Mercosur

¿Al freezer o a terapia intensiva?

Por Isidoro Cruz Bernal

Poco después del fracaso de la aventura militar en Malvinas, el en ese entonces candidato a presidente Raúl Alfonsín dijo una de las pocas frases acertadas de su dilatada carrera política. Refiriendose a ese evento dijo que "comenzó como un carro triunfal y terminó como un camión atmosférico". Esa misma frase podría aplicarse al actual impasse del Mercosur. El proyecto fue un producto del ascenso capitalista de la primera parte de los años 90, sustentado en un gigantesco boom comercial que comenzó después de la Ronda Uruguay (1986) del GATT y alcanzó la cumbre de sus expectativas con la implosión del bloque del este. Fueron los años de gloria de la ideología de los "mercados emergentes", entre los cuales estaban Turquía, Argentina, Brasil, y Rusia. Países cuyas economías fueron cayendo una a una al compás de los duros ritmos de la reestructuración capitalista mundial.

La apuesta del Mercosur estuvo lejos de ser modesta. Basta compararla con el ex-Pacto Andino (hoy Comunidad Andina de Naciones), cuyo dinamismo, expansión y ritmos de integración respecto del Mercosur es harto menguado. El Mercosur ha sido un intento de la burguesía brasileña y, secundariamente, de la burguesía argentina por insertarse en la supuesta prosperidad por venir. El bloque fue un área de expansión económica en la mayor parte de la década del 90. Si bien su posición es secundaria comparado con el NAFTA, la UE o el bloque de la cuenca del Pacífico (liderado por Japón aunque con importante competencia norteamericana) es la cuarta área económica del mundo (1).

Sin embargo 10 años después de la firma del Tratado de Asunción que le dió inicio sus bases de sustentación parecen estar en cuestión. Sus entusiastas impulsores de ayer impulsan hoy una separación que, como todo divorcio, dista de ser civilizado.

La crisis

Más allá de que esta no es la primera crisis (basta recordar la primera devaluación del real) que se manifiesta adentro del bloque, sí es la primer crisis en la que importantes sectores burgueses, tanto de Argentina como de Brasil, plantean el fin del bloque comercial.

En un reciente editorial del diario O Estado de San Pablo, fiel vocero de la elite industrial paulista se acusó a Cavallo de "convertir a Brasil en el chivo expiatorio porque no puede salir de su chaleco de fuerza del cambio fijo". El editorial se permite la ironía cuando, hablandole imaginariamente a Cavallo, afirma: "Si la relación de Argentina con Brasil es tan penosa, entonces llegó el momento de reverla....libre de los compromisos con el Mercosur, Brasil podrá buscar en otras partes socios menos hostiles". En otras palabras, el divorcio. Cabe aclarar que ésta no es la posición oficial de Brasil. Lo que no puede ignorarse es que, si bien minoritaria por ahora, no se trata de la propuesta de un sector marginal del establishment (Clarín 18/9/01)

En Argentina la UIA plantea "suspender el Mercosur". La versión dura de este planteo ha sido levantada por Daniel Carboneto, industrial y flamante diputado por el Polo Social, quién en varios reportajes (Página/12 1/10/01 y Ámbito Financiero 25/10/01) intenta hacerse eco de los planteos devaluacionistas y de salir del Mercosur. Sin embargo la mayoría de los sectores de la burguesía industrial se caracterizan por una mayor prudencia y se limitan a enunciar que cómo está planteada la situación no se puede seguir. O en todo caso más que prudencia ante una acción que puede ser un salto al vacío parece ser desorientación o duda sobre qué hacer, ya que desarmar el Mercosur puede ser tan complicado como seguir en él. Apenas unos pocos meses antes, Roberto Pons, jefe de la División Mercosur de la UIA afirmaba contundentemente: "Eliminar el Mercosur sería una actitud extrema, que no traería beneficios" (Gazeta Mercantil Latinoamericana 30/7/01). Hoy por hoy sería difícil saber qué tan representativa es esta opinión entre el conjunto de los industriales.

