Las vueltas
del Argentinazo

 

Los magnates extranjeros adquieren millones de hectáreas en complicidad con fundaciones ecologistas

Tierras Patagónicas, pieza clave de la nueva colonización

Por Marcelo García ([1])

En el marco de sus planes geoestratégicos de recolonización el Imperialismo -tanto el estadounidense como el europeo- busca apoderarse de América Latina y los recursos naturales de la Argentina, en especial de la Patagonia, cobran vital importancia y por tal motivo un grupo de multimillonarios empresarios y ecologistas comenzaron a desembarcar en el país. Con el disfraz de la preservación ecológica se han ido apoderando de tierras del sur argentino, pero también lo han hecho en la Mesopotamia, en el Delta y en la Patagonia de Chile.

(Parte 1)

Cientos de miles y hasta millones de hectáreas de la Patagonia argentina y chilena han sido compradas, a valores irrisorios, por magnates de diferentes orígenes en los últimos años y en la gran mayoría de los casos la adquisición de tierras se concretó con el apadrinamiento de fundaciones ecologistas o con la supuesta finalidad de la preservación ecológica. Pero en realidad todo esto se inscribe en un proyecto geoestratégico de recolonización donde el imperialismo de los Estados Unidos -y de otros imperialismos- busca apropiarse de regiones valiosas en recursos naturales, biodiversidad y fundamentalmente no contaminadas por el accionar del hombre.

Esta realidad no es exclusividad de la Patagonia, también se ven llegar los tentáculos hasta zonas como el acuífero Guaraní (en la región de la Triple Frontera de Argentina, Brasil y Paraguay); o al área del Amazonas y a la región centroamericana. Paradójicamente en todos estos territorios pueden divisarse planes económicos (Area de Libre Comercio de las Américas, Plan Puebla Panamá, Plan Dignidad) y militares[i] que se transforman en piezas claves de un andamiaje recolonizador que Estados Unidos encabeza, en este caso, en América Latina.

Mientras la población mundial se reproduce y crece constantemente, los recursos naturales, en particular el agua, tienen una durabilidad finita y es ahí donde se produce uno de los primeros cuellos de botella que el Imperialismo está previendo resolver –con vista al futuro- a partir de las apropiación de los recursos naturales. Entre los años 1960 y 1970 se elaboraron varios documentos entrono de esta cuestión.

El investigador chileno Miguel Serrano planteó que “si nos remontamos a la década del ‘60, durante la administración Jhon Kennedy, el gobierno norteamericano quiso reevaluar la efectividad de su política imperialista. Debido a que los conflictos bélicos estaban teniendo un costo político demasiado alto... acordaron estudiar una mejor forma de mantener su dominio sin la necesidad de la guerra convencional. Para esto reunió a doce de sus mejores científicos, sociólogos y psicólogos en la Universidad de Houston, financiados por (David) Rockefeller, quienes crearon el denominado ‘Iron Mountain Plan’, que elaboraba como solución la utilización de la preservación del medioambiente. La ‘ecología,’ al ser una causa tan noble y de relevancia universal, seria difícil que encontrara opositores. Así, comenzó la reacción y la ofensiva de innumerables grupos ‘ecologistas’, manipulados por los intereses norteamericanos” [ii].

En 1974 el ex Secretario de Estado del gobierno estadounidense de Richard Nixon, Henry Kissinger, preveía que uno de los “conflictos” del siglo actual estaría marcado por el crecimiento demográfico y planteó las alternativas para solucionar la crisis que consideraba ineludible; entre esas salidas propuso el control de la natalidad y también la apropiación de territorios ricos en recursos naturales[iii].

Las usurpaciones de territorios que se producen en cualquiera de los puntos de Latinoamérica tienen características diferentes, aunque en los últimos tiempos una de las formas más utilizadas se relaciona al desembarco de grandes magnates multimillonarios que con las alforjas repletas de dólares adquieren, a precios irrisorios que rondan 10 dólares por hectárea, bastas extensiones de tierras en las zonas predilectas.

