) da una medida de la situación.

El mismo régimen de Gadafi, aunque inicialmente se proclamase “socialista árabe”, no hizo gran cosa para cambiar este peso de las estructuras tribales arcaicas en su formación económico-social. Jamás tomó medidas serias –ni siquiera en su primera época “progresista” y “antiimperialista”– para disolver las estructuras tribales en clases sociales modernas, como hubiera sido alentar el desarrollo de diferentes ramas de producción, para no depender exclusivamente de la parasitaria renta petrolera. Además, políticamente, para ejercer el poder, Gadafi se apoyó en este complejo de estructuras tribales. A la cabeza del aparato militar, Gadafi ejerció un bonapartismo peculiar, arbitrando entre las diferentes tribus (y sus jefes) la distribución de la renta de hidrocarburos.

En ese contexto, aunque el estallido de protestas masivas abarcó todo el país, incluyendo la capital, Trípoli, no parece casual que la rebelión haya triunfado en la región este de Libia (la Cirenaica, cuya principal ciudad es Bengasi). Aunque esa región es la principal zona productora de hidrocarburos, las tribus que la habitan parecen haber sido las más desfavorecidas en el reparto de la renta petrolera.

Un grave peligro es que la supervivencia de estructuras tribales y el desarrollo relativamente más débil de clases sociales modernas, puede facilitar las operaciones políticas del imperialismo y también sus intervenciones militares, como ha sucedido en otros países africanos. Una variante de esas operaciones puede ser la de alentar la balcanización del país, para mejor someter a sus fragmentos.

¡Ni Gadafi ni intervención imperialista: por una salida libre e independiente
de los trabajadores y el pueblo libio!

Sea como sea, la única salida progresiva no es ni la permanencia en el poder del ex-“antiimperialista” Gadafi ni la intervención de las potencias imperialistas para poner en Trípoli otro personaje que les siga garantizando, como hizo Gadafi, la sangría de petróleo y gas de Libia.

Pese al relativo atraso de su formación económico-social en comparación con Egipto y otros países de la región, las protestas estallaron en los sectores de masas urbanas, que son socialmente los más modernizados de Libia. La única salida progresiva y realmente revolucionaria es una salida libre e independiente, apoyada esencialmente en los trabajadores y la juventud urbana que fueron los primeros en rebelarse siguiendo el ejemplo de Egipto.

En esa perspectiva independiente, aparece como fundamental el desarrollo de organismos, como los comités populares, que sean representativos del pueblo trabajador. Sobre esa base podrían también desarrollarse corrientes políticas independientes.

En base a esas fuerzas sociales y una política independiente, y siguiendo los ejemplos de Egipto y Túnez, será posible terminar con la dictadura y, al mismo tiempo, enfrentar la intervención e intrigas del imperialismo, a quien no le interesan los pregonados “derechos humanos” sino seguir ordeñando en paz la vaca petrolera, como le garantizaba hasta hace unos días el ex-“antiimperialista” Gadafi.

Corriente internacional Socialismo o Barbarie
25 de febrero de 2011


Declaration of the International Current Socialism or Barbarism

We support the legitimate popular uprising against
the bloody dictatorship of Gaddafi!

Neither Gaddafi nor imperialist intervention!

For a free and independent government of the workers
and the Libyan people!

After breaking down the dictatorship of Ben Ali in Tunisia and Mubarak in Egypt, the massive rebellion of the Arab peoples does not stop. Massive rallies and protests echo from Morocco to the Persian Gulf and in almost all cases, the response of these regimes has been the bloodiest repression.

But in the case of Libya, the repression unleashed by Gaddafi has not pushed back the protest. On the contrary, it has been deepening. In several cities, the army split out and popular mobilizations took over barracks and arsenals and formed popular committees and militias.

This outburst of popular rebellion led then to a situation of virtual civil war in the sense that the regime has lost territorial control of a significant part of Libya, but on the other hand, it is not possible yet to specify either the degree of unity and the characteristics of the forces that control this part of the country today. First impressions are of a logical heterogeneity, as it has also been in the other processes in the region.

