Balance electoral

REFLEXIONES, DESAFIOS Y NUEVAS RESPONSABILIDADES

Por Nora y compañeros de Regional Oeste

Si las elecciones reflejan una expresión distorsionada de los procesos vivos de la lucha de clases, las del 30 de Octubre lo confirman plenamente. En este sentido, mostraron la gravísima crisis que sufrimos, carnal y cotidianamente, millones de seres humanos, causada por diversos y combinados componentes económicos, sociales, políticos, de representatividad e institucionales, los que potenciados y retroalimentados alcanzan su más grave expresión en la falta o tremenda debilidad de cualquier proyecto alternativo a la debacle capitalista.

Lo más alentador de este proceso y de los resultados es que un importante sector del movimiento de masas ha comenzado una búsqueda, con contradicciones y vacilaciones, pero rompiendo con el crítico círculo de apostar a "ganadores" burgueses, los que no pudieron evitar que uno de sus principales elementos de "legitimación", el voto, mostrara un altísimo grado de crisis.

Lo nuevo

Cuando señalamos lo nuevo, vemos el destacado millón y medio de votos obtenido por la izquierda, pero también los más de 5 millones de "votos bronca". Y aunque con distintas motivaciones y grados de conciencia, es un hecho que este significativo sector "quiso hacerse oír". No se trató sólo de "apatía" y "desinterés", sino que adquirió, al calor de la crisis, componentes contestatarios muy significativos. La izquierda debe tomarlo en cuenta, más allá del voto, para construir posiciones revolucionarias junto a este sector de trabajadores que no ven salida alguna, y con muchos otros, que reivindicándose de izquierda, rechazaron votar positivamente por ser críticos hacia ella, entre otras razones por su fragmentación.

Estas contradicciones y desafíos no se resolvían con el incorrecto enfrentamiento a quienes repudiaban votar, como lo hicieron I.U. y el P.O. desde su campaña. En el afán de buscar el voto no se lo denunció como mecanismo de "legitimación" propio del sistema. Por el contrario, del descreimiento hacia los partidos burgueses y al mecanismo electoral se nutrieron los votos obtenidos por la propia izquierda. Y es ella la que debe tomar esos "mensajes", ayudando a superar confusiones y divisiones, y por esta vía asumir su innegable responsabilidad. Esa responsabilidad no puede ni debe quedar enmarcada en futuros calendarios electorales, sino que, por el contrario, debe asumirse ya mismo, transformando los resultados en multiplicadores de inserción social y política real, como en propuestas alternativas y unificadoras a la debacle del país. Porque si bien comprobamos un avance alentador respecto a la contradicción que siempre sufrimos entre el alto protagonismo desarrollado en las luchas sindicales y sociales de otras décadas, y el reducido apoyo político dado a los programas y políticas transformadoras, es innegable que hoy enfrentamos nuevas contradicciones. Así, los votos obtenidos no se corresponden con la débil inserción real y fuerza orgánica, lo que abre una nueva brecha, distinta y en un sentido más grave que la anterior, cuál es el peligro de una rápida volatilización o movilidad de los votos obtenidos. Porque el motorizador de los votos a izquierda fue la profunda crisis capitalista que vive el país y la búsqueda de salidas, rechazando a quienes consideró responsables. El más grande peligro es creer ahora que cada organización puede cerrar la brecha trabajando sólo desde sus propios marcos, bajo el supuesto de que "habría oportunidades de crecimiento para todos". La votación a la izquierda, aún cuando no sea cualitativa, expresa y reclama alternativas programáticas e intervenciones acordes con la brutal crisis económica, social y política. Tienen esa marca de origen y por tanto implican un grado de exigencia. Se espera de todos nosotros un nuevo rumbo, el que es necesario comenzar a recorrer.

Es en este marco y en el de las perspectivas que se abren, que debemos inscribir el balance de nuestra propia táctica electoral.

Nos equivocamos

El debate electoral en el conjunto de nuestra organización fue muy pobre. No porque no estuviéramos en condiciones de hacerlo. No porque al conjunto de los militantes le diera lo mismo. No porque cualquier táctica podía ser buena "para aparecer" y por esta vía lograr que saliéramos a hacer política. Simplemente fue pobre porque no se tuvo la política de desarrollar el debate y encontrar -entre todos- la mejor política. Y ello no sólo forma parte de este balance, sino que provoca cuestionamientos e interrogantes en un tema central y se diría, recurrente: cómo nos debemos construir, especialmente en el marco de matices y diferencias.

