Cómo colaborar a la formación de la conciencia socialista

 

ESPONTANEIDAD, EXPERIENCIAS, TRADICIONES Y CONCIENCIA

Por Roberto Sáenz

 

El dirigente revolucionario ruso,  V.I.Lenin, tuvo la virtud en su obra "¿Qué Hacer?" (1903) de poner blanco sobre negro una reflexión acerca de las relaciones entre la actividad "espontánea", cotidiana de las masas trabajadoras y las posibilidades de la obtención de una comprensión acerca de la totalidad de relaciones y mecanismos que hacen a su realidad de clase explotada y oprimida, como condición para poder enfrentar de conjunto al sistema capitalista. Es a partir de esta elaboración que se fundamentó teóricamente la necesidad de la organización revolucionaria como un componente fundamental en el logro de este objetivo. Posteriormente  en nombre de Lenin se construyeron organizaciones que estuvierion muy lejos de los objetivos planteados por él.

 

La reflexión, de Lenin con todo lo sugerente y actual que es en muchos aspectos, planteaba una definición al menos confusa acerca de que la conciencia política de los trabajadores sólo podía venir "desde el exterior de la lucha económica entre trabajadores y patronos". Esta forma de abordar el problema, si bien era correcta en el marco de la pelea en contra de las visiones "economicistas" y/o "sindicalistas" (esto es, reduccionistas) de la lucha de clases, tuvo graves consecuencias en muchas organizaciones de la izquierda. Esto, en la medida en que parecía abonar o justificar el derecho a una cierta sustitución por parte de estas organizaciones (lo que no está en la trayectoria de Lenin), de la propia actividad consciente(1) de las masas trabajadoras, imprescindible -a nuestro entender- para poder transformar el mundo en un sentido socialista.

Es por esta razón que, en el desafío de volver a pensar la construcción de las organizaciones revolucionarias como parte de la experiencia real, vital, de los trabajadores y al servicio de su propia autodeterminación, está planteada la necesidad de complejizar el clásico análisis del gran revolucionario ruso. Esto, como manera de evitar las consecuencias no queridas de una elaboración –en ciertos aspectos- unilateral sobre esta cuestión central. A la vez, se trata de demostrar por qué, en el actual cuadro de crisis de la alternativa socialista, sigue siendo más imprescindible que nunca la acción organizada de los revolucionarios socialistas.

 

El problema de la "alienación"(2)

 

A comienzos de este nuevo siglo, se está haciendo más aguda aún, la enorme contradicción que el capitalismo arrastra desde sus orígenes: la humanidad tiene al alcance de la mano las herramientas teórico/conceptuales, científico, técnicas y materiales para la dirección consciente de las relaciones humanas y naturales. Esto es la posibilidad de poder "dominarlas" a conciencia, desarrollando la sociedad a su servicio.

Sin embargo, esta posibilidad está bloqueada por las relaciones entre las personas y la clases sociales que imperan bajo el capitalismo: es decir, por el dominio del capital sobre el trabajo, por el imperio de los mecanismos de engaño, la creación de fetiches y los instrumentos de poder de los capitalistas sobre las masas explotadas y oprimidas, a las que se intenta someter a la "inconciencia", a la "incultura", a la degradación más general de todas sus condiciones de vida. Estos mecanismos actúan en todos los terrenos de nuestra vida: en el económico, ideológico, social y cultural. Políticamente se expresan en un apropiarse por parte de la burguesía y su Estado, del control y gestión de los asuntos de la sociedad, obviamente en favor de sus intereses.

Es por esta razón básica y elemental que todo impulso en la perspectiva de acabar con el capitalismo hacia la apertura de una alternativa, debe estar dirigida a liquidar no solo la explotación económica, sino muy fundamentalmente (sobre esta base), a lograr la asunción colectiva y consciente de todos los asuntos de la sociedad por parte de las grandes masas, como condición para poner el desarrollo social a su servicio. Digamos que este logro significaría el salto desde la "prehistoria" de la humanidad (nuestra actual existencia sometida a las reglas de la necesidad económica y al dominio de otros) a la historia verdaderamente humana, en la medida que la apropiación consciente de todos los asuntos por parte de las mayorías es la condición imprescindible para la dirección colectiva de la sociedad.

En esta cuestión –en definitiva- se encierra todo el "misterio" del proceso de la lucha de clases, que debe apuntar hacia ese objetivo: romper con esta expropiación global, tender a la adquisición de la conciencia y a la organización independiente por parte de los trabajadores, en la perspectiva de acabar con las actuales relaciones de explotación y dominio del capital.

Sin embargo, bajo el capitalismo -y hoy más que nunca, luego de la bancarrota de los falsos "Estados Socialistas"- es un hecho que lo que domina es esta "alienación", esto es, el imperio de las relaciones de fuerza y de las representaciones ideológicas del sistema, destiladas día a día por los medios de comunicación, en los lugares de trabajo, en las escuelas, por las distintas iglesias, por las instituciones de la "democracia" y sus partidos, por las burocracias de los sindicatos.

 

De la acción cotidiana a la conciencia socialista

 

Este es el lugar decisivo que tiene el "problema de la conciencia", lo que plantea el desafío de volver a pensar cómo los socialistas revolucionarios podemos colaborar en su adquisición, en un movimiento complejo que -para no redundar en sustitución- debe partir de la acción cotidiana de los trabajadores, de sus experiencias y tradiciones históricamente adquiridas, en la perspectiva de colaborar al desarrollo de la conciencia política e ideológica "de clase". Esto es: la comprensión de la totalidad de las relaciones de explotación y dominio del capitalismo, como condición para poder acabar con ellas, abriendo paso a otra alternativa.

