Libia

Prólogo sobre los nuevos sucesos de Libia

Por Otto Van der Velde Q.
Enviado por el autor, 26/09/11

Se trata de un prólogo y no del final de los sucesos árabes, porque realmente las luchas del pueblo Libio y en general en el Norte de África, no concluyen, apenas comienzan. La invasión y matanza imperialista perpetrada por la OTAN y los mercenarios del CNT, no sólo componen un nuevo reparto del mercado petrolero en los países del “Medio Oriente”, sino también una nueva fase y agudización de la lucha de clases en toda la zona norafricana, particularmente en los países de mayor desarrollo capitalista del área, por tanto de mayor presencia organizada de la clase obrera como Egipto y Túnez.

La nueva colonización del área por las transnacionales petroleras intensificará la lucha social. Tales revueltas de masas terminarán alcanzando los viejos enclaves petroleros anglo- norteamericanos de Abu Dabi, Qatar etc. debilitando además las huellas feudales del tribalismo libio. La lucha democrática de las masas hará más que evidente el “despotismo asiático” de la familia Saud en Arabia Saudita, de los jeques en los emiratos y de otros gobiernos coloniales del Medio Oriente envilecidos por los petrodólares.

Las nuevas contradicciones políticas incrementaran las presiones hacia la unidad nacional desarrollando una mayor conciencia social antiimperialistas y contra la burguesía local. Para usar un lugar común diremos que a partir de ahora el “Medio Oriente” jamás será igual que antes.

En nuestros análisis anteriores sobre los sucesos del Norte de África, advertíamos de los propósitos petroleros de esta nueva santa alianza europeo-norteamericana, que ahora cuenta con socios de lujos en el Consejo de Seguridad de la ONU como el señor Ban Ki Mon y las disparatadas posiciones oportunistas del reformismo ruso-chino.

Las novedades libias de largo alcance tocaron las consignas “antiestalinistas” de algunos trotskistas, develaron los rodeos desvergonzados de la Liga Árabe y la actitud manumisa de la Unión Africana, que luego de votar “inocentemente” por una “exclusión aérea para salvar civiles del tirano Gadafi” y de dar carta aval a los destrozos imperialistas, se niega a reconocer con falso pudor al comité títere de transición, impuesto por la OTAN.

Inocencia que a la fecha de éste escrito acusa una estadística -declarada con jactancia por los propios mercenarios del Comité Nacional de Transición- de más de 20.000 bombardeos, 50 mil asesinados, demolición de Trípoli y otras ciudades libias, destrucción del novedoso sistema de acueducto nacional, además de la expropiación de las divisas internacionales libias y de las cuantiosas inversiones hechas por Gadafi “para fomentar el desarrollo en más de 25 países de África, la mayoría en África subsahariana…”(*) .

Invocando a Marx y Engels en el Manifiesto Comunista podemos decir que “las fuerzas de la vieja Europa se han unido en santa cruzada”, esta vez no contra el fantasma del comunismo sino para repartirse una vez más los recursos y la fuerza de trabajo africana.

No es la historia del joven capitalismo de 1848 asesinando al movimiento obrero europeo, sino la etapa senil del imperialismo del siglo 21 contra los pueblos oprimidos de África. Agonía del capital que lloran reformistas y colaboradores a lo largo del todo el planeta, incluyendo los santurrones del “subimperialismo” brasileño, que se dan golpes de pecho al mismo tiempo que hacen guiños oficiales al “gobierno de transición. Con el mayor descaro la Procuraduría General de Brasil anuncia además el bloqueo de las divisas libias depositadas en el Banco Central de Brasil (**)

Comedia del capitalismo o “caída de caretas democráticas” en la burguesía franco-italiana, basada en los pucheros “democráticos” del reformismo internacional y en el lagrimeo de una camada de cocodrilos digiriendo a su víctima, atentos para no quedar atrás en el reparto del petróleo y las finanzas libias.

