Egipto,
elecciones y
golpe militar

Un militar y un islamista se disputan la presidencia

Los electores deben decidir entre el islamista Morsi, de
los Hermanos Musulmanes, y el ex general Shafik

Los militares anuncian, tal y como estaba previsto, el cierre del Parlamento:
los Hermanos Musulmanes responden pidiendo un referéndum

Por Ana Carbajosa
Desde El Cairo
El País, 16/06/2012

Decidir entre apoyar a un militar o a un hombre de profundas convicciones religiosas resulta una tarea complicada para los 50 millones de egipcios, convocados a las urnas desde la mañana del sábado y hasta el domingo por la noche. La cita es de enorme calado. Se trata de elegir al hombre —no ha habido ninguna candidata— que pilotará la transición del país más poblado del mundo árabe. Es además la puesta de largo democrática de un país que elige a su presidente en unas elecciones libres, por primera vez en su historia. Es también el país que hace 16 meses sorprendió al mundo con una revolución que destronó a su eterno dictador y que ahora teme una reinstauración del antiguo régimen.

Prueba de las tensiones que vive el país, los militares han anunciado que, tal y como estaba previsto tras la anulación de un tercio de los escaños, procedían al cierre oficial del Parlamento. Ante esta decisión, los Hermanos Musulmanes han pedido la celebración de un referéndum y han inisistido en su rechazo al cierre de la sede parlamentaria. En un comunicado, la formación islamista asegura que la Junta Militar, que se ha atribuido la capacidad de legislar, no tiene el derecho de "arrebatar el poder legislativo" y califica lo sucedido como "golpe a la marcha de la democracia" en el país.

Desde primera hora de la mañana, los egipcios se han ido dejando caer por los colegios electorales. Las colas son aparentemente menores que las que se formaron en la primera vuelta de los comicios el mes pasado. Hay analistas que hablan de una posible caída de la participación ante el desencanto de buena parte de la población que no se siente representada por ninguno de los dos candidatos. El calor abrasador también podría explicar que muchos votantes decidan esperar a última hora de la tarde para acercarse a votar.

Ahmed Shafiq, antiguo piloto militar y el último primer ministro que tuvo el régimen de Mubarak se enfrenta a Mohamed Morsi, un hombre con poco tirón, que encabeza la lista de los todopoderosos Hermanos Musulmanes. Los dos candidatos son de alguna manera fruto de las estructuras de poder del antiguo régimen. Los revolucionarios de la plaza Tahrir no han sido capaces de sacar adelante un candidato con capacidad de competir.

No hay un claro favorito, ni sondeos que sirvan de orientación, lo que incrementa las toneladas de incertidumbre que están marcando este proceso electoral. Sin Parlamento, con una constitución pendiente de redactar y sobre todo sin que esté nada claro qué papel va a jugar la Junta militar, se celebran los comicios. Con estos mimbres se estrenará además el nuevo presidente. El 1 de julio es la fecha tope fijada para que los militares entreguen el poder.

El pasado jueves, a 48 horas de que abrieran las urnas, el tribunal Constitucional emitió sendas sentencias, una de las cuales impone la disolución del Parlamento que dominan los islamistas. Morsi se ha comprometido a acatar la decisión de la Corte, pero ha advertido también que si pierden y sospechan que ha habido fraude, lanzaran a sus seguidores a la calle para que protagonicen la llamada segunda revolución.

La oposición laica y revolucionaria ha protestado en los dos últimos días ante lo que consideran un golpe de Estado blando con el que el Ejército trata de aferrarse al poder en el último minuto. Numerosos analistas se adhieren a esta interpretación y comparan lo sucedido esta semana en Egipto con el golpe de Estado en Argelia a principios de los 90, cuando los islamistas estaban a punto de hacerse con el poder. y que terminó por llevar al país a una guerra civil.

En la calle, la cosa cambia. Las preocupaciones a menudo son otras. “No sé lo que hacen los militares ni lo quiero saber. Tampoco me importa que el presidente sea más o menos religioso. Yo voy a votar a Shafiq por que lo único que me importa es la seguridad y que vuelvan los turistas”, explica un comerciante que vende lámparas en el centro del Cairo. La seguridad en las calles, la estabilidad política y una mejora económica son las principales bazas de Shafiq, el candidato continuista.

