15 de octubre:
jornada mundial de
los "indignados"

Aumento sistémico del enojo, la protesta y la volatilidad política
que podría durar años o décadas

Ante el inicio de un largo período de descontento

Por Peter Apps
Agencia Reuters, 17/10/11

Londres.– Mientras el movimiento Ocupa Wall Street se globaliza y la situación en Medio Oriente empieza a agitarse nuevamente, cada vez parece más probable que los próximos tiempos serán de gran descontento.

En los centros de poder en Londres y en Washington, entre los analistas e incluso en los bancos de inversión de todo el mundo circulan sombríos rumores de que los eventos de este año son apenas una muestra de lo que se viene. Algunos temen que el mundo esté ante un aumento sistémico del enojo, la protesta y la volatilidad política que podría durar años o décadas.

Los indignados en Berlín: "Libertad para las personas, no para el dinero"

En muchos países, una generación de jóvenes conectados a las redes sociales está perdiendo la confianza en las estructuras tradicionales del gobierno y los negocios, y argumentan que han sido traicionados y que se les niegan oportunidades.

En el mundo desarrollado, la creciente clase media teme que su prosperidad se evapore, y reclama que alguien responsable y la elite mundial encuentren nuevamente el camino del crecimiento. "Esta situación podría prolongarse durante mucho tiempo", dijo Jack Goldstone, un experto en demografía de la George Mason University. "Hay una generación que está harta de que los ricos o los países ricos de Occidente le digan qué hacer. En Egipto, derribaron a un gobierno, pero es probable que tampoco les guste quien lo reemplace y que lo hagan caer también. Va a ser un período difícil."

En Occidente, la crisis produjo inicialmente menos protestas de lo que se esperaba. Pero ahora parecen estar en ascenso. Grecia, España, Italia y Gran Bretaña acaban de atravesar su momento de mayor inestabilidad en décadas.

Anteayer, las protestas contra el sistema financiero mundial que comenzaron en una plaza de Nueva York en septiembre se extendieron a decenas de países en todo el mundo. Muchas de esas manifestaciones fueron pacíficas, pero en Roma hubo quema de autos y la policía se enfrentó con los activistas. En Londres y otras ciudades, los manifestantes instalaron carpas y están dispuestos a quedarse. ¿Aumentará el número de manifestantes?

"Para empezar, alcanza con un pequeño número de manifestantes para inspirar a muchos otros a unírseles", dijo Tim Hardy, fundador del blog de izquierda Beyond Clicktivism.

El viernes, las oficinas de Goldman Sachs en Milán fueron atacadas por una turba enardecida. La mayoría de las protestas han sido pacíficas, pero es probable que logren aumentar la presión sobre la industria de las finanzas. Ya se habla de endurecer las regulaciones y aplicar impuestos específicos, y la prensa presta cada vez mayor atención al funcionamiento de los paraísos fiscales y los secretos bancarios.

"Una palabra: responsabilidad", dijo Hayat Alvi, profesor de estudios de Medio Oriente y seguridad nacional de la Escuela Naval de Guerra de Estados Unidos. "Estamos en una época de reclamo de mayor responsabilidad y de imperio de la ley, especialmente hacia las elites gobernantes y económicas."

Los disturbios que estallaron en Londres en agosto, con jóvenes que utilizaron como plataforma las redes sociales para organizar el vandalismo y los saqueos, mostraron que el malestar poscrisis no siempre es abiertamente político. Con gran parte del mundo en ebullición, algunos creen que esa violencia nihilista también aumentará.

A medida que se aplaca el calor del verano en Medio Oriente, la región también parece encaminada a nuevos disturbios. Los manifestantes egipcios que derrocaron a Hosni Mubarak en febrero expresan su creciente malestar por la permanencia de los militares en el poder, por su manipulación de las elecciones en ciernes y por la falta de cambios. En Túnez, primer país en derrocar a su líder, arrecian las quejas del mismo tenor.

En Siria, los conflictos y la confrontación parecen estar empeorando, con esporádicos informes de que tropas desertoras y otros se alzan en armas contra Bashar al–Assad. En Arabia Saudita, Bahrein y otros países los analistas ven el riesgo de nuevas protestas en los próximos meses.

Otros grupos disidentes también parecen envalentonados. En Israel, la India, Chile y China las protestas callejeras y en la Web muchas veces han logrado obtener concesiones.

Algunos creen que la actual furia contra los autócratas, banqueros y elites es un síntoma de un vuelco fundamental en la estructura de la población mundial.

En Medio Oriente y el norte de Africa, uno de los combustibles del descontento es la enorme masa de jóvenes que no consiguen trabajo.

En Occidente, el envejecimiento poblacional genera tensiones por el aumento del gasto público que implica, así como por la contracción del crecimiento y la imposibilidad de los jóvenes de acceder al empleo. En el peor de los casos, según los expertos, el malestar económico mundial podría durar varias décadas.

"En este contexto, la política se vuelve impredecible. Puede que se produzca una parálisis, pero también pueden producirse vuelcos drásticos hacia la derecha o hacia la izquierda. Tal vez presenciemos el auge de las ideologías de la década de 1930. Esto acaba de empezar", dijo Goldstone.


En EEUU se abre una brecha en el consenso sobre que
el capitalismo es la única vía al paraíso

¿Una revuelta o un movimiento social?

Por Norman Birnbaum (*)
El País, 16/10/11
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia

La Edad Media europea estuvo llena de revueltas campesinas y disturbios urbanos. Los franceses llamaban a la agitación en el campo jacqueries, por su protagonista simbólico, el imperturbable campesino Jacques, que se veía abocado a la violencia por las exacciones de la nobleza. En las ciudades, los italianos tenían dos nombres: el popolo grasso frente al popolo minuto, es decir, los gordos, los ricos, frente a los pobres y más flacos. Desde luego, estos antagonismos eran específicos de cada nación y cada región, tenían unas causas y unos resultados complejos y, a menudo, tenían elementos de imaginería religiosa e ideas de justicia. El difunto héroe de la resistencia polaca Bronislaw Geremek era historiador de los movimientos sociales medievales antes de utilizar sus conocimientos como asesor de Solidarnosc y, posteriormente, como ministro de Exteriores.

A primera vista, pareció que todos estos movimientos habían fracasado. Para que hubiera representación política y un mínimo de justicia distributiva hubo que esperar a la aparición del concepto de ciudadanía. Los nobles y sus homólogos urbanos perdieron importancia ante la formación de Estados nacionales fuertes, en los que unos monarcas absolutistas utilizaban los nuevos poderes centralizados para supeditar tanto a nobles como a campesinos, a burgueses acomodados y esforzados artesanos. A su vez, las nuevas capas sociales (pequeños agricultores independientes, prósperos comerciantes urbanos y fabricantes) utilizaron los Parlamentos para controlar la arrogancia real. Las jacqueries se convirtieron en un recuerdo del pasado en manos de los historiadores. La industrialización acabó engendrando un proletariado mucho más amplio y con posibilidades de ser más peligroso incluso que los más desesperados de los pobres en las ciudades medievales.