Vale la pena recordar el juramento del lobby republicano-judío en la era de Reagan, para expropiar y desaparecer del mapa a Palestina, anexar territorio árabe y repartirse los recursos de Irak, Afganistán, Libia, Siria e Irán. Plan imperialista en marcha aunque con serios e inesperados tropiezos, según los desenlaces de Irak, Afganistán e incluso libios, que sin terminar felizmente ya apuntan a Siria. ¿Habrán aprendido Estados Unidos y Europa la lección de que anexar territorio y petróleo hoy día no es asunto de coser y cantar?

No pareciera por los alardes de la Clinton y del mequetrefe francés respecto a Irán y Siria. Pero ciertamente no ha resultado fácil para los imperialistas cumplir sus metas políticas y militares en el Medio Oriente. Han sido los árabes un hueso duro de roer.

Claudio Testa analista de la corriente internacional Socialismo o Barbarie (portal del 1.9.2011) además advierte que los sucesos de Libia han creado diferencias en la izquierda internacional. Tiene razón por más que Testa (ni el Comunicado del SOB) llegan al fondo del problema nacional libio, que obviamente no es el apoyo o la crítica a un Gadafi más que domado por el mismo imperialismo que hoy lo agrede, sino el debate sobre el problema nacional y la “situación extremadamente contradictoria” del punto, para decirlo con las mismas palabras del Comunicado Central del SOB.

Testa roza en su estudio casi todos los ángulos del asunto libio, pero cuando llega a la conclusión sobre las consideraciones pragmáticas y ligeras, que el Presidente Chávez hizo sobre Gadafi y la cuestión libia en el 2009, se equivoca, y justamente porque no aprecia la “situación extremadamente contradictoria” del problema nacional en Venezuela, señalando que “Chávez convierte la correcta oposición a la intervención del imperialismo en libia en algo muy distinto…y nefasto: en un apoyo absoluto a Gadafi y su régimen”, lo cual no es cierto.

Basta revisar los múltiples discursos, convocatorias en contra “la invasión imperialista de Libia”, lanzada a la calle por el presidente Chávez y su gobierno antes y después de la toma de Trípoli, incluso la importante declaración común de los países del ALBA contra la intervención imperialista en África; las condenas y las movilizaciones antiimperialistas del movimiento revolucionario, para entender que la condena oficial apunta más contra la acción imperialista y sus aliados del Medio Oriente, que en “apoyo absoluto a Gadafi y su régimen”. Posición bolivariana derivada de una situación nacional “extremadamente contradictoria” e incoherente, justo como aparecen las corrientes del nacionalismo burgués y del nacionalismo popular en los sucesos del siglo 21 que van de Méjico a la Argentina.

El error puntual de Claudio Testa es pues, no tocar fondo en el asunto nacional, obviando situaciones “extremadamente contradictorias” producto del “problema nacional” en Libia y Venezuela, como naciones capitalistas oprimidas y dependientes, al mismo tiempo que oprimidas y explotadas por el gran capital, cooptadas por sectores nacionalistas históricamente bloqueados, distorsionados e impedidos de llegar hasta él final de sus propias reivindicaciones nacionales, gracias a las deformaciones de clase dejadas por el colonialismo del siglo 19 y el imperialismo del siglo 21 en el proceso de formación de las clases nacional burguesas. Cuestión nacional que existiendo con sus propias características, no puede ser dejada de lado por las nuevas generaciones marxistas, sabiendo que el proletariado y los partidos de clase históricamente son determinantes en el desenlace de éste asunto.

