Las vueltas
del Argentinazo

 

Un debate con el PTS sobre la lucha por la jornada de 6 hs

En el lugar equivocado

Por Jorge Sanmartino
Socialismo Revolucionario, 01/11/04

El PTS ha creído que era “necesaria” una “polémica” en las páginas de su quincenario con el MAS y con Eduardo Lucita del EDI a propósito de la campaña que lanzó el Movimiento por las 6 horas. En realidad lo que Titín Moreira -tal es el nombre del redactor del artículo- pretende es polemizar por interpósitas personas con el movimiento mismo. En primer lugar con quienes son sus impulsores. Pero como ellos son trabajadores, delegados combativos y antiburocráticos del Subte (según lo cree el mismo PTS en su declaración ante el triunfo de la lista de los delegados en Metrovías) piensan que mejor es polemizar con otro partido de izquierda y con un intelectual, como para no atacar directamente a los trabajadores.

Más que con tal o cual planteo de alguna corriente, el PTS debería hacer explícito su desacuerdo con el cuerpo de delegados del Subte que votó hace meses y lo volvió a ratificar hace poco el desarrollo y la ampliación del movimiento. La única excepción fueron los dos delegados del PO, que a pedido de su dirección se vieron obligados a volver sobre sus pasos, y esto porque al parecer todo lo que no está dentro de la ANT “no existe”. Pero el obrerismo del PTS les impide decir con nombre propio con quién se está polemizando. Primer error. El marxismo es ajeno a todo obrerismo y todo populismo y dice las cosas sin subterfugios, así sea que uno se vea obligado a polemizar con los trabajadores. ¿O consideran que ellos están siendo llevados de las narices por algún “intelectual” o alguna “dirección centrista” a impulsar el Movimiento?.

¿Es correcta o no la existencia del Movimiento por las 6 horas?

La discusión sobre el contenido programático del Movimiento fue realizado en los tres Encuentros realizados a tal fin, donde a pesar de la insistencia del MST y el PTS de agregar toda una serie de puntos programáticos que desvirtuaban el movimiento, el conjunto de los delegados de Metrovías y la mayoría de los presentes rechazaron esa postura.

Pero lo fundamental es que el Movimiento no se propone constituir un programa acabado, completo, sino agrupar en torno a un punto clave del mismo, aquel que sintetiza y concentra la unidad de la clase trabajadora y ataca el corazón de la acumulación capitalista en nuestro país, a los más diversos sectores de la clase trabajadora.

En las diversas coyunturas políticas el Movimiento puede plantear diversas consignas. Así lo hizo con la convocatoria del acto, cuyos cuatro puntos fueron propuestos por los mismos delegados del Subte, no por el PTS. Estos puntos incluyen la libertad de los presos, el desprocesamiento de los luchadores, la democracia sindical y una ley nacional de expropiación. Los trabajadores y delegados de Metrovías se hicieron presentes y fueron parte de los piquetes de la UF de Haedo contra la burocracia, se solidarizaron con las luchas de Gatic, Zanon y otros conflictos, participaron de la marcha por la libertad de los presos, por el reconocimiento de la provisoria del Turbio, etc.

Pero todo esto no significa que el Movimiento pueda incluir con la misma jerarquía todos los puntos programáticos. Es algo más que evidente. Dejaría de ser lo que es, un “Movimiento por la jornada de 6 horas y aumento general de salarios”. Podría ser otra cosa, por ejemplo una “coordinadora de lucha” que uniera los “reclamos” de los trabajadores del Turbio, de los de Zanon y de otros sectores. Esa fue la moción del PTS en el Tercer Encuentro. Pero eso sería otra cosa, no un movimiento por las 6 horas. El PTS debería ser claro y decir con todas las letras que está en contra de la existencia misma del movimiento. Se podría hacer una discusión más franca y no escamotear el verdadero debate.

Los límites insalvables del sindicalismo

Pero, ¿es o no enormemente progresivo que una sección combativa de la clase trabajadora, que conquistó un cuerpo de delgados democrático y derrotó a la burocracia, que consiguió las 6 horas no sólo por insalubridad sino también para la totalidad de los trabajadores mediante cuatro días de paros y piquetes que conmovieron a Buenos Aires, quiera generalizar esa experiencia, desarrollarla hacia el conjunto del movimiento obrero?

¿Es o no verdaderamente progresivo que sea un sector de la clase y no como lo fue durante años y años un reclamo sólo planteado por las organizaciones de izquierda? El PTS incluso a mediados de los años ’90 realizó una campaña similar por la reducción de la jornada laboral apoyado en una resolución semejante de la CGT San Lorenzo. Pero por alguna testaruda conjura astral, lo que antes era muy progresivo ahora se vuelve “insuficiente”, “peligroso” y hasta “de colaboración de clases”.