Algunos lo hacen a través de la supuesta preservación ecológica y utilizan el disfraz que les proporcionan las organizaciones ecologistas no gubernamentales que crearon para tal fin; otros directamente argumentan la compra de paraísos naturales para construir mansiones de descanso o veraneo; no faltan aquellos que se escudan en la faceta productiva y ponen en funcionamiento criaderos de ovejas, lavaderos de lanas, etc.

Pero en los últimos meses se sumaron los tenedores extranjeros de bonos de la deuda externa quienes le propusieron al Estado argentino canjear la deuda por tierras patagónicas, situación que tiene su correlato en Perú donde Estados Unidos aceptó que el país andino deje de pagar “más de 14 millones de dólares durante los siguientes 16 años (unos 875 mil anuales dólares) y, como contrapartida, deberá destinar el equivalente en nuevos soles a 10.6 millones de dólares durante los siguientes 12 años (unos 883 mil dólares anuales), los que serán utilizados en la conservación de bosques tropicales”[iv].

Esta última opción tomó mucha fuerza cuando el periodista francés Antoine Bigo publicó en el diario Liberación que Argentina podría cambiar tierras por deuda externa y pocas semanas después aparecieron los jubilados japoneses adelantando que estaban dispuestos a recibir parte de la Patagonia a cambio de sus bonos impagos.

El grupo de los conquistadores extranjeros está compuesto por los hermanos italianos Carlo y Luciano Benetton quienes adquirieron cerca de 900.000 hectáreas en la provincia del Chubut, las que pusieron a producir en el rubro de la ganadería ovina, pero para concretarlo despojaron de sus tierras a las comunidades aborígenes y además fueron acusados de desviar el cauce de un río sin importarles las consecuencias ambientales. Actualmente existe un conflicto por el desalojo que, tanto la Justicia como las Instituciones chubutenses, pretenden realizar de la familia mapuche Fermín.

El biólogo santacruceño Julián Gabriel Oliva dio cuenta de la existencia de estancias compradas por el grupo textil italiano en la provincia del actual presidente de la Nación, Néstor Kirchner. Según Oliva los Benetton “ha comprado en los últimos años unas diez estancias en Santa Cruz, con alrededor de 500.000 hectáreas en ubicaciones estratégicas”.

Los Benetton no son los únicos forasteros que desembarcaron en la Patagonia Austral, también se inscribe el magnate de la comunicación estadounidense Ted Turner. Con la supuesta intención de venir a pescar truchas y esquiar en las nevadas pistas cordilleranas, Turner se gastó unos dólares en las 70.000 hectáreas. A ellos también se sumaron en la conquista el dueño de la cadena Planet Hollywood, Joe Lewis; el presidente para América Latina de Walt Disney, Daniel Lerner; y el magnate húngaro George Soros (400.000 hectáreas) que junto a muchos multimillonarios, actores (Silvester Stallone, Jane Fonda y Michael Douglas) y los denominados eco barones[v] desembarcaron en la región patagónica para extender algunos cheques y adueñarse de bastas extensiones de virgen naturaleza y recursos naturales[vi].

El disfraz ecologista

Tal como lo vislumbraba Kissinger las futuras guerras del Siglo XXI están siendo por los recursos naturales (agua y petróleo) pero para el Imperialismo uno de los principales problemas es la gente, porque sobran habitantes en este planeta y hacia allí se encamina su estrategia de destrucción. Esta fundamentación (o bien podría ser denominado fundamentalismo) ideológica se ve complementado por la aparición de organizaciones conservacionistas que plantean la “ecología profunda”, un tipo de ecología que no contempla la existencia del hombre y aspira a conservar el medio ambiente sin la vida humana.

