Egipto, elecciones
presidenciales

La plaza vuelve a estar llena de manifestantes

¿Tahrir o el fin de la Revolución?

Por Amira Howeidy (*)
Al–Ahram weekly on line, 07/06/2012

Sin Permiso, 10/06/2012
Traducción de Gustavo Buster

La plaza Tahrir está de nuevo llena de manifestantes, sin que las fuerzas políticas puedan rentabilizar esta vuelta de la política a la calle. ¿Será una tormenta en un vaso de agua?

El pasado sábado 2 de junio, el juez Ahmed Refaat, que ha presidido el largo juicio de diez meses contra Hosni Mubarak, dictó su sentencia, condenando al ex presidente y su ministro de interior, Habib El Adli, a cadena perpetua y absolviendo a sus seis asesores de alto rango y a sus dos hijos. Al atardecer de ese mismo día, miles de personas fueron llenando la plaza Tahrir, emblemático centro de El Cairo. Era imposible no percibir la sensación de frustración de lo que ha sido de la revolución en los 15 meses transcurridos desde el derrocamiento de Mubarak.

En menos de dos semanas, un nuevo presidente será elegido. Después del arco iris de opciones de la primera vuelta, sólo aparecerán dos nombres en las papeletas de la segunda: Mohamed Mursi, de la Hermanos Musulmanes y Ahmed Shafik, el último primer ministro de Mubarak.

Shafik, que cuenta con el apoyo de empresarios, políticos y funcionarios de seguridad que constituyeron el entramado social dominante de la era Mubarak, ha lamentado en público el triunfo de la revolución y la gente considera que su victoria sería un freno a cualquier intento de establecer un nuevo orden en Egipto. El éxito del candidato de la Hermandad, por el contrario, consolidaría su dominación de las cámaras alta y baja del parlamento y reproduciría el monopolio de la vida política que antes ejercía el Partido Nacional Democrático de Mubarak.

Los intentos de obtener garantías de Mursi y los Hermanos de que no manipularán la vida política a cambio del apoyo de otras fuerzas solo ha obtenido vagas promesas verbales del líder de la Hermandad. La exigencia generalizada de que la Hermandad haga públicas las líneas generales que deben “guiar” los trabajos de redacción de la nueva constitución por parte de una asamblea de cien miembros, representativa del

conjunto de la sociedad egipcia, todavía no ha sido satisfecha. Y eso que se trataba de una concesión después de que su Partido Libertad y Justicia renunciase a su primera intención de monopolizar la asamblea constituyente.

Los llamamientos a boicotear la segunda vuelta electoral comienzan a cobrar fuerza, tanto por parte de quienes se niegan a elegir entre Shafik y Mursi, como de aquellos que quieren enviar el mensaje al nuevo presidente y los poderes fácticos que estas elecciones no van a conferir un mandato popular, gane quien gane. En cualquier caso, el sentimiento reinante es que “estamos bloqueados”.

Teniendo en cuenta este telón de fondo, la resolución judicial en el caso Mubarak se convierte inevitablemente en un vehículo para expresar todas las frustraciones: por la forma en que se ha manipulado el período de transición y, ahora, cuando la conclusión salta a la vista, por la manera en que ha terminado. Desde el 2 de junio, las consignas en la plaza Tahrir han oscilado entre "la revolución está todavía en la plaza" y "sin miedo, fuera los militares" hasta la más importante reivindicación de enero del año pasado, "la gente quiere derrocar al régimen".

A medida que el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (SCAF) se prepara para entregar el poder el 30 de junio, los manifestantes, los grupos revolucionarios y las fuerzas políticas están cada vez más convencidos de que entregará las llaves a Shafik. La absolución de los asesores de Habib El–Adli ha servido para poner de manifiesto la capacidad de recuperación del "estado profundo". Mubarak está en la prisión de Tora, pero su régimen está vivito y coleando. Y Tahrir ruge, una vez más.

Los intentos de las fuerzas políticas de rentabilizar a su favor las manifestaciones en Tahrir, reaparecieron en la tarde del 2 de junio, cuando surgió, aparentemente de la nada, la idea de un "consejo presidencial" como solución alternativa y se extendió por todos lados. Un consejo que incluiría a Mursi, el candidato que obtuvo el mayor número de votos en la primera vuelta, a Hamdeen Sabahi y Abdel–Moneim Abul–Fotouh –tercer y cuarto puesto – junto con Mohamed El –Baradei, que se retiró en enero y boicoteó las elecciones. Quienes defienden esta propuesta arguyen que si Mursi, no concurre a la segunda vuelta contra Shafik el 16 de junio y participa en el consejo presidencial, provocaría un cambio de facto. La idea fue ganando terreno el domingo y el lunes, siendo cada vez más comentada en las tertulias de tv y radio.

