Muerte de bin Laden

Opina Robert Fisk

La muerte de Bin Laden “es mucho menos importante
que las revueltas populares en el mundo árabe”

Reportaje de Richard Stubbs
774 ABC Melbourne, 02/05/11
Traducción de Socialismo o Barbarie

El veterano periodista Robert Fisk, que ha entrevistado a Osama Bin Laden en tres ocasiones, dice que la noticia de su muerte es mucho menos importante que las revueltas populares en el mundo árabe:

“Se están diciendo un montón de sin sentidos alrededor del «hombre de mediana edad que ha sido muerto en Pakistán»

“Vengo diciendo desde hace algún tiempo que a mi juicio la cuestión de si está vivo o muerto carece de importancia”, dice el corresponsal en Oriente Medio del periódico inglés The Independent.

“En lo que a él concierne, Bin Laden fundó Al Qaeda y desde su punto de vista ése fue su logro.”

El laureado periodista dice que Osama Bin Laden no estaba en situación de dirigir realmente las actividades de Al Qaeda en la actualidad.

“No estaba sentado en una cueva ante una computadora, tocando el botón B y diciendo, «lancen la operación 52»”, dice Robert Fisk.

Fisk, que más recientemente ha estado reportando  los eventos en Siria, dice que el mundo ha cambiado en muchos sentiodos desde el 11 de Septiembre.

“En los últimos meses hemos asistido a un despertar de los pueblos árabes, en el que millones de musulmanes árabes han derribado a sus propios gobernantes”, dice.

"Bin Laden siempre quiso terminar con Mubarak, Ben Ali y Gadafi y demás gobernantes, acusándolos de ser todos infieles al servicio de EEUU. Pero, en los hechos, fueron millones de personas comunes las que, en el caso de Túnez y Egipto, acabaron con ellos en forma más o menos pacífica. No fue Bin Laden quien lo hizo, y en esto fracasó.!

“Hay que recordar que esos regímenes han estado diciendo siempre a EE UU que siguieran apoyándolos porque de lo contrario Al Qaeda tomaría el poder. Y, de hecho, no fue así.

“Es interesante que después de la caída de Mubarak, lo primero que se supo de Al Qaeda fue un llamamiento a derrocar a Mubarak... una semana después de que lo hubieran derribado! Fue patético.”

Fisk, concluye dice que las celebraciones en EEUU por la muerte de Bin Laden carecen de sentido:

“Pienso que Osama Bin Laden dejó de ser relevante hace ya mucho tiempo.

“Si lo hubieran matado un año o dos después del 11 de septiembre, algunos de los festejos en EEUU tal vez tuvieran sentido.

“Todo esto genera un aire de victoria en EE UU –es una buena foto–, pero no creo que signifique nada.

“El hecho fundamental es lo que está ocurriendo ahora en el mundo: lo importante es el levantamiento masivo y el despertar de millones de árabes musulmanes que quieren echar a sus dictadores.”

Robert Fisk dice que estos levantamientos son “muchísimo más importantes que el hecho de haber matado a un hombre de mediana edad en Pakistán”.


Matar a Bin Laden, resucitar a Al–Qaida

Por Santiago Alba Rico
WebIslam, 03/05/11

Una de las grandes sorpresas que habían deparado los levantamientos populares en el mundo árabe es que habían dejado momentáneamente fuera de juego a todas las fuerzas islamistas y muy especialmente, claro, a la más sospechosa y extremista, Al–Qaida, marca comercial de oscuro contenido largamente instrumentalizada para sostener dictadores, reprimir toda clase de disidencia y desviar la atención lejos de los verdaderos campos de batalla. Con indicaciones de amplio espectro, como la aspirina, Bin Laden reaparecía cada vez que hacía falta atizar la “guerra contra el terrorismo”; se le mantenía con vida para agitar su espantajo en encrucijadas electorales o para justificar leyes de excepción. Esta vez la situación era demasiado grave como para no usarlo por última vez, en una orgía mediática que eclipsa incluso la boda del príncipe Guillermo e introduce efectos muy inquietantes en el mundo.

Cuando parecía relegada al olvido, definitivamente arrinconada por los propios pueblos que debían apoyarla, reaparece Al–Qaida. Un desconocido grupo, en nombre de esa patente, asesina a Arrigoni en Palestina; días después, en plena efervescencia de las protestas antimonárquicas en Marruecos, una bomba estalla en la plaza Yamaa Fna de Marrakech; ahora reaparece Bin Laden, no vivo y amenazador, sino en toda la gloria de un martirio aplazado, estudiado, cuidadosamente escenificado, un poco inverosímil.

“Se ha hecho justicia”, dice Obama, pero la justicia reclama tribunales y jueces, procedimientos sumariales, una sentencia independiente. Más sincero ha sido George Bush: “Es la venganza de los EEUU”, ha dicho. “Es la venganza de la democracia”, ha añadido, y miles de demócratas estadounidenses zapatean de alegría delante de la Casa Blanca, saltando con bárbara euforia sobre tibias y calaveras. Pero democracia y venganza son tan incompatibles como la pedagogía y el infanticidio, como el alfabeto y el solipsismo, como el ajedrez y el juego. A los EEUU les gustan los linchamientos, sobre todo desde el aire, porque sabe que son más poderosos que los principios.

“El mundo siente alivio”, afirma Obama, pero al mismo tiempo alerta de “ataques violentos en todo el mundo tras la muerte de Bin Laden”. ¿Alerta? ¿Avisa? ¿Promete? ¿Qué alivio puede producir un asesinato que –se dice al mismo tiempo– pone en peligro a aquellos a los que presumiblemente se quiere salvar?

Este era el momento. Al–Qaida vuelve a dominar la escena; Al–Qaida vuelve a saturar el imaginario occidental. Mientras el presunto cadáver de Bin Laden se arroja al mar, Bin Laden se apodera fantasmalmente de todas las luchas y todas los deseos de justicia. Se cumplirá el vaticinio de Obama: habrá ataques violentos por todas partes y el mundo árabe–musulmán volverá a ser un bullicio de fanatismos y decapitaciones, quieran o no quieran sus poblaciones. Entre democracia y barbarie, es evidente, EEUU no tiene duda: la barbarie se ajusta mucho más al “sueño americano” (y, por supuesto, al delirio israelí).

No sabemos si realmente han matado a Bin laden; lo que está claro es que el esfuerzo por resucitar a toda costa a Al–Qaida pretende matar los procesos de cambio comenzados hace cuatro meses en el mundo árabe.