Rebelión en Libia

Aunque todo parece apuntar a un progresivo debilitamiento de Gadafi, el escenario de Libia, al cierre de esta edición de Socialismo o Barbarie, sigue siendo
de virtual guerra civil, con diferentes territorios controlados
respectivamente por el gobierno y la rebelión
(SoB, 27/02/11).

La caída de Zauiya marca un hito en el avance de los insurgentes hacia la capital

Los rebeldes estarían a las puertas de Trípoli

Por Álvaro de Cózar
Enviado Especial, desde Ras el Ajdir
El País, 28/02/ 11

La antigua bandera tricolor del reino de Libia –roja, verde y negra– ondea sobre la ciudad de Zauiya, controlada ya por las tropas rebeldes , una mezcla de comités ciudadanos y de militares contrarios al régimen de Gadafi. Las batallas de los últimos días se han decantado finalmente del lado de los opositores y ni la artillería pesada, ni las incursiones esporádicas de los mercenarios africanos pagados por el dictador han logrado someter a los ciudadanos. Su resistencia a esos ataques les ha dado ventaja en su afán por acercarse a las puertas de Trípoli . Los rebeldes ya están a las puertas de la capital y último bastión del régimen que ha dominado el país magrebí durante los últimos 42 años.

La localidad de la costa oeste de Libia, a 50 kilómetros de la capital, se convierte desde ahora en un punto estratégico para derrocar al dictador. No solo por poseer refinerías de petróleo y un puerto, sino por sus éxitos a la hora de repeler con escopetas los embates de las fuerzas leales a Gadafi. Los testimonios que venían de la ciudad, de 200.000 habitantes, hablaban de los castigos del régimen por haberse rebelado . La sangre corrió por las calles el miércoles y el jueves, pero los ciudadanos, apoyados por los soldados, resistieron la munición del calibre 14,5 disparada desde ametralladoras antiaéreas, según la información obtenida esta semana por este periódico.

Ayer ya no eran solo las voces de la red social Twitter y las llamadas telefónicas las que hablaban de la conquista de Zauiya, sino las noticias enviadas por periodistas desde la misma ciudad. El grupo de reporteros invitados por el Gobierno libio el jueves a un tour por Trípoli ha tenido suerte. Lo que se preveía como el paseo por un escenario teatral, en el que se iba a eliminar toda prueba de disidencia, ha acabado siendo contra el régimen.

Según las crónicas de medios como el periódico The New York Times o la agencia Reuters, en Trípoli hay imágenes de Gadafi en las paredes en las que se puede leer "chupasangre". Los periodistas han conseguido hablar con gente que ha manifestado su repulsa a la represión y ayer, inexplicablemente, visitaron Zauiya para confirmar que estaba bajo el control total de la oposición. "La gente quiere la caída del régimen", gritaba la multitud, aseguró la periodista de Reuters.

El hijo de Gadafi, Saif el Islam, la cara más visible del Gobierno durante todo el conflicto, había llegado a decir que había un abismo entre la realidad y lo que estaban contando los medios internaciones. "Todo el sur está tranquilo, el oeste también, el centro también, incluso parte del este", dijo Saif a la cadena ABC. Sin embargo, en las calles de Zauiya había agujeros de bala en las casas y coches quemados. La plaza central ha sido el lugar elegido para el funeral por las 11 víctimas que cayeron en el duro combate del jueves. "Necesitamos justicia. La gente está siendo asesinada. La gente de Gadafi ha matado a mi sobrino", explicó un hombre llamado Chawki a los periodistas. "Necesitamos ayuda del exterior. Nunca usaremos la fuerza ni haremos daño a nadie, solo queremos nuestros derechos civiles. Gadafi tiene que irse. No hay otra posibilidad".

Las imágenes que se pueden ver del oeste del país muestran a la gente subida en tanques haciendo el símbolo de la victoria. Todas estas escenas subrayan día tras día la pérdida de poder de Gadafi, acorralado en la capital, obcecado con la idea de mostrarse ante su pueblo como un rey aclamado por quienes aún le siguen y amenazado por ambos lados del país, este y oeste. Incluso una eventual huida de la capital hacia su provincia natal, Sirte, a medio camino entre Trípoli y Bengasi, le supondría tener que vencer primero en Misrata, la tercera ciudad más grande del país y una de las que se ha rebelado por el este. Algunas informaciones señalaban ayer la existencia de ataques en esa zona.

Mientras tanto, varias ciudades del oeste en manos de los comités revolucionarios se organizan para marchar hacia Trípoli, según comentó a la agencia France Presse uno de sus líderes.

Aun así, la carretera de 200 kilómetros que llega hasta Trípoli sigue tomada por el régimen. Acompañados por funcionarios del Ministerio de Información, los periodistas invitados tuvieron que atravesar ocho puestos de control antes de llegar a Zauiya.

La situación en el resto del camino es parecida, según cuentan los refugiados que llegan a la frontera de Ras el Ajdir. Cerca de Zuara, hay una base militar controlada aún por partidarios del dictador. También controlan los accesos por el sur a través del desierto. Los únicos que pueden circular por esa carretera son los refugiados que llegan a Túnez. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados (ACNUR) dijo ayer que unas 100.000 personas han abandonado Libia por las dos fronteras huyendo de los ataques.

A medida que Gadafi pierde poder dentro de Libia, desde fuera también se estrecha el cerco contra su régimen. Los Gobiernos de Italia y Reino Unido ya han manifestado que el dictador debe abandonar el poder. Londres incluso ha retirado la inmunidad diplomática del dirigente y de toda su familia. "Hemos llegado, creo yo, a un punto de no retorno", aseguró el ministro de Exteriores italiano, Franco Frattini, a la cadena Sky Italia. "Es inevitable que [Gadafi] acabe abandonando el poder".


