Libia

Acuerdo entre EEUU y Arabia Saudí para
intervenir en Libia e invadir Bahréin

Por Pepe Escobar (*)
Asia Times, 02/04/11
Rebelión, 02/04/11
Traducido por Germán Leyens

“Según la propia doble moral oficial del gobierno de Obama, los dictadores que son elegibles para el ‘acercamiento estadounidense’ –como los de Bahréin y Yemen– pueden estar tranquilos, y no se les castigará hagan lo que hagan. Y más vale que tengan cuidado los que son elegibles para ‘alteración de régimen, desde África a Medio Oriente y Asia. La policía global OTAN los va a liquidar. Con tratos sucios o sin ellos.”

Vosotros invadís Bahréin. Nosotros eliminamos a Muamar Gadafi en Libia. Es, en breve, la esencia de un trato cerrado entre el gobierno de Barack Obama y la Casa de Saud. Dos fuentes diplomáticas de las Naciones Unidos lo confirmaron independientemente de que Washington, a través de la secretaria de Estado Hillary Clinton, dio el visto bueno para la invasión de Bahréin por Arabia Saudí y la represión del movimiento pro democracia en su vecino a cambio de un “sí” de la Liga Árabe a la zona de exclusión aérea sobre Libia, la principal justificación que llevó a la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

La revelación provino de dos diplomáticos diferentes, un europeo y un miembro del BRIC y la hicieron por separado a un experto estadounidense y a Asia Times Online. Debido al protocolo diplomático, sus nombres no se pueden mencionar. Uno de los diplomáticos dijo: “Es el motivo por el que no pudimos apoyar la resolución 1973. Y argumentamos que Libia, Bahréin y Yemen eran casos similares, y pedimos una comisión investigadora. Mantenemos nuestra posición oficial de que la resolución no es clara, y podría interpretarse de una manera beligerante.”

Como informó Asia Times Online, el apoyo total de la Liga Árabe a la zona de exclusión aérea es un mito. De los 22 miembros plenos, sólo 11 estuvieron presentes en la votación. Seis de ellos eran miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (GCC), el club apoyado por EE.UU. de reinos/dominios de jeques del Golfo, con su mandamás, Arabia Saudí. Siria y Argelia estuvieron en contra. Arabia Saudí solo tuvo que “seducir” a otros tres miembros para obtener los votos.

Traducción: solo nueve de los 22 miembros de la Liga Árabe votaron por la zona de exclusión aérea. La votación fue esencialmente una operación dirigida por la Casa de Saud y Amr Moussa, secretario general de la Liga Árabe, ansioso de pulir su currículo ante Washington con la meta de llegar a ser el próximo presidente egipcio.

Por lo tanto, al principio, hubo la gran revuelta árabe de 2011. Luego, inexorablemente, vino la contrarrevolución estadounidense–saudí.

Alegría de los logreros

Los imperialistas humanitarios lo presentarán en masa como una “conspiración”, tal como han afirmado que el bombardeo de Libia impidió una hipotética masacre en Bengasi. Defenderán a la Casa de Saud diciendo que actuó para aplastar una subversión iraní en el Golfo; obviamente la ‘R2P’, –“responsabilidad de proteger”– no se aplica a la gente de Bahréin. Promoverán activamente la Libia post Gadafi como una nueva y petrolera Meca de los derechos humanos, completada con agentes de los servicios de inteligencia de EE.UU., operaciones clandestinas, fuerzas especiales y contratistas marrulleros.

Digan lo que digan, no cambiarán los hechos en el terreno –los resultados gráficos del baile sucio de EE.UU. y los saudíes–. Asia Times Online [Rebelión] ya ha informado de quién se beneficia de la intervención extranjera en Libia (Vea “No hay negocio como el de la guerra”, del 31 de marzo). Los protagonistas incluyen al Pentágono (a través de AFRICOM), a la OTAN, Arabia Saudí, Moussa de la Liga Árabe y Qatar. Agreguemos a la lista la dinastía al–Khalifa en Bahréin, diversos contratistas de armamentos y a los sospechosos neoliberales de siempre, ansiosos de privatizar todo en la nueva Libia, incluso el agua. Y ni siquiera hablamos de los buitres occidentales que revolotean sobre la industria del petróleo y del gas de Libia.