Pero aquí surge una clara distinción de clase y de roles en la sociedad capitalista. Los ecologistas profundos impulsan el desplazamiento del hombre de los territorios ricos en recursos naturales, pero los desplazados son los pueblos que habitan esa región o los miembros de las clases sociales bajas (esencialmente los campesinos y los aborígenes), porque su proyecto de conservación defiende la existencia de ricos burgueses y terratenientes que puedan dedicarse a la ecología y la preservación de los “paraísos terrenales” para quienes tengan la capacidad económica de comprarlos o disfrutarlos.

En este punto surgen algunas contradicciones muy profundas en uno de los casos mas paradigmáticos de las luchas de los pueblos contra las multinacionales. Entre los años 2002 y 2003 el pueblo de Esquel –ciudad cordillerana ubicada en el Noroeste de la provincia del Chubut- logró derrotar heroicamente, a partir de la movilización, el emprendimiento minero que impulsaba la multinacional canadiense Meridian Gold, pero las aspiraciones de conservar el bello y vasto recurso natural existente en la Cordillera de los Andes dejó virtualmente liberado el camino a los “ecologistas profundos” y a los terratenientes locales y extranjeros para que se puedan apoderar de enormes porciones de tierras vírgenes y ricas en recursos naturales.

En lo que respecta a la compra de tierras por parte de los ecologistas internacionales y los multimillonarios extranjeros, estos llegan a las zonas de usurpación acompañados por fundaciones ecologistas locales que se convierten en las caras visibles ante los organismos públicos y los habitantes de las regiones a ser expoliadas.

Los tres casos más importantes de estas metodologías concretadas en la Argentina muestran como organizaciones ecologistas del país se prestaron a las compras de tierras realizadas por un ecologista profundo, Douglas Tompkins. En las adquisiciones de las estancias santacruceñas (Monte León, Dor Aike, El Rincón y Sol de Mayo) fueron concretadas en varias ocasiones con el acompañamiento de la Fundación Vida Silvestre[vii]; mientras que la compra de la Estancia La Esperanza (ubicada en la Península de Valdéz de la provincia de Chubut) se efectivizó con el auspicio de la Fundación Patagonia Natural; en tanto que la obtención de grandes zonas de los esteros del Iberá (en la provincia de Corrientes) se consumaron con la ayuda de la Fundación Ecos de Uruguay.

Una descripción similar efectuó el analista Gustavo Herren quien remarcó: “En Chile hay preocupación por la ‘venta de la Patagonia chilena’. Varios analistas y periodistas destacados, como García Lupo (en 1999), vienen previniendo sobre la extensión de impulsos separatistas en Latinoamérica. Desde hace años el Centro Rockefeller para Estudios Latinoamericanos, una de las usinas de ideas del Nuevo Orden Mundial, difunde también la posibilidad de fragmentación territorial en Chile, Argentina o Brasil y la creación de nuevos países más pequeños. El proceso de ‘secesión progresiva’ se podría llevar a cabo con la participación de manos privadas. Probablemente, como ocurrió cuando un territorio de Guatemala concesionado a madereras inglesas, tomó autonomía administrativa secesionándose luego, en Bélice”.[viii]

Curiosamente, y probablemente no exista casualidad en este hecho, uno de los lugares de Centroamérica elegidos por el ecologista Douglas Tompkins para desembarcar con su abanico de fundaciones ha sido Bélice y desde allí impulsa a través de la Word Land Trust y otras ONG’s las “preservación 252.000 acres de bosques nativos”. Fueron justamente las compañías forestales las que propiciaron la secesión de Bélice, en 1981, proceso que terminó convirtiendo una porción del territorio de Guatemala en una “nación independiente”.

Por una vertiente diferente Tompkins llegó a otro de los epicentros naturales de América Latina. Con la excusa de la reforestación y la protección de especies animales posó sus garras en el Amazonia desde los senderos del Ecuador. Allí compraron a través de la Word Land Trust seis áreas en sur ecuatoriano con una dimensión de 23.000 hectáreas.

