Algo está pasando...

 

Efectivamente. A nivel internacional, una serie de novedosas movilizaciones populares han fijado su atención y crítica en las instituciones internacionales que dominan la economía mundial: el FMI, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio (OMC). Primero fue en Seattle, luego en Davos, posteriormente en Washington, Londres y ahora se anuncia (para septiembre) una fuerte movilización en Praga... Por primera vez en décadas está en desarrollo un proceso de lucha directamente internacional. Y no es poco.

Como parte de esta realidad, en América Latina, la brutal crisis social a la que están sometidos países como Ecuador o Bolivia, reventó directamente en procesos de estallido o rebeliones de las masas pobres de la ciudad y el campo. Si en Ecuador, en enero, los campesinos llegaron hasta Quito cuestionando el poder establecido (y el proceso sigue abierto), en Cochabamba (Bolivia), las masas populares reaccionaron contra el intento de privatización de la empresa de agua, golpeando duramente al gobierno del ex dictador Hugo Banzer.

¿Qué muestra todo esto? ¿Qué es lo que está pasando? Está ocurriendo que luego de dos décadas y media de "mundialización", las consecuencia sociales y las propias contradicciones y límites que acumula esta fase particular del capitalismo, está comenzando a generar más y más elementos de crisis e inestabilidad. Y aunque la burguesía a nivel mundial sigue con la perspectiva de profundizar la orientación "neoliberal", son crecientes las voces de alerta que están apareciendo en su propio seno.

Así, no es casual que el propio Papa (Juan Pablo II), haya "festejado" el día del trabajador (en Roma) en un acto multitudinario convocado por las tres centrales sindicales del país. En su discurso (de tono "revolucionario") lanzó una advertencia a los grandes poderes económicos internacionales y llamó a la "reconstrucción de la solidaridad". Pero no se trata sólo del Papa intentando reubicarse para atenuar y mediar las contradicciones y conflictos. Están de moda los discursos de "tercera vía", "neoreformistas" o el renovado perfil "neopopulista" o "nacionalista", de gobiernos como el de Chávez en Venezuela, o corrientes como la de Hugo Moyano (en nuestro país), los que, sin embargo, se desarrollan en la utópica perspectiva reaccionaria no de cambiar el sistema (y hacer de esto un combate internacionalista), sino de "humanizarlo", encerrándose en las fronteras nacionales.

En nuestro país, se ha comenzado a expresar todo esto, como una crisis política del gobierno de la Alianza. Si bien ganó las recientes elecciones en la Capital, el "humor social", el paro general del 5/5 y los estallidos sociales en el interior del país, significa que un importante sector de las masas laboriosas empieza a perder las expectativas que se habían generado en torno a De la Rúa.

Todo esto plantea, con fuerza, el problema de la alternativa ¿qué alternativa frente al capitalismo bárbaro y mundializado de este principio de siglo? Desde "Socialismo o Barbarie", creemos que es completamente falsa la afirmación de que la perspectiva del socialismo está "muerta y enterrada". Acontecimientos como los que venimos señalando, ponen de hecho en cuestión -en determinados grados- al sistema capitalista como tal. Obligan a pensar, incluso a imaginar, a trabajar con proyección. La propia elección en Buenos aires, muestra que la elección de la izquierda -con todo lo minoritaria que efectivamente es- no es inexistente, y puede tener algo que decir y colaborar en una recomposición de los explotados y oprimidos.

Y ahí está precisamente el desafío: no se trata de "marcar el paso", o caer en las trampas que día a día nos plantean los defensores del sistema. Por el contrario, hay que trabajar con perspectiva: desde abajo, desde la base obrera y popular, hace falta luchar, hace falta pelear con tesón, por una alternativa que vaya más allá del capitalismo como tal, y que sea profundamente internacionalista. Y para esto, es necesario relanzar la batalla por el socialismo, de manera explícita, con nombre y apellido.

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