Según su antiguo aliado Berlusconi, perdió el control del país

Gadafi parece estar más débil y aislado

Deutsche Presse–Agentur, 27/02/11

Tripoli.– Refugiado en un palacio de Trípoli, donde resiste el avance de la rebelión que ya controla gran parte del país, el líder libio Muammar Gadafi está cada vez más aislado. A la creciente presión internacional para que detenga la feroz represión contras las manifestaciones, ayer se sumó el llamado de un alto jefe de las fuerzas armadas a los militares para sublevarse contra el régimen.

El general de brigada Abdul Nafa Musa, jefe de la zona este de Libia, controlada por los opositores al gobierno, se mostró convencido de que la gente liberará a Trípoli, e instó al resto de los oficiales del país a marchar hacia la capital, uno de los últimos bastiones de Gadafi.

Además, los jefes militares del este del país que se sumaron a los opositores al régimen se preparan para enviar una fuerza rebelde a Trípoli para apoyar el levantamiento, según el general Ahmed Katrani, que dirige el comité militar de Benghazi, la segunda ciudad libia, en poder de los rebeldes desde hace varios días.

Fathi Turbel, miembro del gobierno provisional de Benghazi, aseguró que Gadafi tiene bajo control sólo un 15 por ciento del país. "Está viviendo los últimos momentos y esperamos el final de su régimen en los próximos días", auguró Turbel, un abogado de 39 años cuya detención, el pasado 15, se convirtió en la chispa que encendió el levantamiento que hace tambalear al régimen de 41 años.

En tanto, el premier italiano, Silvio Berlusconi, el aliado más fuerte del líder libio en Europa, aseguró que Gadafi perdió el control de su país y advirtió sobre la crisis que se avecina. "Gadafi está perdiendo apoyos y parece que ya no tiene el control de la situación. Si estamos todos de acuerdo, entonces podemos detener el baño de sangre y apoyar al pueblo libio", dijo el premier durante un congreso de su partido en Roma.

Las palabras de Berlusconi llegaron horas después de que Estados Unidos anunciara que impondría medidas unilaterales contra el régimen libio y a la espera de que el Consejo de Seguridad de la ONU haga anuncios similares (ver aparte).

Además, Gadafi se quedó sin su inseparable enfermera ucraniana, Galina Kolotniskaia, quien ayer anunció que regresará a su país.

Por su parte, el ex ministro de Justicia libio Mustafá Abdel Jalil, quien renunció a su cargo debido a la violenta represión que ordenó Gadafi, anunció ayer que la oposición formará un gobierno de unidad nacional integrado por civiles y militares, y que en tres meses se celebrarán elecciones democráticas.

De acuerdo con miembros de los comités populares libios, los rebeldes controlan no sólo el este del país, sino también varias ciudades del Oeste, como Zawiya y Misurata, y del Sur, como Al–Kufra, cercana a Sudán.

Sin embargo, reconocen que la información es escasa por la dificultad de las comunicaciones y subrayan que en Sirte, donde nació Gadafi, situada entre Benghazi y Trípoli, aún no ha empezado la revolución.

Según Al–Jazeera, las fuerzas leales a Gadafi sólo controlaban ayer sin oposición los alrededores de su palacio de Dar el–Aziza, mientras que en otros barrios se sucedían enfrentamientos. Vehículos con la inscripción de "guardia revolucionaria" patrullaron las calles de Trípoli.

Otra muestra de la erosión del poder del líder libio es que las fuerzas de seguridad abandonaron ayer el barrio de clase trabajadora de Tajoura, en Trípoli, luego de cinco días de manifestaciones, según dijeron los residentes. También advirtieron que el régimen está armando a simpatizantes civiles para reprimir cualquier protesta, tal como había anunciado Gadafi en su encendido discurso de anteayer.

Además, en Misurata, 150 kilómetros al este de Trípoli, un testigo contó que unos manifestantes que concurrían a un entierro fueron blanco de disparos de mercenarios del régimen.

Lo que pasó allí y en Tajoura se contradijo con las declaraciones de uno de los hijos de Gadafi, Saif el–Islam, que ayer, en una entrevista con Al–Arabiya, afirmó que la situación, en gran parte del país, era excelente y que la paz estaba regresando.

Sin embargo, aceptó que existe "una voluntad interior de cambio", al tiempo que anunció reformas en todos los niveles de la administración. "No hay futuro para los libios, al margen de la reconciliación", señaló quien, hasta antes de la rebelión que sacude al país y que dejó cientos de muertos, era considerado el más probable sucesor de su padre.

Sobre la revuelta, dijo: "Comienzan a verse señales de guerra civil", y ratificó la versión oficial de que los manifestantes son "manipulados por fuerzas extranjeras". "La situación en las tres cuartas partes del país, donde vive la mitad de la población, es normal, excelente. Si oyen fuegos artificiales, no los confundan con tiroteos", sostuvo.


Gafadi se mantiene en Trípoli mientras la oposición
estaría controlando más territorio

Por Donald Macintyre, Terri Judd y Catrina Stewart
Desde Bengasi
The Independent, 26/02/11
La Jornada, 26/02/11
Traducción de Jorge Anaya

Bengasi, Libia, 25 de febrero.– El acosado dictador Muammar Gadafi llamó a sus partidarios más asiduos a “defender la nación” contra un levantamiento que la noche de este viernes se cerraba sobre Trípoli, luego de que miles de manifestantes arrostraron el fuego de las armas para intentar marchar hacia la capital.

Desde las murallas de un fuerte que domina la Plaza Verde de la ciudad, el coronel Gadafi apretó el puño y dijo a un millar de partidarios del régimen: “Podemos aplastar al enemigo. Podemos aplastarlos con la voluntad del pueblo. El pueblo está armado y, cuando sea necesario, abriremos los arsenales para armar a todos los libios y a todas las tribus libias”.

El presidente, de 68 años, apareció en imágenes de televisión instando a la multitud a tomar “represalias” y a “prepararse a defender a la nación y defender el petróleo”.