Respecto de las apetencias separatistas existen algunos políticos argentinos que aspiran a que la Patagonia se escinda del resto del país, entre ellos se destaca el gobernador neuquino Jorge Sobish, quien hasta habría pensado en convocar a una consulta popular para definir una postura sobre el tema. Parte de la encuesta efectuada hace poco tiempo por la consultora Jorge Giacobbe y Asociados apuntaba directamente a determinar la opinión de la población patagónica alrededor de dos grandes ejes: uno era la posibilidad de canjear territorio regional por la deuda externa y otro pretendía saber la receptividad de una separación del resto de la Argentina.

El broche de oro alrededor de las posibilidades de fragmentación patagónica las proporcionó el mejicano Juan Enríquez, integrante Centro David Rockefeller para Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Harvard, quien –según el diario El Patagónico de Comodoro Rivadavia- les manifestó a los diputados chubutenses Carlos Lorenzo y Rolando Iralde que “la fragmentación territorial cumplirá una función destacada para el reordenamiento global, en cuyo marco es posible que surjan nuevos países en América Latina: en Chile, Argentina y Brasil especialmente”.

Mientras todo esto sigue sucediendo en la Argentina el Estado permanece absolutamente ausente y sin ningún tipo de injerencia o regulación en un tema que debiera ser de vital importancia para los gobernantes, salvo unos pocos legisladores o alguna que otra organización ruralista han manifestado intenciones de bloquear estos mecanismos que permiten el acceso de extranjeros a enormes extensiones territoriales.


 

Los magnates extranjeros adquieren millones de hectáreas en complicidad con fundaciones ecologistas

Douglas Tompkins y su reinado patagónico

(Parte 2)

Uno de los casos más paradigmáticos, en lo que a compra de territorios para una supuesta preservación ecológica se refiere, lo protagoniza el magnate estadounidense Douglas Tompkins. Este personaje dedicado a la “ecología profunda” se ha convertido en poco tiempo en el dueño absoluto de una porción importante de la Patagonia argentina y también de la chilena. Asimismo Tompkins ha delimitado su terruño en el los esteros del Iberá (provincia de Corrientes) y puso su tranquera en el Delta (límite fluvial entre las provincias de Entre Ríos y Buenos Aires). En menos de una década se hizo propietario de casi un millón y medio hectáreas de tierras suramericanas y planea continuar su cruzada hasta obtener la friolera de 10 millones de hectáreas de esta región austral.

Douglas Tompkins y su esposa Kristine McDivitt comenzaron a amasar su fortuna con la venta de ropa y de artículos deportivos. Él fue mentor de las marcas Esprit y North Face y ella creó la llamada línea Patagonia con el canadiense Yvon Chouinard. Tanto uno como el otro vendieron sus acciones e hicieron una fortuna valuada en 150 millones de dólares[ix].

Tompkins inició su alocada carrera ecologista a principios de los ’90 con la puesta en marcha de dos de las múltiples fundaciones ecologistas a las que posteriormente daría vida junto a su esposa y al grupo de los denominados eco barones. En los primeros años de la década del 1990 Tompkins creo Foundation for Deep Ecology (1990) y Conservation Land Trust (1992), pocos años después pondría en marcha la Word Land Trust y la Patagonia Land Trust, todas piezas de un mismo rompecabezas.

Sus primeros pasos por las estepas patagónicas los dio en 1991 cuando adquirió terruños de la Décima región chilena. En la patria de Salvador Allende no le fue fácil apoderarse de grandes extensiones, aunque a fuerza de tenacidad y dólares llegó a dominar casi 400.000 hectáreas en la Décima y la Undécima región. Así fue como virtualmente cortó en dos al territorio chileno lo que ocasionó en mas de una oportunidad una serie de conflictos con los pobladores, las comunidades aborígenes y hasta con el gobierno nacional[x].

A finales de la década de los ’90 Tompkins decidió cruzar la Cordillera de los Andes y desembarcó en la provincia Argentina de Santa Cruz. En poco tiempo el ecologista se apropio de cuatro estancias de grandes magnitudes. Kris McDivitt declaró al diario británico The Guardian que “la desconfianza y la paranoia sobre la conservación de la tierra es mucho menor en la Argentina”[xi].