Otro elemento que hay que tomar en cuenta es que Brasil durante los 80 había revaluado su moneda, decisión que mantuvo durante la década siguiente con más o menos variaciones. Resultante de esto la posición vendedora de la Argentina fue favorecida todo ese período. El periodismo bautizó a esto "Brasildependencia". La primera devaluación brasileña le puso fin.

Conviene volver unos meses atrás cuando Domingo Cavallo se apoderaba del ministerio de economía. Una de sus medidas fue la reducción de los aranceles de exportación de una serie de productos de fuera del Mercosur (electrónicos, de informática, máquinas agrícolas y bienes de capital en general), eliminando las preferencias aduaneras de los países del bloque. El contexto general de la economía argentina era el de una recesión que, en marzo de 2001 cuando subió Cavallo, cumplía 35 meses ininterrumpidos. La mala situación argentina es un factor de inquietud para Brasil. Básicamente por su posible efecto de "arrastre". La economía brasileña, especialmente su sector industrial, no gozaba de muchísima mejor salud que la argentina. A eso se le agrega la sobretasa por créditos conocida como "riesgo país" que llegó a estar a 1300 puntos hace dos semanas (es decir a pocos pasos de la zona de riesgo en la que ya está Argentina) y un déficit fiscal creciente. En un escenario actual en que la recesión comienza a instalarse entre la clase empresaria paulista, la respuesta implementada ante las citadas medidas de Cavallo fue una serie de devaluaciones del real. Entre enero y octubre de 2001 el dólar pasó de 1,95 a 2,72 reales. De esto resulta que en Brasil el dólar se encareció casi un 40%, cosa que combinada con una inflación de poco más del 5%, da un abaratamiento de los costos de producción de alrededor del 30%. El significado general de esto es una callada pero sostenida guerra comercial. En tanto que el status quo del Mercosur se mantenga la clase empresaria brasileña intentará patear para adelante su propia crisis con un marcado sesgo exportador intrabloque. Otra salida de corto plazo carece de contenido concreto dada la combinación de sobreproducción y desaceleración que tiende a instalarse en la economía internacional.

Un efecto de este contexto fue que los países pequeños del bloque, Uruguay y Paraguay, aumentaron unilateralmente sus aranceles de importación. Un 10% para más de 300 productos y un 3% para el total de los productos (2). Estas medidas, tanto las de Uruguay y Paraguay como las de Argentina, fueron juzgadas por Brasil como negativas en relación al Arancel Externo Común, uno de los tres pilares que sostiene al bloque (3) y que es la carta de negociación que les permite llegar a acuerdos como los suscriptos con la Unión Europea o la Comunidad Andina de Naciones.

A comienzos de octubre Cavallo propuso un mecanismo de corrección cambiario para la relación entre el real y el peso que se accionaría cada vez que alguna de las monedas se desvalorice más allá de una paridad definida como base. El objetivo de este gatillo cambiario es evitar una invasión de productos brasileños sobre los otros países del bloque. También se les permitiría a los miembros del Mercosur fijar un arancel a las importaciones brasileñas que sería equivalente a la desvalorización del real. Con el dinero ahorrado el país afectado podría darle un reintegro de sus exportaciones dirigidas hacia Brasil.

La propuesta de Cavallo, pese a una hipócrita acogida inicial, recibió una dura réplica del gobierno brasileño, el cuál manifestó que podía discutir los problemas comerciales pero que la cuestión referida al tipo cambiario es una atribución soberana de cada uno de los estados.

De todas formas el 9 de octubre los dos gobiernos firmaron un acuerdo según el cual las negociaciones se basarán en las normas de salvaguardia sectoriales recomendadas por la Organización Mundial de Comercio.