Lo que no se quiere ver, es que la reducción de la jornada laboral con aumento general de salarios en una demanda transicional clave, para la situación actual, y por lo tanto es correcto que sea el centro gravitacional del Movimiento. En un país con 5 millones de trabajadores con problemas de empleo, cuando se mantiene un índice de desocupación del 19% luego de dos años de crecimiento vigoroso del PBI, esa demanda es completamente justa.

En una Carta al Congreso del PTS, hace unos meses, mencionábamos para recordar, que el mismo Trotsky aconsejó una campaña nacional de este tipo en EEUU en el año ’38 cuando el desempleo ascendía a 14 millones de parados. En ese entonces proponía impulsar dicha campaña sobre la base, ¡que horror! de una consigna central: el reparto de la horas de trabajo sin reducción salarial para ejecutar un plan de obras públicas!! Y para colmo se lo exigía a Roosvelt!! (¿Sería Trotsky un “oportunista rematado”?).

Lo peor, es que Trotsky dice explícitamente que hay que destacar “una o dos consignas” que “respondan a la situación actual” seleccionadas “del programa global”. En el artículo que se llama “el atraso de los obreros americanos” el dirigente bolchevique -al que muchos repiten y citan hasta el cansancio como un dogma inamovible-, sostiene incluso que hay que aprovechar el “empirismo de los obreros” que creen realizable alguna fórmula simple y en una exageración polémica propone una “panacea honesta, no demagógica” para ayudar a superar el atraso y la confianza en el presidente Roosvelt.

Veamos lo que decía Trotsky en las conversaciones que tuvo con los dirigentes del SWP norteamericano: “En todas partes, en todas las ciudades debemos discutir cómo dar a conocer ésta idea. Después debemos iniciar una campaña concentrada de agitación, de forma que todo el mundo sepa que éste es el programa (horror, no es todo el programa!!) del Socialist Worker Party (…) La campaña irá un poco de esta manera: empezáis la agitación, digamos, en Mineápolis. Ganáis uno a dos sindicatos al programa (Otra vez el bendito programa). Enviáis delegados a otras ciudades a los respectivos sindicatos. Tan pronto como hayáis salido del partido hacia los sindicatos con esta idea, habéis ganado la mitad de la batalla”.

Pero es justamente esto lo que ha pasado en nuestro país, la demanda del reparto de las horas de trabajo- mucho más aguda y antisistémica hoy en nuestro país que en los EEUU de los años ’30- ha escapado de las manos de la izquierda para hacerse bandera de un sector de la clase obrera. Y ahora la dirección del PTS en vez de tomarlo como un paso adelante, como la realización parcial de su propio programa encarnado en la vanguardia obrera, se ofusca, se siente incómodo, parece que tiene una piedra en el zapato.

La demanda del reparto del trabajo disponible, por otra parte, es la única consecuente para redirigir la energía del movimiento de desocupados desde los planes asistenciales hacia la exigencia de trabajo para todos. Sólo esta demanda puede orientar la actividad práctica de las luchas piqueteras hacia la unidad con la clase trabajadora ocupada e impedir la separación y eventual enfrentamiento entre ambos, provocada por la fragmentación del mercado capitalista y la cooptación del estado burgués.

Pero la verdadera polémica es si esta demanda sirve sólo para los trabajadores que salen a la lucha. El PTS sostiene que esta demanda es justa en casos como el del Subte, cuando salieron a reclamar la reducción horaria a la patronal. En realidad se trata de una demanda crucial así no luche un solo trabajador. Es más, hay gremios en los que esa demanda es más difícil de aplicar. Pero no se trata de “la consigna justa que movilice” en casos particulares, sino de una demanda transicional que recoge el interés general, es decir histórico de la clase. Lo crucial es que al mismo tiempo, nace de la realidad y la experiencia de los últimos 10 o 12 años de millones de trabajadores, donde advertimos la intensificación de la explotación y de la jornada laboral y el crecimiento exponencial del desempleo.

El primer punto de vista nace de una visión estrechamente sindicalista e inmediatista del desarrollo de un nuevo movimiento obrero. El segundo eleva a los sectores más perspicaces de la clase trabajadora por el camino de la lucha política y fortalece el desarrollo de una nueva conciencia de clase que supere la escisión entre ocupados y desocupados, entre uno y otro sindicato, entre trabajadores precarizados y registrados, etc. Se trata de unir lo que los explotadores dividen y segmentan.