La historia no avanza en línea recta. Al fin y al cabo, Inglaterra decapitó a un rey siglo y medio antes de que lo hicieran los franceses. Todavía hace unos días, un columnista del Financial Times, en un artículo positivo sobre las protestas en Wall Street, hablaba de una secta británica del siglo XVII, los Excavadores (Diggers), que, durante la Revolución Inglesa, se resistieron al cierre de las tierras que hasta entonces habían sido comunes. Es muy poco frecuente que el Financial Times publique referencias favorables a una revolución. Recuérdense las energías intelectuales y morales empleadas por los británicos a partir de 1792 para denunciar a los jacobinos. Unas denuncias que iban acompañadas de un relato de lo más orgulloso (y absurdamente distorsionado) en el que la historia británica era una historia de acuerdos y concesiones sin fin. Tal vez los que ocupan una mínima parte de Wall Street (y sus colegas de otras ciudades de Estados Unidos) han tocado fibras sensibles de la memoria en otros lugares.

Desde luego, han abierto una brecha en las teorías irrefutables de que en Estados Unidos existe un consenso fundamental sobre que el capitalismo es la única vía al paraíso.

¿Qué capacidad de influir a largo plazo tiene el grupo amorfo que ocupa en estos momentos un pequeño rincón del distrito financiero de Nueva York, con el riesgo constante de sufrir la agresión de una policía brutalizada? El grupo que inició la ocupación está formado por personas que trabajan en el sector de las artes y la cultura. Se formó, en un principio, para crear y defender los derechos de los artistas en materia de contratos, empleo, seguros médicos y vivienda. Lo que les empujó a una acción colectiva fue la búsqueda de la seguridad individual. Utilizo el término "artista" pero, en realidad, el grupo incluye también a personas que trabajan en las nuevas tecnologías. Si la afinidad entre creatividad artística y protesta social, que comenzó hace dos siglos, se extiende ahora a los innovadores en las comunicaciones electrónicas, eso debe hacernos reflexionar. Al grupo se unieron enseguida estudiantes, desempleados de todas clases, miembros de sindicatos (que aún tienen una gran presencia en Nueva York) y personas llegadas desde el interior.

Como es natural, los medios de comunicación, como por instinto, han dicho que los manifestantes son desechos sociales o jóvenes sin educar. Su desprecio recuerda a la reacción de las clases dirigentes ante las primeras protestas contra la guerra de Vietnam. Si no lo hubieran mostrado, habría sido prueba de que Estados Unidos está de verdad en el umbral de una revolución.

No es así, ni mucho menos. Es más, pese a su tendencia a actuar como si fuera el presentador de un programa de variedades, el presidente puede atribuirse en parte el mérito de la protesta. Al alterar por completo su retórica en las últimas semanas, al empezar a reconocer la división de clases, ha empujado a quienes criticaban su frustrada reconciliación con los republicanos a emprender sus propias iniciativas. Ahora tendrá que aceptar que insistan en que siga él también la lógica de ese nuevo rumbo.

¿Podrán los manifestantes unirse con los demócratas que se oponen, en Wisconsin y Ohio, a unas asambleas estatales y unos gobernadores entregados a la soberanía de los mercados? Es posible que la conciencia despertada por las protestas haga que muchos ciudadanos estén más dispuestos a abandonar la pasividad.

Uno de los recursos más valiosos de los movimientos sociales es la memoria. La memoria social no es una investigación histórica minuciosa. Es una destilación moral del pasado. Muchos de los comentarios entusiastas sobre las manifestaciones hacen referencias a Estados Unidos durante el New Deal y las décadas posteriores, cuando la economía estaba regulada, la tercera parte de la fuerza laboral pertenecía a sindicatos y las expectativas, tanto individuales como colectivas, no dejaban de crecer. Los participantes más cultos habrán estudiado el New Deal en sus clases de la Universidad. Otros tendrán recuerdos familiares de los años treinta y cuarenta del siglo pasado, transmitidos por unos abuelos ya fallecidos. De lo intensos que sean esos recuerdos puede depender la suerte de las protestas. Pueden convertirse en una jacquerie moderna. O, tal vez, puedan renovar la persistente y profunda tradición de protesta en Estados Unidos y marcar el inicio de una nueva etapa en la política.

Aunque sean efímeras, por lo menos, han acabado con la atrofia actual de la cultura estadounidense. Al final, las jacqueries medievales proporcionaron elementos imaginativos a las revoluciones modernas. La historia contemporánea de Estados Unidos ha estado llena de sorpresas, en su mayoría decepcionantes. Cualquier mejoría, por pequeña que sea, sería de agradecer.

* Norman Birnbaum es catedrático emérito en la Facultad de Derecho de la Universidad de Georgetown.


El 15–O en el Estado español

Los indignados regresan en masa a Sol,
epicentro de su protesta

Miles de manifestantes marchan en Barcelona,
Sevilla, San Sebastián y otras ciudades

Por Gloria Rodríguez–Pina y  Raquel Seco (*)
El País, 15/10/11

El Movimiento 15–M ha regresado a lo grande al lugar que le vio nacer hace cinco meses: la puerta del Sol. Miles de personas han llegado al grito, ya clásico, de "Que no, que no, que no nos representan" a la plaza donde se ubica el kilómetro cero. Los indignados, que ocuparon muchas calles aledañas, protagonizaron varias asambleas hasta bien entrada la madrugada.

Madrid, Puerta del Sol

La protesta del 15–O, para exigir un nuevo sistema político y económico, se ha dejado sentir en decenas de plazas españolas. En Madrid (46.000 personas había en Sol cuando daban las ocho y media), en Barcelona (60.000, según los Mossos), en Sevilla (45.000 personas, según los manifestantes) y en San Sebastián, entre otras muchas ciudades.

Mientras, los indignados extranjeros han hecho que políticos y banqueros sientan su aliento con sus protestas a las puertas de sedes gubernamentales, y la Bolsa o bancos en varios rincones del planeta. "Somos el 99% frente al 1%" es uno de los gritos de esta protesta que se puede ver en una pancarta de Nueva York o en boca de una manifestante madrileña. Son muchas horas de movilizaciones recogidas en imágenes de profesionales y aficionados.

A la madrugada en la Puerta del Sol le faltó, como a la última asamblea, la sensación de unidad y el entusiasmo que tenían las reuniones posteriores al 15–M. La asamblea general acabó pasada la una de la madrugada sin ningún tipo de ceremonia. La reunión estuvo plagada de interrupciones, disputas por el turno de palabra y amagos de abandonar la plaza para dirigirse, sucesivamente, a la torre de comunicaciones de Torrespaña (el pirulí), al Banco de España, al Congreso y a la Universidad Complutense.

