Palestina

Israel–EEUU y la gira de Obama por Medio Oriente

Amistad con condiciones

Por Jerrold Kessel y Pierre Klochendler
Inter Press Service (IPS), 04/06/09

Jerusalén.– Muchos en Israel temen ante la posibilidad de que el país pierda su histórico estatus de mejor aliado de Estados Unidos en Medio Oriente.

La población del Estado judío está profundamente preocupada por lo que considera una amenaza existencial: un posible ataque con misiles desde Irán o sus aliados en terceros países.

No es ajeno a esta situación que el gobierno de Estados Unidos haya relegado en su agenda a Israel, que quedó opacado por otros "intereses nacionales", en palabras del presidente Barack Obama, quien asumió el cargo hace menos de seis meses.

¿Quién habría imaginado que cuando Obama viajara a Medio Oriente ni siquiera haría una escala de cortesía en Jerusalén?

¿Y quién habría imaginado que el gobierno estadounidense no revelaría de antemano al israelí el contenido del discurso que el presidente pronunció este jueves en El Cairo, dirigido especialmente al mundo árabe y musulmán?

En el auditorio de la Universidad Al–Azhar, considerada una de las principales instituciones musulmanas del mundo, Obama advirtió que el vínculo entre Estados Unidos e Israel es "irrompible", y reconoció al mismo tiempo que las penurias del pueblo palestino son "intolerables".

"Estados Unidos no le dará la espalda a las legítimas aspiraciones palestinas a la dignidad, las oportunidades y a un estado propio", sostuvo.

"Estados Unidos no acepta la legitimidad de la permanencia de los asentamientos" judíos en Cisjordania, agregó Obama. "Estas construcciones violan acuerdos previos y socavan los esfuerzos para alcanzar la paz. Es hora de frenar esos asentamientos. Israel debe también cumplir con su obligación de asegurarse de que los palestinos puedan vivir, trabajar y desarrollarse como sociedad."

El gobierno israelí está en un embrollo. En una reunión íntima de legisladores de su derechista partido Likud, el primer ministro Benjamín Netanyahu exhibió una franqueza inusual.

"No quiero crear ninguna ilusión. La realidad no es simple en absoluto. Tenemos que considerar qué opciones tenemos en los asentamientos, en términos prácticos, cara a cara con este gobierno (estadounidense), pero también cara a cara con nosotros mismos. No tenemos ningún interés en profundizar la división con Washington. Pero no vamos a sacar los asentamientos. Nadie avizora eso", dijo.

El martes de noche, mientras el ministro de Defensa israelí Ehud Barak estaba reunido en la Casa Blanca con el consejero de Seguridad Nacional estadounidense, general James Jones, Obama hizo una aparición sorpresiva.

El presidente se presentó en una conferencia por chat con el invitado israelí durante 15 minutos, tiempo suficiente no sólo para intercambiar cumplidos, sino también para reafirmar su categórica posición respecto de los asentamientos judíos en la Cisjordania ocupada.

Un día antes, el enviado especial de la Casa Blanca para Medio Oriente, George Mitchell, rechazó el acuerdo tácito alcanzado entre gobiernos israelíes previos y el de George W. Bush (2001–2009) y que permitió a Israel continuar construyendo "bloques de asentamientos" cerca de la frontera de 1967.

Hasta ahora, el gobierno de Netanyahu no logró aplacar su enfrentamiento con Obama al respecto. Propuso eliminar 26 "puestos de asentamientos ilegales" a cambio de que Estados Unidos apruebe una limitada expansión de estos enclaves.

El parlamentario opositor israelí Najman Shay dijo a IPS que el motivo por el que a Netanyahu le está costando tanto manejar el desafío de Estados Unidos sobre los asentamientos se debe a que "simplemente no tiene una política alternativa que ofrecer".

Pero hay una razón más profunda: la inherente contradicción entre el reclamo de que Estados Unidos respete sus compromisos pasados sobre los asentamientos y su negativa a respetar su propio compromiso anterior con la solución de dos estados.

La semana pasada, las discrepancias en torno a los asentamientos generaron un encuentro incómodo en Londres entre Mitchell y el viceprimer ministro israelí Dan Meridor.