The more than justified rebellion from the Libyan people against Gaddafi not only sought to be suppressed by fire and sword by the dictator, including aerial bombing of helpless civilians, but now by the intervention of mercenaries imported from Saudi Arabia and African countries. In addition, Gaddafi has had the impudence to try a political defence: he tried to legitimize his regime and the brutal repression, by appearing not as a justifiable target of popular rebellion, but as a victim of, at the same time, the American and European imperialisms... and of Al–Qaeda.

Obviously, Gaddafi believed that the Arab peoples and the rest of the planet have no memory; that they have forgotten that long ago he abandoned any tendency of anti–imperialism (albeit of operetta), that he had betrayed the struggle of the Arab peoples, especially the Palestinians, and that he had made peace with the U.S. and European imperialisms.

Since the 90s, Gaddafi took a political turn of 180 degrees by submitting to all the demands of the American and European imperialisms, while at the same time he became one of its major financial and oil partner, primarily through France and Italy. So, every time he visited those countries, Sarkozy and Berlusconi received him with a red carpet, as a worthy hero!

Today Gaddafi is equal to Mubarak!

Gaddafi met the usual cycle of bourgeois nationalisms in the region and in the rest of the Third World: they wake up at dawn as "anti–imperialists", and then in their decline they become local partners–dealers of the metropolis. The particularity of Libya is that the classical orbit swept under the leadership of a single character, Muammar Gaddafi.

While in Egypt the various phases of this cycle had been led by various rulers, it was Gaddafi who was in charge all this period in Libya. In Egypt, the "anti–imperialist" phase was led by Nasser. The capitulation phase and the association with the imperialism were under the leadership of Sadat and Mubarak, the recently deposed dictator. Today, Gaddafi is not Nasser, he is Mubarak!

So, it is not a coincidence that Gaddafi’s most public and resonant political event before the revolt in Libya was the resonant support to Mubarak as he began to be besieged by the Egyptian masses.

Gaddafi's capitulation to the imperialism was accompanied by a great enrichment of his clan. In addition to becoming billionaires, one of the world's richest families, the Gaddafis turned Libya, in fact, into an oil monarchy, Saudi Arabian style, where the royal family captures not only the administration of the oil income but also political power. One of his sons was the certain crown prince heir; another, a commander of the armed forces.

In contrast to the phenomenal income from oil and the disgusting display of wealth of the Gaddafi’s clan, the vast majority of Libyan people live everyday worse and worse. Just a single fact: youth unemployment in Libya reaches nearly 50% and it is the biggest in North Africa! Moreover, Gaddafi’s Libya not only has failed to develop any branch of the economy away from oil extraction, but that same industry does not employ workers from Libya but preferably foreign workers. It is a colonial enclave almost one hundred percent!

In this situation, it is understandable that the young people of Libya have been at the forefront of the protests. In the speeches in which he seeks to re–appear as "anti–imperialist," Gaddafi seeks to explain the massive shift of the youth by saying that they are all drug addicts ... The drugs would have been provided by Al Qaeda by putting hallucinogenic pills in the drinks of the youth ... That is the excuse Gaddafi has publicly given to explain why the youth mass hatred his regime ...

For these reasons it is despicable the positions taken by Chavez, Fidel Castro and Daniel Ortega, who have made statements defending Gaddafi and his gang unconditionally as if he was the "anti–imperialist" character of years ago! Their direct and unconditional political support to this genocidal ruler is with the pretext of preventing an imperialist intervention in Libya. But who but Gaddafi made Libya a colonial oil enclave? And who but Gaddafi, with his massacres, is giving“humanitarian” pretexts to the American imperialism that would justify an intervention in Libya?

In the scandalous position of unconditional support to this criminal, Chavez, Castro and Ortega have in mind anything but the key players, the people of Libya and the view expressed by rebelling against Gaddafi. Realpolitik practitioners like Chavez and Castro do not take into account the views and interests of the people. They only care about the relations between states and, especially, their immediate interests, which in the case of Chavez include maintaining good business partnership with Gaddafi.

American Imperialism: Keep Hands off Libya!

Gaddafi's regime guaranteed imperialism, especially the European Union, the suction of the oil wealth of Libya without any problems. Now, the popular rebellion has ended abruptly with the paradise situation for imperialist oil companies and for Gaddafi and his family clan, the main beneficiaries of oil revenues.