“Se nos está acabando la gasolina”, advirtió la moderadora que, a los pocos minutos, se hartó de las interrupciones y abandonó el puesto (“Nunca me había pasado esto”, se quejó). La asamblea continuó un rato más, hasta que se terminó el combustible y, con él, la electricidad para los micrófonos. Se pasó a los megáfonos y a las charlas en grupos pequeños, pero pronto se dispersaron.

La única iniciativa que triunfó fue la de acercarse a la cadena SER, en la Gran Vía de la capital, donde dos centenares de personas enviaron a un emisario para grabar un comunicado que esperan sea retransmitido. Y, ya pasadas las tres de la mañana, unos 300 indignados se acercaron al Hotel Madrid, en la calle Carretas, una de las que dan a Sol. Otro cisma: "No somos okupas", protestaban dos tercios de los manifestantes, mientras los demás reventaban la puerta del edificio, que está fuera de uso. Al final, acercamiento de los bomberos, que solo llegaron a la puerta y asamblea de los últimos resistentes sentados en la calle para evitar un desalojo.

A las cinco de la tarde nada hacía presagiar en Madrid, salvo una valla alrededor de la fuente la diosa Cibeles, que en menos de una hora la plaza rebosaría con miles de indignados. "Lo que estamos intentando es que se escuche al pueblo, que dio sus votos y su confianza a unas personas que en lugar de cuidar los intereses del pueblo, cuidan los suyos”, explicaba Pilar Jalón, agente de viajes de 57 años, que acudió con sus hijos.

Santiago Fariñas, de 56 años, y Almudena Plaza, de 48, esperaban impacientes en la confluencia entre la calle de Alcalá y la Puerta del Sol. Móvil en mano intentaban localizar a su hijo de 24, que acampó en Sol y que volvía a manifestarse desde Cibeles. Esperaban en el punto de llegada: se consideran demasiado mayores para ir de manifestación. No obstante hablan orgullosos de él, que “se apunta a un bombardeo”, dice el padre, desempleado desde hace cuatro años. Pasadas las siete y cuarto, el principal acceso a Sol se colapsó. La plaza empezó a rebosar  indignados y estalló en una ola de aplausos.

La manifestación de Barcelona ha sido la segunda gran marcha que pone a prueba la musculatura del movimiento en la capital catalana, después de que movilizasen a más de 100.000 personas en junio, una semana después del cerco al Parlamento autónomo. Desde que el movimiento del 15 de mayo cuajase en la capital catalana, las movilizaciones en la ciudad son habituales, como la acción de ocupar de la Bolsa.

Impresionante multitud en Barcelona

La multitudinaria marcha en Sevilla ha reunido a más de 45.000 personas, según los organizadores. La policía local no ha querido ofrecer una cifra concreta, solo ha dicho que han asistido miles de manifestantes. Bajo el lema Toma la calle. Rompe su bolsa. Gobierna tu vida, miles de personas han copado por completo la céntrica avenida de la Constitución sevillana en una marcha sin incidentes y de ambiente festivo y reivindicativo. “Solo con el fraude fiscal de los que más tienen se suprimirían los recortes sociales”, protestaba Elio Fernández. A su lado, un bebé tenía colgado del cuello un lema más tajante: “He nacido para ver morir el sistema”.

En Valencia, la protesta ha reunido a unas 35.000 personas. Cuando la cabeza de la protesta, con pancartas de colectivos como Democracia Real Ya, Movimiento 15–M o Pobreza Zero, llegaba al punto final de la misma, en la plaza del Ayuntamiento, donde arrancaron las concentraciones de indignados del 15–M, la cola de la marcha salía de la misma plaza, por la calle de las Barcas, con más de dos kilómetros de recorrido aún por delante. En Alicante, los indignados sumaron alrededor de 15.000 personas. En Elche, los convocantes congregaron a unas 2.000 personas y en Castellón se concentraron 1.300, según la policía.

Miles de personas –cerca de 20.000, según los organizadores– algo más de 3.000, según agentes que vigilan la marcha– han desfilado por Vigo, la ciudad que ha reunido al mayor número de manifestantes. Han marchado desde la Plaza de España hasta la Puerta del Sol, un trayecto que ha durado dos horas y durante el que no se han registrado incidentes. Al grito de “chorizos”, algunos participantes han portado pancartas contra los exdirectivos de Novacaixagalicia que se embolsaron indemnizaciones multimillonarias. En A Coruña, Santiago y Pontevedra las concentraciones fueron multitudinarias.

Varios miles de indignados han salido a las calles de las tres capitales vascas para pedir un cambio global. "Hay que cambiar las reglas del juego", señalaba en San Sebastián Javier, de 40 años y gerente de una empresa. Estíbaliz, una joven vizcaína de 25 años, licenciada en Publicidad, explicaba resignada en la plaza Moyua de Bilbao: "nunca he trabajado de lo mío". Su sueldo más alto hasta el momento ha sido de 635 euros. "Mi aita dice que el mundo está estropeado", explicaba con soltura Aroa, una niña de 5 años, cuando se le preguntaba por qué estaba allí. Junto a los testimonios, las pancartas han echado el resto: lemas como "No hay pan para tanto chorizo", "¿Nos van a dar órdenes nuestros empleados? ¡ERE a los políticos!", "Se ofrece esclavo titulado", "Tu botin, mi crisis", "Occupy Wall Street, not Palestine" han salpicado las principales calles de Euskadi.

Una convocatoria planetaria

Esta es una movilización planetaria de centenares de miles de personas que trabajan en red, están permanentemente coordinadas entre sí y han salido ya o saldrán a la calle bajo el lema Unidos por un cambio global para dejar patente a los afectados y al resto del mundo su monumental cabreo por la codicia de las élites financieras y sus respectivos políticos.

Los centenares de manifestantes que caminan hacia el centro de Madrid siguen por Internet, desde sus teléfonos móviles, minuto a minuto cómo evoluciona la movilización internacional en Roma o en Australia horas antes. Los que han salido de Leganés, integrantes de asambleas de las ciudades del sur de la Comunidad de Madrid, están también muy pendientes de cómo evolucionan las cinco columnas restantes de la capital. Sus integrantes se coordinan por teléfono.

La convocatoria de este 15–O, que pretende ser "pacífica, sin logos y banderas" (aunque en Roma ha habido incidentes graves), nació en España de la mano del Movimiento 15–M pero para el movimiento español es sobre todo una ocasión de revitalizarse y de dar un nuevo impulso a las asambleas de los barrios que caracteriza a este movimiento horizontal.

“No nos sentimos la madre [de la movilización], somos parte de ese río. No podemos, ni queremos, liderarlo ni dirigirlo”, explicaba el jueves una representante de los indignados españoles (una masa en la que conviven particulares y activistas) en la presentación de esta manifestación planetaria.

“Unidos en una sola voz haremos saber a los políticos y a las élites financieras, a las que sirven, que ahora somos nosotros, la gente, quienes decidiremos nuestro futuro”, afirma el manifiesto conjunto.

* Esta información ha sido elaborado con información de Miguel Pérez, Joseba Elola, Rebeca Carranco, Camilo S. Baquero, Javier Martín–Arroyo, Víctor Honorato, Federico Simón, Isabel Landa y Ania Elorza.