El enviado de Netanyahu recordó que una carta informal de Bush al ex primer ministro israelí Ariel Sharon había establecido que los "bloques de asentamientos" continuarían en manos israelíes aunque hubiera un acuerdo de paz, y que por lo tanto podrían mantenerse las construcciones.

Mitchell replicó mostrándole a Meridor que otra de las secciones de la misiva consagra el principio de "dos estados para dos pueblos".

"Eso también está escrito en la carta. ¿Usted está de acuerdo con eso?", preguntó Mitchell.

El analista Akiva Eldar señaló en el periódico israelí Haaretz que Netanyahu está confiriéndole a la discusión una dimensión desproporcionada.

"Se está concentrando en el llamado ‘crecimiento demográfico natural’ de los asentamientos simplemente para cortarle el paso a Obama antes de que comience a hacer reclamos sobre las fronteras y Jerusalén", escribió.

Netanyahu está en una encrucijada. Según el legislador árabe israelí Ahmad Tibi, cercano a los líderes palestinos desde hace 20 años, Obama estableció un plazo reducido.

"Le dijo al primer ministro israelí: ‘Presente su postura el 1 de julio, pero asegúrese de referirse tanto al congelamiento total de los asentamientos como de que está listo para suscribir el principio de los dos estados’", señaló Tibi.

El gobierno israelí reconoce que probablemente éste será apenas el primero de muchos tornillos que Obama ajustará en torno a Netanyahu.

Eso podría dejar al primer ministro israelí ante una opción nada envidiable: enfrentarse con un determinado presidente estadounidense, o darle la espalda a su política de asentamientos, arriesgándose así a enemistarse con sus propios aliados de derecha.

Y eso, a su vez, podría significar el periodo de gobierno más corto que un líder haya tenido en la historia del Estado de Israel.


Discrepancias marcan nueva relación

Análisis de Jerrold Kessel y Pierre Klochendler
Inter Press Service (IPS), 26/05/09

Jerusalén.– Los asentamientos judíos en Cisjordania son motivo de enfrentamiento entre Estados Unidos e Israel. De nada sirvió para aplacarlo la primera cumbre, hace apenas una semana, entre el presidente Barack Obama y el primer ministro Benjamín Netanyahu.

La reunión del 18 de este mes no fue una instancia amistosa entre un nuevo presidente y un nuevo primer ministro de la alianza de países más duradera y sólida de Medio Oriente.

Luego de la cumbre en la Casa Blanca, el jefe del gobierno israelí confió a algunos adinerados conservadores estadounidenses su "malestar" por la dirección que ha tomado el gobierno de Obama, dijeron a IPS fuentes de la delegación que lo acompañó en Washington.

Desde su regreso a Israel, Netanyahu se ha esforzado en mostrar una imagen de valentía, lindante, incluso, con la bravuconada. Pero su conmoción ante la postura de Obama es evidente.

No tanto por las nuevas medidas políticas de Estados Unidos respecto de Medio Oriente. Lo que más altera a Netanyahu es lo que Obama dijo sobre los asentamientos y las implicancias futuras de esa posición.

La preocupación volvió a quedar de manifiesto en la reunión semanal del gobierno israelí, el domingo.

Al abrirla, Netanyahu informó a los ministros sobre el reclamo de Obama congelar totalmente los asentamientos, lo cual incluye no construir más viviendas en los ya existentes para acomodar lo que, en el discurso oficial, Israel denomina su "crecimiento demográfico natural".

Netanyahu intentó manejar el enojo con suavidad. No se construirá ningún asentamiento nuevo, pero la expansión de los ya existentes debería continuar, dijo al gabinete. "No atender el crecimiento natural es, sencillamente, injusto", sostuvo.

Un cercano aliado político de Netanyahu, el ministro de Transporte Israel Katz, agregó que "la agenda del gobierno no puede parecer una caza de brujas contra los colonos".

El ministro de Defensa, Ehud Barak, se alineó detrás de Netanyahu. "Es inconcebible que se le diga a una familia que no puede construir dos habitaciones para sus dos hijos en su apartamento porque llegó una orden de Estados Unidos. Eso es ilógico", dijo Barak.