Esto por supuesto no va en detrimento de las demandas específicas que los trabajadores levanten en cada sector y en cada gremio. Al revés, esa lucha hoy puede ser visualizada como parte de una lucha de largo alcance por la unidad de clase sobre la base de la reducción de la jornada laboral. Se trata de una nueva bandera y un nuevo programa para la clase trabajadora. El PTS cuestionando el movimiento por las 6 horas se ve obligado a compartir como aliado de ideas a los sectores más sindicalistas que no se elevan más allá del programa mínimo, quitándole al programa socialista toda carnadura en la dura realidad actual.

Hay leyes y leyes

Para el PTS hay leyes y leyes. Algunas no son iguales que otras. No es dialéctica, es necedad.

La propuesta de una ley nacional por una jornada legal de 6 horas encierra muchos peligros. El PTS nos advierte que el planteo de Lucita (que fue votado en el Tercer encuentro del cual participó el PTS) de que el movimiento disponga de una ley implica un  peligro de transformar un elemento táctico en el eje y caer en el más puro parlamentarismo”. Pero el PTS no puede inferir de ningún lado que un proyecto de ley sea algo más que un “elemento táctico”. Siempre se lo consideró un instrumento de lucha y movilización. Así fue el caso del Subte.

Es curioso que el PTS no haga la misma advertencia para el caso de la propuesta de una ley nacional de expropiación que vienen levantando las empresas recuperadas y que Zanon se propuso impulsar con la marcha que realizaron en común en Buenos Aires hace un mes. Pero, ¿por qué motivos no alerta a los trabajadores de las empresas recuperadas y de Zanon que es peligroso reclamar un proyecto de ley y que siempre puede transformarse de un elemento táctico en el más puro parlamentarismo”?.

En fin, un alerta nunca viene mal, después de todo así funciona el estado, institucionalizando el “poder constituyente” de la acción directa de las masas. Pero hasta el día de hoy en el movimiento socialista internacional, desde el Manifiesto Comunista en adelante, ningún partido ni movimiento obrero se privó de un instrumento legislativo que facilite la movilización de las masas a pesar de sus ilusiones legalistas.

Al revés, porque existen esas ilusiones se vuelve importante un instrumento legal, única forma de superar paradójicamente, toda ilusión en las leyes del estado capitalista. Lo que todavía no dijo el PTS, porque estuvo muy ocupado en advertirle a los trabajadores del Subte de los peligros de un proyecto de ley es si están o no de acuerdo con dicho instrumento. Quizá hasta puedan colaborar en su redacción porque todavía el movimiento no tiene discutido un proyecto de ley propio.

¿Colaboración de clases?

La última novedad es que ahora el Movimiento sería de “colaboración de clases”. El PTS lo dice en forma sutil, porque como vimos siempre escamotea el debate franco. Pero veamos. En el artículo sostiene que “Como parte de la Campaña por las 6 horas se insiste (¿Quién, Lucita, el MAS, los delegados del Subte? N. de R), en desarrollar un movimiento amplio, integrado en forma indiferenciada (todos somos iguales) por sindicatos, internas, delegados, como intelectuales, diputados, personalidades. Con el argumento de "ampliar" se conforma un movimiento donde el frente único obrero queda diluido con sectores e incluso individuos. El PTS termina preguntándose “¿Por qué se insiste tanto (¿Quién, Lucita, el MAS, los delegados del Subte? N. de R.) en un movimiento sin definición de clase?”.

¿De dónde saca el PTS que el frente único obrero queda diluido o incluso sin definición de clase? Nos preguntamos, cuales de los “sindicatos, internas, delegados”, así como “intelectuales, diputados, personalidades” son de algún partido burgués, integrantes de alguna cámara empresaria, o algo que se le parezca? Después de todo el PTS también está integrado por dirigentes de un sindicato, miembros de algunas internas, algunos delegados, como algún que otro  intelectual (Diputados no tienen pero no porque no quieran), y alguna que otra  personalidad. Y eso no acredita en absoluto que el PTS sea un partido ni “demasiado amplio” ni que carezca de una definición de clase.

Pero además, las “personalidades” que participan en él son también trabajadores, docentes, no docentes, jubilados, etc. A menos que no quiera incluir como integrantes de la clase trabajadora a los docentes, siguen sin aparecer los integrantes no obreros. Se puede plantear un criterio de representatividad, por ejemplo los que son delegados de una empresa o sindicato con tantos afiliados tienen derecho a tantos delegados. Bueno, es un criterio estatutario que se puede discutir.