Las zonas adquiridas en el sur argentino son: la estancia Monte León que está ubicada a unos 200 kilómetros al norte de Río Gallegos, sobre la Ruta 3 y al sur de la localidad de Piedra Buena, y comprende 69.750 hectáreas sobre 40 kilómetros de costa. La estancia Dor-Aike que es adyacente a Monte León, sobre su lado noroeste, contando con una magnitud de 37.125 hectáreas y 21 kilómetros del río Santa Cruz. Las 24.300 hectáreas de la estancia Sol de Mayo que bordean la frontera chilena y está situada al sur de Los Antiguos, justo entre los grandes lagos llamados Buenos Aires y Pueyrredón. También se convirtió en propietario de la estancia El Rincón, vecina al Parque Nacional Perito Moreno y con una extensión de 14.170 hectáreas[xii].

Una vez adquiridas las tierras santacruceñas por Patagonia Land Trust la metodología adoptada por Tompkins fue entregar provisoriamente el territorio al Estado argentino imponiéndole la figura del fideicomiso y una serie de condiciones de difícil cumplimiento, las que de no efectivizarse le permitirían al magnate estadounidense asegurarse el retorno de las áreas a su propiedad o las fundaciones ecologistas nacionales que lo acompañan en las maniobras.

La diputada santacruceña Judith Forstmann, en diálogo con el programa radial “El cielo por asalto”[xiii] explicó: “se busca que una persona jurídica extranjera compre inmensas y bellísimas tierras, dándole la tenencia precaria a la Fundación Vida Silvestre y el destino final sería la Administración de Parques Nacionales para generar el primer Parque Nacional Marino. Al usar la figura de fideicomiso evita cumplir con una serie de requisitos para que la Superintendencia Nacional de Fronteras le de la conformidad previa”.

Luego reveló el ardid  aduciendo que “el fideicomiso  establece que si en tres años no se genera el parque marino o se estima que la Administración de Parques Nacionales no hizo sus mejores esfuerzos para que se pueda concretar -es decir que tenga más superficie de agua que de tierra- las tierras de las estancias Monte León y Dor Aike volverían a propiedad de Patagonia Land Trust para generar un parque privado u otro”.

Para Forstmann esta situación se incluye en una compaña supranacional, donde las fundaciones de Tompkins son parte de 2.200 organizaciones de ese tipo que existen en los Estados Unidos y que “evidentemente les interesa comprar tierras vírgenes, no contaminadas, con amplias reservas de agua dulce para su propio beneficio posterior”.

Una de las últimas incursiones de Tompkins en la Patagonia argentina fue en la provincia del Chubut donde, con la compañía de la Fundación Patagonia Natural, compró –por un valor de 2,8 millones de dólares- la estancia La Esperanza que posee una dimensión de 7.000 hectáreas. Dichas tierras se encuentran ubicadas dentro de la Península de Valdés, área que fue declarada patrimonio natural de la humanidad por la UNESCO previamente al negocio inmobiliario.

El presidente de Patagonia Natural, Guillermo Harris, dijo al diario Jornada ser “amigo personal” y “asesor” de Tompkins lo que terminó de confirmar la convivencia de las fundaciones ecológicas argentinas con el magnate estadounidense.

En los ríos y esteros mesopotámicos

Las ambiciones de Douglas Tompkins no se saciaron con una parte de la Patagonia y sus tentáculos llegaron hasta otra región de vital importancia en el mapa geoestratégico de los recursos naturales. Un sector del denominado acuífero Guaraní, ubicado en la Triple Frontera (Argentina, Paraguay y Brasil) y con la concentración de una de las mayores reservas subterráneas de agua dulce de Latinoamérica, fue comprado por el ecologista.

Tompkins compró territorios en las provincias de Corrientes y de Misiones. En las tierras correntinas donde nació el libertador José de San Martín, el multimillonario ecologista realizó dos compras claves para apropiarse de 225.000 hectáreas de los humedales que conforman los esteros del Iberá.

