Palestina

¡Por el amor de Dios, disuelvan ya
la Autoridad Palestina!

Por Jalid Amayreh
Peace Palestine, 03/03/08
Tlaxcala, 08/03/08
Traducido por Manuel Talens (*)

Mientras que el sionismo supremacista sigue emulando a sus mentores nazis con obscenos asesinatos en masa de palestinos apátridas e indefensos, la denominada Autoridad “Nacional” Palestina se regodea en su impotencia y sigue haciéndose morbosas ilusiones sobre “conversaciones de paz” con Israel.

Y ello a pesar de la intensa campaña militar que el Estado judío está llevando a cabo en la Franja de Gaza y de la igualmente criminal política de reducción de los horizontes palestinos en Cisjordania, donde unos medios de comunicación occidentales escandalosamente falsos repiten hasta la náusea que “Abbas controla la situación”.

El pasado sábado, 1 de marzo, el propio líder de la Autoridad Palestina calificó con razón los horrendos crímenes de Israel en Gaza de “implícito holocausto” y de “atrocidades similares a las de los nazis”. También ha ordenado la suspensión de las “conversaciones de paz” con Israel hasta que se acabe la “agresión”.

Pero, ¿realmente cree Abbas que una vez terminada la agresión Ehud Olmert, Ehud Barak y el resto de la elite judeonazi se transformarán de improviso y milagrosamente en palomas de la paz?

Si lo cree es más que ingenuo y, si no, ¿por qué atormenta a su pueblo con esta peligrosa ilusión?

El asunto está más claro que el agua y no hace falta ser un gran experto en política para saber que Israel está más interesado en despedazar a los palestinos que en alcanzar una paz digna y genuina con ellos.

Juzguemos a Israel por su comportamiento, no por sus hipócritas alegaciones sobre la búsqueda de la paz con los palestinos. Al fin y al cabo, incluso Adolf Hitler y sus colegas afirmaban buscar una paz genuina en Europa y el mundo. Todos sabemos cómo terminó aquella historia.

Por eso, a fin de cuentas lo importante no es lo que dice Israel, sino lo que hace. Y lo que hace demuestra sin la menor duda que la paz ocupa el último lugar en su lista de preocupaciones. Veamos algunas de las conductas de Israel en los últimos meses, sobre todo desde la desventurada conferencia de Annapolis en diciembre.

En Cisjordania, y a pesar de la casi absoluta sumisión de la Autoridad Palestina ante Israel, el gobierno israelí ha insistido en tratar a la Autoridad Palestina y a sus llamadas “fuerzas de seguridad” como un ente colaboracionista, como indignos rehabilitados que no sólo informan sobre su pueblo, sino que también lo reprimen, lo torturan e incluso lo asesinan, y todo ello con el fin de demostrar su compromiso con la paz y de recibir un certificado de buena conducta de los amos imperiales.

Hace unos días, un joven y frustrado policía palestino se me quejó de que Israel “Nos trata mucho peor que los alemanes trataron a los Judenrat –dijo esto en referencia a los consejos judíos nombrados por los nazis para vigilar los asuntos internos de las comunidades judías en Europa durante la Segunda Guerra Mundial–. Cada vez que vienen los israelíes, y lo hacen casi todas las noches, tenemos que regresar de inmediato a nuestro gallinero, como hacen las gallinas al final del día. Es como si dijeran beiti beiti beiti” –concluyó. Para quienes no lo sepan, beiti es la palabra que utilizan las palestinas en el campo para que las gallinas se metan en el gallinero a la puesta del sol.

Pregúntenle a cualquier taxista o estudiante o trabajador palestino que transite estos días por Cisjordania si él o ella piensan que el tratamiento general que los palestinos reciben de los israelíes en las carreteras es mejor o peor desde la conferencia de Annapolis: no dudarán en decirles que es mucho peor que antes. Lo repito, esto sucede a pesar de la abyecta docilidad de la Autoridad Palestina y de sus “fuerzas armadas” ante cada capricho y exigencia de Israel.