Cavallo no renunció a su propuesta del gatillo cambiario y, después de recoger el apoyo de la UIA, los bloques legislativos del PJ, Frepaso y UCR y de la burocracia sindical, volvió a la carga con su propuesta una semana más tarde

El gobierno brasileño procedió en forma similar. Esta vez el ministro plenipotenciario para el Mercosur José Botafogo Gonçalvez dió un aparente visto bueno a la propuesta de Cavallo. Más tarde Botafogo declaró haber acordado con Cavallo analizar su propuesta pero "en tanto que un ejercicio mental". Ciertas fuentes porteñas del gobierno brasileño aseguraban que "quizás Cavallo interpretó esto como una reapertura de las negociaciones y no como una posición teórica de Botafogo" (Ámbito Financiero 25/10/01).

Además del hecho públicamente conocido que Domingo Cavallo es un decidido partidario del ALCA en desmedro del Mercosur, es muy evidente que su propuesta es claramente liquidadora del bloque. O por lo menos tendría como consecuencia colocarlo en el freezer hasta que entre en vigencia el ALCA en el 2005. La implicancia a la que aludimos es la siguiente: si el desvío cambiario es muy amplio esto puede traer como consecuencia la desaparición de la preferencia comercial interna de los países del bloque. Hipotéticamente si este fuera el caso podría resultar más ventajoso para Brasil exportar al resto del mundo y a Argentina importar de otros mercados. Siendo el Mercosur un bloque naturalmente liderado por Brasil, y siendo éste un instrumento de su clase dominante para obtener el mejor lugar posible en la economía mundial, su oposición a la posición cavallista es naturalmente entendible.

Lo que hasta ahora se conoce de las negociaciones que iniciarán ambos gobiernos en estos días en el Palacio San Martín muestra que el gatillo de Cavallo contra el status quo del Mercosur no ha logrado imponerse. Hemos hecho cierto hincapié en su posición dada su entidad de agente imperialista involucrado en un juego político que excede los marcos nacionales. No se trata de un burgués cualquiera. Aparte, la lógica en la que parecen estar encaminadas las negociaciones, es decir ordenadas en base a las normas de la OMC, no parece ser muy consistente si se mira desde los intereses del estado capitalista argentino. Según trascendidos algunos de los negociadores argentinos piensan que una salida como esta no soluciona los problemas generados por la devaluación del real y que es mejor no firmar nada a firmar un mal acuerdo.

Algunas consideraciones

El intento que hicimos en lo anterior de evaluar los conflictos derivados de los distintos regímenes cambiarios tiene el siguiente supuesto. Si bien la burguesía sustenta su poder social en el plusvalor extraído a los trabajadores al interior de las fronteras nacionales ello constituye la parte invisible, y no reconocida por la teoría económica dominante, de la constitución de su poder. La parte visible es la realización del plusvalor en el mercado (nacional o internacional) de lo que posteriormente se desprende la ganancia de la clase capitalista. Es evidente que examinar estos conflictos atañe a la posibilidad concreta, en la que le va la vida a cada burgués, de obtener ganancias y dinero para transformarlo en capital ya que si bien la explotación de los trabajadores es el sustento del sistema, dista en mucho de ser su objetivo sino que es un resultado derivado de las condiciones de producción. Los conflictos hasta aquí descriptos estan referidos a este aspecto material. Ello no puede analizarse si no se lo relaciona con la política de cada estado capitalista como defensor, en términos generales, de la burguesía que actúa en su espacio nacional. La articulación de estos elementos genera la guerra comercial moderna.

En la tradición teórica del bolchevismo rusa este fenómeno, adaptado a las condiciones del mercado mundial, se conceptualizó bajo la categoría de imperialismo (de una forma quizás más precisa en Bujarin (4) que en Lenin). En el trabajo del primero aparecen claramente formuladas las dos tendencias contradictorias que operan de continuo en la economía mundial. Por un lado la internacionalización del mercado y, por el otro lado la nacionalización de los intereses del capital. Este último aspecto alude a que la centralización capitalista se suma al poder estatal y se halla en competencia con otros bloques nacionales. Lo cual genera guerras y crisis internacionales.

