Libia

Entrevista con Claudio Katz

Sectores progresistas se han vuelto “otantistas”

La Haine / Sociólogos para qué, 01/05/11 

Se reitera desde la izquierda el libreto occidental, apelando al derecho internacional, como si un
voto de la ONU fuera una justificación. (La Haine)

1– ¿Cuál pensás qué es la razón principal por la cual las fuerzas de la OTAN deciden intervenir militarmente en Libia? ¿Ves un paralelo o continuidad con las motivaciones que condujeron a invadir Irak y Afganistán?

La principal razón de la intervención militar de la OTAN es la existencia de una revuelta democrática generalizada en el mundo árabe. Es un levantamiento que se contagia de país en país, puesto que las condiciones políticas son similares en toda la región. Pero los resultados de la sublevación son por ahora muy diversos. Hubo triunfos populares en Egipto y Túnez, siguen las movilizaciones en Yemen, hay fuerte represión en Barheim, una nueva oleada de luchas en Siria y desenlaces en Libia.

Los bombardeos de la OTAN se han centrado en Libia y forman parte de un contraataque en general del imperialismo. Es una advertencia. Se busca fijar un principio de intervención y dejar establecido un antecedente de acción de las tropas del imperio para el futuro próximo.

Me parece muy importante desenmascarar los argumentos que utilizan las cancillerías occidentales para justificar los bombardeos. Nuevamente hablan de “intervención humanitaria”. Es el mismo pretexto que ya escuchamos muchas veces y que ha quedado refutado por el desastre que se observa en Irak y por el infierno que se vive en Afganistán. Los bombardeos nunca protegen a la población civil y siempre destruyen la infraestructura del país atacado.

También afirman que pretenden evitar un genocidio, pero las violaciones de derechos humanos no se han consumado sólo en el campo de Gadafi. Las mayores agresiones contra la población ni siquiera se producen en Libia, donde ha comenzado un enfrentamiento entre dos bandos armados. Los peores atropellos se registran en los países donde la policía y el ejército disparan en forma impune contra los manifestantes civiles desarmados. Estos ataques ocurrieron en Egipto, Túnez, Bahreim, Argelia y en ninguno de estos casos la OTAN dispuso alguna intervención. Tampoco la ONU adoptó medidas prácticas para proteger a quiénes protestas bajo las balas de los gendarmes.

Nuevamente estamos observando la típica duplicidad del imperio. Contra los enemigos o los adversarios circunstanciales hay ataques virulentos y dónde gobiernan los amigos de Occidente reina el silencio y la complicidad. Basta comparar Barheim con Libia. En el primer país está instalada la V Flota norteamericana y como hay una gran resistencia popular contra la monarquía, Estados Unidos apañó el ingreso de las tropas sauditas y la represión generalizada. Allí se olvidan por completo de los derechos humanos. Los ejemplos de este doble parámetro son incontables y se verifican especialmente en las posturas diferenciadas que adoptan las grandes potencias frente a cada gobierno árabe.

Tampoco tiene sentido acusar a Gadafi de “terrorista”. El coronel abandonó hace mucho tiempo sus coqueteos con los grupos contestatarios y participa activamente en todas las acciones que implementa Occidente contra el fundamentalismo islámico. Hay más socios de Bin Laden en el campo rebelde que en el sector oficialista.

Por otra parte, hay mucho olor a petróleo en la intervención de la OTAN. Libia continúa integrada a la OPEP y las grandes compañías quieren debilitar a ese cartel. Pero no nos olvidemos tampoco que todas las firmas participan en la extracción de crudo en Libia y han establecido estrechas relaciones con Gadafi. Hay disputas por las tajadas, pero estas reyertas no determinan los bombardeos.

Yo creo que el objetivo inmediato de ese ataque es el destruir o debilitar a un régimen, que ya no es confiable para Estados Unidos. Gadafi ha comandado un régimen político muy parecido a Saddam Husseim. Tuvo un origen nacionalista, pero luego abandonó esa pasado y estrechó relaciones con Europa y Estados Unidos. No solo a través concesiones petroleras, sino también bloqueando la salida de inmigrantes africanos hacia Europa. Pero últimamente volvió a distanciarse de Occidente y el imperialismo quiere cercarlo, mientras juega a dos puntas, estableciendo al mismo tiempo fuertes conexiones con los rebeldes. Este tipo de vaivenes ha sido típico de las relaciones entre Estados Unidos y los viejos nacionalistas árabes que se volvieron neoliberales.

Igualmente hay una diferencia muy importante con lo ocurrido en Irak. Ahora existe una sublevación generalizada en el mundo árabe, que no existía en la década pasada. Este levantamiento se desenvuelve en una zona geopolítica vital para los intereses norteamericanos. Muchas comparaciones que se hacen lo ocurrido después de 1989 en Europa del Este olvidan esta localización. El otro dato central es el protagonismo de jóvenes y mujeres, que ponen distancia con el fundamentalismo islámico. Este alejamiento se verifica en las banderas democráticas que encabezan todas las protestas.

2– ¿Existe la posibilidad de que los países agredidos puedan resultar victoriosos en una guerra a largo plazo (expulsando a los invasores y a sus representaciones políticas) o puede decirse que ya están derrotados por la superioridad militar de las fuerzas invasoras?

Hasta ahora se ha confirmado el rol hegemónico de EEUU, que fija los ritmos de los ataques, comanda la OTAN y sumó a Francia a la agresión. Alemania pone distancia, Rusia y China se abstienen, pero todos quieren desactivar la movilización árabe. Obama propicia acciones multilaterales para superar las dificultades afrontadas con el unilateralismo de Bush. Pero sobre todo necesita recomponer aliados entre los gobiernos árabes, que han perdido autoridad y capacidad de intervención.