Esta relación amo–esclavo entre Israel y la Autoridad Palestina obligó recientemente a Ibrahim al–Abrashi, el ministro palestino de Cultura, a presentar su dimisión al presidente Abbas. El ahora ex ministro se quejó de “Una crisis nacional absoluta que abarca todos los aspectos de nuestra vida como pueblo. El país se está desmoronando, la causa nacional se está desmoronando, la brecha nacional está destruyendo la unidad y el futuro de nuestro pueblo. En pocas palabras, lo que hemos venido construyendo desde hace cincuenta años está siendo destruido ante nuestros propios ojos.”

Al–Abrahsi podría haber dicho mucho más en su carta de dimisión. Podría haber añadido que Israel ha incrementado su bloqueo gestapoide en las carreteras de Cisjordania, que ha duplicado o incluso triplicado sus robos de tierra palestina, que está expandiendo sin cesar las colonias judías en Cisjordania, mientras que todos, incluida Condoleezza Rice y su jefe, miran para otro lado y repiten las mismas aburridas trivialidades sobre “la necesidad de no hacer nada que socave el proceso de paz”. Por desgracia, en vez de mostrar su responsabilidad nacional retirándose de este vergonzoso “proceso de paz”, que tiene forma pero no sustancia, Abbas ha elegido vivir en su propio mundo, un mundo artificial donde el ininteligible disco rayado y las falsas promesas de Rice, junto con las engañosas tácticas de Olmert, son más importantes que la horrible realidad en las calles y callejuelas de Palestina.

De hecho, cuando uno escucha las declaraciones de Abbas tiene la impresión de que el contragolpe de Estado de Hamas en Gaza hace veinte meses ha sido el responsable de todos los problemas palestinos por su traicionera “coordinación de la seguridad” con Israel para continuar la expansión de los asentamientos judíos en Jerusalén.

Abbas es el líder perfecto según el modelo yanqui. Los dos Ehud esperan que sea él quien imponga a su pueblo unos acuerdos de paz “realistas”. Y, por supuesto, todos sabemos lo que significa la palabra “realista” en el léxico israelí.

¿Acaso no es esa la razón por la que las fuerzas de Abbas han sido reforzadas? ¿No es esa la razón por la que Keith Dayton y Elliot Abrams y Rice están continuamente pidiéndole al Congreso que asigne más fondos para fortalecer a Abbas?

Como muchos palestinos, yo espero que el movimiento nacional palestino tome por fin la tan esperada decisión de desmantelar y disolver esta impotente Autoridad que carece prácticamente de autoridad, una Autoridad que hace ya mucho tiempo se convirtió en un grave obstáculo para la verdaderamente heroica lucha palestina en pos de la libertad y la liberación de la ocupación nazi–israelí.

Esta Autoridad tolera que líderes judeonazis como Olmert y Barak puedan afirmar que están asesinando niños palestinos en aras de la paz, que nos están matando por nuestros propios intereses... que sólo tendremos nuestro Estado una vez que la mitad de nuestra población haya sido incinerada en un “holocausto mucho mayor”, mientras que la otra mitad serán esclavos o acarreadores de agua o leña.

Así que, ¡por el amor de Dios, disuelvan esta criatura deforme, esta entidad mal parida, pero ahora mismo, ya! ¡Y no permitan que Israel la utilice como brazo ejecutor para aniquilar a nuestro pueblo y liquidar nuestra justa causa!


(*) Manuel Talens es miembro de Cubadebate, Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor, al revisor y la fuente.


Revelaciones de la revista yanqui “Vanity Fair”

Abbas y Dahlan conspiraron junto a Israel y EE.UU. para derrocar a Hamas

Por Jalid Amayreh
The Palestinian Information Center / La Haine, 06/03/08
Traducido del inglés por Sinfo Fernández

Se demuestra que el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, y su ayudante, Muhammad Dahlan, conspiraron con el régimen de Bush para derrocar al Gobierno democráticamente elegido de Hamas y maquinaron una guerra civil en los territorios palestinos ocupados. 

La famosa revista estadounidense Vanity Fair [moda y cultura] ha destapado un asunto meticulosamente investigado que demuestra que el Presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, y su ayudante, Muhammad Dahlan, conspiraron activamente con la administración Bush para derrocar al gobierno democráticamente elegido de Hamas y maquinaron una guerra civil en los territorios palestinos ocupados.