¿Por qué consideramos que nuestra política electoral fue equivocada?

En el Comité Central de abril de este año, nos pronunciamos porque frente a la brutal crisis que atravesaba el país, bregáramos por una presentación anticapitalista y socialista desde el conjunto de la izquierda, sin exclusiones, la que obviamente incorporaba a I.U., a Zamora (no había lanzado todavía su candidatura), a Corbiere y al P.S.A., además del P.O., el P.T.S., la L.C.R., etc. Esta política fue derrotada por un voto, además de expresarse numerosas abstenciones. La propuesta que se llevó adelante proponía un Frente sin I.U. y sin el P.S.A., lo que reducía la táctica frentista al P.O. y al P.T.S., sin que se lo aclarara expresamente. Y aún cuando considerábamos que resultaría muy difícil concretar la política de frente con todos, ella representaba una necesidad política. Finalmente, ocurrió lo predecible: I.U. y el P.O., con solicitadas de última hora, dejaron en claro que no tenían voluntad de unirse.

Señalábamos que las diferencias que podíamos tener con las organizaciones componentes de un amplio bloque de izquierda eran secundarias, porque, de darse, ello representaría un progreso real, más tomando en cuenta la larga década de retroceso de los trabajadores y la necesidad de apoyarnos en la nueva situación de la lucha de clases, signada por el proceso de desocupados y otros importantes sectores, como también del profundo debate que se viene desarrollando sobre proyecto alternativo de país.

El segundo error fue abrir y cerrar luego la posibilidad de dar apoyo a Zamora en Capital. Llamar a votarlo y buscar otras alternativas en provincia de Buenos Aires y resto del país (ir como MAS junto a la L.S.R., etc.) representaban una real posibilidad. Los argumentos que la cerraron, y como era previsible, fue que Zamora no aceptó realizar un acuerdo, aun cuando el diálogo desarrollado fue fructífero y en varias regionales juntamos firmas para su presentación. Entendíamos, y entendemos hoy, que podíamos dar apoyo sin necesidad de ningún acuerdo formal. Hubiéramos desarrollado nuestra propia campaña, debatiendo desde nuestras publicaciones para finalmente recoger esfuerzos de la política unitaria que nuestra organización tuvo durante el proceso previo a las elecciones del 99, y que promovió sin éxito su candidatura. Al igual que miles de militantes y simpatizantes del viejo y grande MAS, nos alegramos con su relanzamiento. A diferencia del P.O., estamos lejos de considerarlo un "advenedizo". Forma parte de nuestra rica historia (no exenta de crítica), tanto, que muchos de nosotros nos defraudamos cuando deja de señalar que su prestigio proviene en gran parte de un pasado colectivo. La réplica a Bush padre, el tema de la deuda externa, el internacionalismo, la honestidad y ética, la lucha anticapitalista y socialista, como la intervención en las luchas son parte de una construcción colectiva de millares de militantes obreros y populares, también votantes, que construyeron al MAS y a Zamora, y que hoy están en distintas organizaciones y/o mayoritariamente dispersos.

Pero más allá de las diferencias e interrogantes que tenemos con Zamora y su movimiento, es claro que la campaña tuvo, en su figura, un perfil antiimperialista, socialista, de denuncia a la barbarie capitalista, tanto como crítica al parlamentarismo y a los mecanismos de representación. No había razones, por tanto, para no votarlo.

Por otra parte, la realidad ha demostrado que hubo numerosos votos a organizaciones de izquierda, que Zamora y su agrupamiento opinan debieran desaparecer, lo que exigiría un análisis bastante más fino y contradictorio que el que ve su agrupamiento. Porque si bien debemos desterrar prácticas que se han mostrado equivocadas, costará un largo camino de pruebas y errores construir –entre todos- las organizaciones revolucionarias que la clase necesita. Lo fundamental hoy es no hacer prevalecer las ideas por sobre la realidad. Terminada la contienda electoral y confrontados a la terrible vida cotidiana, Zamora y su agrupamiento, como toda la izquierda, deberemos responder a las necesidades de la lucha de clases, lo que llama a abrirnos para realizar acciones comunes, sin sectarismo o nuevos dogmas. ¿Cómo se recompondrá si no la izquierda?