The situation created by the revolt and the prospect of civil war, has dramatically changed the scenario. Most immediately, this has caused a supply crisis reflected in soaring oil prices. So, oil companies and the imperialist powers in which they are based face the urgent need to "bring back order" in Libya. In addition, it is certain that these sharks are already considering how they will operate under the new terms and the possibility of a new division of the cake (Libya was largely a territory explored by European oil companies).

The various imperialist powers do not exactly seek the same interests in Libya, but they agree that it is necessary to "pacify" the country and return to a "normal" exploitation. Thus, they will re–impose in other terms the semi–colonial order previously guaranteed by Gaddafi and his clan.

However, this general agreement of an imperialist intervention varies widely when it comes to define it and put it in motion. In the first place, it seems difficult that Gaddafi and his clan would be able to re–impose the old order across the country and bring back "normality." Since then all kinds of variants are being discussed, ranging from diplomatic and commercial pressure to a direct NATO invasion. Between these extremes, it is also on the table a UN intervention fulfilling its role as an instrument of the imperialism by sending "peacekeepers." In other words, it would be another form of imperialist military occupation, but now decorated with “humanitarian” and “peace” paint.

Both "peaceful" and "humanitarian" imperialist intervention and military operations in Libya may be provided by its peculiar socio–economic formation.

Unlike Egypt and Tunisia, where their respective economic and social formations are modern and organized into social classes, in Libya there are still quite important tribal pre–capitalist structures.

With urbanization and the development of capitalism in Libya it have been developed a modern class (wage earners, middle class, bourgeoisie), but this has been much more limited than in their neighbours’ countries. The mere fact that the oil proletariat—virtually the only industry in Libya—is formed largely by foreign workers (Turks, Europeans, other Arab countries, etc.) gives a measure of the situation.

The same Gaddafi’s regime, although initially proclaimed "Arab socialist", did little to change the weight of archaic tribal structures in its socioeconomic structure. He never took serious measures, not even in his early "progressive" and "anti–imperialist" time to transform the tribal structures into modern social classes, as it would have been to encourage the development of different industries and not to rely exclusively on parasitic oil revenues. Moreover, to exercise his political power, Gaddafi relied in these complex tribal structures. At the head of the military, Gaddafi exerted a peculiar Bonapartist regime by arbitrating between different tribes (and their bosses) in the distribution of oil income.

In this context, although the outbreak of massive protests covered all the country including the capital, Tripoli, there seems no accident that the rebellion has succeeded in eastern Libya (Cyrenaica, whose main city is Benghazi). Although this region is the main oil producing area, the tribes who live there seem to have been the most disadvantaged in the allocation of oil revenues.

A serious danger is that the survival of tribal structures and the relatively weaker development of modern social classes can facilitate the political operations of the imperialism and its military interventions, as it has happened in other African countries. A variant of these operations may be to encourage the balkanization of the country to surrender their fragments.

Neither Gaddafi nor an imperialist intervention: for a free and independent government
of workers and the Libyan people!

Whatever the results, the only progressive output is not to keep in power the former "anti–imperialist" Gaddafi neither the intervention of the imperialist countries which will put in power in Tripoli another character that will ensure, as Gaddafi did, that oil and gas continue to leave Libya.

Despite the relative backwardness of its social and economic formation in comparison with Egypt and other countries in the region, protests broke out in the fields of urban masses which are socially the most modernized of Libya. The only truly revolutionary and progressive output is a free and independent one, supported essentially by the workers and the urban youth who were the firsts to revolt following the example of Egypt.

In this independent perspective, it appears as essential the development of organizations such as the popular committees that are representative of the working people. On that basis it might also develop independent political currents.

Based on these social forces and on an independent political organization and following the examples of Egypt, it is possible to end the dictatorship and at the same time, face the intervention and the intrigues of the imperialism which is not interested in vaunted "human rights" but which continue to milk the oil cow alone, as it guaranteed that the former "anti–imperialist" Gaddafi.

International Current Socialism or Barbarism
February 27, 2011


Déclaration de Socialisme ou Barbarie

Nous soutenons la légitime révolte populaire contre
la dictature sanglante de Kadhafi!

Ni Kadhafi ni intervention impérialiste!