En un amplio artículo del último número de la revista, Vanity Fair informaba que había obtenido diversos “documentos confidenciales”, corroborados por fuentes de EEUU y de Palestina, que descubrían una operación secreta estadounidense aprobada por el Presidente Bush y puesta en marcha por la Secretaria de Estado Condoleeza Rice y el Asesor Adjunto para la Seguridad Nacional Elliott Abrams, que tenía como objetivo provocar una guerra civil palestina.

Según la revista, el plan se refería a las fuerzas dirigidas por Dahlan, a las que se dotaría, a instancias de EEUU, de nuevo armamento que diera a Fatah la fuerza necesaria para derrocar al democráticamente elegido gobierno de Hamas.

Los siguientes párrafos son extractos del artículo:

“Estábamos en las oficinas de Abbas en Ramala y le expliqué todo a Condi. Y ella dijo: ‘Sí, tenemos que hacer un esfuerzo para llevar esto a cabo. No hay otro camino’”.

“Tanto Walles como Abbas sabían bien lo que cabía esperar de Hamas si se seguían esas instrucciones: rebelión y baño de sangre. Por esa razón, según afirma el memorándum, EEUU trabajaba ya para reforzar las fuerzas de seguridad de Fatah. ‘Si actúas de acuerdo con estas instrucciones, te apoyaremos tanto material como políticamente’, decía el escrito. ‘Estaremos allí para apoyarte’. También se animaba a Abbas a ‘fortalecer su equipo’ incluyendo a “personalidades que tuvieran credibilidad y un peso fuerte en la comunidad internacional”. Entre los personajes que EEUU quería incluir, dice un funcionario conocedor de los hechos, estaba Muhammad Dahlan”.

“Abbas, dice un funcionario, estaba conforme en empezar a actuar dos semanas después. Pero ocurría que era Ramadán, el mes en que los musulmanes ayunan durante las horas de luz del día. Cuando se iba acercando el crepúsculo, Abbas le pidió a Rice que se le uniera para el iftar –un tentempié que rompe el ayuno–. Después, siempre según el funcionario, Rice subrayó su posición: ‘Entonces, ¿estamos de acuerdo? ¿Disolverás en gobierno en dos semanas?’ ‘Quizá no pueda en dos semanas. Dadme un mes. Esperemos hasta después del Eid’, dijo, refiriéndose a los tres días de celebraciones que marcan el fin del Ramadán. (El portavoz de Abbas dijo vía e–mail: ‘Según nuestros archivos, esto es incorrecto’.) Rice entró en su SUV [4x4] blindado, donde, afirma el funcionario, dijo a un colega estadounidense: ‘Ese maldito iftar nos ha costado otras dos semanas de gobierno de Hamas’”.

“Bush se encontró con Dahlan al menos en tres ocasiones. Tras las conversaciones de la Casa Blanca en julio de 2003, Bush alabó públicamente a Dahlan como “líder bueno y sólido”. En privado, según afirman multitud de funcionarios estadounidenses e israelíes, el presidente estadounidense se refería a él como “nuestro hombre”.

“Con documentos confidenciales, corroborados por anteriores y actuales funcionarios estadounidenses indignados, David Rose revela cómo el Presidente Bush, Condoleeza Rice y el Consejero Adjunto para la Seguridad Nacional Elliott Abrams apoyaron una fuerza armada dirigida por el hombre fuerte de Fatah, Muhammad Dahlan, que acabó desencadenando una sangrienta guerra civil en Gaza de la que Hamas salió más fuerte que nunca”.

“Dentro de la administración Bush, la política hacia Palestina provocó un debate furioso. Uno de sus críticos es David Wurmser, neocon confeso, que dimitió como consejero jefe para Oriente Medio del Vicepresidente Cheney en julio de 2007, un mes después del golpe en Gaza. Wurmser acusa a la administración Bush de ‘implicarse en una guerra sucia en un esfuerzo por llevar a la victoria a una dictadura corrupta’ [dirigida por Abbas]. Cree que Hamas no tenía intención de tomar Gaza hasta que Fatah forzó las cosas”

“Me parece a mí que lo que ocurrió no fue tanto un golpe de Hamas sino un intento de golpe de Fatah que se previno antes de que ocurriera”, dice Wurmser. “La chapuza ha hecho que el sueño de la paz en Oriente Medio sea más remoto que nunca. Hay una asombrosa desconexión entre el llamamiento del Presidente a una democracia en Oriente Medio y esta política”, dice. “La contradice directamente”.