Como indicio de que Trípoli comienza a sentir la presión de las protestas que se han extendido desde el este del país, manifestantes contra el régimen se atrevieron a intentar la marcha hacia la Plaza Verde, entre reportes no confirmados de que una base aérea vital en las afueras de la capital había caído en manos opositoras.

Milicianos armados que respaldan al presidente libio abrieron fuego desde las azoteas sobre quienes salieron a marchar –luego de la oración del viernes– coreando lemas contra Gadafi, y dieron muerte al menos a cuatro personas en varias partes de la ciudad, según testigos. Un video sacado a escondidas de Trípoli la noche del viernes y entregado a The Independent parece mostrar a hombres armados que disparan a los manifestantes. Se escucha el tableteo de las armas y se ve a personas corriendo por su vida.

Algunos residentes aseguraron que ya existen barrios de la capital bajo control de la oposición. Otros, incluida la zona donde se cree que el dictador tiene una fortaleza, se mantienen en manos del gobierno. Los testigos aseguran que partidarios de Gadafi armados recorren velozmente las calles de la ciudad.

“El gobierno tiene pánico y cada vez se repliega más hacia el centro de Trípoli. Hay miedo en ambos bandos”, declaró a The Independent un hombre que huyó de la ciudad. “Las milicias del gobierno tienen miedo, y también los manifestantes. Continuarán disparando a todos los opositores y mucha gente más morirá.”

Corre el rumor de que la base militar de Mitiga, al noreste de la ciudad, usada antes para lanzar ataques de helicópteros artillados contra los manifestantes civiles, ha desertado o pasado de alguna otra forma a control de las fuerzas antigubernamentales. Testigos reportaron más tarde fuertes despliegues de policías y soldados en el camino entre Mitiga y el centro de la capital.

Ninguno de los sucesos en Trípoli se pudo verificar en forma independiente, pero existen crecientes indicios de que la oposición controla ciudades del noroeste de Libia, cerca de Trípoli, luego de que el jueves fracasaron los intensos ataques de las fuerzas leales a Gadafi para desalojarlos. Se dice que en esos ataques murieron unas 30 personas. Un libio que había regresado a la capital desde Zawiya señaló que esa ciudad está “en control total de la oposición. No hay soldados allá”.

En el este del país, controlado por la oposición, reinaba el júbilo, en tanto los opositores planean ya la vida posterior a Gadafi, una vez que sus fuerzas lo hayan abandonado.

En Bengasi, disidentes relataron a The Independent el punto decisivo en su batalla por la ciudad, cuando un manifestante retacó su auto de explosivos y lo lanzó contra las rejas de la guarnición donde los leales al régimen se habían refugiado. La explosión mató al conductor, pero abrió las puertas, lo cual precipitó la huida de las fuerzas de Gadafi hacia el aeropuerto.

Este viernes continuaba la serie de deserciones de altos oficiales libios. La delegación del país ante la ONU en Ginebra anunció entre aplausos, durante una sesión abierta del Consejo de Derechos Humanos del organismo mundial, que se alineaba con la oposición. Esta defección siguió el ejemplo de los ministros de justicia y del interior en la propia Libia, junto con la de uno de los primos y aliados más cercanos de Gadafi, Ahmed Gadhaf al–Dam, quien ha pedido asilo en Egipto.

Sin embargo, otros elementos del régimen se mantienen desafiantes. El segundo hijo del dictador, Saif, afirmó en una entrevista pregrabada con CNN en Turquía, que él y su familia “viven y morirán en Libia”.


Gadafi contraataca para recuperar el control en
las ciudades del oeste

Por Álvaro de Cózar
Enviado Especial
Desde Ras el Ajdir
El País, 24/02/11

Las fuerzas leales al dictador luchan intensamente con los opositores en las poblaciones de Zauiya y Sabratha.– El régimen intenta blindar la capital, donde concentra a numerosos soldados y mercenarios.

Muamar el Gadafi ha comenzado su contraataque. Sus fuerzas leales mantienen un férreo control sobre Trípoli tras perderlo en Bengasi, Tobruk y Musratha. Ante la fuerza de los opositores, que intentaron extender la revuelta al oeste del país, el mayor objetivo del líder libio en estos momentos se centra en mantener bajo su poder las ciudades de Zauiya y Sabratha, a menos de 80 kilómetros de la capital. La situación sobre el terreno sigue siendo muy confusa, con informaciones que salen del país a cuentagotas, algo que Gadafi aprovecha para mantener un discurso en el que culpa de todos los males de Libia a Al Qaeda y a los extranjeros. Mientras, los tiroteos indiscriminados se viven hoy en el oeste, consciente ya el dictador de que en la zona oriental llegó la calma cuando los "consejos populares" se hicieron con el control de manera gradual desde el pasado 17 de febrero. Arropado por los fieles al régimen, la guardia presidencial, grupos bajo el mando de sus hijos y numerosos mercenarios, Gadafi ha comenzado su ofensiva estratégica para liquidar a los opositores y mantenerse en el poder.

Las imágenes de las poblaciones controladas por los opositores, que han empezado a distribuir agencias, muestran el armamento que dejan atrás los partidarios del dictador –vehículos blindados, artillería, armamento ligero–. Un arsenal bastante anticuado que da a entender que el régimen ha agrupado alrededor de la defensa de Trípoli sus mejores recursos.

Desde la frontera entre Libia y Egipto –donde no existe control libio, excepto dos milicianos que saludan a los pocas personas que cruzan– hasta Tobruk, a 120 kilómetros, las banderas de la independencia ondean en los edificios oficiales y las comisarías están vigiladas por civiles, algunos de ellos armados.

En mitad de esta guerra por mantener el control de las principales ciudades de Libia, el dictador se ha dirigido a sus ciudadanos –a través de una intervención telefónica aparentemente improvisada y en la línea de su última intervención– para advertir a sus opositores de que si continúan las revueltas puede cerrarse el grifo del petróleo.

