HACE FALTA UNA RADICALIZACIÓN POLITICA

R.S.

 

Ante la grave crisis del gobierno aliancista y más en general, ante la crisis de alternativas que se vive y siente cotidianamente entre los trabajadores y la juventud, es hora de comenzar a preguntarse por dónde puede venir una perspectiva de recomposición de los explotados y oprimidos. Creemos que se puede trabajar con una serie de hipótesis, partiendo de los propios elementos que la lucha de clases a nivel internacional y nacional va poniendo sobre la mesa.

En nuestro país, estamos viviendo un momento muy particular.  Existe una crisis y descomposición profunda de la relación de la clase trabajadora con el peronismo y los partidos tradicionales en general, al mismo tiempo que con las viejas organizaciones sindicales. Y sin bien es un hecho central que no se vislumbra aún cómo avanzar en una resolución por la positiva de esta situación, es también una realidad que por diversos factores de índole nacional e internacional, hay que estar abiertos a la posibilidad del surgimiento de nuevos fenómenos políticos y sociales en el marco de la crisis, dispuestos a aportar a su desarrollo.

 

Un poco de historia

 

En este marco, no está de más recordar que a lo largo del siglo XX, sucesivamente, las tradiciones anarquistas, socialistas y del peronismo fueron las que “aglutinaron” a los trabajadores en nuestro país. Luego, a mediados de las décadas del 60 y el 70, surgieron experiencias de vanguardia a la izquierda del peronismo y la burocracia, expresadas en el “clasismo”,  el “sindicalismo de la liberación”, etcétera, y también, en la experiencia de las organizaciones guerrilleras y la tradición de construir partidos socialistas revolucionarios de los trabajadores (perspectiva empujada por nuestra corriente, desde el PST). Lamentablemente, esta experiencia política fue cortada por la dictadura militar, la que masacró a toda una generación de jóvenes y trabajadores conscientes.

En la década del 80, al calor del proceso antidictatorial y reivindicativo contra el gobierno alfonsinista, se desarrolló el viejo MAS, que llegó a ser prácticamente hegemónico en franjas de la vanguardia, e incluso, arañó en forma genérica, sectores de las masas trabajadoras. Experiencia muy importante, que por diversas razones, luego se frustró como tal, aunque sigue presente en la conciencia de muchos compañeros.

 

Hace falta una radicalización política

 

Así llegamos a la situación actual: en la última década se ha ido desarrollando una acumulación de experiencias. Parte de esto es lo que venimos tratando en este número, con relación a los sectores populares que arrojados a la “exclusión” cortan rutas, deciden democráticamente los pasos a dar en asambleas, cuestionan a las instituciones, etcétera. Pero no se trata sólo de esto. Múltiples aunque embrionarias o parciales experiencias asociativas y de organización se desarrollan. Desde la irrupción de HIJOS años atrás, el desarrollo de centros culturales, el cambio de carácter de algunas sociedades de fomento, bibliotecas populares, etc. También, en el ámbito de los “sindicatos” hubo y hay experiencias independientes de la burocracia. Parte de esto es el caso de la “Lista Negra” de los mineros de Río Turbio, entre otras.  Por último, en el ámbito de sectores de la juventud y de la intelectualidad marxista, también se está expresando un proceso de búsqueda.

Sin embargo, su límite general es la falta de radicalización política. En esto, estas expresiones, comparten el clima del conjunto de los explotados y oprimidos: la crisis de alternativas significa que no se vislumbre una salida global, opuesta y distinta, a los sostenedores del sistema. Sin embargo, el desarrollo de procesos mundiales como el de la movilización anticapitalista desde Seattle hasta Praga, podría indicar una de las hipótesis de trabajo en el camino de superar esta situación. Esto es, un proceso de recomposición por el lado de una corriente de radicalización anticapitalista y socialista que surja desde las experiencias de la realidad.

Se trataría entonces de trabajar por una suerte de “fusión” entre el proceso social reivindicativo que estamos viviendo en el país y el fuerte contenido cuestionador del sistema capitalista, que aún confusamente, se está desarrollando en el plano de la movilización internacionalista, la que en Argentina ha comenzado, por ahora, a nivel de sectores de vanguardia, esencialmente juveniles.

Al servicio de esta perspectiva, de recomposición sobre nuevas bases de los explotados y oprimidos, es que ponemos a la vez, la reconstrucción de nuestra propia organización, la que ha venido dando en el último período, esforzados pasos en ese objetivo, a la luz de las lecciones dejadas por la experiencia del siglo y la realidad actual.

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