“Dahlan trabajó estrechamente con el FBI y la CIA y desarrolló una cálida relación con el Director de la Central de Inteligencia, George Tenet, nombrado por Clinton y que permaneció en su puesto con Bush hasta julio de 2004”.

“Dahlan dice que advirtió a sus amigos de la administración Bush de que Fatah no estaba preparado aún para las elecciones en enero. Décadas de gobierno de supervivencia de Arafat habían convertido al partido en un símbolo de corrupción e ineficacia, una percepción que a Hamas le resultó fácil explotar. Las divisiones en el interior de Fatah debilitaron aún más su posición: en muchos lugares, un único candidato de Hamas se presentaba contra varios de Fatah”.

“Todo el mundo estaba en contra de las elecciones”, dice Dahlan. Todo el mundo excepto Bush. Bush decidió: ‘Necesito unas elecciones. Quiero elecciones para la Autoridad Palestina’. Todo el mundo le siguió en la administración de EEUU, y todo el mundo le daba la lata a Abbas diciéndole: ‘El presidente quiere elecciones’. Muy bien, ¿con qué propósito?”

Las elecciones siguieron adelante según el calendario previsto. El 25 de enero, Hamas consiguió el 56% de los escaños en el Consejo Legislativo.

Dentro de la administración Bush, muy pocas personas fueron capaces de prever los resultados, por tanto, no se preparó plan de contingencia alguno frente a esa posibilidad. “He preguntado por qué nadie vio lo que se aproximaba”, dijo Condoleeza Rice a los informadores. “No sé de nadie que hubiera bajado la guardia si se hubiera sabido la fuerza que Hamas mostró”.

“Todos culpan a todos”, dijo un funcionario del Departamento de Defensa. “Nos sentamos allí en el Pentágono y dijimos: “¿Quién demonios recomendó hacer eso?”

“En público, Rice intenta mirar el lado positivo de la victoria de Hamas. ‘Imprevisiblemente’, dice, ‘es la naturaleza de un gran cambio histórico’. Sin embargo, incluso mientras hablaba, la administración Bush estaba ya revisando su actitud hacia la democracia palestina.

“Washington reaccionó con consternación cuando Abbas empezó a mantener conversaciones con Hamas con la esperanza de establecer un ‘gobierno de unidad’. El 4 de octubre de 2006, Rice viajó a Ramala para encontrarse con Abbas. Se reunieron en la Muqata, la nueva sede presidencial surgida de las ruinas del recinto de Arafat, que Israel había destruido en 2002”.

“El nivel de penetración estadounidense en los asuntos palestinos era mucho más fuerte que lo había sido en tiempos de Arafat. Abbas nunca había contado con una base independiente y fuerte y necesitaba desesperadamente restaurar el flujo de ayuda exterior y, con él, su capacidad de patrocinio. También sabía que no podía hacer frente a Hamas sin la ayuda de Washington”.

“En la conferencia de prensa conjunta, Rice sonreía cuando expresaba la ‘gran admiración’ de su nación hacia el liderazgo de Abbas. Sin embargo, a puerta cerrada, el tono de Rice era mucho más mordaz, según comentan los funcionarios presentes en aquella reunión. Aislar a Hamas no había funcionado, le dijo al parecer a Abbas, y EEUU esperaba que disolviera el gobierno de Haniyeh cuanto antes y celebrara nuevas elecciones”.

“Las semanas pasaban sin que hubiera señales de que Abbas estuviera preparado para cumplir la oferta de EEUU. Al final, se envió a otro funcionario a Ramala. Jake Walles, el cónsul general en Jerusalén, era un funcionario de carrera del servicio exterior con muchos años de experiencia en Oriente Medio. Su objetivo era entregar un ultimátum, apenas disimulado, al presidente palestino”.

“Conocemos lo que dijo Walles porque quedó una copia olvidada, al parecer accidentalmente, del memorándum con los ‘puntos de conversación’ que el Departamento de Estado le había preparado. El documento ha sido autentificado por funcionarios estadounidenses y palestinos”.