Desvelada está, sobre todo, la sorprendente hipocresía del gobierno de Obama, que presenta un burdo golpe geopolítico que involucra África y el Golfo Pérsico como una operación humanitaria. En cuanto al hecho de que se trata de otra guerra de EE.UU. contra una nación musulmana, se trata sólo de una “acción militar cinética”.

Hay amplia especulación, tanto en EE.UU. como en todo Medio Oriente, de que considerando el impasse militar, y corto, de que la “coalición de los dispuestos” relegue a la familia Gadafi al olvido con sus bombas, Washington, Londres y París se den por satisfechos con el control de Libia oriental; una versión norteafricana de un Emirato del Golfo rico en petróleo. A Gadafi le quedaría una Tripolitania hambrienta al estilo de Corea del Norte.

Pero considerando las últimas deserciones importantes del régimen, más la fase final deseada (“Gadafi debe irse”, en las propias palabras del presidente Obama), Washington, Londres, París y Riad no se darán por satisfechos con otra cosa que con todo el kebab. Incluida una base estratégica para AFRICOM y la OTAN.

Acorralen a los sospechosos de siempre

Uno de los efectos secundarios del trato sucio EE.UU.–Arabia Saudí es que la Casa Blanca hace todo lo que puede para asegurar que el drama de Bahréin sea enterrado por los medios estadounidenses. La presentadora de noticias de BBC America, Katty Kay, por lo menos tuvo la decencia de subrayar: “Les gustaría que esto [Bahréin] desapareciera porque no hay ninguna ventaja real para ellos en el apoyo a la rebelión de los chiíes”.

Por su parte el emir de Qatar, Jeque Hamad bin Khalifa al Thani, se presentó en al–Jazeera y dijo que la acción fue necesaria porque el pueblo libio fue atacado por Gadafi. Los periodistas, generalmente decentes, de al–Jazeera podrían haber preguntado cortésmente al emir si enviaría sus Mirage a proteger al pueblo de Palestina contra Israel, o a sus vecinos en Bahréin contra Arabia Saudí.

La dinastía al–Khalifa en Bahréin es esencialmente un montón de colonos suníes que se apoderaron del país hace 230 años. Durante gran parte del Siglo XX, fueron complacientes esclavos del imperio británico. El Bahréin moderno no viene bajo el espectro de un empujón de Irán: no es más que un mito de al–Khalifa (y de la Casa de Saud).

Los bahreiníes, históricamente, siempre han rechazado que formen parte de una especie de nación chií dirigida por Irán. Las protestas son antiguas, y forman parte de un verdadero movimiento nacional, mucho más allá de sectarismo. No es sorprendente que la consigna en la icónica rotonda Perla, aplastada por el temible Estado policial al–Khalifa, haya sido: “ni suní, ni chií: bahreiní”.

Lo que querían los manifestantes era esencialmente una monarquía constitucional; un parlamento legítimo; elecciones libres y justas; y no más corrupción. Lo que obtuvieron en su lugar fue “Bahréin amigo de las balas” en lugar de “Bahréin amigo de los negocios”, y una invasión auspiciada por la Casa de Saud.

Y la represión continúa, invisible para los medios corporativos de EE.UU. Los twitters gritan que todo el mundo y su vecino están siendo arrestados. Según Nabeel Rajab, presidente del Centro Bahréin por los Derechos Humanos, más de 400 personas han desaparecido o están detenidas, algunas “arrestadas en puestos de control comandados por matones traídos de otros países árabes y asiáticos, llevan máscaras negras en las calles”. Incluso el bloguero Mahmood Al Yousif fue arrestado a las 3 de la mañana, provocando sospechas de que lo mismo ocurrirá a todo bahreiní que haya blogueado, twitteado, o colgado mensajes en Facebook a favor de la reforma.

El policía global progresa

Amanecer de la Odisea ha terminado. Ahora viene Protector Unificado –dirigido por el canadiense Charles Bouchard–. Traducción: el Pentágono (como en AFRICOM) transfiere la “acción militar cinética” a sí mismo (como a la OTAN, que no es otra cosa que el Pentágono gobernando Europa). AFRICOM y la OTAN son ahora uno solo.

