Palestina

El nuevo escenario potencia a Hamás

Análisis de Mel Frykberg
Desde Ramalah
Inter Press Service (IPS), junio 2010

Hamás adquiere un renovado vigor en Gaza, mientras arrecian las críticas internacionales tras el ataque de Israel contra un convoy humanitario que se dirigía a la franja palestina.

Israel permitirá desde la semana próxima que ingresen a Gaza gaseosas, jugos, frutas enlatadas, ensaladas, galletitas y papas fritas envasadas. Esto augura consecuencias imprevistas.

Luego de cuatro años de bloqueo israelí contra ese empobrecido territorio palestino, las potencias internacionales han llegado a la conclusión de que esos elementos no constituyen una amenaza para la seguridad de Israel.

Actualmente el Estado judío se encuentra bajo una intensa presión internacional para levantar el sitio a Gaza y permitir que elementos comunes de uso cotidiano entren al territorio costero. Entre ellos figuran papel higiénico, pasta de dientes, almácigos, libros escolares, uniformes, cigarrillos y material para la reconstrucción.

La mayoría de estos productos, y otros más, fueron prohibidos tras el hermético sitio impuesto por Israel y al que adhirió Egipto luego que Hamás (acrónimo árabe del Movimiento de Resistencia Islámica) triunfó en las elecciones de enero de 2006.

Israel sostiene que el bloqueo es necesario por motivos de "seguridad".

Las organizaciones de derechos humanos sostienen que el sitio es un castigo colectivo a los 1,5 millones de palestinos de Gaza, principalmente civiles, y que ese territorio costero se ha convertido en la mayor prisión a cielo abierto del mundo. También argumentan que el bloqueo es ilegal según el derecho internacional.

La decisión de Israel tiene lugar cuando este país está bajo los focos de los medios de comunicación internacionales por haber atacado a una flotilla humanitaria que el 31 de mayo intentaba llegar a Gaza, matando a nueve activistas ––ocho de ellos turcos–– e hiriendo a otros tantos.

"Hamás ha surgido victorioso de la última debacle. Según la inteligencia israelí, no sólo es militarmente más poderoso que antes de que las Fuerzas de Defensa de Israel atacaran a la franja durante la Operación Plomo Fundido, entre fines de 2008 y principios de 2009, sino que también es mucho más fuerte en el plano político", dijo a IPS Moshé Maoz, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

"No ha sucumbido a la presión israelí para que abandone el poder, ni ha sacrificado la lucha armada, e Israel todavía no se ha garantizado la liberación de un soldado israelí capturado en 2006 por combatientes de Hamás", agregó, aludiendo a Guilad Shalit. Algunos analistas sostienen que su secuestro fue uno de los principales motivos para imponer el bloqueo.

Luego del ataque a la flotilla llovieron las críticas internacionales sobre Israel. Cada vez más, el Estado judío es retratado como un paria bravucón que opera por encima del derecho internacional.

La decisión israelí de aliviar el bloqueo es en buena medida el resultado de creer que escapará a una investigación internacional creíble sobre el derramamiento de sangre que tuvo lugar el 31 de mayo en la "Flotilla por la libertad", organizada por el Free Gaza Movement.

En cambio, el gobierno y las fuerzas armadas de Israel se investigarán a sí mismas, posiblemente con varios observadores internacionales selectos, en una medida que ya fue criticada por expertos legales, entre ellos israelíes, como un intento por encubrir el asunto.

No obstante, los hechos se han vuelto drásticamente a favor de Hamás. En Egipto, el muy impopular régimen de Hosni Mubarak decidió levantar indefinidamente su bloqueo en el cruce de Rafah, que conecta con la franja palestina.

Esto tuvo lugar tras una reunión entre Mubarak y el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, fuerte partidario de Israel, en el centro turístico egipcio de Sharm El–Sheikh, donde ambos acordaron levantar el bloqueo de modo gradual.