“Necesitamos entender tus planes sobre un nuevo gobierno [de la Autoridad Palestina]”, decía el guión de Walles. “Le dijiste a la Secretaria Rice que estarías preparado para seguir adelante en un plazo de entre dos a cuatro semanas después del encuentro que mantuviste con ella. Creemos que ya es hora de que te muevas con rapidez y decisión”.

El memorándum no dejaba lugar a duda sobre qué clase de acción estaba buscando EEUU: “Hay que plantearle a Hamas una opción clara, con un plazo concreto: … O aceptan un nuevo gobierno que cumpla los principios del Cuarteto o, si lo rechazan o no cumplen el plazo, informarles abiertamente de las consecuencias de esa decisión: Declarar un estado de emergencia y formar un gobierno de emergencia explícitamente comprometido con ese programa”.

Walles y Abbas sabían ambos muy bien lo que podía esperarse de Hamas si se seguían esas instrucciones: rebelión y baño de sangre. Por esa razón, el memorándum afirma que EEUU estaba ya trabajando para reforzar las fuerzas de seguridad de Fatah. “Si actúas siguiendo estas directrices, te apoyaremos tanto material como políticamente”, decía el guión. “Estaremos allí para apoyarte”.

Se animaba también a Abbas a “fortalecer su equipo” incluyendo “personalidades con credibilidad, que tuvieran una presencia fuerte en la comunidad internacional”. Entre las que EEUU quería que se incorporaran, dice un funcionario conocedor de toda esa política, estaba Muhammad Dahlan.

“No había señal alguna de que Abbas estuviera dispuesto a llevar las cosas a un punto crítico disolviendo el gobierno de Hamas. Contra estos antecedentes, EEUU empezó a mantener conversaciones directas sobre seguridad con Dahlan”.

“Él es nuestro hombre”

“En el 2001, el Presidente Bush pronunció la archiconocida frase de que había mirado a los ojos al presidente ruso Vladimir Putin para captar lo que había en su alma y que encontró que era “digno de confianza”. Según los tres funcionarios estadounidenses, Bush hizo un juicio similar sobre Dahlan cuando se encontraron por vez primera en 2003. Los tres funcionarios recuerdan haber oído a Bush decir: “Es nuestro hombre”.

Dicen que esa valoración fue repetida por otras figuras claves en la administración, incluyendo a Rice y al Secretario Adjunto David Welch, el hombre encargado de la política de Oriente Medio en el Departamento de Estado. “A David Welch no le preocupaba mucho Fatah”, dice uno de sus colegas. “Se preocupaba por los resultados y apoyaba a cualquier hijo de puta que hubiera que apoyar. Dahlan era el hijo de puta que mejor conocíamos. Era una clase de persona que podía funcionar. Dahlan era nuestro hombre”.

El Teniente General Keith Dayton, nombrado en noviembre de 2005 coordinador de seguridad de EEUU para los palestinos, no estaba en situación de cuestionar el juicio del presidente sobre Dahlan. Su única experiencia anterior con Oriente Medio fue como director del Iraq Survey Group, la instancia que se dedicó a buscar las escurridizas armas de destrucción masiva de Sadam Husein.

En noviembre de 2006, Dayton se reunió con Dahlan en la primera de una larga serie de conversaciones celebradas en Jerusalén y Ramallah. Ambos hombres estuvieron acompañados por sus ayudantes. Desde el principio, dice un funcionario que tomó notas de la reunión, Dayton estuvo promoviendo dos agendas superpuestas.

“Necesitamos reformar el aparato de seguridad palestino”, dijo Dayton, según las notas. “Pero también necesitamos aumentar tus fuerzas para que se enfrenten a Hamas”.

Dahlan contestó que, a largo plazo, Hamas podría salir derrotado utilizando tan sólo medios políticos. “Pero si voy a enfrentarme con ellos”, añadió, “necesito recursos sustanciales. Según están las cosas, no tenemos capacidad suficiente”.

Los dos hombres acordaron que trabajarían en un nuevo plan de seguridad palestino. La idea era simplificar la confusa red de las fuerzas de seguridad palestinas y hacer que Dahlan asumiera la responsabilidad de todas ellas con un puesto recién creado de consejero para la seguridad nacional palestina. Los estadounidenses ayudarían con suministros de armas y entrenamiento.