El espectáculo de la OTAN incluirá ahora ataques aéreos y de misiles crucero; un bloqueo naval de Libia; y tenebrosas operaciones en tierra no especificadas para ayudar a los “rebeldes”. Hay que esperar incursiones duras de helicópteros artillados al estilo AfPak –con el correspondiente “daño colateral”.

Una curiosa situación ya se hace visible. La OTAN permite deliberadamente que las fuerzas de Gadafi avancen a lo largo de la costa del Mediterráneo para repeler a los “rebeldes”. Hace rato que no hay ataques aéreos selectivos.

El objetivo posiblemente es extraer concesiones políticas y económicas del Consejo Nacional Interino (INC) infestado de desertores y exiliados libios, un reparto sospechoso de personajes que incluye al ex ministro de justicia Mustafa Abdel Jalil, al ex secretario de planificación educado en EE.UU. Mahmoud Jibril y al ex residente en Virginia, el nuevo “comandante militar” y agente de la CIA Khalifa Hifter. El laudable movimiento indígena Juventud del 17 de Febrero –que estuvo a la vanguardia del levantamiento de Bengasi– ha sido totalmente marginado.

Es la primera guerra africana de la OTAN, tal como Afganistán es la primera guerra de la OTAN en Asia central y del sur. Configurada ahora firmemente como brazo armado de la ONU, la policía global OTAN progresa, implementando su “concepto estratégico” aprobado en la cumbre de Lisboa en noviembre pasado (vea “Bienvenido a OTANstán”, Rebelión, 21 de noviembre de 2010).

Hay que eliminar la Libia de Gadafi para que el Mediterráneo –el mare nostrum de la antigua Roma– se convierta en un lago de la OTAN. Libia es la única nación del norte de África que no está subordinada a AFRICOM, a CENTCOM o a alguna otra de la miríada de “cooperaciones” de la OTAN. Las otras naciones no relacionadas con la OTAN son Eritrea, la República Árabe Saharaui Democrática, Sudán y Zimbabue.

Además, dos miembros de la “Iniciativa de Cooperación de Estambul” de la OTAN –Qatar y los Emiratos Árabes Unidos– combaten ahora por primera vez junto a AFRICOM/OTAN. Traducción: la OTAN y los socios del Golfo Pérsico libran una guerra en África. ¿Europa? Es demasiado provincial. El camino es el policía global.

Según la propia doble moral oficial del gobierno de Obama, los dictadores que son elegibles para el “acercamiento estadounidense” –como los de Bahréin y Yemen– pueden estar tranquilos, y no se les castigará hagan lo que hagan. Y más vale que tengan cuidado los que son elegibles para “alteración de régimen”, desde África a Medio Oriente y Asia. La policía global OTAN los va a liquidar. Con tratos sucios o sin ellos.


(*) Pepe Escobar es autor de “Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War” (Nimble Books, 2007) y “Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge”. Su último libro es “Obama does Globalistan” (Nimble Books, 2009). Puede contactarse con él en: pepeasia@yahoo.com.


No hay negocio como el de la guerra

Por Pepe Escobar (*)
Asia Times, 30/03/11
Rebelión, 31/03/11
Traducido por Germán Leyens

Mentira, hipocresía y programas secretos. De eso no habló el presidente de EE.UU., Barack Obama, cuando explicó su doctrina libia a EE.UU. y al mundo. La mente se aturde con tantos agujeros negros que engullen esta espléndida guerrita que no es una guerra (una “acción militar, limitada en el tiempo, limitada en su alcance”, según la Casa Blanca), combinada con la incapacidad del pensamiento progresista de condenar, al mismo tiempo, la inclemencia del régimen de Gadafi y los bombardeos “humanitarios” anglo–franceses–estadounidenses.

La Resolución 1973 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha funcionado como un caballo de Troya, al permitir que el consorcio anglo–francés–estadounidense –y la OTAN– se convirtieran en la fuerza aérea de la ONU en apoyo a un levantamiento armado. Aparte de no tener nada que ver con la protección de civiles, esta acción es absolutamente ilegal según el derecho internacional. La fase final incorporada, como ya lo saben incluso niños africanos desnutridos, pero que nunca ha sido reconocida, es el cambio de régimen.