Morsi sin embargo apela al cambio, a la ruptura con la era Mubarak y al renacer de un nuevo Egipto en el que eso sí, la sharia, la ley islámica ejerza de hilo conductor. “Yo no pertenezco a los Hermanos musulmanes, pero voy a votar a Morsi porque no quiero que vuelva el antiguo régimen. El Estado civil se encuentra ahora amenazado”, piensa Hissam Abdul Moenim, empleado de banca cairota. Junto a los convencidos están los votan al que menos les disgusta y también los que simplemente se quedarán en casa porque sienten que su voto poco influirá en el futuro de su país. Mañana domingo, las urnas volverán a abrir temprano y se cerrarán a las ocho de la tarde. Luego vendrán las primeras estimaciones y a principios de la semana que viene se conocerá por fin el nombre del nuevo presidente de Egipto.


Tharir «retomará la antorcha de la revuelta»

Gara, desde El Cairo, 18/06/2012

Las elecciones presidenciales han sido escenario de una lucha a vida o muerte entre los islamistas, a los que el Ejército acaba de hurtar su mayoría aplastante en el Parlamento, y el viejo régimen, que aspira a dar el tiro de gracia a la incipiente revolución egipcia. Los jóvenes que abanderaron las protestas hace año y medio advierten que están dispuestos a retomar la antorcha de la lucha si los militares insisten en mantenerse el control sobre el proceso político.

El Cairo.– Los egipcios votaron ayer en el segundo día de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, un duelo cerrado entre los islamistas y el Ejército.

«Llega el momento de la verdad», titulaba el diario gubernamental «Al.Gomhouria» para resumir la pugna entre el candidato oficial de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Morsi, y el ex primer ministro de Hosni Mubarak y militar Ahmad Shafiq.

«Shafiq es el hombre que conviene en estos momentos al país. Necesitamos tranquilidad y estabilidad», aseguraba Osmane, un funcionario (del antiguo régimen) de 55 años.

«Estamos dispuestos a retomar la antorcha de la revolución», advertía desde la emblemática Plaza Tahrir Marwan Adel, un profesor de 30 años indignado por los últimos movimientos del Ejército para perpetuarse en el poder.

Y es que la disolución oficial del Parlamento, formalizada nada más abrirse las urnas, ha enervado aún más los ya caldeados ánimos. Y no sólo entre sus primeros damnificados, los islamistas, que disponían de mayoría absoluta en la Cámara.

Marwan Adel, concentrado en la Plaza Tharir, confesó que haboicoteado las presidenciales «entre dos candidatos alejados de los ideales revolucionarios» pero tanto él como sus compañeros cargan las tintas sobre el Ejército y Shafiq. «Mi mensaje a (el mariscal Hussein) Tantawi es el siguiente: podrá usted usar todos los subterfugios para mantenerse en el poder, pero ándese con cuidado, los jóvenes revolucionarios siguen ahí y están dispuestos a retomar la bandera de la revuelta».

Por los mártires

Magdy, de 35 años, aspira a mantener vivo el recuerdo de Jaled Said, un joven de Alejandría muerto por la represión policial en junio de 2010 y convertido en icono de la revuelta.

«Mientras la llama de Jaled siga viva, ni el Ejército ni Shafiq podrán enterrar la revolución», promete, para denunciar el intento por parte de los militares de confiscar los aún esperados frutos de aquella revuelta.

El candidato de los Hermanos Musulmanes, un ingeniero de 60 años, ha tratado en las últimas semanas de limar su perfil islamista para presentarse como el último recurso de los partidarios de la revolución contra el retorno, ya descarado, del antiguo régimen.

Shafiq, excomandante en jefe del Ejército del Aire, centró toda su campaña en la estabilidad, ansiada por muchos egipcios tras un año de transición política caótica. Cuenta con el apoyo de buena parte de la minoría cristiana copta (10%), que recela de una islamización de Egipto.

Pero, sobre todo, cuenta con el apoyo del viejo pero aún vigente aparato del poder, en el que se engarzan los militares. De ahí al pucherazo, un paso.

