Obreros, mujer trabajadora, jóvenes y viejos

Rostros de un movimiento de trabajadores

 

Ante la pérdida de las viejas relaciones que se articulaban en relación al trabajo, se tejen una serie de relaciones sociales nuevas: un entramado de solidaridades riquísimo que para nosotros debe aspirar al trabajo genuino, y no a su consolidación como una "vida paralela" a las de las relaciones sociales del trabajo asalariado. Porque de lo que se trata es de emanciparse de la explotación del trabajo superando la forma asalariada del mismo, y no de la utopía reaccionaria de retroceder hacia formas precapitalistas, necesariamente de autoexplotación.

En su composición social, se trata de la fracción más pobre entre los trabajadores, que probablemente combine según los casos nueva pero también vieja pobreza, que viene de una o dos generaciones atrás. Esto se combina con fuertes figuras de compañeros formados por el trabajo de fábrica. Es muy característico que parte importante de los dirigentes hombres provengan de la experiencia de fábrica.

Pero también hay un muy rico contenido de mujer trabajadora: no es casual. La mujer es la que más estoicamente aguanta las situaciones sociales más extremas. El hombre, generalmente, se desmorona. Por esto no es casual el rol revolucionario de la mujer al frente de muchas de las asambleas del movimiento. Esto es característico de los movimientos de trabajadores/as desocupados/as, pero también de casos como la pequeña textil Brukman, y no es sólo propio del argentinazo. Hace a los elementos de liberación de la mujer y de las relaciones sociales en general que tienen los procesos revolucionario, que no sólo revolucionan la política y las clases, sino también a cada compañero y compañera. No podemos dejar de recordar que Karl Marx –socialista revolucionario y humanista- le daba una extraordinaria importancia a este ángulo.

Hace parte de esto el contenido generacional: viejos trabajadores que tienen sentido de clase y de la solidaridad son parte integrante fundamental del mismo. En una sociedad no revolucionada o aplastada estarían sin salida, en el último rincón. Muchos jóvenes, que por el contrario, no tienen desarrollada esa tradición, pero sí mucho empuje y combatividad para aportar, se suman algo más tardíamente al movimiento.

Y hasta ocupan un lugar los niños, que obviamente no pueden procesar esta experiencia, pero que son el reflejo de que es la familia trabajadora entera la que sale a la pelea, porque como decía el Manifiesto Comunista, "no tiene nada que perder salvo sus cadenas". Tal es el "rostro social" de los trabajadores desocupados del argentinazo.

 

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