Como parte del programa de reformas, según el funcionario que estuvo presente en las reuniones, Dayton dijo que quería disolver el Servicio de Seguridad Preventiva, ampliamente conocido por estar implicado en acciones de secuestros y torturas. En una reunión en la oficina de Dayton en Jerusalén a principios de diciembre, Dahlan ridiculizó la idea. “La única institución que protege ahora a Fatah y a la Autoridad Palestina en Gaza es la que quieres eliminar”, dijo.

Dayton se suavizó un poco: “Queremos ayudarte”, dijo. “¿Qué necesitas?”

Dahlan no dudó en manifestar su exasperación. “Hablé con Condoleeza Rice en varias ocasiones”, dice. “Hablé con Dayton, con el cónsul general, con todos los que conocía en la administración. Me dijeron: ‘Tienes un argumento convincente’. Estábamos sentados en la oficina de Abbas en Ramala y le expliqué todo a Condi. Y ella dijo: ‘Sí, tenemos que hacer un esfuerzo para hacer eso. No hay otra vía’. ‘En algunas de esas reuniones’, dice Dahlan, ‘estaban también presentes el Ayudante del Secretario de Estado Welch y el Consejero Adjunto para la Seguridad Nacional Abrams’”.

La administración Bush volvió al Congreso, que aprobó, en abril de 2007, un reducido paquete por valor de 59 millones de dólares para ayuda no letal. Pero como Dahlan sabía, el equipo de Bush había pasado ya los últimos meses explorando medios alternativos clandestinos para conseguirle los fondos y las armas que quería. La desgana del Congreso significaba que: “Tenían que buscar en diferentes ollas, en diferentes fuentes para conseguir para el dinero”, dijo un funcionario del Pentágono.

Un funcionario del Departamento de Estado añade: “Todos los que estaban encargados de poner en marcha esa política estaban diciendo: ‘Haz lo que sea necesario. Tenemos que conseguir que Fatah derrote militarmente a Hamas y sólo Muhammad Dahlan tiene la astucia y la fuerza para hacerlo. Las expectativas existentes se movían alrededor de si todo esto podría acabar en un enfrentamiento militar’. Había, dice este funcionario, dos ‘programas paralelos’, el manifiesto, que la administración llevó al Congreso, ‘y uno secreto no sólo para comprar armas, sino también para pagar los salarios del personal de seguridad’".

Pero había también importantes diferencias, empezando por el hecho de que el Congreso nunca aprobó una medida que expresamente prohibiera prestar ayuda a Fatah y Dahlan. “Estaba muy cerca de los límites”, dice un antiguo oficial de inteligencia con experiencia en programas secretos. “Pero, posiblemente, no era ilegal”.

Legal o no, los envíos de armas se iniciaron pronto. A finales de diciembre de 2006, cuatro camiones egipcios entraron en Gaza por un cruce controlado por Israel, donde su carga fue entregada a Fatah. Esa carga incluía 2.000 rifles automáticos fabricados en Egipto, 20.000 dispositivos para munición y dos millones de balas. Se filtró la noticia del envío y Benjamín Ben–Eliezer, miembro del gabinete israelí, dijo en la radio israelí que los rifles y la munición darían a Abbas “la capacidad para hacer frente a esas organizaciones que están intentando arruinarlo todo”, es decir, Hamas.

Avi Dichter señala que todos los envíos de armamento tenían que ser aprobados por Israel, que vacilaba, comprensiblemente, a la hora de permitir que entraran armas modernas en Gaza. “Hay algo seguro, no estábamos hablando de armamento pesado”, dice un funcionario del Departamento de Estado. “Eran armas pequeñas, ametralladoras ligeras, munición”.

Plan B

El Departamento de Estado preparó una alternativa al nuevo gobierno de unidad. Conocida como “Plan B”, su objetivo, según un memorándum del Departamento de Estado, que ha sido confirmado por un funcionario que lo conoció en aquel momento, era “capacitar [a Abbas] y a sus partidarios para llegar a un final definido a finales de 2007. Ese final pondría democráticamente en escena un gobierno [de la Autoridad Palestina] que aceptara los principios del Cuarteto”.