Lenin, criticando al comunismo de izquierda advertía en los documentos de la III Internacional que el asunto nacional era una particularidad de la lucha contra el colonialismo, el semi colonialismo y la dependencia, que el proletariado y los comunistas debían considerar. Un tema de la liberación nacional, que según Lenin, atañe al partido. Veamos lo que decía en 1914 al respecto:

“…la política del proletariado en la cuestión nacional (como en las demás cuestiones) sólo apoya a la burguesía en una dirección determinada, pero nunca coincide con su política”, directriz que V. Lenin dirige en interés de la lucha de clase, tomando en consideración la estrategia y la autonomía proletaria dentro del problema nacional. “…si la burguesía de una nación oprimida –continúa Lenin– lucha contra la opresora, nosotros estamos siempre, en todos los casos y con más decisión que nadie, a favor, ya que somos los enemigos más audaces y consecuente de la opresión. Pero –he aquí el “pero” de Lenin– si la burguesía de la nación oprimida esta por su nacionalismo burgués nosotros estamos en contra” (V. Lenin “Sobre el derecho de las naciones a la autodeterminación”, Febrero-Marzo de 1914, s p n).

En el proceso revolucionario venezolano, esa contradicción del nacionalismo a que se refiere Lenin no se ha saldado, por el contrario, los socialistas revolucionarios y las masas avanzadas, sobre todo después de los sucesos del 2002-2003, la tratan de llevar hacia el antiimperialismo proletario y el socialismo, luchando contra la ultraderecha de la MUD y el nacional reformismo incrustado en el propio gobierno bolivariano. “Del mismo modo” a otro plano llevaran las masas libias y norafricanas la invasión colonialista de la OTAN y sus aliados.

Pero no sólo Lenin trata el asunto nacional desde este ángulo, también lo hace Trotsky. En la entrevista concedida al dirigente trotskista Mateo Fossa durante su exilio mejicano del año 38, Trotsky analiza la situación dando una respuesta muy útil para aquellos trotskistas que no leen a Trotsky. Transcribamos un fragmento de ella.

Fossa. ¿Qué puede usted decir sobre la lucha de liberación de los pueblos latinoamericano y los problemas del futuro?

Trotsky “…. Tomaré el ejemplo más simple y demostrativo. En Brasil existe hoy un régimen semi fascista que ningún revolucionario puede ver sino con odio. Supongamos, sin embargo, que mañana Inglaterra entre en un conflicto militar con Brasil. Yo le pregunto ¿de qué lado del conflicto estaría la clase obrera? Le diré que contestaría yo: en éste caso yo estaré de parte de Brasil “fascista” contra la Inglaterra “democrática”.

¿Por qué? Porque el conflicto entre dos países no será una cuestión de democracia o fascismo. Si Inglaterra triunfara pondría otro fascista en Rio de Janeiro y duplicaría las cadenas de Brasil. Si por el contrario triunfara Brasil eso daría un poderoso impulso a la conciencia nacional y democrática del país y llevaría al derrocamiento de la dictadura de Vargas…”

Vemos pues aquí una lectura de Trotsky bastante diferente a la mayoría de las posiciones trotskistas en torno al problema nacional, una lección perfectamente aplicable al caso libio. Se trata de una situación que a causa del fracaso de los neoliberales y los avances sostenidos del proletariado, se potencia generando una cantidad de circunstancias y hechos, que permiten explicar, por un lado la sicología de las figuras nacionalistas del siglo 21 y por el otro, la forma como se interrelaciona el nacionalismo con la lucha de clases en los sectores y clases oprimidas.

Ese problema nacional devela el móvil oportunista de las potencias opresoras y sus aliados. Para el caso, el de la OTAN con las naciones oprimidas del “Medio Oriente”. Al calor de esa contradictoria ideología nacional, conducida en forma chata por el nacionalismo pequeño burgués, podemos entender los giros y las inconsecuencias políticas de sus figuras, caso patético de Gadafi.

La liberación nacional de vuelta en la lucha contra un colonialismo anacrónico, que va por sus fueros y se topa con una intensa lucha de clases, en la que el capital desesperado por la crisis, rompe sus propias normas legales y valores, mientras que el proletariado, débil todavía en cuanto a su organización política, sin un eje de partido clasista y programa, condición para alcanzar su papel histórico- no puede encauzar las masivas protestas de masas.