Por lo pronto, lo que sí está ya bloqueado son los findos que el dictador y su familia podrían tener en el sistema bancario suizo, según ha comunicado eL Gobierno helvético. La decisión tiene efecto inmediato y tendrá una vigencia de tres años. Con esta medida se evitará cualquier riesgo de desvío de fondos públicos libios que puedan encontrarse en territorio helvético.

Los testimonios de personas que huyen de los choques y se refugian en Túnez han confirmado sin embargo que los opositores van sumando apoyos en el oeste. Zuara, la ciudad más próxima a la frontera, ha sido liberada tras ser abandonada por el Ejército. Los opositores luchan ahora por conquistar otras dos grandes poblaciones en la ruta hacia Trípoli y objetivos estratégicos de Gadafi: Zauiya y Sabratha.

Zauiya y Sabratha, dura represión

La situación en la vecina Zauiya, donde la población había proclamado la victoria, no es tan clara a estas horas. La ciudad ha sido escenario de un ataque de fuerzas leales a Muamar el Gadafi que ha durado cinco horas y ha dejado al menos 100 muertos y cerca de 400 heridos, algunos muy graves, según datos que ha facilitado un testigo a la cadena Al Yazira. Éste, identificado solo por el nombre de Ali, ha contado que las tropas llegaron a primera hora de hoy en 35 vehículos militares, que llevaban cada uno diez efectivos, "y comenzaron a abrir fuego contra la gente" que se encontraba en esa ciudad. Los soldados utilizaron armas de gran calibre "como las que se usan para disparar contra tanques y aviones", y solo encontraron oposición de pobladores de Zauiya que estaban defendiéndose con armas cortas y escopetas de caza.

Zauiya está al oeste de Trípoli, no lejos de la frontera con Túnez. Hasta hoy, los ataques más graves contra los manifestantes de la oposición se han concentrado fundamentalmente en regiones del oriente del país. El testigo ha explicado, telefónicamente, que después de que el tiroteo se prolongara por cinco horas, hubo un descanso de unos quince minutos, y tras ello las tropas comenzaron a rondar la ciudad amenazando con matar a los civiles. Ali ha asegurado, a mediodía, que los militares se habían retirado a unos 20 kilómetros de la ciudad "para planear otro ataque de nuevo".

Y en la cercana Sabratha, a 80 kilómetros de Trípoli, las tropas han irrumpido en la ciudad mientras se han escuchado disparos. Helicópteros enviados por fuerzas leales a Gadafi han sobrevolado ambas ciudades y han efectuado disparos contra la población.

Mientras, Seif el Islam, su hijo designado como sucesor, ha comparecido en la televisión estatal para rechazar que haya habido bombardeos contra los manifestantes y asesinatos de "centenares o miles de personas". Además, ha invitado a los periodistas que esperan en la frontera de Túnez a entrar en Libia. "Adelante, que entren, que crucen y pasen", ha dicho, desafiante. De hecho, Estados Unidos ha confirmado que Libia ha autorizado la entrada de algunos periodistas de CNN, BBC en árabe y Al Arabiya, pero ha advertido que a partir de ahora Libia considerará a los que han entrado "ilegalmente" colaboradores de Al Qaeda.

Trípoli, ciudad fantasma

La autoridad de Gadafi parece haber quedado reducida al bastión de Trípoli, donde se ha atrincherado junto a las milicias de mercenarios africanos que siembran el pánico entre la población. Los relatos de testigos hablan de que los guerrilleros leales al dictador patrullan las calles fuertemente armados, con el respaldo de tanques y vehículos blindados, para frenar cualquier conato de revuelta. A diferencia de muchos militares que han desertado y se han unido a la rebelión, ellos ejecutan sin contemplaciones la orden de disparar y matar a cualquiera que se interponga en su camino. Su despliegue ha convertido Trípoli en una ciudad fantasma. El clima de terror no ha impedido que los opositores que aún permanecen en la ciudad hayan convocado para este viernes una gran marcha inspirada en las que forzaron la caída de Hosni Mubarak en Egipto.

Lo que sí han conseguido los opositores es el control de las principales terminales petrolíferas situadas al este de Trípoli. Según han informado residentes en la ciudad de Bengasi, en contacto con personas que habitan la zona, las plantas petrolíferas ya están en manos de rebeldes. Los residentes han contado a Reuters que las terminales de Ras Lanuf y Marsa El Brega están siendo protegidas. Soliman Karim, un residente que ayuda en la administración de la ciudad de Bengasi, ha indicado que las exportaciones, una fuente vital de beneficios para este país miembro de la OPEP, siguen su curso más o menos natural, algo que contrasta con la opinión de otro residente, que ha sugerido que la circulación de petróleo sí que ha quedado afectada. Esta información no ha podido confirmarse con las empresas que operan las terminales.

Consciente de que se avecina la batalla final, el dictador ha realizado hoy un llamamiento a la desesperada para que los miles de mercenarios disgregados por el país se unan a la defensa de la capital. Además de contener el avance rebelde, el régimen de Gadafi tiene que hacer frente a la pérdida creciente de apoyos. A las dimisiones de los ministros de Justicia y Emigración, se sumó ayer , la del ministro del Interior y antiguo compañero de armas de Gadafi, el general Abdulá Yunis. No obstante, el régimen de Gadafi intenta mantener a flote la moral de los suyos y ha lanzado un nuevo mensaje a través de la televisión estatal en el que exige a los rebeldes que entreguen las armas y ofrece dinero a aquellos que aporten datos que conduzcan a la captura de los líderes de la revuelta.

La situación de los partidarios de Gadafi es tan desesperada que 17 pilotos de la Fuerza Aérea de Libia fueron ayer ejecutados en Trípoli tras negarse a bombardear barrios en poder de los rebeldes de la ciudad de Zauia, a 44 kilómetros de la capital, según fuentes libias relacionadas con el Ejército, informa Ignacio Cembrero. El diario Quryna –perteneciente a un grupo mediático propiedad de un hijo de Gadafi– informa hoy de que un avión militar se estrelló ayer a las afueras de la ciudad, sin causar víctimas. El motivo: el piloto y el copiloto del aparato, un Sukoi 22, saltaron en paracaídas para evitar cumplir la orden de bombardear la ciudad.

