México

 

Otro país, mismos objetivos

Plan México: ¿el hermano mellizo del Plan Colombia?

Por María Eva García Simone
APM, 03/09/07

La mano de Washington pretende ingresar al escenario mexicano. “Guerra contra el narcotráfico”, “adiestramiento militar”, son herramientas conocidas que llevarían a la militarización del país.

La historia parece repetirse una vez más, los medios contrahegemónicos ya hablan de un Plan México para la nación norteamericana, similar al Plan Colombia que ya rige en el país sudamericano. Tanto el presidente de México, Felipe Calderón como el de Estados Unidos, George W. Bush se presentan enfáticos en demostrar públicamente que el proyecto tratado no se asemeja al Plan Colombia. No obstante, no brindan información sobre sus fines y objetivos ni sobre la fecha en que éste se llevara a cabo en la práctica.

Tras la Cumbre de la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (ASPAN), Bush y Calderón expusieron sólo breves explicaciones. Sin embargo, uno de los puntos con los que más se especula es la militarización del territorio mexicano.

Por su parte, el estadounidense, en el ámbito de la Cumbre de la ASPAN -integrada también por Canadá y México- sólo declaró que el plan será lo “suficientemente fuerte y robusto”.

A pesar de que los protagonistas del mismo coinciden en afirmar que el proyecto no implicará la presencia en territorio mexicano de militares estadounidenses; generalmente, la política de Washington se circunscribe en el extremo control y para ello, es usual, la incorporación –reconocida o no- de bases militares, tal como sucede en varias regiones de Latinoamérica.

No obstante, dichas referencias, Calderón enfáticamente afirmó: "Le he dicho claramente al presidente Bush, que nosotros ni podemos ni queremos tener en nuestro territorio la operación o la participación de soldados estadounidenses como ha ocurrido en otros países, sé que eso es difícil, desde luego, pero hemos hablado con toda claridad...” .

Washington no sólo se escuda en su autoproclamada “guerra contra el narcoterrorismo”, sino que, en el caso mexicano, ha encontrado el argumento de que ambos países comparten amplia extensión fronteriza que conlleva consigo el conflicto de los inmigrantes ilegales que buscan cruzar desde México hacia Estados Unidos.

El mandatario mexicano, también expresó que su pretensión es que “Estados Unidos vigile más su frontera, porque hemos visto entrar una gran cantidad de armas de alto poder a México”. Además, admitió que tiene conocimiento de que “está entrando droga de México hacia Estados Unidos” y, en ese aspecto, considera que ambos deben acordar para que de ambos lados de la frontera haya una vigilancia efectiva.

El monto destinado para dicha operación ascendería, a pesar de que no hay cifras oficiales, a los 100 millones de dólares en los primeros dos años. Dicha suma es muy superior a la que actualmente Estados Unidos le brinda a México para la llamada “lucha contra el narcotráfico”.

En este sentido y conociendo las pretensiones que guía la política de Bush, para Washington nada es gratis. Es decir, puede especularse con que tal monto deberá ser recompensado por el gobierno mexicano a través de la concesión permisiva de su territorio en cuanto control militar externo y demás cuestiones, a pesar de la supuesta fuerte intención de Calderón de no permitirlo. No obstante, la última decisión en torno a dichas cantidades está en manos del Congreso estadounidense.

La incorporación de un proyecto de la magnitud del impulsado en Colombia, generaría estragos en la cotidianeidad de las comunidades rurales e indígenas. Estos son los grupos sociales que más repercusiones tuvieron en el país sudamericano con la incorporación del Plan Colombia. Se vieron afectados por las consecuencias ocultas del mismo, tales como la violencia de grupos armados estadounidenses que se escudan en su lucha antiterrorista y antinarcotraficante, los problemas derivados de la erradicación forzosa de cultivos, la fumigación a ultranza con tóxicos perjudiciales para la salud y el medio ambiente, y la militarización de territorios considerados peligrosos según la Doctrina de Seguridad diseñada desde las extrañas del Pentágono.

Si bien para muchos gobernantes latinoamericanos es vital mantener en buenas condiciones las relaciones con Washington, teniendo en cuenta los antecedentes registrados, esto puede representar una pérdida de autonomía y soberanía nacional y una dependencia político-económica y militar hacia la potencia hegemónica del norte.

A pesar de los rumores y de las especulaciones que se derivan la ausencia de información oficial y que asemejan al proyecto en cuestión con el conocido Plan Colombia, hace apenas unos días, el presidente estadounidense, afirmó que el plan mexicano “será una estrategia diferente, que atiende a los problemas de la frontera común y no implica presencia militar, porque México puede disponer de sus efectivos para combatir a los narcotraficantes”.

Teniendo en cuenta la forma en la Casa Blanca suele manejarse, no es de extrañar que sus dichos fuesen sólo una forma de ocultar el procedimiento que están deliberando entre su gobierno y el vecino. Cabe destacar que, siguiendo el ejemplo de lo acontecido con el Plan Colombia, los verdaderos fines de éste fueron encubiertos hasta que, en el año 2000, una revista colombiana llamada Desde abajo, publicó los verdaderos propósitos mantenidos ocultos tanto por el gobierno local como por el estadounidense.