Estas tienden entonces al anarquismo, a la falta de objetivos concretos; giran tratando de “perfeccionar” los mismos valores de los cuales quieren salir y terminan facilitando la cooptación oportunista, “los salvamentos” del mesianismo reformista, ideologías cuyo medio ambiente es la confusión, el desorden ideológico y finalmente el desgaste de las protestas populares. Podrían tales limitaciones espontáneas estar presentes en muchas movilizaciones del medio oriente, Latinoamérica o Europa.

Problema moderno ciertamente difícil de explicar (y más aun de entender) desde el izquierdismo. Cuanto más complicado se vuelve éste si no se escarban sus causas históricas reales: el proceso de formación de las clases en las regiones, el nivel político alcanzado por la lucha de clase y el proletariado en medio del asunto nacional, su autonomía, programa y partido de clase, nivel de la lucha opresores-oprimidos etc., etc. Tal conjunto hace la infraestructura de la personalidad y el discurso de los líderes. Podría explicar, para el caso que nos atañe, las inconsecuencias o traiciones bastante estúpidas de Muammar Gadafi y la tal “revolución verde” de la burguesía nacional libia, proceso que adquiere sentido visto a la luz de las teorías marxistas sobre la “cuestión nacional”.

Desde ese ángulo no es riguroso anunciar que Gadafi traicionó al débil proletariado libio, puesto que su programa y sus figuras poco o nada tuvieron que ver con los objetivos proletarios. Probablemente habrá traicionado al antiimperialismo burgués de los años sesenta, luego que su nasserismo quemara las fases heroicas del nacionalismo militar árabe, entonces de moda, más no al socialismo científico.

En tal caso sería una traición a las importantes reivindicaciones nacional burguesas libias planteadas para la época, que seguían al curso del nasserismo egipcio, pisando tardíamente las expectativas de los movimientos nacionalistas latinoamericanos, en cuyas filas la contradicción capital-trabajo determina el curso de estos.

El ascenso de las luchas políticas y la toma de posiciones proletarias en el marco del proceso nacionalista venezolano, toma forma: tosca en sus comienzos, haciendo un gran esfuerzo por despegarse del economismo y zafarse de una “aristocracia obrera” que actúa como verdadera mafia sindical, desbloqueando no sin torpeza, los planes de la Mesa de la Unidad (MUD) y del sindicalismo patronal sostenido por Acción Democrática y Causa R., etc. El proletariado hace alguna presencia lo que no deja de preocupar a la derecha y a la burocracia chavista.

El nuevo despertar político del proletariado venezolano comienza a develar ante la “opinión pública” la conducta demagógica de la burocracia dentro del estado bolivariano, que como bien decía Lenin basta rascarle un poco la piel para que aparezca el viejo Estado; pero también las movilizaciones obreras sacan a flote el “nacionalismo reaccionario” camuflado dentro del movimiento obrero bolivariano, obligándolo a fijar posición pública.

Con todo y ello el volumen político del proletariado crece, establece diferencias y atrae a su centro los sectores más combativos del nacionalismo popular así como de otras ideologías no proletarias. Se trata de un escenario confuso y desordenado a primera vista, dada la mezcla de reivindicaciones económicas con consignas nacionalistas, radicales, anarquistas, apolíticas, no partidistas, socialistas etc. que entran en los actuales conflictos de clase.

El escenario podría aparecer aún más extraño al observador extranjero. Pero esta confusión se ordena al estudiar las posiciones políticas principales, los intereses y prejuicios de las clases opresoras-oprimidas de acuerdo a la contradicción burguesía-proletariado; de cómo ellos enmascarados (e incidiendo) en el problema nacional, son sacados por la lucha de clases del curso simplemente nacionalista, patriótico y lanzados al conflicto social y eventualmente a la conciencia de clase.

En torno a esto hay otros pronósticos. En esa dirección, más bien en dirección a los sucesos libios, las previsiones de nuestros trotskistas locales equivocan el análisis sobre los acontecimientos árabes. Sus prejuicios les impiden asimilar los enfoques de Lenin y Trotsky acerca del asunto nacional.