Mercenarios encarcelados en Bengasi

En Bengasi, la segunda ciudad del país y epicentro de la protesta, los manifestantes ya han tomado por completo el poder, según han podido comprobar reporteros de Reuters. Miles de personas ocupan las calles de esta localidad, situada a 1.200 kilómetros al este de la capital, Trípoli, y festejan el fin del poder de Gadafi. Alrededor de una docena de "mercenarios" han sido encarcelados este jueves después de ser sometidos a juicio. "Han sido interrogados y ahora están en un lugar seguro y bien alimentados", ha explicado Imam Bugaighis, un profesor libio de 50 años que colabora en la organización de los comités para gestionar la ciudad.

Testigos y periodistas que han logrado entrar en el país por Egipto confirman que la ciudad fronteriza de Musaid está también en manos de los manifestantes. Lo mismo pasa, avanzando 150 kilómetros hacia el oeste, en Tobruk, un puerto estratégico en el distrito más próximo a Egipto. Los militares decidieron apoyar allí las protestas y este miércoles, por primera vez, se han podido ver imágenes en directo de una manifestación anti–Gadafi porque han entrado televisiones internacionales.

Trabajadores egipcios que han escapado de Zuara aseguran que los manifestantes antigubernamentales han tomado el control del enclave y, al igual que sus compatriotas del este, han constituido "comités populares" para reestablecer el orden. "Las comisarías han sido quemadas y no queda rastro de policías ni soldados", han explicado en declaraciones a Reuters. Eso no quiere decir que no pueda haber ataques de Gadafi en las próximas horas.

"Gadafi morirá en Trípoli"

El número de muertos sigue siendo todavía una incógnita y oscila entre los 300 declarados por el régimen, los 1.000 considerados verosímiles por el ministro de Exteriores italiano, Franco Frattini, y los 10.000 que señala un miembro libio de la Corte Penal Internacional (CPI), Sayed al Shanuka, en la cadena Al Arabiya.

"Perderá y tendrá que irse o morirá en Trípoli, pero nada podrá evitar que el pueblo acabe con él", dice en el puesto fronterizo de Ras el Adjir un libio que se envuelve con la antigua bandera tricolor del reino de Libia (1951–1969) en lugar de la actual, de color verde, adoptada en 1977. Esa bandera todavía se divisa desde Túnez al final de la frontera, en la parte libia y todavía inaccesible. El puesto fronterizo es el punto de encuentro de periodistas, ONG y ciudadanos tunecinos que se acercan a ver la llegada de los refugiados, unos 10.000 en los dos últimos días, la mayoría tunecinos o de otras nacionalidades que trabajaban en Libia. A medida que iban pasando, cargados de maletas y bolsas de plástico, los tunecinos les recibían con algunos gritos utilizados en las protestas que acabaron hace más de un mes con la huida del dictador de Túnez, Ben Ali. "Dégage, dégage... [lárgate]. Lo gritamos entonces contra él y lo dijeron también los egipcios con Mubarak. Es el momento de los libios", comenta un habitante de la ciudad tunecina de Ben Gardan, a 35 kilómetros de la frontera, que se había desplazado hasta la aduana para dar la bienvenida a los refugiados.

Algunos de ellos mostraban pruebas de las medidas que el régimen está aplicando a los extranjeros. Un joven se quitó la camiseta delante de los periodistas y enseñó la espalda llena de marcas de haber recibido palos hasta la extenuación. "Soy tunecino y la policía de allí nos odia porque conseguimos lo que queríamos en Túnez, echar al dictador. Eso nos convierte en objetivo", explicaba.


Huelgas de trabajadores petroleros y petroquímicos

Gadafi perdió el control de la mitad más rica del país

Por Marcelo Cantelmi
Enviado Especial
Desde Saloum, frontera Egipto–Libia
Clarín, 24/02/11

Un régimen que se desintegra. Son varias ciudades del este de Libia, en un área petrolera, y controladas ahora por los rebeldes, como comprobó Clarín. Militares y trabajadores de la industria química se sumaron a la revuelta.

En la medida en que se acerca la frontera de Egipto con Libia, la percepción es que del otro lado, ahí nomas, detrás de las montañas, está el infierno que ha desatado el dictador Muammar Gadafi. Esta ciudad empobrecida, con carros tirados con burros y un estilo que se asemeja con esfuerzo a un pueblo del norte argentino pero poblado por beduinos, es un cruce necesario hacia Libia. Sin embargo, en lugar del abismo que se supone, lo que está detrás de este límite es el símbolo de la derrota del régimen.

Toda la zona parece en control definido de los rebeldes que se alzaron contra el régimen estimulados por la revoluciones en Túnez y Egipto. De modo que el principal frente de la masacre se ha ido concentrando en la capital, Trípoli, donde la población está sitiada a sangre y fuego y en el occidente libio, en las ciudades de Misurata, Sabratha y Zawiya.

Saloum se encuentra a diez horas de auto desde El Cairo cruzando todo Egipto de este a oeste, el único camino a mano para llegar a la frontera. Desde la capital egipcia el camino es una galería interminable y apasionante de todos las características de este espacio: arena, camellos, oasis y las mismas postales por todo el desierto.

Aquí no hay tensión. La gente que ha pasado desde Saloum a Libia relata que no se ven militares, ni policías muchos kilómetros después de la frontera, ni tampoco hay efectivos de las fuerzas de Gadafi o las temidas huestes de mercenarios, muchos de ellos contratados en toda Africa y también en Europa. “Se los ha escuchado hablar francés, por lo que se supone que son de Chad”, dijo un informe de la red Al Jazeera.