Las autoridades de Hamás respondieron positivamente a otra propuesta de la Unión Europea (UE) para permitir que observadores del bloque vuelvan a Gaza para ayudar a controlar los cruces de frontera, así como para lanzar un patrulla marítima, a fin de poder reabrir el puerto gazatí.

Pero el mayor cambio fue protagonizado por el presidente estadounidense, Barack Obama, quien declaró que el bloqueo es insostenible.

Obama también ofreció brindar asistencia a Gaza, siempre y cuando se la controle minuciosamente. Antes, Estados unidos sólo ayudaba a Cisjordania, controlada por la Autoridad Nacional Palestina (ANP).

Sin embargo, el mayor cambio que todavía falta ver, y que va en contra de Israel y, por lo tanto, en favor de Hamás, es el nuevo equilibrio de poderes que parece estar gestándose en Medio Oriente. Hay señales de que la estrategia de Occidente, y en particular la de Estados Unidos, de dividir a la región entre áreas de influencia chiitas y sunitas podría ser muy contraproducente.

Turquía bien podría ser la nueva potencia mediadora regional. Y en este sentido Israel ha perdido a un fuerte aliado, con el que compartía maniobras militares y de inteligencia.

Siria, antiguo enemigo de Israel, ha prometido a Turquía su apoyo incondicional a cualquier otra acción en Gaza. Mientras, la némesis de Israel, un Irán cada vez más confiado, ha ofrecido enviar dos buques de asistencia de la Medialuna Roja iraní escoltados por fragatas de la Guardia Revolucionaria. Tal medida podría desatar una guerra.

Simultáneamente, el presidente de la ANP, Mahmoud Abbas, cada vez más débil e impopular, recibió el miércoles un apoyo vital.

Obama se reunió con Abbas en la Casa Blanca y le prometió no sólo apoyo político, sino también asistencia económica. Las negociaciones de paz con Israel se han interrumpido. Cada vez son más los palestinos que no ven ningún rédito derivado de esas conversaciones. En cambio, muchos ven a Hamás como inquebrantable, imagen que se ve reflejada en la región.

En este nuevo escenario político, probablemente Obama esté rezando para que la ANP pueda salvarse.


Emerge evidencia de abusos en ataque israelí a flotilla

Por Mel Frykberg
Desde Ramalah
Inter Press Service (IPS), 07/06/10

Aunque en un comienzo Israel pudo controlar la información sobre el mortal ataque de la semana pasada a una flotilla humanitaria internacional que se dirigía a Gaza, ahora emerge evidencia de testigos y de sobrevivientes en su contra.

Hay denuncias de golpizas, abusos y omisión de asistencia médica a pasajeros que nunca se resistieron al operativo. Las Fuerzas de Defensa Israelíes también habrían adulterado grabaciones de audio y editado vídeos sobre el incidente.

Además, crece la hipótesis de que los soldados israelíes tenían la orden de tirar a matar. Las autopsias revelan tiros en la cabeza de las víctimas.

La prensa fue uno de los primeros objetivos de los comandos israelíes al abordar la "Flotilla de la Libertad", que se dirigía a Gaza con ayuda humanitaria. Los uniformados atacaron a los fotógrafos, mientras que a los demás reporteros les confiscaron equipos de audio y vídeo, que aún no han sido devueltos.

"Estaba claro que Israel quería controlar la cobertura periodística desde el mismo comienzo", dijo a IPS la presidenta del movimiento Free Gaza, Huwaida Arraf, que organizó la Flotilla de la Libertad.

Aproximadamente 60 periodistas internacionales se encontraban a bordo de la flotilla, y estuvieron entre los últimos liberados por los israelíes.

Las autoridades de Israel negaron acceso de los medios a los detenidos. Tampoco permitieron hablar con los activistas de Free Gaza cuando fueron deportados desde el aeropuerto internacional Ben Gurión en Tel Aviv.

Asimismo, impidieron entrevistar a los hospitalizados. Soldados vigilaban el ingreso a los sanatorios.