Francfort, Berlín y Bruselas se suman con fuerza - Disturbios en Roma

El aliento del 15–M prende de Tokio a Nueva York

Por Joseba Elola
El País, 16/10/11

La Puerta del Sol abarrotada, la gente unida y emocionada, los cánticos contra la banca y los políticos, los apretujones, la euforia. El 15–M vivió ayer una nueva jornada histórica. Y ya van tres en su corta existencia, de apenas cinco meses. El movimiento nacido de la indignación en calles de toda España exportó su protesta a medio mundo: Tokio, Sidney, Auckland, Kuala Lumpur, Santiago de Chile, Los Ángeles, São Paulo. Y, por supuesto, las principales ciudades de Europa. El 15–M consiguió que su eco sonara bien lejos. En 951 ciudades de 82 países.

Los indignados españoles reclaman un cambio de sistema profundo. Consideran que los políticos están en manos de los banqueros. Que la democracia actual no funciona. Que precisa de una revisión urgente.

Madrid y Barcelona fueron las ciudades que lideraron la protesta. El baile de cifras continuaba anoche. Los organizadores aseguraban que se había superado con creces la asistencia al 19–J, que ya fue superior a la del 15–M. En la abarrotada asamblea de la Puerta del Sol se lanzó la cifra del medio millón de asistentes. En Barcelona, las autoridades hablaban de 60.000 mientras los organizadores sostenían que era 400.000.

Los tótems del sistema financiero no vivieron ajenos a la jornada de protestas. Más de 5.000 indignados se plantaron frente a la sede del Banco Central Europeo, en Fráncfort, en la que fue una de las movilizaciones europeas con más asistencia. En Londres, más de un millar de manifestantes se dirigieron hacia la Bolsa y acabaron congregados en torno a la catedral de Saint Paul. Entre ellos, el líder de la plataforma WikiLeaks, Julian Assange, que hizo acto de presencia. En Madrid, los manifestantes, que confluyeron en la madrileña plaza de Cibeles, dedicaron sonoras pitadas a su paso por el edificio del Banco de España.

Roma puso la nota fea en una jornada que, en líneas generales, transcurrió tranquila. Los enfrentamientos entre la policía y centenares de encapuchados convirtieron las calles de la capital italiana en escenario de una batalla campal de más de cuatro horas. En Bruselas, fueron unos 6.000 los indignados que salieron a la calle. En Berlín, cerca de 10.000.

El Movimiento 15–M, al que muchos ya daban por muerto, consiguió internacionalizar su protesta. Reclutó nuevos efectivos más allá de sus fronteras. Una de las claves, sin duda, fue la protesta en Estados Unidos, Occupy Wall Street. Los indignados neoyorquinos han logrado una enorme repercusión desde el pasado 17 de septiembre. El desalojo frustrado de los activistas anteayer y la violencia policial procuró un mayor altavoz a la protesta que se estaba gestando. Miles de personas desbordaban Times Square y sus aledaños por la tarde (madrugada, hora española). La policía practicó al menos 20 detenciones.

Jon Aguirre Such, portavoz de Democracia Real Ya, una de las plataformas clave del 15–M, quiso ser claro en su balance de la jornada: “Las personas que han salido a las calles en todo el mundo hoy, 15 de octubre de 2011, han hecho historia”.

En Barcelona, la respuesta a las movilizaciones sorprendió a los propios organizadores. En Valencia se sumaron a la cita unas 35.000 personas.

El ambiente en las calles de Madrid, desde primera hora, fue festivo, una de las señas de identidad del 15–M. “Hola BBV, Hola Santander, ¿pagaste ya la casa?”, se cantaba con la música de los payasos de la tele en Puerta de Toledo, al confluir dos de las seis columnas de la marcha: las procedentes del templo de Debod y de la zona Sur, de Leganés.

“El movimiento ha calado de una manera hermosísima”, declaraba entre el bullicio Manolo, prejubilado de 64 años, miembro de la Comisión de Economía de Acampada Sol. Por las calles de Madrid se veían algunas pancartas con mensajes en francés e inglés. “Perroflauta peligroso”, rezaba una. “De Norte a Sur, de Este a Oeste, la lucha sigue, cueste lo que cueste”, proclamaban los manifestantes. Sobre una plataforma móvil, un tipo en bañador, con camisa y sombrero de paja, animaba la marcha: “Este 15–0, más que ocupar la plaza, ocupa el cerebro”, proclamaba, megáfono en mano.

Al llegar a Atocha, Carlos, uno de los portavoces de Democracia Real Ya, se mostraba exultante: “El 15 de mayo no sabíamos qué iba a pasar y descorchamos una botella. Hoy hemos vivido el desparrame de esa botella”.

Por la noche, la estatua ecuestre de Carlos III, en plena Puerta del Sol, volvió a verse cubierta de pancartas contra la banca y el aumento del precio de los alimentos. En varias ciudades se manejaba la idea de campar. Así ocurrió en Bruselas, en el barrio europeo.

La protesta viajó por todos los husos horarios. Arrancó en Tokio con algo más de 300 personas. En Sydney fueron 2.000. Según avanzaba la madrugada en España, llegaban noticias de miles de activistas saliendo a la calle en Chile.

“Al 15–M se le ha asignado una tarea excesiva, es un movimiento de voluntarios y, sin embargo, se le han atribuido poderes que no son reales”. Lo decía Jon Aguirre Such, de Democracia Real Ya, dos días antes de la jornada de protestas. Pero lo cierto es que el movimiento ha pasado su tercera prueba con nota. Ese sencillo y eficaz lema que llevó a la calle a decenas de miles de españoles el pasado mes de mayo, “No somos mercancías en manos de políticos y banqueros”, arrastró a cientos de miles por el mundo en la jornada de ayer.


Los indignados en EEUU

"Wall Street ha matado el sueño americano"

Por David Alandete y Cristina f. Pereda
Desde Nueva York

El País, 16/10/11

Una multitud de indignados ha tomado la noche del sábado uno de los centros neurálgicos del capitalismo, la icónica plaza de Times Square, con sus neones y sus carteles luminosos. Entre los logotipos de las mayores corporaciones internacionales, los manifestantes han clamado contra los bancos, contra los gobernantes y contra la desigualdad de recursos, coreando el que ya es su lema preferido: "Nosotros somos el 99%". Pedían a la ciudadanía norteamericana que les apoyara a privar de su poder político al 1% que más recursos tiene en este país. Una jornada en la que también se han producido detenciones, aunque en un número mucho inferior a los 700 arrestos de hace unas semanas. Fuentes policiales confirmaron a Efe que el total de detenidos a lo largo de la jornada asciende a 74, de los que 42 fueron arrestados por desorden público en el área de Times Square al final del día y "después de haber recibido varias advertencias para que se dispersaran". Dos agentes de la Policía fueron hospitalizados por las heridas que sufrieron cuando los manifestantes intentaban derribar las barreras de seguridad.