El Frente PO-MAS sorprendió y confundió a nuestra influencia y militantes

Hace años atrás habíamos llegado a la conclusión que los acuerdos electorales con una u otra organización servían, a condición de dar claro mensaje unificador, sintetizado alrededor de dos o tres claros ejes políticos. El Frente PO-MAS con la integración de Alexis Latendorf ("Piquete Socialista"), no lo logró. Veamos:

-¿Qué acuerdo central teníamos con el P.O.? En los principales hechos de la lucha de clases nos distanciamos: huelga docente, desocupados, etc. Lejos de impulsar la autodeterminación y autoorganización de la vanguardia y el movimiento de masas, constituye un obstáculo. Paralelamente, recrea todos los vicios aparatísticos y sectarios, lo que critica correctamente la vanguardia y debe representar para nosotros un perfil diferenciador.

-La campaña electoral, que indudablemente hegemonizó el P.O., representó un híbrido. Llamados a la Asamblea Constituyente, contra el voto en blanco, planteos de poder abstractos, de reivindicación piquetera y de salida obrera. Y aunque nosotros intentamos darle otro contenido, (los spots televisivos fueron buenos) no lo logramos.

-Por último, nuestra presentación dirigida a propagandizar nuestras propuestas y por esta vía fortalecernos en el movimiento de masas y especialmente en su vanguardia no obtuvo resultados. ¿Cómo nos íbamos a fortalecer, si una parte importante del Partido y la influencia más cercana no acordó con el Frente?

-¿Cómo nos fortalecimos si nuestros votos no fueron de conjunto al Frente ? Por supuesto nos referimos a la actual influencia y no a la que electoralmente tuvimos bajo el grande y viejo MAS, y que perdimos hace tiempo. Hubo muchos votos a Zamora, cortes de boleta, votos al Frente PO-MAS, al PTS, también blancos y abstenciones.

-Innegablemente existen sectores ligados al MAS que votaron al frente, esencialmente contentos de que reapareciéramos y nos presentáramos. Sin embargo, no logramos unificar al conjunto del partido, incluida su influencia, como no atrajimos a sectores de vanguardia con los que nos relacionamos cotidianamente. Ello fue reforzado al quedar diluidos en nuestro mensaje y perfil.

Apostar a lo nuevo

El impasse que sufre el Movimiento de Desocupados, como la falta de un referente de lucha y programa (aún de vanguardia) para el conjunto de los trabajadores, llevó a que un sector del movimiento de masas buscara en las distintas variantes de izquierda la búsqueda de salida. La recomposición en curso de la clase trabajadora exige una proyección estratégica de la que hoy adolece, y en gran medida es responsabilidad de la izquierda contribuir a ello. Por un lado será necesario redoblar esfuerzos para ensamblar con los procesos sociales, sindicales y políticos que se desarrollan, de nuevas y valiosas experiencias que se articulan en los barrios, hospitales, escuelas y empresas. Reclaman salud, educación y trabajo para todos. Cortan rutas, se autodeterminan, todo lo cual representa pasos importantes de embrionaria autoorganización. Ello se combina con duros y prolongados conflictos: son frigoríficos, líneas de colectivos y fábricas amenazados de cierre o falta de pago, abandonados a su suerte por los sindicatos, sin ningún apoyo o enlace efectivo entre sí. La izquierda en todos ellos debe probar su utilidad y necesidad, enlazándolos y haciéndolos conocer.

Por otra parte, es imprescindible avanzar en un programa alternativo a la crisis del país, el que sin duda alguna debe partir de la guerra misma y los planes represivos y xenófobos, por la libertad de los presos, por el no pago de la deuda, como de otras medidas de fondo encaminadas a la perspectiva de un proyecto anticapitalista y de proyección socialista, lo que sin duda representará una perspectiva para el movimiento de lucha real.

Sobre estas tareas que se nos imponen deberemos impulsar nuestra construcción, a la par de alentar balances y debates que permitan avanzar en la reelaboración programática, camino insoslayable para que la izquierda aporte a la recomposición del movimiento obrero.

Sumario