En tanto, los periodistas que intentaban ingresar a Gaza eran expulsados en el puesto fronterizo de Erez.

El Comité para la Protección de Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) denunció que Israel había editado y distribuido imágenes confiscadas a los reporteros extranjeros que se encontraban en la flotilla.

CPJ se refería a las denuncias hechas por la Asociación de la Prensa Extranjera en Israel de que los militares emplearon "selectivamente imágenes para apoyar sus afirmaciones de que los comandos abrieron fuego sólo después de ser atacados".

Mientras, las fuerzas israelíes debieron clarificar y corregir otra cinta de audio divulgada a los medios.

En esa grabación, uno de los "activistas" a bordo de la flotilla le habría dicho a los soldados israelíes, entre otras cosas: "Regresen a Auschwitz", con un aparente acento falso del sur estadounidense. También parece escucharse que esa persona afirma: "Estamos ayudando a los árabes contra Estados Unidos. No olviden el 11 de septiembre (de 2001), muchachos".

Las fuerzas israelíes también dijeron haber grabado la voz de Arraf en el Mavi Marmara, el principal barco de la flotilla y en el que murieron varios activistas. Sin embargo, ella se encontraba en otro navío, el Challenger 1.

"No había sureños estadounidenses en la flotilla. Además, las únicas personas que se comunicaron con los israelíes aparte de mí fueron los capitanes", dijo Arraf a IPS.

"Uno era británico, dos griegos, dos turcos y uno argelino, y actuaron de forma muy profesional. Yo estaba cerca de la radio VHF durante todo el proceso de comunicaciones con las fuerzas israelíes, y no se dijeron esas injurias", aseguró.

Sin embargo, a pesar de la rectificación de las fuerzas israelíes, persisten discrepancias incluso en el audio corregido, divulgado cinco días después del primero. Las referencias a Auschwitz y a los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington permanecen.

Aunque se esperaba que nueva evidencia emergería con la llegada a Estambul, a Atenas y a otras capitales europeas de los activistas liberados, el ataque a la flotilla ya no ocupa titulares en los principales medios del mundo.

Y esto fue probablemente lo que los israelíes esperaban al controlar la cobertura inicial.

Sin embargo, la polémica por la ofensiva y sus consecuencias no merma. Las autopsias realizadas en Turquía revelan que varios de los muertos tenían numerosos disparos en la cabeza, además de en otras partes del cuerpo. En total, se dispararon 30 tiros para matar a nueve personas.

Las fuerzas israelíes tienen una política de "confirmar la muerte" de un enemigo: cuando una persona considerada peligrosa para un soldado u otros israelíes es neutralizada con varias balas, se la debe rematar con un tiro en la cabeza a corta distancia.

Activistas acusan a Israel de negarle atención médica a los moribundos y a los heridos de gravedad, a pesar de sus desesperados pedidos de auxilio. También habrían impedido a otros activistas correr en su ayuda.

Sobrevivientes además cuestionaron las afirmaciones israelíes de que los soldados sólo usaron fuego real luego de ser atacados por algunos de los activistas, que lograron herir a varios uniformados.

Los testigos aseguran que fueron los militares israelíes quienes comenzaron a disparar, y lo siguieron haciendo aún después de que los activistas que le ofrecieron resistencia ya habían sido neutralizados.

Mientras, varios detenidos denunciaron haber sido golpeados en la cárcel y en el aeropuerto Ben Gurión cuando eran deportados.

Esta corresponsal de IPS fue amenazada física y verbalmente por la policía israelí cuando presenció y tomó fotografías de varios activistas esposados llevados a la fuerza en el aeropuerto.

Paul Larudee, activista estadounidense de 64 años, diabético, tuvo que ser hospitalizado tras ser golpeado en forma reiterada. Kenneth O’Keefe, un ex marino irlandés–estadounidense, fue internado en Tel Aviv también tras haber recibido reiteradas palizas.

O’Keefe se resistía a ser deportado, pero su abogado le aconsejó que abandonara el país por su propia seguridad.