Al igual que el ultimátum de Walles de finales de 2006, el Plan B pedía a Abbas que “hundiera el gobierno” si Hamas se negaba a cambiar su actitud hacia Israel. A partir de ahí, Abbas podría convocar unas prontas elecciones o imponer un gobierno de emergencia. No está claro si, como presidente, Abbas tenía autoridad constitucional para disolver un gobierno elegido dirigido por un partido rival, pero a los estadounidenses les tenía sin cuidado esa cuestión.

Las consideraciones sobre la seguridad eran fundamentales, y el Plan B daba prescripciones explícitas sobre cómo abordarlas. Mientras el gobierno de unidad nacional permaneciera en el poder, era esencial que Abbas mantuviera “un control independiente de las fuerzas clave de seguridad”. Debe “evitar que Hamas se integre en esos servicios, mientras se elimina la Fuerza Ejecutiva o se atenúan los desafíos planeados por su continuada existencia”.

En una clara referencia a la ayuda secreta que se esperaba de los árabes, el memorándum hacía esta recomendación para los seis a nueve meses siguientes: “Dahlan supervisará ese esfuerzo en coordinación con el General Dayton y las naciones árabes, con objeto de entrenar y equipar una fuerza de 15.000 hombres bajo el control del Presidente Abbas para establecer la ley y orden internos, acabar el terrorismo y disuadir a las fuerzas extralegales”.

Los objetivos de la administración Bush para el Plan B se concretaron en un documento titulado “Plan de Acción para la Presidencia Palestina”. A este plan de acción se llegó después de varios borradores y fue desarrollado por EEUU, los palestinos y el gobierno jordano. Sin embargo, diversas fuentes están de acuerdo en que se originó en el Departamento de Estado.

Los primeros proyectos acentuaban la necesidad de reforzar las fuerzas de Fatah para “desalentar” a Hamas. El “resultado previsto” era dar a Abbas “la capacidad para que pudiera tomar las decisiones político–estratégicas necesarias… tales como deshacer el gabinete, estableciendo un gabinete de emergencia”.

Los proyectos exigían incrementar el “nivel y capacidad” de los 15.000 integrantes del personal de seguridad de Fatah añadiendo 4.700 tropas en siete nuevos “batallones especializados en actuaciones de especial dureza”. El plan también prometía organizar “en el extranjero ese entrenamiento especializado”, en Jordania y Egipto, y se comprometía a “proporcionar el necesario equipamiento y las armas para que el personal de seguridad desarrollara sus misiones”.

Un presupuesto detallado señalaba el coste total de salarios, entrenamiento y “del equipamiento de seguridad necesario, letal y no letal” en 1.270 millones de dólares a lo largo de cinco años. El plan afirmaba: “Los costes y presupuesto global se desarrollarán conjuntamente con el equipo del General Dayton y el equipo técnico palestino designado para llevar a cabo la reforma”, una unidad establecida por Dahlan y dirigida por su amigo y ayudante político Basil Jaber. Jaber confirma que el documento es un resumen exacto del trabajo que él y sus colegas hicieron con Dayton. “El plan trataba de crear un establishment de seguridad que pudiera proteger y fortalecer un estado pacífico palestino viviendo junto a Israel”, dice.

El borrador final del Plan de Acción fue redactado en Ramala por funcionarios de la Autoridad Palestina. Esta versión era idéntica a los anteriores borradores en todos los aspectos significativos excepto en uno: presentaba el plan como si hubiera sido idea de los palestinos. También dijo que los objetivos de la seguridad habían sido “aprobados por el Presidente Mahmud Abbas después de haberlos discutido y acordado con el equipo del General Dayton”.

El 30 de abril de 2007, se filtró una parte de este primer borrador a un periódico jordano, Al–Majd (*). Desde la perspectiva de Hamas, el Plan de Acción equivalía a una sola cosa: “un anteproyecto de golpe de Fatah apoyado por Estados Unidos”.


N. de la T.: Enlace con el artículo que en su día elaboraron Mark Perry y Paul Woodward sobre la filtración, traducido al español: www.lahaine.org/index.php?p=21402    Enlace con un artículo anterior de Jalid Amayreh sobre el mismo asunto: www.rebelion.org/noticia.php?id=52810