La primera operación inmobiliaria se produjo al comprarle a la familia terrateniente Blaquier unas 120.000 hectáreas de los esteros y la segunda la concretó a finales del 2002 y se trató de otra adquisición aunque en esa oportunidad el vendedor fue el grupo empresario Pecom Energía.

La rama energética del conglomerado empresario que comanda Gregorio Pérez Companc le vendió a Tompkins 105.000 hectáreas en Corrientes y otras 4.000 hectáreas en la provincia de Buenos Aires en la zona del Delta del río Paraná[xiv], en las cuales la forestación alcanza a 20.000 y 2.500 hectáreas respectivamente. La venta –que contó con la intervención de la Fundación ecologista ECOS- involucró la suma de 13,5 millones de dólares y las tierras pasaron a manos de DRT Investments LLC y Vacas LLC, compañías que dependen directamente de Tompkins.

El diario La Nación describió la finalidad de las adquisiciones diciendo: “inicialmente Tompkins se transformaría en productor forestal y competiría en el mercado, pues, según dijo un allegado del empresario, le interesa el ‘manejo responsable’ de los montes implantados. Sin embargo, poco antes de que se firmara el acuerdo de venta, Tompkins confió a un grupo de amigos que su interés por las tierras de Pecom Energía sería conservacionista y no comercial. ‘No soy empresario forestal y no quiero serlo’, había afirmado tiempo atrás ante un nutrido grupo de funcionarios y amigos en Corrientes. Según esta versión, la adquisición tiene sentido en el marco de una serie de inversiones que, a largo plazo -anticipa Tompkins-, serían donadas a la provincia de Corrientes o al Estado nacional para convertirlas en áreas protegidas. El objetivo de Tompkins sería preservar las especies animales y vegetales de esa región, que, según refirió a un allegado, estarían en riesgo por el avance de las especies forestales exóticas. Una forma de frenar la incursión de los proyectos de las industrias forestales, le advirtió Tompkins en tono personal, sería comprar esas áreas”.

Los Esteros del Iberá, ubicados en el centro y nordeste de Corrientes, son un sistema de humedales que incluyen 62 lagunas y varias islas flotantes. Con una extensión de 13 mil kilómetros cuadrados conforman “la mayor reserva de agua dulce del país”, según explicó al diario Página 12[xv] el subdirector de Parques y Reservas provincial, Vicente Fraga.

Lo curioso de la situación es que pocos después de la compra realizada por Tompkins se dio a conocer la elaboración de un plan de manejo y conservación de la biodiversidad de la reserva del Iberá, el que busca que dicha zona sea declarada por la UNESCO patrimonio natural de la humanidad. En la preparación de ese plan de preservación participarán la Fundación ECOS y la Fundación Vida Silvestre[xvi], dos organizaciones vinculadas al empresario estadounidense.

En su listado de propiedades incluyó las coloradas tierras misioneras El Piñalito, que posee una superficie de 3.764 hectáreas[xvii].


El amo de los ríos y esteros mesopotámicos

Las ambiciones de Douglas Tompkins no se saciaron con una parte de la Patagonia y sus tentáculos llegaron hasta otra región de vital importancia en el mapa geoestratégico de los recursos naturales. Un sector del denominado acuífero Guaraní, ubicado en la Triple Frontera (Argentina, Paraguay y Brasil) y con la concentración de una de las mayores reservas subterráneas de agua dulce de Latinoamérica, fue comprado por el ecologista.

Tompkins compró territorios en las provincias de Corrientes y de Misiones. En las tierras correntinas donde nació el libertador José de San Martín, el multimillonario ecologista realizó dos compras claves para apropiarse de 225.000 hectáreas de los humedales que conforman los esteros del Iberá.

La primera operación inmobiliaria se produjo al comprarle a la familia terrateniente Blaquier unas 120.000 hectáreas de los esteros y la segunda la concretó a finales del 2002 y se trató de otra adquisición aunque en esa oportunidad el vendedor fue el grupo empresario Pecom Energía.