Que la révolte débouche sur la conquête de l'indépendance et
de la liberté par les travailleurs et le peuple libyen!

Après avoir brisé la dictature de Ben Ali en Tunisie et Moubarak en Egypte, la rébellion massive des peuples arabes ne s'arrête plus. Manifestations et protestations de masse résonnent du Maroc au Golfe persique. Et dans presque tous les cas, la réponse de ces régimes a été la répression la plus sanglante.

Mais dans le cas de la Libye, la répression déclenchée par Kadhafi n'a pas mis un terme à la protestation. Au contraire, elle s'approfondit. Dans plusieurs villes, l'armée s'est divisée, des mobilisations populaires ont abouti à la prise des casernes et des arsenaux, et des comités populaires et des milices se sont constitués.

Cette recrudescence de la rébellion populaire conduit alors à une situation de quasi–guerre civile, dans le sens que le régime a perdu le contrôle d'une partie importante du territoire de la Libye, mais de l'autre côté il n'est pas encore possible de spécifier le degré d'unité et les caractéristiques des forces qui contrôlent cette partie du pays aujourd'hui. Les premières impressions vont dans le sens d'un caractère hétérogène, comme dans les autres processus dans la région.

La rébellion plus que justifiée contre Kadhafi, que le dictateur a essayé de réprimer par le feu et à sang, allant jusqu'aux bombardements aériens contre des civils sans défense, et aussi avec l'utilisation de mercenaires importés en provenance d'Arabie saoudite et des pays africains. En outre, Kadhafi a eu l'impudence de tenter une défense politique: essayer de légitimer son régime et la répression brutale, ne se présentant pas comme une cible légitime de la révolte populaire, mais comme une victime à la fois de l'impérialisme yankee et européen ... et d'Al–Qaïda.

De toute évidence, Kadhafi a estimé que les peuples arabes et le reste de la planète n'ont pas de mémoire. Ils auraient oublié que depuis longtemps Kadhafi a abandonné toute position d'anti–impérialisme (bien que d'opérette), qu'il a trahi la lutte des peuples arabes, en particulier des Palestiniens, et qu'il a fait la paix avec l'impérialisme américain et européen.

Depuis les années 90, le colonel Kadhafi a effectué un retournement politique de 180 degrés, en se soumettant à toutes les exigences de l'impérialisme, tout en devenant un de ses principaux partenaires financier et pétrolier, principalement à travers la France et l'Italie. Donc, chaque fois qu'il a visité ces pays, Sarkozy et Berlusconi l'ont reçu avec le tapis rouge, comme un héros!

Kadhafi est maintenant à l'image de Moubarak!

Kadhafi a accompli le cycle habituel du nationalisme bourgeois dans la région et du reste du Tiers–Monde: ils surgissent d'abord comme "anti impérialiste", puis à travers leur déclin ils deviennent des partenaires, intermédiaires de la métropole. La particularité de la Libye, c'est que cette trajectoire classique a été parcourue sous la direction d'un seul personnage, Mouammar Kadhafi.

Alors qu'en Egypte les différentes phases de ce cycle étaient dirigées par des gouvernants différents, en Libye Kadhafi à été à la tète pendant tout le processus. En Egypte, la phase "anti impérialiste" était dirigée par Nasser, puis la phase de capitulation et d'association avec l'impérialisme s'est accomplie sous la direction de Sadate et de Moubarak, le dictateur récemment expulsé du pouvoir. Kadhafi aujourd'hui n'est pas Nasser, il est Moubarak!

Ce n'est donc pas un hasard si l'acte politique de la plus grande résonance de Kadhafi avant la révolte en Libye, a été le soutien clair apporté au président Moubarak, quand celui–ci a commencé à être assiégé par les masses égyptiennes.