A excepción de las celebraciones de fin de año, pocas veces se había visto a tante gente en esta plaza, que es una de las más visitadas por los turistas en Nueva York. Aseguraban algunas cadenas de televisión locales que había unas 10.000 personas concentradas, una cifra que la policía no ha confirmado ni desmentido. Cuando los indignados han comenzado a llegar a la plaza, a las cinco de la tarde (11 de la noche en la España peninsular) las marquesinas de Times Square les han recibido con un anuncio: "El movimiento Ocupa Wall Street se convierte en global".

Ese titular ha sido motivo de celebración y alegría en una multitud que se ha mantenido festiva durante la concentración, frente a un robusto dispositivo de agentes del orden y diversos arrestos por traspaso del perímetro policial. Los agentes habían delimitado con vallas un recinto muy discreto que en media hora ha quedado toalmente rebasado. Los ocupantes de Times Square han tomado la plaza desde casi todas las calles y avenidas aledañas, parapetados en las aceras en principio, y cortando la Séptima avenida al final.

"Es impresionante ver cómo la gente despierta y reacciona", decía Emma Alpert, estudiante de 26 años, que ve un mal futuro laboral por delante. "Espero que el resto del mundo esté contento al ver que, por fin, los americanos hemos despertado, que por fin nos damos cuenta de qué injustas son las cosas. Me gustaría que todo el país reaccione al ver esta concentración".

En esta plaza donde lucen los iconos más representativos del consumismo (Starbucks, McDonald's, Levi's, Nasdaq, Toys 'R Us) los indignados exhibían lo que para ellos son los símbolos de la resistencia: caretas del grupo de hackers y activistas Anonymous; chapas con la faz del soldado Bradley Manning y banderas del Che Guevara. "Wall Street ha matado al sueño americano", rezaba una pancarta.

Había lemas muy variados. "La deuda es esclavitud", "No somos vuestros esclavos", "No rescatéis bancos, rescatad personas", "Cría bancos y te comerás sus crisis", "Despierta, América", "Más impuestos para los ricos", "Acabamos de empezar". Y la cifra más ubicua: "Todos somos el 99%".

La multitud era heterogénea. Sobre todo había jóvenes, pero algunos ancianos también. "Los mayores también estamos hartos de tanta corrupción", decía Michael Miller, un jubilado de 62 años. "Los grandes grupos financieros y sus intereses dominan a los políticos. A todos. Es hora de que la gente, jóvenes y mayores, despierte y cambie esta situación".

La concurrencia de hoy ha sido una demostración de fuerza por parte de un movimiento que desde hace un mes ha ocupado una pequeña plaza entre Wall Street y la Zona Cero, en Manhattan. En los mapas se conoce a ese recinto como Zucotti Park. Los indignados lo llaman "plaza de la libertad".

Por la mañana, los indignados habían recorrido el espacio entre esa plaza y Washington Square, con un improvisado recorrido por la zona financiera de Manhattan, deambulando de sucursal bancaria en sucursal bancaria, protestando contra los bancos. Algunos de los manifestantes marchaban con trajes y corbatas comprados en tiendas de segunda mano, disfrazados de banqueros, pidiendo a la opinión pública que no les juzgue por su atuendo o sus apariencias.

Movilización menor en la capital

Unas 500 personas participaron en la “marcha de los bancos” que recorrió por la mañana del sábado el centro de Washington, según estimaciones del Ayuntamiento de la capital. Los manifestantes, siguiendo el ejemplo de Nueva York semanas atrás, pretendían desplazarse a varias sucursales bancarias para retirar dinero y cerrar sus cuentas. No lo lograron. Los portavoces de Ocupa DC informan que los bancos cerraron antes de que llegaran.

La falta de un mensaje y objetivos concretos ha podido pasar factura al movimiento Ocupa DC, con mucho menos poder de convocatoria que las concentraciones de hace apenas una semana. En Washington, el movimiento todavía cuenta con dos sedes distintas. Una de ellas permanece en Freedom Plaza, “ocupada” el pasado 6 de octubre con motivo de los primeros 10 años de la guerra de Afganistán y contra el nuevo presupuesto federal. El calendario hizo que coincidiera con las protestas de Ocupa Wall Street en Nueva York, que inspiraron una réplica en la capital.

Sin embargo, el grupo Stop the Machine que mantiene un reducido campamento en un parque cercano, todavía no se ha unido a los manifestantes de Freedom Plaza. La separación de los dos organizadores principales ha impedido que este 15 de octubre, cuando había un “llamamiento global por el cambio”, no lograran convocar a los centenares personas que se manifestaron hace una semana por las calles principales de Washington y que llegaron a marchar frente a la Casa Blanca.

Tampoco pudieron aprovechar la llegada de miles de personas a la capital con motivo de la manifestación por el empleo convocada por los principales sindicatos del país. Cerca de dos millares de manifestantes se concentraron en el National Mall durante los discursos de personalidades como el reverendo y activista Al Sharpton, el alcalde de Washington Vincent Gray o la Secretaria de Empleo Hilda Solís. El éxito de esta manifestación, por otro lado, no puede vincularse a las protestas del 15 de octubre, al estar convocada desde hace meses con motivo de la inauguración del monumento a Martin Luther King, que tendrá lugar este domingo.


Protestas contra los ajustes y los bancos

Cientos de miles de "indignados" marcharon en 82 países
contra el sistema financiero

Roma, escenario de una batalla campal

Agencia EFE, 16/10/11

Roma.– Inspirados en los "indignados" españoles y en el movimiento norteamericano "Ocupa Wall Street" , cientos de miles de personas protagonizaron ayer la primera jornada de protesta global contra la crisis, el sistema financiero, las políticas de recorte y la precariedad laboral, que tuvo su principal movilización en Roma, donde se produjeron violentos incidentes.

Roma: enfrentamientos con la policía

Bajo lemas como "Pueblos del mundo, levántense", "Salí a la calle, creá un nuevo mundo" y "No somos bienes en manos de banqueros", hubo concentraciones en casi 1000 ciudades de 82 países, en el día en que se cumplieron cinco meses desde el nacimiento del movimiento de los "indignados", en la Puerta del Sol, de Madrid.

En el centro de Roma –donde, según los organizadores, hubo 200.000 personas–, la policía lanzó gases lacrimógenos y utilizó carros hidrantes para dispersar a cientos de manifestantes que incendiaron vehículos y atacaron bancos, durante la protesta contra "la codicia del sector financiero".

Otros encapuchados o con la cara tapada incendiaron un anexo del Ministerio de Defensa. Los violentos enfrentamientos convirtieron a Roma, durante más de cuatro horas, en el escenario de una batalla campal, que acabó con más de 50 heridos y decenas de detenidos.

"Desde América hasta Asia, desde Africa hasta Europa, la gente se está levantando para reclamar sus derechos", rezaba el manifiesto del 15–O, como se bautizó a la jornada de protesta de ayer. "Los poderes establecidos actúan en beneficio de unos pocos, desoyendo la voluntad de la gran mayoría. Hay que poner fin a esta intolerable situación."

