El problema de la alternativa

Al rojo vivo

 

Se volvió a las calles. En el número anterior de “Socialismo o Barbarie” planteábamos que era necesario que los trabajadores no sean sacados del proceso político y de la resistencia por los llamados de Cavallo, Moyano y la Maffei a “tener esperanzas” en las propuestas del “superministro”. Así, por fuera de estos dirigentes, al compás de la extinción de las expectativas que despertó el autoproclamado “salvador”, un muy importante proceso de luchas se fue poniendo en marcha. Salieron los compañeros desocupados de la Matanza. Pero también comenzaron a salir sectores de trabajadores ocupados. Los mineros de Turbio y los ceramistas de Zanón obteniendo sendos triunfos. También los pequeños productores frutihortícolas del Valle de Río Negro, los del tabaco de Misiones Y, cuando estamos cerrando este número, está en un momento de definiciones la muy dura lucha de Aerolíneas.

Obligado por esta circunstancia, Moyano salió a convocar el paro del pasado viernes 8 de junio. Sin embargo, este pasó sin pena ni gloria. La mayoría de los trabajadores lo terminó interpretando como lo que era: un paro “dominguero” sin perspectiva alguna, para “descomprimir”. Por si hacia falta, esta es otra demostración de que se está poniendo sobre la mesa  el problema de la alternativa. Esta es la cuestión que caracteriza el actual momento.

Por el otro lado, el gobierno de Cavallo/De la Rúa está colocando todas sus fichas a salir adelante con el “megacanje”. Apuestan a que –a costa de hipotecar aún más el país–, logren un “respiro” que aleje al país del fantasma de la cesación de pagos. Al mismo tiempo, están lanzando un fuerte ataque, incluso violento –ver la militarización de Ezeiza– para quebrar las luchas de resistencia y hacer pasar una ola general de despidos, rebaja de salario y reviente final de los convenios. Sobre esta base, harían al país de vuelta atractivo para las inversiones.

En este marco, el gobierno esta retomando el planteo de “unidad nacional” con el peronismo, como forma de garantizar la “gobernabilidad”. Esto es, gane quien gane las próximas elecciones, garantizar la continuidad de los planes puestos en marcha por Cavallo y preservar la figura del presidente De la Rúa, aún al costo de la formación de un nuevo gabinete. De esta “unidad nacional”, nada bueno podrá venir para los de abajo. Por el contrario, buscan salir de su actual debilidad, para mejor atacar a los trabajadores.

Pero todo esto no puede ocultar la continuidad de la dinámica política y económica más de fondo. Desde este punto de vista, la situación de crisis más general sigue estando “omnipresente”. Podrá haber algún respiro coyuntural, pero no se ve por donde podrían sacar al país de la depresión económica, frenar el proceso de la resistencia, y poner coto a la crisis política, que podría tener derivaciones “no queridas” a raíz de la detención de Menem, todo un balance de la “década infame” de los ’90...

En todo caso, todo esto agranda las responsabilidades de los trabajadores y los socialistas revolucionarios. Porque esta claro que si desde los explotados y oprimidos no viene una salida alternativa, los explotadores siempre encontraran respuestas a la situación, aún sean estas más bárbaras y brutales

Y es precisamente en el terreno de las alternativas al desastre actual, donde está puesto el máximo desafió, el que se hace más agudo a medida que se profundiza la crisis . La clase trabajadora tiene que comenzar a reconocerse como tal, como fuerza social y política decisiva. En este sentido, es central desarrollar todas las experiencias que puedan ir para el lado de unificar, coordinar, estrechar vínculos políticos y organizativos entre trabajadores ocupados y desocupados, pasando por encima de las direcciones burocráticas. Esto hace también, insistimos,  a uno de los problemas centrales que el desarrollo de la resistencia esta poniendo sobre el tapete: el problema de la dirección de estos procesos.Pero al mismo tiempo, se trata de dar pasos y avanzar en el camino de una alternativa global. Hay que ayudar a desarrollar la resistencia hasta transformarla en una gran lucha nacional, con piquetes y cortes de ruta, con el objetivo de echar a Cavallo/De la Rua. Pero esto no puede hacerse para que venga Ruckauf o cualquier otro figurón burgués. Y tampoco para reemplazar el “modelo neoliberal” por un “capitalismo bueno”, supuestamente “humanizado”, como postulan desde la CTA o el Polo Social. El problema de los problemas que se va poniendo cada vez más al “rojo vivo”, es que la salida a la crisis del país no podrá ser en el marco del sistema capitalista y de la democracia de los ricos, sino contra ambos. Y esto desafía a las expresiones independientes de organización de los trabajadores y a las corrientes de la izquierda a dar pasos en la conformación de un polo o  movimiento político que plantee la necesidad de esta perspectiva: revolucionaria, anticapitalista y por el socialismo desde abajo

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