El teniente general Charles Bouchard de Canadá, comandante de la OTAN para Libia, podrá insistir todo lo que quiera en que la misión sólo se propone proteger civiles. Pero esos “civiles inocentes” que operan tanques y disparan Kalashnikovs como parte de un montón variopinto son en realidad soldados en una guerra civil, y el enfoque debe ser si la OTAN seguirá siendo desde ahora su fuerza aérea, siguiendo los pasos del consorcio anglo–francés–estadounidense. A propósito, la “coalición de los dispuestos” que combate contra Libia consiste únicamente en 12 de los 28 miembros de la OTAN más Qatar. No tiene absolutamente nada que ver con una “comunidad internacional”.

El veredicto final sobre la zona de exclusión aérea acordada por la ONU tendrá que esperar a la emergencia de un gobierno “rebelde” y al final de la guerra civil (si termina pronto). Entonces será posible analizar cómo se llegó a justificar el disparo de Tomahawks y los bombardeos; por qué se "protegió" a los civiles de Cirenaica mientras se atacaba a los de Trípoli con Tomahawks; qué tipo de grupo abigarrado de “rebeldes” era “salvado”; si todo el asunto fue legal para comenzar; cómo la resolución fue una cobertura para cambio de régimen; cómo el amorío entre los “revolucionarios” libios y Occidente podría terminar en un sangriento divorcio (recordad Afganistán); y qué protagonistas occidentales se pueden beneficiar inmensamente de la riqueza de una nueva Libia unificada (o balcanizada).

Por el momento por lo menos, es fácil identificar a los logreros:

El Pentágono

El jerarca del Pentágono Robert Gates dijo este fin de semana, manteniendo una cara seria, que sólo hay tres regímenes opresivos en todo Medio Oriente: Irán, Siria y Libia. El Pentágono está eliminando al eslabón débil, Libia. Los otros fueron siempre partes cruciales de la lista de eliminación de los malvados de los neoconservadores. Arabia Saudí, Yemen, Bahréin, etc., son modelos de democracia.

En cuando a esta guerra “ahora la ves, ahora no la ves”, el Pentágono se las arregla para librarla no una vez, sino dos. Comenzó con Africom establecido bajo el gobierno de George W Bush, reforzado con Obama y rechazado por numerosos gobiernos africanos, eruditos y organizaciones de derechos humanos. Ahora la guerra pasa a la OTAN, que es esencialmente la dirección del Pentágono sobre sus acólitos europeos.

Es la primera guerra africana de Africom, realizada hasta ahora por el general Carter Ham desde su cuartel en el no tan africano Stuttgart. Africom, como lo describe Horace Campbell, profesor de estudios estadounidenses africanos y de ciencias políticas en la Universidad Syracuse, es un engaño: “fundamentalmente es una fachada para contratistas militares de EE.UU. como Dyncorp, MPRI y KBR que operan en África. Los planificadores militares estadounidenses que se benefician con la puerta giratoria de la privatización de la guerra están deleitados por la oportunidad de otorgar credibilidad a Africom bajo la fachada de la intervención en Libia.”

Los Tomahawks de Africom también alcanzan –metafóricamente– a la Unión Africana (UA) que, a diferencia de la Liga Árabe, no puede ser comprada fácilmente por Occidente. Las petromonarquías del Golfo Árabe aclamaron todas el bombardeo, pero no Egipto y Túnez. Sólo cinco países africanos no están subordinados a Africom; Libia es uno de ellos, junto con Sudán, Costa de Marfil, Eritrea y Zimbabue.

La OTAN

El plan general de la OTAN es controlar el Mediterráneo como un lago de la OTAN. Desde esta “óptica” (jerga del Pentágono) el Mediterráneo es infinitamente más importante actualmente como teatro de operaciones bélicas que AfPak.

Solo tres de las 20 naciones del Mediterráneo no son miembros plenos de la OTAN o aliados de sus programas de “cooperación”: Libia, el Líbano y Siria. Que no quepa la menor duda: ahora le toca a Siria. El Líbano ya está sometido a un bloqueo de la OTAN desde 2006. Ahora también se aplica un bloqueo a Libia. EE.UU. –a través de la OTAN– está a punto de lograr la cuadratura del círculo.