Es evidente, por ejemplo, la sobreestimación que hacen del movimiento de masas árabes, nivel de conciencia alcanzado por las protestas espontáneas de masas. Olvidan la cuestión táctica perdiendo la visión de conjunto en el problema (incluso sus efectos internacionales). Ese localismo reduce al blanco y negro las contradicciones, conformación y desarrollo de las clases y sectores que intervienen en la situación norafricana. Para nada toman en cuenta las formas nacionales que ésta asume.

Para ejecutar ese salto deben necesariamente apelar a la excitación y al romanticismo revolucionario. Recurrir a la fantasía exagerando comités de resistencia a punto de tomar el poder e ignorar la cooptación de las protestas democráticas por la reacción y los grupos colonialistas.

Nuestros trotskistas pretenden que 25 mil incursiones mortíferas de la OTAN, que el armamento sofisticado de los mercenarios y que la política de las mayores potencias imperialistas del mundo agobiadas por la bancarrota, están ahí haciendo una guerra colonial por simple formalidad, impotentes para derrotar a verdaderos ejércitos proletarios secretos, a las organizaciones especializadas de rebeldes y a hasta una versión musulmana de las famosas tesis de abril.

En su afán de lograr un “argumento histórico”, esta gente arrastra por los pelos “las tesis de abril” planteada por V. Lenin y las aplica al caso libio, etiquetando como etapista cualquier evidencia que presente a las “fuerzas rebeldes” del CNT (distintas al movimiento de masas libio), como la infantería de la OTAN. Acusan al frente antiimperialista de impedir “el derrocamiento de Gadafi”; derrocamiento que según estos grupos inevitablemente desencadenaría la insurrección general, permitiendo al proletariado libio “enmascarado” en las filas rebeldes, “asaltar el palacio de invierto y tomar el poder. Según las mismas fuentes, “la revolución” saldaría cuentas simultáneas con la dictadura de Gadafi y la poderosa entente europeo-norteamericana.

En fin, toda una novela de caballería. Pero la realidad es que a más de un mes de la entrada a Trípoli del ultra secreto “ejército bolchevique” de nuestros “obreristas”- con frecuencia sin obreros en sus filas- la guerra de resistencia nacional a la invasión imperialista no cesa, el débil proletariado libio no ha dado muestra de autonomía y quien por ahora tiene la ofensiva no es precisamente la clase, sino las bombas imperialistas de la OTAN sosteniendo el avance de las fuerzas mercenarias de ocupación y a los títeres del Comité Nacional Provisional, comandados por Mustafá Abdul Jalil, Mahmud Jibril y demás socios de la Organización del Atlántico Norte.

El lector habrá apreciado en dichos análisis un tenaz infantilismo de izquierda, que en lugar de corregir sus errores los extiende de una línea política a otra. En algunos de estos grupos los equívocos son llevados a los extremos, caso de la imaginación sesgada del señor Nicolás Solís en Centroamérica, o en otro sentido por los social revolucionarios venezolanos del Topo Obrero, quienes añaden a sus propias “tesis de abril”, la idea de reclutar milicianos para fortalecer la inminente “revolución” Libia, desconociendo el papel de los “comité rebeldes” y su control por el Comité Nacional de Transición.

La resultante de la ecuación es que mientras El Topo no pudo mandar milicianos a Libia, la OTAN reclutó centenas de mercenarios en Jordania, Qatar, de la tribu Bereberes e incluso de la delincuencia común liberando las cárceles y utilizándola como fuerza de choque en Trípoli.