Esa gente fue reclutada debido a que no tienen vínculos con la población y no hay riesgos de deserción. Son la milicia de la masacre junto con los cazas y los helicópteros que ametrallan a la multitud. Hay múltiples informes sobre soldados que, asqueados por ese procedimiento, se quitan el uniforme y visten de civil para acompañar a los rebeldes lanzados a acabar con una dictadura de 41 años que ha dejado dos tercios del país en la más absoluta miseria. En Bengazi, el piloto de un caza se negó a bombardear la ciudad y se tiró en paracaídas. Su avión se estrelló.

No todos han tenido la misma suerte de cruzar de bando en paz. Se sabe en Saloum que una docena de oficiales del ejército fueron ejecutados con un tiro en la cabeza por negarse a participar de la sangrienta represión.

Tanto ese horror, el millar de muertos que –según la Cancillería italiana– ha dejado hasta ahora esta pesadilla o las amenazas de Gadafi en la noche del lunes en las que llamó “ratas” a los revolucionarios y reclamó su ejecución, no han amedrentado al movimiento opositor.

Hasta ayer las ciudades de Dernah, Al Qubaa, Bayda, y El Marj, entre otras, se mantenían, junto con Bengazi en manos de los opositores.

Los reportes son efectivamente como indican los testigos: el dictador ha perdido la totalidad del control del este del país , que es donde se encuentra la mayor cuenca petrolera del país, el principal insumo de su balanza exportadora.

Huelgas de trabajadores petroleros y petroquímicos

En ese movimiento se han sumado los trabajadores de esa industria y la petroquímica y se multiplican las huelgas . El país así está paralizado y en estado caótico.

Todos con quienes ha podido hablar este enviado en esta ciudad descuentan que esto se termina en breve . No se sabe si tiene sentido ese optimismo. La mayoría dice tener parientes del otro lado que confirman ese destino.

El aislamiento del régimen se nota en otros detalles. En la ciudad de Tobruk, a 140 kilómetros de la frontera con Egipto, el militar a cargo de las fuerzas armadas locales, el general Suleiman Mahmoud, anunció que junto a su tropa rompía con Gadafi. “Estamos en el lado de la gente. En el pasado estuve con él (el dictador), pero ahora la situación ha cambiado, él es un tirano”, declaró.

Aquí la gente diferencia la dictadura autocrática de Hosni Mubarak que acaban de derrocar en Egipto de la del déspota libio del que dicen que siempre fue un criminal peor que el propio.

“Está loco, siempre lo estuvo y no tiene piedad, mi hermano vive ahí” , dice el chofer del auto que lleva a este enviado.

Parte de esa locura lo vieron aquí y del otro lado en las ciudades en manos opositoras, el martes cuando el dictador habló más de una hora por la televisión leyendo pasajes de su Libro Verde de máximas y revolviendo el puño frente a la pantalla, describiéndose a sí mismo en tercera persona con aire megalómano: “Gadafi es historia, libertad, gloria y revolución”.

La estrategia del régimen es denunciar la mano de la organización terrorista Al Qaeda en esta insurrección para justificar su accionar represivo. Pero, al igual que en Egipto, en Libia no se ven emergentes ultraislámicos ni nada vinculado con esa fantasmagórica banda del desaparecido Osama Bin Laden. En su aislamiento interno, Gadafi está pagando el precio de su paranoia. Durante sus cuatro décadas en el poder, dividió las fuerzas armadas de modo tal que no hubiera posibilidades de una insubordinación. Pero ese esquema licuó la autoridad y es ésa es una de las razones por las que los militares no dudan en abandonar al hombre fuerte y cambiar de bando.

El otro gran tema de Libia es su entramado de tribus por encima de cualquier estructura de partidos. El dictador pertenece a la tribu Gadhafa que rivalizó históricamente con la Warfalia, la más grande del país y que acaba de anunciar, el pasado fin de semana, que se sumó a los rebeldes.

El tema es realmente grave para la situación estratégica del régimen: otra de las tribus influyentes, la Al Zawiya, que se extiende por el este del país, amenazó con cortar el suministro de petróleo a los clientes del país en todo el mundo, si el déspota continuaba en el poder.

Esta zona de Libia sobre la frontera con Egipto nunca fue atendida por el régimen que se concentró en la capital. Lo cierto es que hoy, para Gadafi, todo toma la forma de un sitio o de un anillo que se va cerrando. Ayer no se sabía el paradero de este extravagante líder, el dictador más veterano del mundo árabe y el que más daño ha causado hasta ahora para intentar detener lo que ya es una extraordinaria mudanza política en esta región clave para la paz de la humanidad.


Gadafi lucha a la desesperada para mantener
el control del oeste

Por Álvaro de Cózar
Desde Ben Gardan (Túnez)
El País, 23/02/11

Las ciudades de la parte oriental del país celebran su liberación.– El régimen amenaza a los periodistas internacionales al asegurar que los considera "colaboradores de Al Qaeda".– El líder libio amenaza con más represión.– Fuertes combates en las ciudades y carreteras entre Trípoli y la frontera con Túnez.

La revuelta libia mantiene el vigor pese a las amenazas pronunciadas el martes por Muamar el Gadafi, el dictador que dirige el país desde hace 42 años. Este miércoles ha quedado patente que el régimen ha perdido el control en el este del país, donde han logrado entrar periodistas a través de la frontera con Egipto. Pero ahora lucha a la desesperada por mantener el control del oeste, donde se están produciendo fuertes combates, según testigos que llegan a la frontera con Túnez. La situación de los partidarios de Gadafi es tan desesperada que 17 pilotos de la Fuerza Aérea de Libia han sido ejecutados en Trípoli tras negarse a bombardear barrios en poder de los rebeldes de la ciudad de Zauia, a 44 kilómetros de la capital, según fuentes libias relacionadas con el Ejército, informa Ignacio Cembrero.