Arabia Saudí

Perfecto. El rey Abdullah se libra de su eterno enemigo Gadafi. La Casa de Saud –a su abyecta menera característica– hace lo imposible por beneficiar a Occidente. La atención de la opinión pública mundial es desviada de la invasión de Bahréin por los saudíes para aplastar un movimiento de protesta pacífico pro democracia.

La Casa de Saud vendió la ficción de que “la Liga Árabe” en su conjunto votó por una zona de exclusión aérea. Es mentira: de 22 miembros, sólo hubo 11 presentes en la votación; seis son miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (GCC), en el cual Arabia Saudí es el mandamás. La Casa de Saud sólo necesitó presionar a tres más. Siria y Argelia estaban en contra. Traducción: Sólo nueve de los 22 países árabes votaron por la zona de exclusión aérea.

Ahora Arabia Saudí incluso puede ordenar al jefe del GCC, Abdulrahman al–Attiyah, que diga con cara seria: “el sistema libio ha perdido su legitimidad”. En cuando a la “legítima” Casa de Saud y los al–Khalifa en Bahréin, alguien debiera incorporarlos al Salón de la Fama Humanitaria.

Qatar

Los anfitriones de la Copa del Mundo de Fútbol de 2022 son expertos en cerrar un negocio. Sus Mirage ayudan a bombardear Libia mientras Doha se prepara para vender el petróleo de Libia oriental. Qatar se convirtió rápidamente en la primera nación árabe en reconocer a los “rebeldes” libios como único gobierno legítimo del país sólo un día después de asegurarse el negocio de la venta del petróleo.

Los ‘rebeldes’

A pesar de todas las dignas aspiraciones democráticas del movimiento juvenil libio, sucede que el grupo de oposición más organizado es el Frente Nacional por la Salvación de Libia –financiado durante años por la Casa de Saud, la CIA y los servicios de inteligencia franceses–. El “Consejo Nacional de Transición Interino” rebelde es poco más que el buen Frente Nacional más unos pocos desertores militares. Es la elite de los “civiles inocentes” que la “coalición” está “protegiendo”.

En el momento justo, el “Consejo Nacional de Transición Interino” consiguió un nuevo ministro de Finanzas, el economista educado en EE.UU. Ali Tarhouni. Reveló que un grupo de países occidentales les dio crédito respaldado por el fondo soberano de Libia y los británicos les permitieron tener acceso a 1.100 millones de dólares de los fondos de Gadafi. Esto significa que el consorcio anglo–francés–estadounidense –y ahora la OTAN– sólo tendrán que pagar las bombas. En cuanto a timos bélicos éste es invaluable; Occidente utiliza el propio dinero de Libia para financiar a un montón de rebeldes oportunistas libios para combatir al gobierno libio. Y para colmo los estadounidenses, británicos y franceses sienten el amor por todos esos bombardeos. Los neoconservadores deben estarse pateando: ¿por qué al ex secretario adjunto de defensa de EE.UU., Paul Wolfowitz, no se le ocurrió algo semejante para Iraq 2003?

Los franceses

Oh la la, esto podría ser material para una novela de Proust. La principal pasarela de primavera en París es el desfile de modas del presidente Nicolas Sarkozy –un modelo de zona de exclusión aérea con accesorios de ataques aéreos Mirage/Rafale–. Este desfile de modas fue ideado por Nouri Mesmari, ex jefe de protocolo de Gadafi, quien desertó a Francia en octubre de 2010. El servicio secreto italiano filtró a medios noticiosos seleccionados cómo lo hizo. El papel de la DGSE, el servicio secreto francés, lo ha explicado más o menos en el sitio pagado en la web Maghreb Confidential.

Esencialmente el coq au vin de la revuelta en Bengasi había estado hirviendo a fuego lento desde noviembre de 2010. Los cocineros fueron Mesmari, el coronel de la fuerza aérea Abdullah Gehani y el servicio secreto francés. A Mesmari le llamaban “el WikiLeak libio”, porque virtualmente reveló todos los secretos militares de Gadafi. Sarkozy lo adoró –furioso porque Gadafi había anulado jugosos contratos para comprar Rafales (para reemplazar sus Mirage que ahora se bombardean) y plantas francesas de energía nuclear.