Peor error encontramos en la publicación w.w.w La clase. Info, del partido trotskista venezolano USI y en el Comité Ejecutivo de la UIT-CI (IV Internacional). Sus autores llevaron el asunto hasta el final, lanzando hurras por el “triunfo de las milicias libias”, asegurando que no se trata de una ofensiva imperialista de la OTAN sino de milicias populares, deseo que llegó a lo ridículo presentando por internet, como prueba indestructible del tal ejército miliciano, la foto de un solitario José Manuel Pieggesi alias Al-argentini, reclutado en la provincia de Mendoza y presentado modestamente como “el guerrillero mendocino que derrumbó a Gadafi” (sic)

Aunque a la hora de salir éste escrito la invasión imperialista de la OTAN y sus aliados no puede todavía cantar victoria, lo cierto es que como ya se preveía, el tal Comité Nacional de Transición, igual que su cursi “armada Brancaleoni” como la llama el periodista Walter Martínez, no son más que mamarrachos colonialista de la OTAN, recluta del imperialismo a las órdenes del verdadero estado mayor de la ocupación colonial, la alianza Sarkosy- Berlusconi- Netañaju- Obama. Coalición que financia la guerra y aterroriza a bombazos limpio a 8 millones de libios, que ahora apunta a Siria siguiendo el plan de aislar, amedrentar y desviar la revuelta de masas árabes, en función de sus propios intereses petroleros y del control pleno de la OPEP.

Estamos frente a una gran planeación estratégica de una burguesía mundial, que desesperada por su crisis estructural en Europa, Estados Unidos y Japón, recurre al viejo expediente del armamentismo y el bandidaje sobre los hidrocarburos livianos de Libia, la OPEP y las reservas internacionales del Medio Oriente. Por lo pronto ya están en sus manos $200 mil millones en divisas extranjeras del pueblo libio, entre ellos $77.000 millones de sus fondos (***). Despojo al que se suma desvergonzadamente la Procuraduría General de Brasil anunciando el “congelamiento” de lo que Libia tiene depositados en el BCB. (****).

Definitivamente una operación fríamente calculada por el gran capital, decorada con fastuosos show mediáticos respecto al “terrorismo árabe”, que en nombre de la consabida “democracia” manipula las legítimas protestas populares de la franja árabe. Como señala Claudio Testa, coopta la revuelta democrática de las masas libias, alquilando incluso un cuerpo de infantería para fijar terreno, dado que los acobardados soldados franceses, italianos, norteamericanos e ingleses difícilmente pondrían pie en tierra libia.

El rey Midas ha quedado completamente desnudo ante el mundo, como el artífice de lo que bien podríamos llamar la maniobra colonialista del siglo 21 o el aprovechamiento de las protestas espontáneas de las masas árabes. De poco valen los apurados golpes de pecho frente a la matanza de “más de 50 mil civiles” libios, según cifras de los propios “rebeldes”. Los primeros saldos de “la ola de revoluciones democráticas de los pueblos árabes contra la dictadura” o cooptación de la revuelta popular, por “la intervención política y militar del imperialismo” (art. Claudio Testa, “Un gran debate de la izquierda mundial”, SoB. 31.5.2011)

Estadística sangrienta de una historia que al mismo tiempo es un dedo que acusa la “inocencia” mostrada por la Unidad Africana, que votando a favor de la falsa “exclusión aérea”, titubea en el reconocimiento del Comité Nacional de Transición. Duda que no atormenta a los reformistas chinos, quienes mirando para el techo a la hora del voto colonial en el Consejo de Seguridad, no vacilaron en reconocer al gobierno de facto instalado por la OTAN. Algo parecido a lo que hicieron sus pares rusos y la diplomacia centristas del señor Lavrov; tanto uno como otro incomodado por su papel de tontos útiles, comprometidos con la faena pero excluidos del reparto de la torta libia. Resultado que también acusa la basura colonial de Arabia Saudita y la Liga Árabe, quienes ni siquiera se molestaron en justificar su apoyo incondicional a la OTAN.

En otra dirección, tampoco valen los golpes de pecho de nuestros izquierdistas viendo desvanecer sus revoluciones de octubre. Obviamente la consigna ¡fuera los imperialistas de Libia! que algunos lanzan con vehemencia ahora, es la consigna principal hoy, pero igualmente lo era ayer, cuando los imperialistas armaban el tinglado colonial de su vieja fórmula: guerras coloniales + mercado armamentista = >distracción de masas > tasa de ganancia (GC+ MA=>DM>TG). En fin, como dice el refrán “cuando veas la barba de tu vecino arder pon las tuyas en remojo”.