La forma actual de expresión de esto es la formación de bloques regionales (de los que hemos detallado una lista al comienzo de este artículo). Estos bloques poseen su dinámica propia de la que se desprenden un cúmulo de contradicciones que resultan del alineamiento nacional de los capitalistas y de su inserción regional. El último aspecto es lo que da sentido al primero ya que es su inserción dentro de esos bloques comerciales lo que puede fortalecer su posicionamiento en la economía mundial. Los capitales quieren asegurar la libertad para sus inversiones y para el comercio al interior de sus áreas de influencia. Acción llevada en contra de los capitales que quedan afuera del bloque comercial. Mediante su articulación con los estados -a través de variados instrumentos como tarifas aduaneras, subsidios, derechos de propiedad intelectual, etc- disputan la manera en que cada capitalista se posiciona mejor respecto a sus competidores. Esta relación se dirime tanto hacia el exterior del bloque comercial como a su interior. El Mercosur ha permitido a las burguesías argentina y brasileña obtener una colocación subordinada pero con cierto grado de autonomía respecto a Estados Unidos. Durante los años 90 los países del Mercosur han utilizado ese poder en diversas cumbres internacionales. La base material de ello estriba en que el bloque divide sus intercambios comerciales en un tercio con Europa, otro tercio con Estados Unidos y el resto en comercio intrabloque. Comparado con la CAN o con el Mercado Común Centroamericano, cuyo comercio con los norteamericanos es casi la mitad del total, el Mercosur gozó estos años de una posibilidad de negociación con los "pesos pesados" del capitalismo que, ahora, empieza a evaporarsele entre sus dedos.

En estas pujas comerciales el bando capitalista con mejor nivel tecnológico o que tiene una mayor composición orgánica del capital y puede llevar adelante una explotación más racional de sus trabajadores suele hacer del libre comercio una bandera (¡ALCA!). Al contrario los países capitalistas débiles tienden al proteccionismo. Por supuesto que esto último debe ser entendido de manera general ya que se puede citar como contraejemplo las restricciones que tanto Estados Unidos o la Unión Europea ponen al ingreso de commodities procedentes de los países atrasados merced a la compleja estructura de subsidios que tienen ambos para su producción agraria (cercana en ambos casos a los 400 000 millones de dólares).

Lucha intercapitalista e internacionalismo proletario

La crisis del Mercosur simplifica, en cierto sentido, las discusiones dadas a comienzos de año respecto a la forma de combatir la iniciativa norteamericana del ALCA. Los gestos de recusación del proyecto hechos por la burguesía brasileña, las políticas de la Unión Europea en la región, la influencia ideológica del neorreformismo habían sido factores que pesaron en la reivindicación del Mercosur en contra del ALCA. Como ejemplo acabado de una postura de ese tenor baste recordar el contenido de un número de la versión argentina de Le Monde Diplomatique en cuya tapa se leía "La hora de Sudamérica" y en el que el periodista Luis Bilbao llevaba adelante una serie de audaces especulaciones sobre el papel progresista que podría llegar a cumplir Brasil como líder regional frente a Estados Unidos. Más recientemente el economista y miembro de ATTAC, Mario Rapoport (Página/12 28/10/01) reivindicaba al Mercosur como barrera a la hegemonía norteamericana (Europa no existe en este análisis) e invocaba ritualmente a San Martín, Bolívar y los ideales latinoamericanistas de integración.