En España, cientos de miles de personas participaron en las marchas convocadas en 80 ciudades, bajo el lema "Unidos por un cambio global". Los españoles salieron a las calles para protestar contra los mercados financieros y los recortes sociales implementados por el gobierno para hacer frente a la crisis.

La principal protesta fue en Madrid, donde una multitud recorrió el kilómetro que separa la plaza de Cibeles de la emblemática Puerta del Sol, donde se inició el movimiento de "indignados" del 15–M, en mayo.

En Barcelona, unas 60.000 personas, según la policía, participaron en la manifestación que partió de la plaza Cataluña, con una gran pancarta en la que se leía "De la indignación a la acción, nuestras vidas o sus beneficios", en referencia a los banqueros.

Nueva York, donde cientos de " indignados " acampan desde hace un mes en el parque Zuccotti, cerca de Wall Street, fue otro de los focos principales de la jornada. Unos 2000 manifestantes avanzaron a través del distrito financiero de la ciudad, antes de la protesta en Times Square, para pedir "el fin de la codicia de las corporaciones".

"A los bancos los salvan, a nosotros, no", rezaba una bandera que flameaba frente a una sede del JPMorgan Chase, vecina al parque Zuccotti.

Protegido por un gran operativo policial, cientos de personas rodearon el banco, que fue uno de los ganadores de la crisis financiera.

"¡JPMorgan Chase fue salvado con dinero de los impuestos, fuimos vendidos!", exclamaban manifestantes con sus altavoces. Según ellos, 14.000 personas fueron despedidas por la entidad luego de recibir 94.700 millones de dólares del gobierno de Barack Obama para su rescate.

Anoche, un grupo de manifestantes se enfrentó con la policía en Times Square; hubo tres detenidos y un herido.

También hubo protestas en decenas de ciudades de Estados Unidos, entre ellas, Washington, donde los manifestantes expresaron su enojo por el hecho de que el Congreso no aprobara la iniciativa con la que Obama busca crear más empleo.

Los organizadores del 15–O buscaban copiar la protesta de Wall Street en otras importantes sedes financieras de Europa, como la City de Londres y los alrededores del Banco Central Europeo (BCE), en Fráncfort. Ayer, en una llamativa declaración, el futuro presidente del BCE, Mario Draghi, gobernador del Banco de Italia, apoyó a los "indignados" (ver Pág. 4).

En Alemania, unas 40.000 personas protestaron en todo el país, con las mayores concentraciones ante la sede del BCE y la cancillería, en Berlín. En Londres, la concentración se desarrolló frente a la catedral de Saint Paul, ya que la Bolsa de Valores fue cercada por la policía.

La manifestación fue respaldada por Julian Assange, el fundador de WikiLeaks. "Apoyamos lo que pasa aquí porque el sistema bancario se beneficia del dinero de la corrupción", dijo ante la multitud.

En Bruselas, corazón de las instituciones europeas, 6000 personas se concentraron ante la Comisión Europea. Hasta allí llegaron "indignados" españoles que caminaron 1600 kilómetros desde Madrid.


La protesta en la City toma cuerpo con una gran acampada
permanente frente a la catedral de San Pablo

Los indignados se atrincheran en Londres

Por Walter Oppenheimer
Desde Londres
El País, 17/10/11

Londres, la ciudad europea con más capitalismo por metro cuadrado, ha visto por fin cuajar un atisbo de protesta ciudadana por la crisis financiera. Si la convocatoria mundial del sábado congregó en la City a algo más de un millar de manifestantes y la policía impidió que tomaran la sede de la Bolsa, la casualidad ha querido que los indignados londinenses encuentren un campamento con el que no contaban: los aledaños de la catedral de San Pablo.

Los manifestantes han tenido extraños aliados a la hora de crear este Sol londinense en el que hay un centenar largo de tiendas de campaña y todo tipo de precarias instalaciones. Por un lado, la policía, que al cerrar la entrada a la plaza del Padrenuestro para evitar la toma de la Bolsa, desvió la protesta a las escalinatas de la vecina catedral anglicana. Y por otro la Iglesia, y más concretamente el responsable de la catedral, el reverendo Giles Fraser, que ha aceptado la acampada debido al buen tono de la protesta. La Iglesia, como tantas veces, capaz de estar en misa y repicando.

Este mediodía, el ambiente era de febril actividad en la acampada frente a San Pablo. El tono festivo y soleado del sábado se ha transformado en ajetreo, como corresponde a un lunes a las puertas de la City. Por un lado, los acampados, que para evitar ser desalojados por la policía han aceptado ceñir la acampada a un perímetro determinado para no dificultar el paso de peatones. En ese perímetro, gentes de todo tipo, edad y condición se afanaban para poner en marcha lo que quieren convertir en un campo base de larga duración. Por otro, ajetreados banqueros observaban con curiosidad el campamento aprovechando la pausa de mediodía. Entre ambos grupos, varias manadas de periodistas a la caza de notas de color.

Un puñado de acampados discutían en asamblea la manera de proceder y las necesidades más perentorias. La limpieza es una de las más importantes, para no dar coartadas al enemigo y evitar un desalojo amparado en la higiene. La cocina. Los suministros de comida. Se debatió la delicada cuestión del reciclaje. Se pidió ayuda de todo tipo al mundo exterior; pero ojo, no a cualquier precio: no se admiten limosnas de MacDonalds, por ejemplo. Aquí no se vota propiamente porque esto es una asamblea, no un parlamento: cuando a uno le gusta algo de lo que escucha,levanta los brazos y mueve las manos como si estuviera a punto de empezar la ola en un campo de fútbol.

Uno de los parlamentarios se dirigió a un grupo de espectadores para pedirles con cierta sorna que la City colaborara con la acampada donando sillas de oficina para la universidad libre que se está montando. No todos sonrieron. A esas horas, decenas de banqueros y oficinistas cruzaban la zona del campamento con curiosidad y haciendo esfuerzos porno enviar señales de desprecio. Algunos se paraban a debatir con buen humor con los acampados. Otros leían con cierta cara de asombro las consignas de los acampados.

Uno de ellos, impecable traje y corbata –hoy en día, señal casi de rebeldía: la moda ha impuesto el uniforme de traje y camisa sin corbata– se declara “divertido” con lo que está viendo. No parece decirlo con ironía, pero tampoco parece divertido. En realidad, parece más bien ofendido. “Está muy bien que la gente proteste, ¿pero saben realmente lo que quieren?”, se pregunta.

“Seguro que hay bancos que han cometido excesos, pero el 99% de la City la forman gente que trabaja mucho. No creo que esta gente sepa realmente qué es la City. De aquí salen montones de empresas,aquí es donde se crea empleo. La City es como el aceite que engrasa la maquinaria de la economía. Sin la City, habría que cambiar esa máquina. ¿Y cuáles la alternativa? ¿El comunismo? Ya sabemos qué ha hecho el comunismo y no creo que la gente esté realmente a favor de eso”, comenta. ¿Durará la acampada? “Mmm… quizás sí”, responde tras un momento de duda. “Hay mucho profesional de la protesta”, añade con cierto desprecio. “Me llamo George, tengo 46 años y soy banquero”, se identifica al despedirse. Y subraya con orgullo la palabra banquero.