En su afán por superar la desinformación que predominaba en ese entonces en territorio colombiano, en dicha edición de la revista Desde Abajo se descubrió públicamente que el denominado plan de pacificación llevaba consigo el diseño de una “ingeniería” reestructuradora del sistema de las Fuerzas Armadas de Colombia, con el fin de incorporarlas a las directivas del Comando Sur del ejército de Estados Unidos.

Salieron a la luz los fines expresados en el documento oficial llamado Plan para la paz, la prosperidad y el fortalecimiento del Estado, ocultos celosamente tanto por el gobierno yanqui como por el colombiano. Estos se centraban en, principalmente, en el encubrimiento de una guerra que pretendía enfrentar amplias facciones de la población, dejando sin real interés a los conflictos sociales que azotaban la zona.

Es inevitable recurrir una y otra vez a la comparación con el Plan Colombia debido a que el mismo también se inició como una presunta manera de combatir a los narcotraficantes que afectaban la “seguridad nacional e internacional”. Sin embargo, una vez asentado fue incorporando masivamente cuestiones inherentes a la soberanía de los pueblos y de los territorios.

De acuerdo a la información existente y a las especulaciones derivadas de ella, el Plan México tendría como objetivos principales la incorporación de tecnología de espionaje, de aeronaves transportadoras de tropas y el entrenamiento de las fuerzas militares y policiales mexicanas.

A su vez, dicho acuerdo entre la potencia y el país centroamericano permitiría a Washington, a través del FBI, la CIA, el Pentágono y la DEA, disponer de datos estratégicos referidos a la actualidad mexicana. Esto generaría una notable disminución de la soberanía nacional y una notable suba de la injerencia yanqui a través de la milicia y los centros de inteligencia.

Por otro lado, no sólo se produciría el adiestramiento y la incorporación de personal militar y policial sino que también el de sujetos inherentes a la utilización de las nuevas tecnologías a implementar en territorio mexicano con el fin de adquirir mayor información a través de maniobras de espionaje.

Tanto el escenario social colombiano como el mexicano presentan similitudes que pueden derivar en que ambos planes propulsados por Washington tengan la misma corriente, a pesar de la negativa de Calderón y Bush a denominar al “paquete” de acciones como “Plan México”. Uno y otro país posee en su interior fuertes grupos criminales organizados, que, día a día, ponen en jaque la estabilidad política de cada uno de ellos y que “preocupan” y dan pie al accionar de Estados Unidos.

Todos los detalles parecen estar bien resguardados ante la sociedad mexicana. México DF y Washington se encargan de no dar detalles que puedan semejar uno y otro plan estratega. No obstante, según lo que puede apreciarse en algunas declaraciones, el componente militar siempre se halla rondando. De acuerdo a lo expresado por Andrew Selee, director del Instituto de México del Centro Woodrow Wilson, el acuerdo “sí tendrá el intercambio de inteligencia, equipos de radares, entrenamiento, entre otras cosas".

La Casa Blanca acrecienta cada vez más y con mayor énfasis su afán de controlar la región central y sur de América Latina. De esta manera, no desaprovecha ninguna de las oportunidades que mandatarios como Álvaro Uribe, en Colombia, o Felipe Calderón, en México, le brindan para imponer su modelo neoliberal y militar en la “ansiada” zona.

Según el analista mexicano experto en seguridad, Guillermo Garduño, el Plan México se vincula estrechamente con la firma, por parte del gobierno mexicano, del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos desde 1993.

Garduño afirmó que es "indudable" que esos TLC´s "tenían que tener unas implicaciones de carácter militar que nunca fueron reveladas en su tiempo" y "como consecuencia de ello hoy en día Washington (...) está reclamando una amplitud de carácter militar" en México.

Estados Unidos tiene como fin encubierto entrometerse en cuestiones tan propias e inherentes a un Estado como lo son el adiestramiento de sus Fuerzas Armadas, y proseguir con la política de Vicente Fox – ex presidente mexicano – de estrechar relaciones que permitan romper con el esquema progresista que está resurgiendo en América Latina, de la mano de Chávez, por ejemplo, y que es considerado una amenaza para sus intereses imperiales.

Bush pretende que México sea un importante aliado suyo y este plan es una de las formas de hacer este objetivo más real y más funcional al sistema imperialista.

El gobierno de turno mexicano no escatima concesiones y actúa promulgando este tipo de acciones que muy lejos se hallan del progreso nacional. Son maniobras llevadas a cabo en post de intereses privados que se acrecientan a la par del acatamiento cada vez mayor de las directivas de la Casa Blanca, a quien se le otorgan facilidades que cada vez con mayor rigor lo convierten en el responsable del presente mundial.

Es muy ingenuo -si es que su posición es genuina- que Calderón piense que él será quien establezca los límites del plan en cuanto a la militarización del territorio, ya que, por más que se trate de países vecinos, Estados Unidos no pretende relacionarse simétricamente con México. Además a lo largo de la historia los legisladores estadounidenses siempre han dejado en claro que "Estados Unidos no tienen amigo, sólo tiene intereses".

Es por esta razón que la intervención estadounidense en países latinoamericanos ha sido siempre un objetivo y más aún cuando sus propios gobernantes la propician, promulgando intereses afines a los hegemónicos y no estableciendo relaciones regionales de integración que busquen una alianza fuerte y consistente para alcanzar la integración y la independencia definitiva. ¿Qué sucederá con Plan México, el cual parece ir gestándose?