El Mercosur, producto de la expansión comercial capitalista de comienzos de los 90 (expansión que en estas tierras no resultó equivalente a desarrollo) ve sus posibilidades de afirmación seriamente recortadas en medio del contexto recesivo que empieza a campear en la economía mundial. Sin duda se puede ideologizar in extremis esta posición y plantear la reivindicación del Mercosur a partir de su "refundación" como plantea el CTA pero esto es algo que posee una terrenalidad tan indudable como decir "déficit cero con justicia social". No existe ninguna clase de sujeto (necesariamente tiene que ser un sujeto burgués ya que hasta ahora nadie lleva adelante el capitalismo tan acabadamente como los burgueses) que pudiese encarnar una tal "refundación". Las hipótesis "realistas" devienen, en este caso, más improbables que la más exasperada ilusión ultraizquierdista. Sabemos, por supuesto que en realidad se trata de ideologías ad hoc lanzadas al mercado político con el fin de encuadrar a honestos militantes sindicales, barriales o populares bajo un planteo de defensa del régimen económico social dominante.

La tarea de los marxistas revolucionarios ante este tipo de problemática es una pero contiene dos aspectos. Por un lado debemos desarrollar y colaborar con todas las formas de resistencia que puedan surgir desde los explotados y orientarlas hacia una democracia lo más directa posible (dado que cualquier lucha de este tipo se da en un contexto determinado que requiere flexibilidad táctica y unidad de acción con corrientes diversas). En estos años se ha hablado muchas veces veces de organizar sindicalmente a los trabajadores del área del Mercosur, propósito respecto del cual no tenemos objeciones. Salvo que es esencial poder escoger una perspectiva correcta ya que organizarlos en vistas a la defensa de este bloque comercial es absolutamente reaccionario.

Los marxistas deben mostrar a los trabajadores del área que el Mercosur es un proyecto al servicio de los capitalistas y absolutamente opuesto a sus intereses. Por otro lado es posible apoyarse en los rápidos efectos de desigualdad social que produce el libre comercio, tanto en los países centrales (que se pueden ver en los Acuerdos de Maastricht) como en los atrasados. Pero tan importante como lo señalado en primer término es mostrarles que el retroceso en sus condiciones de vida no se debe a los acuerdos comerciales. Para una explicación de ese orden no es necesaria la teoría marxista. Basta con el sindicalismo o con un nacionalismo burgués más o menos antimperialista. La tarea de los socialistas es explicar y demostrar a los trabajadores que los ataques a su nivel de vida se conectan de forma necesaria con la defensa de la propiedad privada capitalista. La oportunidad que pueda tener el socialismo de actuar en la región depende de esta visión estratégica.

Notas

1- El bloque constituye un mercado de más de 200 millones de personas. Es decir casi la población de Estados Unidos y dos tercios de la que tiene Europa. El producto interior bruto (PIB) del Mercosur llega a 800.000 millones de dólares. Su superficie alcanza a 11.800.000 kilómetros cuadrados.

2- No es la primera vez que Uruguay aplica estas políticas. Cabe recordar que a principios de año el presidente Jorge Batlle se ganó las iras brasileñas al declarar que su objetivo era vender 5000 millones de exportaciones y que eso solo podía lograrlo en el NAFTA. En cierta medida este tipo de accionar deriva de las ventajas comparativas que en ese aspecto pueden tener los países pequeños. También hay que tener en cuenta los efectos destructivos que las importaciones brasileñas han tenido en algunos rubros de la economía uruguaya. Las protestas uruguayas ocasionaron que en Itamarity se bautizara a la nación de la vecina orilla como "enano llorón".

3- Los otros dos son la libre circulación de bienes y servicios y la coordinación de políticas macroeconómicas comunes. Un aspecto poco visible pero esencial de esto último y que repercute para la "competitividad" del bloque es la homologación de las condiciones de la fuerza de trabajo. En la Argentina ello ha ocasionado que los salarios tiendan a emparejarse (hacia abajo) con los de Brasil.

4- ver Nicolai Bujarin "La economía mundial y el imperialismo". Cuadernos de Pasado y Presente nº21, 1984

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