Gadafi está luchando por mantener el control del oeste del país, y los partidarios del dictador intentan controlar las ciudades de Zwara, Sabratha y Zawiya, así como las carreteras que enlazan estas poblaciones. Los testigos relatan que Trípoli es una ciudad prácticamente cerrada, donde los participantes en las protestas están recibiendo apoyo de soldados que han desertado, procedentes de las ciudades del este del país. Algunos informes indican que banderas de Gadafi han sido quemadas en Zawiya, a 50 kilómetros al oeste de Trípoli, y que tras días de combate los rebeldes habrían tomado el control de Misurata, situada a 200 kilómetros de la capital libia.

La bandera del régimen todavía se divisa desde Túnez al final de la frontera, en la parte libia y todavía inaccesible. El puesto de Ras Ajdir fue este miércoles el punto de encuentro de periodistas, ONG y ciudadanos tunecinos que se acercaron para ver la llegada de los refugiados. La mayoría no eran libios, sino ciudadanos tunecinos o de otras nacionalidades que trabajan en el país. A medida que iban pasando, cargados de maletas y bolsas de plástico, los tunecinos les recibían con algunos gritos utilizados en las protestas que acabaron hace más de un mes con la huida del dictador de Túnez, Ben Ali. "Dégage, dégage... (lárgate, lárgate). Lo gritamos entonces contra él y lo dijeron también los egipcios con Mubarak. Es el momento de los libios", comenta un habitante de la ciudad tunecina de Ben Gardan, a 35 kilómetros de la frontera, que se ha desplazado hasta Ras Ajdir para unirse al comité de bienvenida que recibe a los refugiados.

Algunos de ellos muestran pruebas de las medidas que el régimen está aplicando a los extranjeros. Un joven se quita la camiseta delante de los periodistas y enseña la espalda llena de marcas de haber recibido palos hasta la extenuación. "Soy tunecino y la policía de allí nos odia porque conseguimos lo que queríamos en Túnez, echar al dictador. Eso nos convierte en objetivo".

Los informes de los refugiados que cruzan la frontera hacia Libia informan de que los combates son muy intensos tanto en las ciudades como en las carreteras. De confirmarse los informes, Gadafi prácticamente no controlaría más que el sur de Trípoli. Esos informes dicen que los 200 kilómetros que separan el puesto fronterizo de Ras el Adjir de Trípoli están llenos de retenes controlados por soldados libios, todavía seguidores del dictador.

Sin embargo, en al menos tres ciudades de ese trayecto, Zuara, Zawiya, Sabratha y Musratah, los rebeldes han conseguido vencer. Otras fuentes señalan que solo van camino de ello. Los rebeldes en esa zona entre esa amplia zona entre la carretera que bordea la costa y las montañas son tres tribus que parecen haberse hecho con el control: los Nawayel, los Regim y los Khewailed.

El Gobierno libio ha respondido con nuevas amenazas, señalando que una de las regiones orientales está bajo control de Al Qaeda y que los reporteros internacionales que han cruzado la frontera son considerados "colaboradores de Al Qaeda". El régimen, como hizo Gadafi en su discurso, sigue vinculando las revueltas con supuestos elementos terroristas para intentar legitimar así el desmedido uso de la fuerza que ha empleado en la represión. Mientras, la presión internacional sigue en aumento. Bruselas ha encargado ya una lista de posibles sanciones, una medida que también está estudiando Washington.

En Bengasi, la segunda ciudad del país y principal bastión de la protesta, los manifestantes han tomado por completo el poder, según han podido comprobar reporteros de Reuters. Miles de personas ocupan las calles de esta localidad, situada 1.200 kilómetros al este de la capital, Trípoli, y festejan el fin del poder de Gadafi. El pasado lunes, ha explicado un abogado que secunda las protestas, un comité de seguridad formado por civiles arrestó a 36 mercenarios contratados por el régimen para aniquilar a los manifestantes . Es uno de los autodenominados "comités populares" con los que los ciudadanos del este de Libia están intentando organizar la vida pública.

Pero Gadafi no está dispuesto a ceder poder así como así, según ha ilustrado la hoy por la tarde un hecho ocurrido en los alrededores de Bengasi. El diario Quryna –perteneciente a un grupo mediático propiedad de un hijo de Gadafi– informa de que un avión militar se ha estrellado a las afueras de la ciudad, sin causar víctimas. El motivo: el piloto y el copiloto del aparato, un Sukoi 22, han saltado en paracaídas para evitar cumplir la orden de bombardear la ciudad.

Recuento de víctimas

Mientras, la herida de la reciente represión aún está abierta. Un médico francés que ha logrado salir de Libia ha declarado a France Presse que el primer día de revueltas en Bengasi, el 15 febrero, contó en el hospital hasta 75 víctimas mortales. La cifra, según su relato, no dejó de crecer día tras día y, en las jornadas más duras, alcanzó el medio millar. "Creo que en total puede haber más de 2.000 muertos", ha asegurado Gérard Buffet, que a trabajado como médico en la segunda ciudad Libia el último año y medio. La Federación Internacional de Derechos Humanos, que agrupa a más de un centenar de organizaciones, ha constatado ya al menos 640 muertos en la zona. De estos, 130 son militares ejecutados por sus militares por negarse a cumplir órdenes.

La situación de Bengasi es similar a la del resto de ciudades. Testigos y periodistas que han logrado entrar en el país por Egipto confirman que la ciudad fronteriza de Musaid está también en manos de los manifestantes. Lo mismo pasa, avanzando 150 kilómetros hacia el oeste, en Tobruk, un puerto estratégico en el distrito más próximo a Egipto. Los militares decidieron apoyar allí las protestas y este miércoles, por primera vez, se han podido ver imágenes en directo de una manifestación anti–Gadafi porque han entrado televisiones internacionales.

Avanzando aún más hacia el oeste, en el vecino distrito de Derba, la situación puede suponerse la misma, ya que el viceministro de Exteriores libio, Jaled Kaim, ha asegurado que Al Qaeda ha formado allí un emirato islámico. Así lo ha expresado en una reunión con embajadores europeos, detallando además que detrás del movimiento hay un antiguo preso de Guantánamo. En el mismo encuentro, también ha insistido en que los periodistas que han entrado a Libia desde Egipto serán considerados "colaboradores de Al Qaeda".

