El Cordobazo

Por Oscar Alba

 

El 29 de mayo se cumplió un nuevo aniversario del Cordobazo. Este abrió uno de los momentos más ricos de luchas y experiencias políticas de los trabajadores, dando lugar al  surgimiento de una numerosa vanguardia obrera y juvenil clasista, combativa y que planteaba un cambio revolucionario de la sociedad. En estos momentos donde la brutalidad del sistema capitalista arroja a millones de trabajadores a la miseria y somete a otros a la súper explotación más ignominiosa, reconstruir la memoria de estas experiencias es un elemento esencial para la necesaria refundación del movimiento de los trabajadores, sobre nuevas bases clasistas, socialistas y revolucionarias.

 

En junio de 1966, la Junta de Comandantes en Jefe derrocaba, mediante un golpe militar, al gobierno radical de Arturo H. Illía, poniendo en marcha lo que, por entonces denominaron, La Revolución Argentina y que significó una nueva dictadura militar en el país, con el Teniente General Juan C. Onganía como presidente.

Tres años después, una semi-insurrección obrera y estudiantil en la provincia de Córdoba daba un golpe terrible al gobierno militar, abriendo una de las etapas de mayores convulsiones políticas y sociales que hubo en la Argentina.

El gobierno militar lanzó una serie de medidas antiobreras y autoritarias. Paralizó la Comisión del Salario Mínimo, Vital y Móvil. Impuso el arbitraje obligatorio en los conflictos laborales y la ley de represión de los conflictos sindicales. Intervino sindicatos y suspendió personerías gremiales. Estableció la Ley de congelamiento de salarios. Modificó la Ley de indemnizaciones por despidos y aumentó la edad para jubilarse. Dictó la llamada Ley de represión del Comunismo y bajo la acción de la funesta DIPA (Dirección de Investigación de Políticas Antidemocráticas) persiguió y encarceló a los militantes populares. Onganía clausuró el Parlamento, disolvió los partidos políticos e intervino las universidades, que fueron consideradas “centros de subversión y comunismo” por la propaganda oficial. Estudiantes y profesores fueron desalojados a palos por la policía, en lo que se conoció como “la noche de los bastones largos”.

Con A. Krieger Vassena como ministro de Economía, y de muy buena "reputación” en los medios financieros internacionales, el gobierno desarrolló una política que comprimió salarios y precios, y abrió las puertas a los monopolios internacionales.

Juan D. Perón desde Madrid, ante la llegada al poder de Onganía llamó, con textuales palabras a “desensillar hasta que aclare”, lo cual significaba abrir expectativas en el nuevo dictador, y la burocracia sindical, tomando las directivas del líder exilado, busco participar en el proceso. Esto trajo aparejado una división de la CGT, surgiendo como alternativa a la CGT “participacionista”, la CGT de los Argentinos liderada por Raimundo Ongaro, dirigente gráfico y que nucleaba a gremios menores con direcciones combativas.

 

El camino hacia el Cordobazo 

 

El Cordobazo fue una movilización insurreccional que estuvo precedida por una serie de movilizaciones en distintos puntos del país y que fueron expresiones de la resistencia creciente que opusieron importantes sectores de trabajadores y estudiantes a la política global de la dictadura.

Hacia fines de 1968, la concesión del comedor estudiantil de Corrientes fue adjudicada al hacendado G. Solaris Ballesteros, quien inmediatamente después de la privatización aumentó el valor del ticket de $27 a $172 lo que provocó la reacción de la comunidad universitaria, fundamentalmente de los estudiantes, que representaban una población de alrededor de 5.000 jóvenes.

En marzo de 1969, los estudiantes resuelven no comprar el ticket del comedor reclamando también el fin de la privatización. Es entonces que la CGT regional habilita una “olla popular” adonde irán a comer los estudiantes. Estos crean una Junta Coordinadora de Lucha de las que formaban parte las distintas corrientes políticas estudiantiles que organizarán las posteriores manifestaciones de protesta.

El 15 de mayo una manifestación de 4.000 personas que recorría la ciudad chocó con la policía. En el enfrentamiento muere baleado el estudiante de medicina Juan José Cabral.

Esa noche, la CGT correntina llama a un paro general para el día siguiente en homenaje a Cabral.