Dani Pelos sí cree que hay alternativas. Minutos antes ha estado dirigiéndose a la asamblea para invitar a los presentes a participar en un grupo de trabajo sobre economía alternativa. Vestido también de traje y corbata, su aspecto contrasta con la ropa informal, tirando a cutre,del resto de participantes en la asamblea. Pero su pensamiento no viste ni traje ni corbata. Vive de asesorar a empresas que quieren aplicar un modelo económico en el que lo que importa no es el dinero que se llevan los accionistas, sino la riqueza social que se crea. Pero para eso, acepta, los activistas han deaprender a generar ingresos, no solo a gestionar gastos.

Dani reniega de “la política de relaciones públicas” con que las empresas británicas abordan su compromiso con las causas sociales. Por eso fue él quien advirtió a la asamblea que no se pueden aceptar donaciones de según quién. “Aquí se confunde la acción social con la caridad.Por eso las donaciones implican un dilema ético: de quién aceptamos dinero y de quién no”, explica. ¿Dormirá esta noche con los acampados? “Mi mujer no me deja”, se escabulle riendo mientras se va con un amigo a tomar café. Eso sí,reniega del Starbuck’s que tiene a la espalda. Prefiere el café colado que reparten en el comedor de la acampada. El sol se ha escondido detrás de unas nubes. Sopla una ráfaga helada de viento otoñal. Quizás sea el general Invierno el mayor enemigo de esta protesta.


Los manifestantes seguían ayer ocupando espacios
públicos en varias ciudades del mundo

Agence France–Press (AFP),
desde Londres, 17/10/11

Londres.– Cientos de personas seguían acampando ayer en Londres, Fráncfort, Amsterdam, Nueva York, Bruselas y varias otras ciudades, después de un fin de semana en el que el movimiento de los "indignados" adquirió una dimensión planetaria con el éxito de las manifestaciones convocadas en más de 80 países.

En Londres, varios centenares de "indignados" pasaron la noche frente a la emblemática catedral de St. Paul, y prometieron ocupar el lugar en forma indefinida para mostrar su enojo por la crisis económica mundial. Anoche, ya había unas 70 carpas instaladas frente a la catedral, y los manifestantes empezaron a organizar un "centro de prensa" y un comando de distribución de los alimentos donados por simpatizantes y ciudadanos comunes.

"Nos quedaremos todo lo que haga falta, para que el gobierno nos escuche y anuncie que las cosas van a cambiar", dijo Spyro van Leemnen, uno de los representantes del movimiento Ocupa la Bolsa de Londres, inspirado en el grupo Ocupa Wall Street.

En Amsterdam, los manifestantes también decidieron acampar en la plaza de la Bolsa, mientras que en Portugal unos 300 "indignados" continuaban concentrados frente al Parlamento. Algo parecido sucedió en Fráncfort, donde cerca de 200 personas pasaron la noche en 30 tiendas de campaña frente a la sede del Banco Central Europeo (BCE).

Bajo eslóganes como "Pueblos del mundo, levántense", decenas de miles de personas tomaron anteayer las calles de medio mundo para protestar contra la crisis y expresar su rechazo a los políticos, a los que acusan de estar sometidos a los poderes financieros y económicos.

Salvo en Roma, donde un grupo de encapuchados irrumpió en una marcha pacífica de unas 200.000 personas, y en Nueva York, donde la policía arrestó a decenas de personas, las marchas transcurrieron sin incidentes graves, respondiendo así al espíritu del movimiento surgido en la céntrica Puerta de Sol, de Madrid, hace cinco meses.

" El movimiento de los indignados renace como una fuerza global ", proclamó ayer el diario El País, de España. "El gran logro del movimiento, heredero de aquellas movilizaciones españolas de mayo, fue movilizar a decenas de miles de ciudadanos de los cinco continentes bajo los mismos lemas a favor de un cambio global y en contra de los recortes sociales y de las elites políticas y financieras", subrayó el diario.

En la misma línea se manifestaba el editorialista Eugenio Scalfari, del diario italiano La Repubblica. "Evidentemente, existe ahora un movimiento internacional (.) que expresa la cólera de una generación sin futuro ni fe en las instituciones tradicionales, políticas, pero también financieras", señaló Scalfari.

"El mundo baja a la calle, única, pacífica y colorida", afirmó por su parte La Stampa. El diario destacó que a pesar de los violentos incidentes registrados en la marcha de Roma la gran mayoría de los manifestantes protestaron de forma pacífica.

Roma, el día después

Ayer, como una ciudad herida luego de un día de guerrilla, la capital de Italia comenzaba a evaluar los daños, estimados en unos 1,6 millones de dólares. El alcalde Gianni Alemanno dijo que la ciudad sufrirá largamente el "daño moral" por la violencia.

Aparte de Roma, las marchas más multitudinarias fueron las de Madrid y Barcelona, con decenas de miles de "indignados" en las calles. En estas dos ciudades, los manifestantes ocuparon ayer edificios vacíos del centro de la ciudad (ver aparte).

La "indignación" por la crisis se expresó el fin de semana en prácticamente todos los continentes, de Ginebra a Miami, de París a México, de Santiago a Tokio. Y ayer los organizadores de las marchas parecían más decididos que nunca a aprovechar el impulso logrado durante el fin de semana.

El carácter global del movimiento se fraguó en las últimas semanas tras la irrupción del movimiento Ocupa Wall Street , que con sus acampadas y marchas logró llamar la atención de la clase política de Estados Unidos.

Las protestas, que se iniciaron en Nueva York hace un mes, ya se propagaron a varias otras ciudades del país. Ayer, centenares de personas fueron detenidas en por lo menos siete ciudades, entre ellas Arizona, Tucson y Phoenix, donde los manifestantes se negaron a desalojar los espacios públicos.

En Chicago, unos 175 manifestantes fueron arrestados durante la evacuación del parque en el que estaban congregados, según la policía.

Durante las marchas del sábado, muchos manifestantes corearon el célebre lema "El mundo entero está mirando", haciéndose eco de las famosas concentraciones contra la Guerra de Vietnam que tuvieron lugar en esa ciudad durante la convención del Partido Demócrata de 1968.


Los miles de "indignados" que ocupan Zuccotti Park
inspiran a otros grupos

EEUU: nace una nueva era de protestas

Por Rafael Mathus Ruiz
Desde Nueva York
La Nación, 16/10/11

Todos los días, Bill Steyert viaja desde su casa en Queens hasta Manhattan para unirse a los "indignados" que acampan desde hace un mes en el parque Zuccotti. A sus 68 años, la protesta lo entusiasma igual que a la mayoría de los jóvenes que están allí.