Eso explica por qué Sarkozy se ha mostrado tan agresivo para presentarse como el nuevo libertador árabe, fue el primer dirigente de una potencia europea que reconoció a los “rebeldes” (para molestia de muchos en la Unión Europea) y fue el primero que bombardeó a las fuerzas de Gadafi.

Esto deja al desnudo el papel del desvergonzado filósofo y especialista del autobombo, Bernard Henri–Levy, quien ahora se vanagloria frenéticamente en los medios del mundo de que llamó a Sarkozy desde Bengasi y despertó su vena humanitaria. O Levy es un mentecato o es una conveniente guinda “intelectual” agregada al pastel de bombas prefabricado.

El terminator Sarkozy es incontenible. Acaba de advertir a todos y cada uno de los gobernantes árabes que se enfrentarán a bombardeos al estilo de Libia si reprimen a los manifestantes. Incluso dijo que “el próximo” es el de la Costa de Marfil. Exceptuando, claro está, a Bahréin y Yemen. En cuanto a EE.UU., de nuevo está apoyando un golpe militar (no funcionó con Omar “Jeque al–Tortura” Suleimán en Egipto, tal vez funcione en Libia).

Al–Qaida

Y vuelve a aparecer el tan conveniente espantajo. El consorcio anglo–francés–estadounidense –y ahora la OTAN– están (de nuevo) combatiendo junto a al–Qaida, representado por al–Qaida en el Magreb (AQM).

El dirigente rebelde libio Abdel–Hakim al–Hasidi –quien combatió junto a los talibanes en Afganistán– confirmó ampliamente a los medios italianos que reclutó personalmente a “unos 25” yihadistas del área de Derna en Libia oriental para combatir contra EE.UU. en Iraq; “ahora están en las primeras líneas en Adjabiya".

Esto después de que el presidente de Chad, Idriss Deby, subrayara que AQM había atacado arsenales militares en Cirenaica y que ahora posee bastantes misiles tierra–aire. A principios de marzo, AQM apoyó públicamente a los “rebeldes”. El fantasma de Osama bin Laden debe de estar sonriendo de oreja a oreja; una vez más consigue que el Pentágono haga su trabajo.

Los privatizadores del agua

Es posible que poca gente en Occidente sepa que Libia –junto con Egipto– se encuentra sobre el Sistema Acuífero de Piedra Arenisca de Nubia; es decir, un océano de agua fresca extremadamente valiosa. De modo que sí, esta guerra “ahora la ves ahora no la ves” es una guerra crucial por el agua. El control del acuífero es invaluable, como el “rescate” de valiosos recursos naturales de los “salvajes”.

Este Ductistán del Agua –enterrado en lo profundo del desierto a lo largo de 4.000 kilómetros– es el Gran Proyecto Fluvial Hecho por el Hombre (GMMRP) que Gadafi construyó por 25.000 millones de dólares sin pedir un solo centavo al FMI o al Banco Mundial (¡qué pésimo ejemplo para el mundo en desarrollo!). El GMMRP provee a Trípoli, Bengasi y a toda la costa libia. Los científicos calculan que la cantidad de agua es el equivalente al agua que fluye por el Nilo en 200 años.

Hay que comparar esto con las denominadas tres hermanas –Veolia (antes Vivendi), Suez Ondeo (antes Generale des Eaux) y Saur– las compañías francesas que controlan más de un 40% del mercado mundial del agua. Todos los ojos deben concentrarse imperativamente en si se bombardean estos acueductos son bombardeados. Un panorama extremadamente posible es que si lo son, los jugosos contratos “de reconstrucción” beneficiarán a Francia. Será el paso final para privatizar toda esa agua, por el momento gratuita. De la doctrina del shock a la doctrina del agua.

Bueno, ha sido sólo una breve lista de logreros. Nadie sabe quién acabará obteniendo el petróleo, y el gas natural. Mientras tanto el espectáculo (de los bombardeos) tiene que continuar. No hay negocio como el de la guerra.


(*) Pepe Escobar es autor de “Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War” (Nimble Books, 2007) y “Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge”. Su último libro es “Obama does Globalistan” (Nimble Books, 2009). Puede contactarse con él en: pepeasia@yahoo.com.