El 17 de mayo en la ciudad de Rosario se efectúan actos y una gran marcha. En la Galería Melipal es baleado en la cabeza Adolfo R. Bello, estudiante de 22 años. Internado en el Hospital Central, Bello muere seis horas después. Cuatro días después, se organiza una “marcha de silencio”. La manifestación arranca con unos 1.500 estudiantes. El operativo policial era tal, que los propios organizadores no estaban seguros de poder llegar al centro. Pero se fueron sumando obreros y estudiantes de las escuelas secundarias lo cual significó que la marcha cobrara fuerza y llegara al centro, donde choca con la policía que, en medio de fogatas, autos volcados y barricadas se ve desbordada. Manifestantes ocupan la radio LT8 y cuando el grupo abandona la radio se enfrenta con la policía, que asesina al obrero y estudiante Luis Norberto Blanco de 15 años.

El 22, con la policía impotente para detener el estallido, el gobierno nacional declara a Rosario zona de emergencia bajo el Tercer Cuerpo de Ejército. El 23 se decreta un paro general para acompañar los restos de Blanco.

La Plata y Tucumán también son sacudidas por explosivas manifestaciones durante todo el mes.

 

Córdoba en el ojo de la tormenta

 

La provincia mediterránea que contaba con una gran concentración obrera industrial y una numerosa población estudiantil, también era escenario de importantes protestas. En setiembre de 1968, la CGT cordobesa y el Frente Estudiantil en Lucha organizó una semana de protesta en memoria de los Mártires Populares, al cumplirse el aniversario del asesinato del estudiante Santiago Pampillón y fue reprimida, así como otros actos que se realizaron contra el gobierno.

En mayo de 1969, los trabajadores del transporte y otros gremios declararon un paro de actividades para los días 15 y 16 en protesta por las quitas zonales y el no reconocimiento de la antigüedad por transferencia de empresas, respectivamente. Unos días antes habían sido reprimidos los obreros mecánicos que salían de una asamblea. En este marco de agitación política, los cordobeses reciben la noticia del asesinato de Cabral en Corrientes y de Bello en Rosario. Entonces, los estudiantes organizan una huelga el día 21, y el 23 de mayo ocupan el Barrio Clínicas en donde chocan con la policía y tres días después ambas CGT llaman a un paro nacional para el día 30. En Córdoba se decide parar desde el 29 en forma activa. La medida recibe el apoyo del movimiento estudiantil.

El 29 de mayo, a media mañana, cuando Onganía ingresaba al Colegio Militar en Campo de Mayo, para celebrar el día del ejército; en Córdoba, miles de obreros comienzan a abandonar sus tareas y se encolumnan en dirección hacia el centro de la ciudad. Las fábricas automotrices quedan vacías rápidamente y constituyen el grueso de la movilización obrera junto a otros gremios que se suman. Mientras algunos estudiantes se meten en las columnas de obreros y la mayoría comienza a marchar en forma organizada desde distintos puntos de la ciudad, las fuerzas policiales han desplegado un abanico de tropas, carros de asaltos y camiones hidrantes a la espera de la movilización.

Comienzan a registrarse choques en las esquinas entre policías y manifestantes. La columna de tres mil obreros de la planta de Santa Isabel de IKA-Renault hace su entrada en la ciudad por la ruta Nº 36, llega hasta la Avenida Vélez Sarfield y supera la barrera policial. Poco después chocan con otro nutrido grupo policial, a la altura del Hogar Escuela Pablo Pizzurno, y los policías deben cubrir su retirada a balazos. En medio de barricadas y automóviles incendiados, los obreros y los estudiantes van ocupando el centro de la ciudad. Muchos vecinos apoyan a los manifestantes y pasado el mediodía muchos destacamentos policiales se retiran a sus cuarteles mientras los que quedan en las calles comienzan a disparar sus armas ante el torrente imparable de manifestantes que corre por las calles, se encuentra, se multiplica y se mezcla desbordando las fuerzas represivas.

En la esquina de Blas y Bulevar San Juan, cae herido de muerte el obrero mecánico Máximo Mena de 27 años.

A las 17 horas con la policía totalmente desbandada, entran en escena la Cuarta Brigada de Infantería Aerotransportada y efectivos de otras compañías, la Aeronáutica y la Gendarmería, todos al mando del General Carcagno.

Ante el avance de las tropas, grupos de obreros y estudiantes organizan un sistema de comunicaciones consistente en “correos” que se desplazan por los techos, avisando sobre la ubicación de las tropas, a los que están en la manzana siguiente y enfrentan a los soldados arrojando bombas “molotov” desde los techos.