El legislativo y las finanzas seguirán en manos del Ejército

El poder legislativo y las finanzas públicas seguirán en manos de los militares tras las presidenciales, según confirmó ayer el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas –en el poder desde la caída de Hosni Moubarak en febrero de 2011– a través de una declaración constitucional complementaria. Una fuente castrense señaló ayer que los detalles del texto se darán a conocer hoy en una rueda de prensa.

La cúpula castrense retomó el poder legislativo tras la disolución de la Cámara Baja del Parlamento, debido a irregularidades en su composición, de acuerdo al fallo emitido el jueves pasado por el Tribunal Constitucional.

Según han filtrado los medios egipcios, el anexo constitucional dará al presidente el poder de designar al jefe de Gobierno, a los ministros y a los altos funcionarios y diplomáticos, entre otros.

El nuevo mandatario también podrá convocar elecciones legislativas y promulgar leyes o rechazarlas, como ya estipulaba la Constitución de 1971, suspendida tras la revolución del 2011.

También está previsto, de acuerdo a una fuente militar citada por el diario «Al Ahram», que en esta declaración la Junta Militar se reserve el derecho a controlar su presupuesto, uno de los temas que ha levantado más polémica en los últimos meses.


Primeros resultados dan ventaja al candidato islamista

Mohamed Morsi, de los Hermanos Musulmanes,adelantaría
al ex primer ministro de Mubarak, Ahmed Shafiq

Agencia EFE, 18/06/2012

El Cairo.– Los primeros resultados de las elecciones presidenciales difundidos por medios egipcios y árabes muestran una ventaja del candidato islamista de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Morsi, sobre el último primer ministro de Hosni Mubarak, Ahmed Shafiq.

El recuento comenzó nada más cerrarse los colegios electorales en todo Egipto a las 22.00 hora local (20.00 GMT), e inmediatamente medios como el diario oficialista "Al Ahram" o el canal de televisión "Al Yazira" difundieron los primeros datos.

Según "Al Ahram", Morsi había obtenido el 56,57% de los apoyos, por el 43,42% de su rival, con más de medio millón de votos escrutados.Aunque todavía se desconocen las cifras de la capital, la mayoría de colegios que han comenzado a difundir información muestran el avance del islamista, sobre todo en provincias del Alto Egipto (sur) como Minia o Sohag.

En una rueda de prensa en su sede en El Cairo, la propia campaña de Morsi informó de que, con los votos de casi un 10% de los colegios electorales ya escrutados, su candidato obtenía el 61% (842.577 papeletas), frente al 39% (541.782) de Shafiq.

Sin embargo, la declaración constitucional complementaria emitida esta misma noche por la Junta Militar ha opacado el recuento, ya que, según las primeras filtraciones, limitará en gran medida los poderes del nuevo presidente y reservará al Ejército la potestad legislativa en el país en ausencia de un Parlamento.

La televisión estatal señaló que mañana la cúpula castrense ofrecerá nuevos detalles en una rueda de prensa, pero ya adelantó que no se celebrarán nuevas elecciones legislativas hasta que el país no tenga una nueva Constitución.

Las elecciones presidenciales se han celebrado sin la existencia de una Constitución que estipule los poderes del futuro mandatario, debido a las diferencias surgidas en el seno de la Asamblea Constituyente.

El pasado 12 de junio se formó una segunda asamblea, después de que la primera fuera invalidada por un tribunal al ser boicoteada por una cuarta parte de sus miembros, en su mayoría liberales, al considerar que no representaba a todos los sectores de la sociedad.

De esta forma, la Junta Militar formalizó hoy en su declaración constitucional transitoria su recuperación del poder legislativo, tras la disolución esta semana por el Tribunal Constitucional de la Cámara Baja del Parlamento debido a irregularidades en su composición.

Según han filtrado medios egipcios, el anexo constitucional dará al presidente el poder de designar al jefe de Gobierno, a los ministros y a los altos funcionarios y diplomáticos, entre otros.

El nuevo mandatario también podrá convocar elecciones legislativas y promulgar leyes o rechazarlas, como ya estipulaba la Constitución de 1971, suspendida tras la revolución del 2011.

También está previsto, de acuerdo a una fuente militar citada por el diario "Al Ahram", que en esta declaración la Junta Militar se reserve el derecho a controlar su presupuesto, uno de los temas que ha levantado más polémica en los últimos meses.