Más allá del grado de realidad con que analiza la situación, la insistencia del régimen en vincular cualquier forma de protesta con el terrorismo denota que piensa seguir usando toda la fuerza contra los manifestantes.

Dimisión del ministro de Interior

También queda claro que el régimen libio se ha resquebrajado ya, pese al durísimo discurso que el martes pronunció Gadafi. Cada hora se alarga la lista de militares, embajadores y altos funcionarios libios que dimiten, encabezados por el destinado en Washington, Ali Aujali, que sigue los pasos de los miembros de la representación libia en la ONU (salvo el titular). Los diplomáticos en Francia y ante la Unesco expresaron su respaldo "al pueblo en esta revuelta contra la máquina de la opresión", si bien no renunciaron. Sí lo hicieron los embajadores libios en Bangladesh e India. Las legaciones en Malasia y Australia emitieron comunicados de condena de la represión.

A última hora de ayer, hasta el ministro del Interior libio y camarada de Gadafi desde los tiempos de la revolución de 1969, Abdulá Yunis, anunció su dimisión y su adhesión a la denominada Revolución del 17 de Febrero, que reclama la salida del dictador. El ministro pidió al Ejército que se sume a los manifestantes y respalde sus demandas "legítimas".


Jóvenes de Chad, capturados por los rebeldes, fueron trasladados a Libia con
promesas de empleo y después armados para "matar terroristas"

Mercenarios de 15 años

Por Nuria Tesón
Desde Sat
El País, 25/02/11

Dahara Aissa tiene 15 años y nunca había cogido un arma. Hasta que llegó a Libia hace apenas una semana con su primo Hagar, de 18. Subieron a un avión en Chad y aterrizaron en Trípoli. Envueltos en mantas en un centro de detención rebelde en Shahat, a 300 kilómetros de la frontera con Egipto, cuentan cómo les ofrecieron volar gratis al país con una oferta de trabajo bajo el brazo. Después les dieron un fusil a cada uno y los subieron a Labrak a "matar terroristas".

Tanto Dahara como Hagar, así como algunos de los 130 prisioneros del Ejército de Muamar el Gadafi que atraparon los revolucionarios, se negaron a disparar. Por eso siguen con vida. "Una facción del Ejército libio se nutre de mercenarios chadianos, nigerianos o malienses que residen en Libia desde hace años y a los que han dado casas, mucho dinero y una vida cómoda", explica Hassan, uno de los responsables, mostrando un fajo de identificaciones libias con datos de ciudadanos de esos países.

Titubea ante la petición de ver a los prisioneros africanos, los murtashika, los mercenarios. Discute con sus compañeros, muchos de ellos armados con "ametralladoras confiscadas". Después se dirige hacia las celdas, aulas de una escuela, donde reposan los capturados con la mirada vencida. Apenas Dahara, su primo y una veintena más de centroafricanos se mezclan con los libios. Al final Hassan admite: "Todos estaban con Gadafi y gritaban consignas por la vieja revolución, así que los matamos".

Antes de eso, muchos habían caído en el aeropuerto de Labrak, cinco kilómetros antes de Shahat. A medio camino entre las dos poblaciones se libró una de las muchas batallas que estos días han mantenido los revolucionarios y los hombres del régimen. "Hubo más de un centenar de muertos", cuenta Bilal, un soldado de 39 años que se pasó a los rebeldes nada más iniciarse la revuelta. Con una gorrilla y un chaleco fluorescente vigila el paso de vehículos en las inmediaciones del aeródromo.

Entre la tierra sembrada de conchas marinas que recuerdan que Labrak mira al Mediterráneo, varios zapatos manchados de sangre y barro yacen sin pareja ni pie en el que calzarse. Bilal asegura que tenían "armas especiales que nunca había visto". Durante dos días, el 17 y el 18 de febrero, los murtashika tuvieron el control del aeropuerto. "Aterrizaron mientras un helicóptero nos disparaba", cuenta Bilal.

El día 16 habían estado manifestándose en Shahat, así como en el resto de localidades de la zona. El 17 por la mañana empezaron los disparos con armamento pesado y llegaron los mercenarios. Aguantaron dos días más en el aeropuerto, detalla Bilal, mientras recorrían el pueblo disparando a todo el que se movía desde sus tanques y vehículos. "Mataron al menos a 10 personas y violaron a algunas mujeres en El Beidan", detalla Idris, un ingeniero de Shahat. "Entre todos los pueblos pudimos juntar casi 2.500 y nos lanzamos a recuperar el aeropuerto", añade el soldado Bilal.

Poco a poco los rebeldes fueron ganando terrero en el aeropuerto gracias a las armas que los soldados que se habían unido a ellos trajeron consigo. El 21 de febrero, el aeródromo, donde aún pueden verse vainas de proyectiles de 20 milímetros y enormes agujeros, cayó en manos de los revolucionarios.

"Atrapamos a 50 de ellos en Shahat y a otros tantos en Labrak", asegura Bilal. Los mercenarios no tenían provisiones y los refuerzos rebeldes no cesaban de llegar de distintos puntos de la región. "Tratamos de negociar con ellos el abandono de las armas y algunos se rindieron", afirma.

En el improvisado centro de detención, decenas de hombres armados van y vienen mientras otros son atendidos por un par de chavales con un chaleco de la Media Luna Roja. Algunos revolucionarios creen que podrán hacer un intercambio de prisioneros en algún momento si las cosas no van bien. Les han dado comida y agua. La tensión puede olerse de sala en sala mientras intentan asegurar las ventanas tras las que se oyen ráfagas constantes. "El este está en nuestras manos, pero aún hay simpatizantes de Gadafi en la zona", asegura uno de ellos.

Nuri Yusef se levanta del rincón que comparte con un par de niños negros y dice que le dieron "un palo" y lo mandaron al aeropuerto con ropa de paisano. Es de Trípoli, tiene 36 años y ha sido soldado la mitad de su vida.