Estamos presenciando un giro histórico de largo plazo en toda región. Estos acontecimientos no se producen todos los días. Han irrumpido las masas y nos encontramos en un momento de plena ebullición. Por ahora no resulta posible definir como seguirá este proceso.

3– ¿Qué posición política frente a esta guerra pensás que se corresponde con los genuinos intereses de la clase trabajadora?

Yo creo que hay tres posiciones que en juego. Lo más acertado es ubicarse junto a los pueblos sublevados, oponerse a los dictadores y rechazar las intervenciones imperialistas.

Esta postura diverge de las actitudes que avalan los bombardeos, con argumentos de sectores progresistas que se han vuelto “otantistas”. Afirman que para ganarle a Gadafi se deben aceptar los bombardeos. Con este razonamiento repiten los argumentos del imperio, suponiendo que esa intervención es la única forma de evitar una masacre por parte del Gobierno.

Esta posición reitera desde la izquierda el libreto occidental, apelando también al derecho internacional, como si un voto de la ONU constituyera una justificación. Las cinco potencias que deciden el futuro del resto de los países en el Consejo de Seguridad, no tienen ninguna legitimidad para decidir violaciones de la soberanía nacional.

Algunos afirman que la intervención extranjera obedeció a una presión democrática popular. Pero lo cierto es que ocurrió todo lo contrario. Los medios masivos de comunicación instalaron primero el tema y prepararon el clima para la intervención. Hay que tener mucho cuidado en la calificación política de los rebeldes. Es falso presentarlos simplemente como integrantes de un campo progresista, que pide protección y merece la entrega de armas. En realidad constituyen un sector muy heterogéneo, que incluye desde sectores progresistas y populares hasta agentes de la CIA.

Por otra parte, me parece que también es incorrecta la posición inversa de quiénes manifiestan su apoyo a Gadafi. Es cierto que hay una demonización desde los medios, como ya ocurrió con Saddam Husseim, pero el carácter criminal y dictatorial de ambos está muy probado. Es también inadmisible afirmar que Gadafi no abandonó su pasado antiimperialista, sino que tan solo procesó un giro táctico. Comanda un gobierno de clanes mafiosos con políticas neoliberales.

Quiénes dicen que es necesario optar por uno de los dos bandos recurren a un argumento maniqueo. Los talibanes también están enfrentados con Estados Unidos y conforman organizaciones reaccionarias. A la izquierda le hace mucho daño el ultimátum de “estar con uno o con otro”.

4– ¿Qué rol pensas que deberían asumir los llamados “trabajadores intelectuales” frente a esta situación? Desde las llamadas “Ciencias Sociales” ¿puede hacerse algo más que limitarse a la interpretación del fenómeno de la guerra?

En cada caso es distinto. Creo que en Libia lo más importante es discutir una mirada desde América Latina. Hay muchas cosas que se pueden hacer: transmitir solidaridad con los pueblos, realizar jornadas de apoyo. Pero creo que en esta circunstancia lo más interesante es discutir que nos aporta Libia a América Latina y qué podemos aportarle nosotros a ellos.

En nuestra región se ha producido una división en tres posturas. Hay una posición de la derecha (Santos de Colombia, Piñera de Chile) que apoya los bombardeos de la OTAN. Hay otra política neutralista, que trata de no hablar mucho del tema, pero en los hechos le otorga un guiño a Estados Unidos, aunque sin sumarse. Es la posición de Brasil. Por último, hay una tercera posición que plantearon los presidentes del ALBA.

Esta tercera postura contiene elementos conflictivos. Sobre todo en el caso de Ortega, que declaró su amistad con Gadafi y Chávez que con muchos reparos sugirió algo parecido. Aquí se cometieron varios errores. Mientras los que sostuvieron a Gadafi (como Berlusconi o Sarkozy) lo abandonan, los que en su momento estuvieron con al pueblo libanés y palestino, ahora chocan con los sectores populares del mundo árabe. En lugar de afianzar la autoridad que logró entre las masas árabes durante su confrontación con Israel, Chávez adoptó una postura que enturbia esas relaciones. Me parece que es una equivocación, que debe ser discutida.

Pero un conjunto de corrientes de izquierda han polemizado fuertemente con Chávez por esta posición, con críticas que no tienen proporción con lo que se discute. Esa postura me parece que es un despropósito. Chávez no es el enemigo. Hay que confrontar con Obama, Sarkosy, Mubarak o Piñeira. Con quienes cometen un error, dentro de un mismo campo, debemos discutir.

El eje del ALBA tuvo dos planteos importantes. Primero, es el único sector internacional con cierto peso que ha denunciado los bombardeos en Libia. Uno puede decir que los grupos de izquierda también levantaron la voz, pero no tienen la misma envergadura e impacto. El único sector de peso internacional de peso que se alzó para denunciar los bombardeos fue el ALBA y eso es meritorio.

En segundo lugar, me parece muy correcta la propuesta de mediación. Esa la salida más conveniente, puesto que el aplastamiento de los rebeldes por Gadafi o el triunfo de este sector con auxilio norteamericano conduce a situaciones igualmente negativas. Algún tipo de mediación que imponga un cese al fuego y evite los bombardeos es el mejor escenario para el desarrollo de un movimiento popular. En ese sentido, la propuesta del ALBA ha sido una opción interesante, que América Latina debería apuntalar.