Las tropas consiguen despejar el centro y los manifestantes se repliegan al barrio Clínicas para resistir. Por la noche, la agitación se traslada a los barrios, como Alberdi, Alto Alberdi, Talleres, Juniors y Villa Páez. El 30, las tropas de Calcagno tienen el control de la ciudad y comienzan a actuar los consejos de guerra que juzgan a los detenidos. Las principales condenas caen sobre el dirigente de Luz y Fuerza, Agustín Tosco y Elpidio Torres, del SMATA: 8 y 4 años, respectivamente. Pero la condena mayor fue para el régimen militar que quedó mortalmente golpeado por el movimiento de masas, que iniciaba una etapa de luchas políticas y sociales que sacudieron la estantería capitalista en la Argentina.   

 

Conclusiones

 

El Cordobazo fue parte de un proceso que abarcó a franjas del movimiento de masas a nivel mundial. El mayo francés del 68, la Primavera de Praga en el mismo año, el ascenso del movimiento negro en Estados Unidos a mediados de los 60 y otros procesos en distintas partes del mundo conmovieron y cuestionaron en las calles las bases de dominación capitalista.

Quedarnos con la idea de que el Cordobazo se fuera gestando a partir de reivindicaciones mínimas como la protesta por el encarecimiento de un comedor estudiantil o por las quitas zonales, es decir por el rechazo de la política del gobierno de Onganía, es tener una visión parcial de sus causas. La fuerza que animó a esa insurrección estaba dada por el agotamiento de las masas frente al régimen capitalista que había jalonado la historia de la lucha de clases en la Argentina hasta ese momento. Quienes consideren esta afirmación exagerada tienen que tener en cuenta que la etapa abierta con el Cordobazo se caracterizó, entre otras cosas, por el surgimiento de una numerosa vanguardia obrera y estudiantil que tuvo expresiones organizadas en gremios, cuerpos de delegados y centros de estudiantes y que a su vez nutrió y fortaleció las organizaciones de izquierda, planteando como alternativa al régimen existente la necesidad de un cambio revolucionario.

En los últimos tiempos, se han editado numerosa bibliografía acerca de este período político y muchos autores se han ocupado de “la década del 70”. La mayoría de ellos habla de “los años de plomo”, término que, a nuestro entender, distorsiona, en parte, el carácter obrero que tuvieron las luchas políticas y sociales de aquel momento. Porque es cierto que las organizaciones guerrilleras se desarrollaron con fuerza y llegaron a ser un factor de desestabilización del régimen. Pero no fueron las acciones armadas del ERP o Montoneros los que hicieron el Cordobazo ni derrotaron a la burocracia en el SMATA cordobés, en la UOM de Villa Constitución y en otros gremios o Comisiones Internas, sino que fue el movimiento obrero que con sus herramientas de lucha lo hizo. Como así también fue la huelga general y la movilización obrera la que derrotó posteriormente los planes reaccionarios del gobierno de Isabel Perón y López Rega para liquidar las conquistas obreras en 1975. Los métodos de lucha como las tomas de fábricas con rehenes y la organización de piquetes de activistas que enfrentaban la violencia policial con barricadas y “molotov” hablan del grado de combatividad en aquella etapa.

Hay quienes opinan que los cambios operados en las relaciones sociales, la organización del trabajo y la propia clase obrera hacen inviables este tipo de luchas en la actualidad. Por nuestra parte consideramos, que los trabajadores enfrentan nuevos problemas en su organización para luchar, y uno de los puntos de apoyo para resolver esto problemas, son las enseñanzas que nos deja el Cordobazo, tanto en sus logros como en sus límites. Debemos rescatar ante todo el carácter clasista de esta lucha así como la unidad obrero-estudiantil que se fue plasmando a medida que se desarrollaba la movilización. La solidez obrera y la explosividad estudiantil configuró así una poderosa fuerza de combate.

La vigencia del Cordobazo se recrea en las nuevas luchas que hoy suman nuevas formas y nuevos sectores obreros y oprimidos, como necesidad de ir hacia enfrentamientos cada vez mas duros y sostenidos contra la patronal y el gobierno.

Entonces, antes que hablar de “años de plomo”, tenemos que reconocer en el Cordobazo, el inicio de una etapa de grandes luchas obreras que lejos de ser un recuerdo nostálgico debe ser la fuente de enseñanzas para enfrentar al capitalismo salvaje de hoy con posibilidades de derrotarlo.

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