Precisamente en la tarea de colaborar a romper con esta realidad "alienada", con todos los mecanismos del engaño, es que se deben tener presentes todos estos elementos o momentos de "ruptura", que en diversos grados se expresan en la propia acción "espontanea" de los jóvenes y los trabajadores, en las relaciones que van tejiendo, en las experiencias y tradiciones que han ido construyendo a lo largo de su historia de luchas, "(...) las vidas de las personas no se pueden considerar como un fenómeno individual, sino que es sobre todo un producto social. Las personas forjan su identidad en tanto comparten tareas con otros individuos, dando a su existencia un carácter social." (3)

A la vez, se debe reconocer el límite general al que hay que contribuir a superar: el momento de la conciencia específicamente política (o político/ideológica) de la comprensión del conjunto de las relaciones que nos dominan y que no se puede adquirir por la simple acción espontanea.  Elementos que, por lo demás, siempre se encuentran combinados de una manera desigual, a la vez que con períodos de avances y/o retrocesos en el nivel de la conciencia y la organización, dado, precisamente, el peso de los mecanismos de alienación o de creación de fetiches.

Porque, efectivamente, este proceso de adquisición de la conciencia sólo puede ser un proceso de desarrollo desigual y combinado, donde en el plano político/ideológico y socialista, el papel que deben cumplir las organizaciones revolucionarias es conservar todo este acervo de una manera que sea sistemática, permanente y organizada, tarea que se hace imprescindible en la medida que ellas tienen la responsabilidad de aportar el concentrado de experiencias y programa históricos de la clase trabajadora, que de otra manera quedaría perdido.

 

El lugar de los militantes socialistas

 

Hoy, a escala mundial, vivimos en un punto muy bajo de conciencia entre los explotados y oprimidos de su situación y de alternativas de salida. No es sólo que hay una gran crisis en lo que a alternativas respecta, sino que el capitalismo mundializado ha venido trabajando en las dos últimas décadas para destruir tradiciones, para atomizar y dividir, para que no quede nada de la experiencia acumulada de acción independiente, de revueltas y de organización de las propias masas, buscando, a la vez, liquidar todo "destello" de conciencia política e ideológica que pudiera surgir.

Es decisivo, entonces, en la búsqueda de una perspectiva de autodeterminación y de repensar la organización revolucionaria para colaborar con esto, partir de la propia acción de los trabajadores,  peleando por rescatar esta acumulación latente de experiencias y tradiciones de lucha. Así, a los  correctos conceptos de Lenin de "espontaneidad como forma embrionaria de lo consciente", y de conciencia política socialista como "comprensión del antagonismo irreconciliable de los trabajadores con el conjunto de relaciones del capitalismo", se los puede y debe complejizar con estos elementos de tradición y experiencia de vienen desde abajo, y que venimos destacando.

 

Es un deber para los revolucionarios socialistas, partir de la propia creatividad, tradiciones y experiencias de las masas, para -en ese marco-, pelear por lo que no pueden obtener mediante el puro movimiento espontaneo y debe ser nuestra contribución fundamental: la comprensión de la necesidad de enfrentarse al capitalismo como un todo, hacia una perspectiva de transformación social.  " (...) la izquierda se nutre de esas luchas y contribuye a ellas (...) Después de cada lucha, sea ésta un triunfo o una derrota, la izquierda cumple un papel fundamental sintetizando la experiencia de la clase, manteniendo viva la memoria y organizando a la militancia para nuevas luchas" (4)

De esta manera, el lugar de las organizaciones revolucionarias surge así "naturalmente", en la medida que es un hecho de la vida real que bajo el capitalismo y en la transición al socialismo, este complejo proceso de adquisición de la conciencia sólo puede ser desigual, no puede ser nunca al unísono de parte de todas las masas laboriosas. Así es que hay y no puede dejar de haber "vanguardias" y "retaguardias", precisamente por el peso de los mecanismos de dominio y engaño del capitalismo, los que incluso dejan su pesada herencia aún después de la revolución. Y se trata –precisamente- para los revolucionarios socialistas de colaborar para que esa "brecha", esa desigualdad en el desarrollo de lo "consciente" entre los distintos segmentos de los explotados y oprimidos, se vaya cerrando. He ahí el lugar de los militantes socialistas, he ahí la fundamentación teórica actual de su necesidad.

 

Notas:

(1) Con el concepto de "consciente" nos queremos referir al obrar de una persona -o de un grupo- teniendo presente el conjunto de las relaciones o vínculos sociales que lo determinan (o condicionan), a la vez que el conjunto de posibilidades de transformar las mismas.

(2) La "alienación"  es un concepto fundamental en la obra de Marx. El mismo alude a una realidad en la cual la gran mayoría de la sociedad pierde su poder para dominar su vida y todos los asuntos en manos de la religión, del Estado, de los  patrones y/o los burócratas, etcétera. También comprende los mecanismos ideológicos, y las re-presentaciones que sirven para ocultar y/o justificar esta realidad alienada.

(3) Pablo Pozzi y Alejandro Schneider, Los Setentistas, Editorial Eudeba, setiembre del 2000.

(4) Idem.

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