Caracas 14 septiembre de 2011

Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) - ottovandervelde@yahoo.es


Notas:

(*) V. La rapiña del siglo: el asalto de los voluntarios a los fondos soberanos libios. Manlio Dinucci. Red Voltaire. Roma Italia 22 de abril de 2011 IL Manifiesto. Reproducido por Epa- parroquia. Agosto 2011, año 4 No 31.

(**) Brasilia 7.9.2001 Últimas Noticias, pág. 47.

(***)V. Manlio Dinucci. “La rapiña del siglo: el asalto de los voluntarios a los fondos soberanos libios II Manifiesto Red Voltaire Roma. Reproducción Epa-Parroquia año 4 No31

(****) 7.9.2011. Ultimas Noticias.


Respuesta a Otto Van der Velde

El debate sobre Libia

Por Washington Herrera
Para Socialismo o Barbarie, 30/09/11

Estimado compañero Otto:

Por diversas tareas que le hubieran demorado hacer una respuesta, Claudio Testa me pidió que comentase algunos señalamientos y críticas que usted hizo a uno de sus artículos sobre Libia (“Un gran debate en la izquierda mundial”, www.socialismo-o-barbarie.org, edición del 01/09/11)

Se señala que “Testa roza en su estudio casi todos los ángulos del asunto libio, pero cuando llega a la conclusión sobre las consideraciones pragmáticas y ligeras, que el Presidente Chávez hizo sobre Gadafi y la cuestión libia en el 2009, se equivoca, y justamente porque no aprecia la ‘situación extremadamente contradictoria’ del problema nacional en Venezuela, señalando que ‘Chávez convierte la correcta oposición a la intervención del imperialismo en libia en algo muy distinto…y nefasto: en un apoyo absoluto a Gadafi y su régimen’, lo cual no es cierto.”

Creo que los hechos indican lo contrario. Es más, el apoyo político prácticamente absoluto de Chávez a Gadafi es anterior al estallido de la guerra civil en Libia y de la intervención imperialista. Ha sido un apoyo al compás de las conveniencias de las relaciones entre estados. Así, el 28 de septiembre de 2009, Chávez condecoró a Gadafi con estas palabras, que se oyeron en Venezuela y en todo el mundo por TVSur: “Lo que es Simón Bolívar para nosotros los venezolanos, es Muamar Gadafi para el pueblo libio...” ¿Desde el punto de vista bolivariano, puede haber un apoyo más absoluto, una mayor exaltación política que proclamar la fórmula “Gadafi = Bolívar”?

Y lo que le da aun más significado político, es que Chávez proclamó eso cuando todavía Gadafi estaba en los mejores términos con sus amigos y socios, Sarkozy y Berlusconi, y también con EEUU. Aún no habían estallado las rebeliones en el mundo árabe ni en Libia, que decidieron a esos imperialismos a cambiar de gerentes en ese país. En esos momentos, estaban tan conformes con Gadafi, como con Mubarak.   

En esto Chávez sigue la tradición de Realpolitik, que practicaron tanto los gobiernos stalinistas como nacionalistas burgueses: la política es determinada por las conveniencias circunstanciales de las relaciones entre estados. Así, cuando la URSS tenía una alianza militar con EEUU, las partidos comunistas en América Latina combatían a los movimientos nacionalistas, como el peronismo en Argentina, con el argumento de que eran “nazi-fascistas”. Luego, cuando esa alianza se rompió y advino la “guerra fría”, la Realpolitik fue ir tras los gobiernos y movimientos nacionalistas burgueses del Tercer Mundo, con distintas formas de apoyo político más o menos incondicional, haciendo que los partidos comunistas y los sectores obreros y populares que influían, fueran a la cola de ellos. Nos parece que los resultados finales de todo eso fue desastroso.