La capitulation de Kadhafi face à l'impérialisme a été accompagnée par un grand enrichissement de sa famille. En plus de devenir milliardaires, l'une des familles les plus riches du monde, les Kadhafi ont converti la Libye, en fait, en une monarchie pétrolière, style Arabie saoudite, où la famille royale assume non seulement l'administration des revenus pétroliers, mais aussi le pouvoir politique. Un de ses fils et était visiblement le prince héritier, un autre commandant des forces armées, etc, etc

À l'opposé du revenu phénoménale du pétrole et de l'affichage dégoûtant de la richesse du clan Kadhafi, la grande majorité du people libyen vit de pire en pire. Juste un exemple: le chômage des jeunes en Libye atteint près de 50% et est le plus grand en Afrique du Nord! Par ailleurs, la Libye de Kadhafi n'a pas seulement échoué à développer une quelconque branche de l'économie hors de l'extraction de pétrole, mais cette même industrie n'emploie pas de travailleurs libyens, mais de préférence des travailleurs étrangers. Des enclaves coloniales presque à cent pour cent!

Dans cette situation, il est compréhensible que les jeunes de la Libye aient été à la pointe de la protestation. Dans les discours qui visent à réapparaitre comme "anti–impérialiste" Kadhafi cherche à expliquer ce changement massif de l'attitude des jeunes en disant qu'ils sont des toxicomanes ... consommateur de drogues fournis par Al–Qaïda qui met des pilules hallucinogènes dans les boissons des jeunes ...C'est l'explication que Kadhafi a donné publiquement de la haine massive des jeunes contre son régime ...

Pour ces raisons les positions prises par Chavez, Fidel Castro et Daniel Ortega, sont à répudier, ils ont déclaré défendre inconditionnellement Kadhafi et sa bande, comme s'il était l'"anti–impérialiste" de 20 ou 30 ans en arrière! Leur soutien politique direct et inconditionnel à ce génocide part du prétexte d'empêcher l'intervention impérialiste en Libye. Mais qui, à part Kadhafi a fait de la Libye une enclave coloniale? Et qui, sinon Kadhafi, avec ses massacres, donne des prétextes "humanitaires" à l'impérialisme qui justifierait l'intervention en Libye?

Dans la position scandaleuse de soutien inconditionnel à ce criminel, Chavez, Castro et Ortega ont pris en compte mille choses sauf l'acteur fondamental, le peuple et sa décision de se rebeller contre Kadhafi. La Realpolitik que pratiquent Chavez et Castro ne prend pas en compte ni les avis ni les intérêts du peuple. Ils ne se soucient que des relations entre Etats et en particulier leurs intérêts immédiats, qui, en particulier dans le cas de Chavez incluent le maintien de bonnes affaires avec Kadhafi.

Hors de la Libye les griffes de l'impérialisme!

Le régime de Kadhafi a garanti à l'impérialisme, en particulier à l'Union européenne, l'appropriation de la richesse pétrolière de la Libye sans aucun problème. Maintenant, la révolte populaire a mis fin abruptement à une situation paradisiaque pour les firmes pétrolières impérialistes et pour Kadhafi et son clan, les principaux bénéficiaires des revenus du pétrole.

La situation créée par la révolte et la perspective d'une guerre civile, a radicalement changé le scénario. Dans l'immédiat, ceci a provoqué une crise d'approvisionnement, reflétée dans les prix du pétrole. Ainsi, les compagnies pétrolières et les puissances impérialistes, font face à l'urgente nécessité de "remettre de l'ordre" en Libye. En outre, il est certain que ces requins se penchent déjà sur la redéfinition du mode de fonctionnement dans les nouvelles conditions et la possibilité d'un nouveau partage du gâteau (la Libye a été en grande partie le territoire des compagnies pétrolières européennes).

Les différentes puissances impérialistes n'ont pas exactement les mêmes intérêts en Libye, mais ils sont d'accord en ce qu'il faut "pacifier" le pays pour retourner à exploitation "normale". Donc, d'imposer à nouveau, bien que nécessairement dans d'autres formes, l'ordre semi colonial précédemment garanti par Kadhafi et son clan.

Toutefois, cet accord général sur l'intervention impérialiste varie considérablement quand il s'agit de la définir et de la préciser dans les faits.

En premier lieu, il semble difficile que Kadhafi et son clan soit en mesure d'imposer à nouveau l'ordre dans tout le pays et de retourner à la "normalité" perdu à leur égard. Depuis lors, ils discutent ouvertement de toutes sortes de variantes, allant de la pression diplomatique et commerciale jusqu'a l'invasion directe de l'OTAN. Entre ces deux extrêmes, il y a aussi la proposition de que l'ONU joue à nouveau son rôle d'instrument de l'impérialisme, en envoyant des "casques bleus". En d'autres termes, une autre forme d'occupation militaire impérialiste, mais ravalée par la peinture "humanitaire" et "pacifiste".