Como es natural, los manifestantes en Tahrir y en otros lugares estaban cada vez más confusos. La declaración constitucional, que sirve de marco jurídico para el período de transición y de hoja de ruta para la entrega del poder, debe concluir en la elección de un presidente. ¿Cómo encaja este consejo presidencial? ¿Y quién decide sus prerrogativas?

Sin embargo, la "revolucionaria" idea desapareció rápidamente. El lunes, Mursi se reunió con Sabahi y Abul Fotouh y acordaron una declaración de dos puntos, firmada y hecha pública en el acto. Llama a un juicio justo para Mubarak y las personalidades más significativas de su régimen, exige que se aplique la ley de aislamiento político que trata de descalificar a Shafik de la carrera presidencial, y expresa su apoyo a la manifestación del millón del 5 de junio pasado.

Durante la reunión, tanto Abul–Fotouh como Sabahi exigieron a Mursi un documento firmado que recoja en detalle sus promesas. Entre otras cuestiones, la designación de diputados y de un primer ministro que no pertenezcan a los Hermanos Musulmanes. Aunque Mursi aceptó en principio, el documento no ha aparecido todavía.

En respuesta a las manifestaciones que exigían su aislamiento, Shafik lanzó su propio ataque contra la Hermandad, esgrimiendo acusaciones del tipo de haber estado implicada en  la masacre del 2 de febrero de 2011, conocida como la “Batalla del Camello”, la liberación indiscriminada de presos de Hamas y Hezbolá y haber disparado contra los manifestantes desde los tejados de las comisarías de policía. Los Hermanos Musulmanes son para Shafik parte del antiguo régimen y, al mismo tiempo, la encarnación del caos. No está claro si este tipo de discursos de la era Mubarak aumentan o dañan su popularidad, pero en Tahrir, Suez y Alejandría, donde cientos de miles de personas salieron a las calles el martes, el "aislamiento político" de Shafik era una exigencia común.

Mañana esta convocada otra manifestación del millón. Será el sexto día consecutivo de protestas. No está claro si las manifestaciones seguirán a este ritmo y masividad, pero es evidente que a los militares no les gustan. El miércoles, el portavoz del Tribunal Constitucional anunció que el tribunal celebrará una sesión el 14 de junio – dos días antes de la segunda vuelta – para "estudiar" tanto la ley de aislamiento político como una apelación impugnando la constitucionalidad del Parlamento sobre la base de que el sistema de votación mixto de listas y candidaturas individuales infringen el pleno ejercicio de los derechos políticos.

Según el portavoz, los expertos del Tribunal Constitucional han concluido su evaluación de ambos temas, lo que implica que podría emitir su decisión el mismo día 14 de junio. Los expertos legales afirman que la ley de aislamiento político – aprobada por el parlamento en abril – tiene importantes defectos legales y es improbable que sea revalidada por el Tribunal Constitucional, pero nada es seguro. La repentina decisión de tratar ambos casos explosivos en un mismo día, apenas 48 horas antes de la segunda vuelta, ha sido interpretada por todo el mundo como un mensaje a las fuerzas políticas, especialmente a los Hermanos Musulmanes, que cuestionan la imparcialidad del Tribunal Constitucional.

"Los ritmos podrían cambiarlo todo", declaró al semanario Al–Ahram el dirigente del Partido Libertad y Justicia, Mohamed El–Beltagui. "Espero que el fallo del Tribunal Constitucional nos impulsa hacia adelante, no hacia atrás".

Según El–Beltagui, el Tribunal Constitucional recibió el recurso sobre la inconstitucionalidad del parlamento hace meses, así que "¿por qué emitir una resolución ahora?"

Si el tribunal acepta el recurso, el Parlamento tendría que disolverse, llevarse a cabo nuevas elecciones y los militares se mantendrían en el poder. Si avala la ley de aislamiento político, Shafik seria descalificado y tendrían que convocarse nuevas elecciones. Pero como la independencia del Tribunal Constitucional ha sido tan cuestionada, será la dinámica política en la calle en los próximos días la que decidirá el futuro de Egipto.


* Amira Howeidy es una conocida periodista política egipcia que suele publicar sus artículos en Al–Ahram semanal.