Chávez repite vaivenes parecidos, con consecuencias no más felices. Y lo aplica no sólo a Libia. De la misma forma procede en América Latina. Un ejemplo particularmente grave es su actual entente con Santos, el presidente de Colombia.[1]

Pero volvamos a la cuestión de Libia. Para despejar el problema de polemizar alrededor de puntos en que estamos en general de acuerdo, cabe aclarar que no compartimos las posiciones de la UIT (en Venezuela, la USI) en relación a Libia, ni las conclusiones triunfalistas que sacan después de la caída de Trípoli.

Esas posiciones son idénticas a las de la LIT, corriente internacional del PSTU brasileño, a las que Claudio Testa critica precisamente en el artículo al que usted se refiere (Claudio Testa, “Un gran debate de la izquierda mundial”, SoB. 31.5.2011): su balance es “equivocado y unilateral... no ignora allí la intervención imperialista ni tampoco la apoya, pero la subestima total y peligrosamente”.

Por último, para precisar nuestras reales diferencias, no sobre la estimación de las posiciones Chávez sino sobre lo de Libia en sí mismo: no me queda claro si usted hace algo muy distinto a lo de la UIT-USI, pero también unilateral. Concretamente: en sus puntos de vista, este proceso histórico inmenso de las rebeliones árabes –y su expresión en Libia, que fue (creo que indiscutiblemente) las sublevaciones de febrero– se desdibujan en relación a la intervención imperialista.

Usted toma como paradigma una cita hipotética de Trotsky: si hubiese una guerra entre el Brasil “fascista” y la Inglaterra “democrática”, estamos con el primero contra la segunda.

Para dar un ejemplo, esto es exactamente lo que sucedió en la invasión de Bush a Iraq. Pero en Libia las cosas no fueron exactamente así: se iniciaron con una sublevación popular contra un dictador que hasta ese momento era el gran socio de Sarkozy y Berlusconi (y que no andaba tampoco en malos términos con EEUU). O, como usted dice, era “un Gadafi más que domado por el mismo imperialismo que hoy lo agrede".

La intervención imperialista actúa luego sobre ese cuadro, como una hábil respuesta cuyo eje es político (no meramente militar): imponer como “gobierno” a sus títeres del CNT, aprovechando el vacío de dirección en la revuelta y sobre todo el chantaje del terror a las represalias de Gadafi.

A esta maniobra, algunos la han denominado como una “captura” de la rebelión. Nosotros la hemos llamado “cooptación”. Luego vimos que la misma palabra –co-optation– la emplea una publicación importante de la izquierda egipcia,[[2]] señalando el grave peligro que se presenta no sólo en Libia sino también en otros países convulsionados por revueltas, donde el imperialismo trata de presentarse como paladín de la democracia.

Pienso que lo peor que puede hacer la izquierda en estos casos, es contribuir a esta maniobra, alineándose junto a dictaduras sanguinarias cuando reprimen las justificadas sublevaciones y protestas populares. Este es ahora también el caso de Siria. Salir a solidarizarse con la “monarquía” de los Al Assad, como hace ahora Chávez, es inaceptable. ¡No hay mejor manera de desprestigiar a la izquierda frente a la juventud y los trabajadores árabes, que conocen muy bien a esos monstruos!

Lo saluda fraternalmente,

Washington Herrera


[1].- Uno de los “subproductos” de esa “política de estado” ha sido la operación conjunta Chavez-Santos en Honduras, con la doble consecuencia de la legitimación del régimen golpista y la capitulación de los sectores de la Resistencia afines a Zelaya. Y esta grave derrota política está teniendo ya un costo terrible: arrecian los asesinatos de los luchadores sindicales, campesinos y populares.

[2].- Basheer al-Baker, “Co-opting the Revolts: The New Intervention Order”, Al–Akhbar, Cairo, August 24, 2011, en www.socialismo-o-barbarie.org , edición del 25/08/11.