La formation socio–économique particulière de Lybie peut faciliter à la fois l'exploitation "pacifique" et "humanitaires" de l'impérialisme et les opérations militaires.

Contrairement à l'Egypte et la Tunisie, dont les formations économique et social sont modernes, ou domine la structuration en classes sociales, en Libye sont encore très important les structures tribales, précapitalistes.

Avec l'urbanisation et le développement du capitalisme en Libye il y a eu un développement de classes modernes (ouvriers, classe moyenne, bourgeoisie), mais cela a été beaucoup plus limitée que chez leurs voisins d'Afrique du Nord. Le simple fait que le prolétariat du pétrole (pratiquement la seule industrie de la Libye) est formée en grande partie par les travailleurs étrangers (Turcs, européens, d'autres pays arabes, etc) donne une idée de la situation.

Le régime même de Kadhafi, même si initialement il s'est proclamée "socialiste arabe", n'a guère contribué à modifier le poids des structures tribales archaïques dans sa structure socio–économique. Il n'a jamais pris des mesures sérieuses, pas même dans sa première époque "progressiste" et "anti impérialiste" – de dissoudre les structures tribales dans des classes sociales modernes, d'encourager le développement d'industries diversifiées, pour ne pas compter exclusivement sur la rente pétrolière parasitaire. En outre, politiquement, Kadhafi pour garder le pouvoir, s'est appuyé sur ces structures tribales. A la tête de l'armée, Kadhafi a exercé un bonapartisme particulière, en arbitrant entre les différentes tribus (et leurs patrons) la répartition des revenus pétroliers.

Dans ce contexte, même si l'épidémie de protestations massives parcourt tout le pays, y compris la capitale, Tripoli, il ne semble pas par hasard que la rébellion a réussi dans l'est de la Libye (la Cyrénaïque, dont la principale ville est Benghazi). Bien que cette région soit la principale zone productrice de pétrole, les tribus qui y vivent semblent avoir été les plus défavorisées dans la répartition des revenus pétroliers.

Un grave danger est que la survie des structures tribales et le développement relativement plus faible des classes sociales modernes, peut faciliter les opérations politiques de l'impérialisme et les interventions militaires, comme cela s'est produit dans d'autres pays africains. Une variante de ces opérations peut être d'encourager la balkanisation du pays pour mieux soumettre les morceaux.

Ni Kadhafi n'intervention impérialiste: Que la révolte débouche sur la conquête de l'indépendance et de la liberté par les travailleurs et le peuple libyen!

Quoi qu'il en soit, la seule sortie progressive n'est pas la permanence au pouvoir de l'ancien "anti–impérialiste" Kadhafi ou l'intervention des puissances impérialistes pour mettre un autre personnage à Tripoli, qui leur garantisse, comme l'a fait Kadhafi, l'exploitation du pétrole et du gaz libyen.

Malgré le retard relatif de sa formation socio–économique en comparaison avec l'Egypte et d'autres pays de la région, des manifestations ont éclaté entre les masses urbaines, qui sont socialement les plus modernisés de la Libye. Le seul débouché progressif et véritablement révolutionnaire est une issue libre et indépendante, soutenu essentiellement par les travailleurs et les jeunes urbains, qui ont été les premiers à se révolter à l'instar de l'Egypte.

Dans cette perspective indépendante, le facteur qui apparaît comme essentiel est le développement d'organisations telles que les comités populaires qui soient représentatifs des travailleurs. Sur cette base peuvent aussi se développer des courants politiques indépendants.

Sur la base de ces forces sociales et avec une politique indépendante, et en suivant les exemples de l'Egypte, il est possible de mettre fin à la dictature et en même temps, faire face à l'intervention et les intrigues de l'impérialisme, qui n'est pas intéressé par les "droits de l'homme", mais par la perspective de continuer à traire le lait de la vache pétrolière, comment "l'anti impérialiste" de Kadhafi le leur garantissait.