Es improbable que la posición israelí satisfaga a Estados Unidos. Netanyahu parece plenamente consciente de que esto puede ser el comienzo de una disputa importante con su principal aliado.

El primer ministro parece estar buscando maneras de eludir el congelamiento de los asentamientos, en especial para mantener los pequeños puestos establecidos en los márgenes de los ya existentes y destinados a consolidar el control israelí sobre territorio palestino.

El día en que volvió Netanyahu, el ejército demolió uno de esos puestos, pero los colonos judíos lo reconstruyeron en unas pocas horas. Sin embargo, el Ministerio de Defensa confirmó un plan para desmantelar 23 puestos instalados desde 2001 sin aprobación del gobierno.

La estatal Radio Israel citó fuentes de la oficina del primer ministro para confirmar que Netanyahu se alineará firmemente detrás del ministro de Defensa Ehud Barak en un eventual enfrentamiento con los colonos radicados en esos sitios, a los que sí se ha calificado de "ilegales".

Y el gobierno lo hará incluso cuando se arriesga a una disputa dentro del gabinete, que abarca partidos nacionalistas, religiosos, conservadores y de centroizquierda.

"Primero y por sobre todo, estamos obligados a respetar la ley", insistió Netanyahu ante los ministros el domingo.

Obama urgió a poner fin a la construcción de asentamientos a fin de reanudar el diálogo de paz.

Pero el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, ha dicho que no tiene sentido reunirse con Netanyahu a menos que frene esas construcciones y acceda a considerar sobre la independencia de un estado asentado en territorio árabe ocupado.

Sucesivos gobiernos israelíes aprobaron la instalación de 121 asentamientos judíos en territorio palestino. Los propios colonos instalaron otros 100 pequeños puestos desde principios de los años 90. La población total de esas construcciones ronda las 280.000 personas.

Cada vez es más claro que el enfoque del gobierno de Obama es aceptado por la vasta mayoría del Congreso legislativo estadounidense, a pesar de que se trata de un tradicional bastión del apoyo a Israel.

Tras reunirse con funcionarios israelíes el domingo en Jerusalén, cinco miembros del Subcomité sobre Asuntos de Medio Oriente y Asia Meridional de la Cámara de Representantes estadounidense se declararon "escépticos" sobre la capacidad del gobierno de Netanyahu de ayudar a Obama en el avance del proceso de paz.

El subcomité manifestó su preocupación sobre la insistencia de los funcionarios en la necesidad de construir para mitigar el "crecimiento natural" en los asentamientos existentes.

Luego de su visita a Obama, allegados a Netanyahu incluso recordaron un acuerdo informal al que llegaron en 2007 su predecesor Ehud Olmert (2006–2009) y el entonces presidente estadounidense George W. Bush (2001–2009) sobre la construcción de asentamientos judíos.

"Los entendimientos a los que llegó Olmert sobre el derecho al 'crecimiento natural', contienen cláusulas sirven de base a entendimientos con Obama", dijo un funcionario de la oficina del primer ministro.

Pero un crítico de Netanyahu, el ex ministro y activista Yosi Sarid, se preguntó en una columna periodística titulada "Diplomacia para la paz": "¿Todavía hay necesidad de una aclaración?"

"Aunque Netanyahu simula no comprender, ¿acaso no fueron aclaradas las disputas para su propia satisfacción? Desde todos los techos de Washington ––la Casa Blanca, el Departamento de Estado y el Congreso––, los pájaros cantan la política estadounidense. El panorama diplomático no podría ser más claro. No necesitamos realmente un plan de paz detallado porque ya está listo aquí, sobre la mesa", escribió Sarid.

"No es simplemente un plan estadounidense, sino un plan global aceptable para todos menos para este gobierno israelí. Netanyahu continúa solo su batalla en la retaguardia, arrastrando una y otra vez esta tragedia épica israelí. Solamente queda un tema sin aclarar: ¿Puede tener éxito Obama donde sus predecesores han fracasado? ¿Puede mantenerse firme donde el poder estadounidense ha flaqueado durante décadas?", concluyó.