La rama energética del conglomerado empresario que comanda Gregorio Pérez Companc le vendió a Tompkins 105.000 hectáreas en Corrientes y otras 4.000 hectáreas en la provincia de Buenos Aires en la zona del Delta del río Paraná[xviii], en las cuales la forestación alcanza a 20.000 y 2.500 hectáreas respectivamente. La venta –que contó con la intervención de la Fundación ecologista ECOS- involucró la suma de 13,5 millones de dólares y las tierras pasaron a manos de DRT Investments LLC y Vacas LLC, compañías que dependen directamente de Tompkins.

El diario La Nación describió la finalidad de las adquisiciones diciendo: “inicialmente Tompkins se transformaría en productor forestal y competiría en el mercado, pues, según dijo un allegado del empresario, le interesa el ‘manejo responsable’ de los montes implantados. Sin embargo, poco antes de que se firmara el acuerdo de venta, Tompkins confió a un grupo de amigos que su interés por las tierras de Pecom Energía sería conservacionista y no comercial. ‘No soy empresario forestal y no quiero serlo’, había afirmado tiempo atrás ante un nutrido grupo de funcionarios y amigos en Corrientes. Según esta versión, la adquisición tiene sentido en el marco de una serie de inversiones que, a largo plazo -anticipa Tompkins-, serían donadas a la provincia de Corrientes o al Estado nacional para convertirlas en áreas protegidas. El objetivo de Tompkins sería preservar las especies animales y vegetales de esa región, que, según refirió a un allegado, estarían en riesgo por el avance de las especies forestales exóticas. Una forma de frenar la incursión de los proyectos de las industrias forestales, le advirtió Tompkins en tono personal, sería comprar esas áreas”.

Los Esteros del Iberá, ubicados en el centro y nordeste de Corrientes, son un sistema de humedales que incluyen 62 lagunas y varias islas flotantes. Con una extensión de 13 mil kilómetros cuadrados conforman “la mayor reserva de agua dulce del país”, según explicó al diario Página 12[xix] el subdirector de Parques y Reservas provincial, Vicente Fraga.

Lo curioso de la situación es que pocos después de la compra realizada por Tompkins se dio a conocer la elaboración de un plan de manejo y conservación de la biodiversidad de la reserva del Iberá, el que busca que dicha zona sea declarada por la UNESCO patrimonio natural de la humanidad. En la preparación de ese plan de preservación participarán la Fundación ECOS y la Fundación Vida Silvestre[xx], dos organizaciones vinculadas al empresario estadounidense.

En su listado de propiedades incluyó las coloradas tierras misioneras El Piñalito, que posee una superficie de 3.764 hectáreas[xxi].

Notas:

[1].- Integrante del programa radial autogestionario El cielo por asalto de Comodoro Rivadavia, miembro del grupo Economistas de Izquierda (EDI), miembro del Consejo Editorial de la revista Marxismo Vivo e investigador del Centro Regional de Estudios Económicos de la Patagonia Central (CREEPaCe). Dirección electrónica: subrodo25@hotmail.com.

[i] Ver la nota “Estados Unidos militariza América Latina para imponer su dominación de Imperio colonial” publicada en la revista Marxismo Vivo de septiembre de 2003. También se puede obtener información específica en la edición número 2 (Julio 2003) de América XXI  y el trabajo de Robinson Salazar denominado “La remilitarización de América Latina”.

[ii] Ver el artículo denominado “La nueva Israel sudamericana”, por Miguel Serrano.

[iii] Ver en www.rebelion.org el trabajo de Antoine Bigo, “Estado en agonía vendería la Patagonia”, publicado por el diario francés Liberation el 4 de marzo de 2003.

[iv] Ver la nota del periódico El Expreso (www.expreso.com) titulada “Perú y EE. UU. canjearán deuda por naturaleza” del pasado 27 de junio de 2002.