Codo a codo con esos jóvenes, Steyert no puede evitar recordar las marchas contra la guerra de Vietnam, en la década del 60.

Ahora, muchos miembros de su generación regresan al igual que él a sus viejos hábitos, al sumarse a un movimiento que captó la atención del mundo y que abrió una nueva era de protestas en Estados Unidos.

"Hubo olas. Primero, fue la guerra. Luego, las armas nucleares. Esto va y viene. Pero ésta es la primera vez que se toma un parque. Esta protesta es tan importante como las otras y se va a volver cada vez más grande", aventura Steyert.

Las heridas que dejó la crisis financiera global –desatada en 2008 luego de la quiebra de Lehman Brothers– y la desigualdad que se construyó de a poco durante las últimas décadas llevaron a miles de jóvenes a instalar su frustración en las calles de Estados Unidos. La crisis, aquí como en Europa, ha sido particularmente dura con ellos.

Pero la presencia de Steyert es una muestra de que el movimiento –llamado "Ocupa Wall Street"–, heterogéneo de por sí, cosecha apoyos y simpatías amplias y diversas.

"La mayoría de los movimientos empiezan expresando la visión de una minoría. Pueden ser populares o no. Este es distinto. Ellos representan a una mayoría", apuntó a LA NACION Todd Gitlin, profesor de sociología y periodismo en la Universidad de Columbia.

Gitlin sugiere que aún es demasiado pronto para estimar el alcance que puede llegar a tener esta nueva era de protesta en Estados Unidos. Hay muchas fuerzas en juego, justifica.

Como todos los movimientos, "Ocupa Wall Street" tiene un componente interno –en este caso, los "indignados"– y otro externo, donde aparecen sindicatos, dirigentes políticos del Partido Demócrata y organizaciones civiles, indicó el experto.

"Su éxito depende mucho de que ambos círculos logren trabajar de manera constructiva, además de su habilidad para movilizar a la opinión pública. Esto último lo están logrando. Lo primero es un signo de pregunta", concluyó.

Cuando menos, esa sinergia parece complicada. Gitlin puso sobre relieve las diferencias entre ambos círculos. Los "indignados", indicó, son jóvenes románticos, con ideas que suenan un tanto utópicas, y una organización horizontal, sin líderes, que aún se está moldeando. Su núcleo más aguerrido aspira a una revolución. El poder político, los sindicatos, tienen jerarquías: hay líderes y estructuras verticales.

Vale, por caso, la visión de Breanna Lembitz, de 21 años, estudiante de ciencias políticas y economía (en el parque Zuccotti parecen predominar estudiantes de las carreras en humanidades o tecnología).

Ella quiere un sistema en el que haya mucha más participación ciudadana en las decisiones, en las empresas y en las instituciones, algo que se puede lograr, afirma, gracias a que ahora existe la tecnología para conectar a millones de personas en un instante: las redes sociales, que estos jóvenes conocen y utilizan como nadie.

"No hay nada que perder en empezar con un sistema nuevo porque el sistema viejo se quebró", desafía Lembitz.

Comparaciones

La comparación de este grupo con el Tea Party –el movimiento ultraconservador norteamericano– no tardó en llegar.

Hay algunas similitudes, y a nadie debería sorprenderle que haya personas que simpatizan con ambos movimientos: comparten, por ejemplo, la furia por el rescate a Wall Street. Disienten, eso sí, a la hora de discutir qué papel tiene que jugar el Estado.

Los "indignados" pueden brindarles a los demócratas y al presidente Barack Obama el vigor que el Tea Party les dio a los republicanos en la elección del año anterior.

"Sus participantes y sus actividades son rudimentarios, y recién comienzan", dijo a LA NACION Thomas Mann, analista político de la Brookings Institution, un centro de estudios de Washington.

"Pero el movimiento puede servir para llevar algunos signos de vida a los progresistas, que se sienten superados por un Partido Republicano que tiene el financiamiento de los ricos y, aun así, el apoyo de trabajadores y de la clase media blanca", agregó.

Mann dijo que el movimiento puede ser fugaz y desaparecer, o convertirse en algo más significativo.

Un puñado de celebridades y figuras ya han pasado por el parque Zuccotti. El premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, que escribió un artículo en la revista Vanity Fair meses atrás titulado "Del 1%, por el 1%, para el 1%", fue uno de ellos.

La escritora Naomi Klein dio un discurso en el que ponderó tres rasgos del movimiento: su rechazo a la violencia, su convicción para mantener la protesta y el campamento, que brinda una presencia constante.

"Sólo cuando se quedan firmes pueden echar raíces. Esto es crucial. Es un hecho que en la era de la información muchos movimientos brotan como flores, pero se mueren rápidamente. Es porque no tienen raíces", afirmó.

Más allá del entusiasmo y de la simpatía que ha generado, el movimiento de los "indignados" norteamericanos puede fracasar en su intento de construir una participación masiva. No faltan aquí quienes creen que el sueño americano todavía es posible, y que en vez de protestar hay que ir a buscarlo.

Aunque el movimiento se expandió a todo el país, sus demostraciones no alcanzaron aún, por ejemplo, la dimensión de la protesta que reunió en la Gran Manzana a 250.000 personas en 2003 en contra de la guerra de Irak, o los cientos de miles de almas que marcharon contra George W. Bush en 2004, durante la convención del Partido Republicano.

Días atrás, el propio alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, le quitó trascendencia a la protesta en su programa radial, al afirmar que, en relación con la cantidad de gente que vive en la ciudad, las manifestaciones de los "indignados" han sido pequeñas.

Vale aquí una aclaración: el movimiento de protesta vive no sólo en las calles, sino también en Internet. Hay un universo digital, donde los "indignados" crecen con fuerza. Con un par de semanas de vida, su cuenta en Twitter tenía hasta ayer más de 75.000 seguidores.

En Tumblr, una plataforma que permite compartir textos, fotos y videos, hay un grupo llamado "Somos el 99%", donde pueden leerse cientos de historias de dificultades. Pero allí también surgió días atrás otro grupo, que también muestra lo amplio que puede llegar a ser el movimiento.

En este segundo grupo no parecen existir dificultades. Algunos incluso piden pagar más impuestos, tal como lo hizo hace poco el multimillonario norteamericano Warren Buffett. Ese grupo se llama "Somos el 1%. Apoyamos al 99%".

Las plazas protagonistas del año 2011

• Plaza Tahrir (El Cairo): Albergó la protesta que, en febrero, provocó la caída de Mubarak.

• Puerta del Sol (Madrid): En mayo se convirtió en el centro de la concentración de los "indignados", que luego creció a otras ciudades.

• Plaza Syntagma (Atenas): Es el centro de las protestas contra los ajustes y la crisis.

• Parque Zuccotti (Nueva York): Allí acampan los "indignados" del movimiento "Ocupa Wall Street".

• Plaza Verde (Trípoli): Simbólica para los leales a Gadafy, los rebeldes libios la rebautizaron como Plaza de los Mártires.