[v] Definición que se les aplica a los empresarios, multimillonarios y magnates extranjeros que a través de la ecología se transforman en compradores de grandes extensiones de territorios.

[vi] Ver suplemento Enfoques del diario La Nación del 21 de septiembre de 2003. La nota “Patagonia: de mitos e invasores” firmada por Pablo Mendelevich, con la colaboración de Mariela Arias, corresponsal en Santa Cruz.

[vii] En una entrevista efectuada por el diario La Nación –el 19 de abril de 2001- el periodista Fernando Halperin le consultó a Tompkins cuáles eran sus proyectos en la Argentina y el angloparlante confirmó el mecanismo de funcionamiento con las fundaciones locales lo que puede verificarse en las páginas de Internet de las fundaciones que comanda. “Estamos trabajando con la Fundación Vida Silvestre. Compramos la Estancia Monte León, de 62.000 hectáreas, en las costas de Santa Cruz, con la idea de donarla en el transcurso del próximo año a Parques Nacionales y así crear el primer parque nacional costero en la Patagonia. Es muy excitante pensar en crear un parque nacional en 2001”, reveló.

[viii] Ver el análisis denominado “Preocupa en Chile la venta de la Patagonia”, por Gustavo Herren.

 

[ix] Ver en www.rebelion.org el trabajo de Antoine Bigo , “Estado en agonía vendería la Patagonia”, publicado por el diario francés Liberación el 4 de marzo de 2003.

[x] Ver el artículo “Doblas Tompkins – Millonario y globalizador” publicado en el diario El Universal (Caracas, Venezuela) el 15 de septiembre de 2002. También se puede obtener información en “La expansión de los dominios de Tompkins en el sur”, de Jazmín Jalilie M. En el diario chileno La Tercera del 21 de enero de 1999.

[xi] Ver el diario chileno La Segunda donde José Antonio López publicó el 26 de julio de 2002 la investigación “Tompkinlandia. Crece el imperio al sur del mundo”.

[xii] Diario El Patagónico (www.diarioelpatagonico.com.ar) en su edición del 30 de mayo de 2002.

[xiii] Programa periodístico radial realizado de manera autogestionaria en FM Klara de la ciudad de Comodoro Rivadavia, provincia de Chubut, Patagonia Argentina.

[xiv] Ver la nota “Tompkins compra tierras de Pecom” publicada por el diario La Nación el 12 de diciembre de 2002.

[xv] Ver la nota publicada en el diario Página 12 titulada “Proponen a los Esteros del Iberá como Patrimonio de la Humanidad”.

[xvi] Un informe de la Fundación Vida Silvestre afirmó que “la región está amenazada por la contaminación del agua y el envenenamiento de la fauna (debido al uso intensivo de pesticidas en cultivos de arroz y forestaciones); por el ganado que erosiona los suelos y por la caza comercial y deportiva. Según el informe, también la represa hidroeléctrica de Yacyretá causa un gran impacto ambiental”.

[xvii] En la nota “Tompkins-10 años de reinado”, perteneciente a V. Toloza Jiménez, es la única mención que hace a las posesiones de Tompkins en la provincia de Misiones.

[xviii] Ver la nota “Tompkins compra tierras de Pecom” publicada por el diario La Nación el 12 de diciembre de 2002.

[xix] Ver la nota publicada en el diario Página 12 titulada “Proponen a los Esteros del Iberá como Patrimonio de la Humanidad”.

[xx] Un informe de la Fundación Vida Silvestre afirmó que “la región está amenazada por la contaminación del agua y el envenenamiento de la fauna (debido al uso intensivo de pesticidas en cultivos de arroz y forestaciones); por el ganado que erosiona los suelos y por la caza comercial y deportiva. Según el informe, también la represa hidroeléctrica de Yacyretá causa un gran impacto ambiental”.

[xxi] En la nota “Tompkins-10 años de reinado”, perteneciente a V. Toloza Jiménez, es la única mención que hace a las posesiones de Tompkins en la provincia de Misiones.

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