Como el movimiento todavía está en pañales no se ha formalizado una cosa de ese tipo, aunque en realidad sus decisiones son bastante representativas, donde el peso abrumador lo tienen indudablemente los trabajadores del Subte, la única organización obrera que tiene 2 mil afiliados, que impulsa de verdad el movimiento y pone militancia obrera para sostenerlo. Otros trabajadores y delegados también se hacen oír, sobre todo los que responden a los partidos de izquierda.

¿Dónde está el “peso” de las “personalidades” y los “diputados” que diluyen el frente único obrero? Los “diputados” brillan por su ausencia, igual que muchos partidos y militantes. (Incluso la diputada Walsh presentó un proyecto de ley sobre las 6 horas por su propia cuenta, sin discutirlo con el movimiento). Que existan personalidades e intelectuales en el Movimiento no debería ser algo que a los socialistas revolucionarios nos parezca extraño o peligroso. Desde la primera internacional en adelante los “intelectuales” como Marx y el “empresario” Engels fueron llamados a participar sin prejuicios como parte integral del movimiento obrero. Lejos de cualquier visión obrerista, en este movimiento aportan desinteresadamente economistas, artistas plásticos, cineastas, historiadores y a nadie se le pregunta su extracción de clase desde el punto de vista individual. Gracias a la colaboración de algunos el Movimiento posee un excelente boletín que fue repartido por miles y discutido por cientos de trabajadores y estudiantes y sus ideas se difunden en radios, periódicos, etc. Este aporte de profesionales y de los trabajadores de la cultura no fue en detrimento del frente único obrero, sino que al revés, lo fortaleció.

Lamentablemente el PTS no aportó uno sólo de sus intelectuales, personalidades ni dirigentes para contribuir ideológicamente a difundir la lucha por la reducción de la jornada laboral. En todo caso el que más comprometido estuvo en “diluir” el frente único obrero fue el mismo PTS, porque lo resistió desde su misma formación. En todo caso la representatividad y la proporcionalidad no favorecerían mucho al PTS, porque se pondría en discusión inmediatamente la representatividad de aquellos que se encuentran comprometidos y son militantes activos del movimiento, no aquellos que aparecen para exigir oradores en el acto o participan de alguna reunión o encuentro para llevar su planteo pero que durante más de 5 meses no han hecho lo más mínimo para ponerlo en pie.

El PTS inventa una realidad inexistente (un “movimiento amplio” que diluye el frente único obrero) para justificar, una vez más, su conservadurismo. Sus dirigentes se caracterizan por un rasgo memorable. Igual que en el remoto país de Uqbar de la ficción Borgeana, nunca se refieren a la realidad, y sus epopeyas y leyendas remiten siempre a un mundo imaginario. Ellos no describen ni buscan la verdad, la encuentran solipsísticamente en una suerte de “creación propia”. Así pudieron inventar un Movimiento que tiene una consigna equivocada, que no es obrero o que genera ilusiones en el parlamento. Evidentemente el PTS está en el lugar equivocado.

El vals del enredo

Parece demasiado querer argumentar seriamente ante los planteos del PTS. Sencillamente porque ya los ha modificado más de tres veces. Para ellos el Movimiento es un blanco móvil al que hay que tirar con lo que venga. En el primer Encuentro y en el segundo sostuvieron que si el movimiento no hacía eje en la denuncia de Kirchner no era de independencia de clase. Todos los que participaron de dichos encuentros lo recuerdan muy bien, porque fue el centro de la polémica, por lo menos en el segundo encuentro. Además insistieron en que debía ser un movimiento clasista y antiburocrático. En cuanto al programa siguieron la misma huella que el MST, exigiendo que tenga miles de puntos… para insistir con posterioridad exactamente lo opuesto: que “el eje es el salario” y que la reducción de la jornada es “abstracta”.

En los pasillos del Bauen los dirigentes del PTS acusaban a troche y moche de que el movimiento era “centroizquierdista” si no se pronunciaba por el “clasismo” y el movimiento mismo no se transformaba en una “tendencia clasista”. Pero en el Tercer Encuentro la denuncia a Kirchner y el clasismo desaparecieron como por arte de magia.

La denuncia al gobierno pasó a un segundo plano. Esto mismo se reflejó en el discurso de Godoy en el Acto de la Federación de Box y en la Carta Abierta que los ceramistas repartieron en el acto. Antes los delegados del Subte eran “centroizquierdistas” ahora… nada por aquí, nada por allá. En el medio la política sindical en el Astillero como en la alimentación cambió su orientación general.

Ahora ya no se trataba de denunciar a Kirchner ni de formar un agrupamiento clasista, sino de armar una coordinadora de lucha o una mesa antiburocrática (que denuncie a Kirchner claro, pero que no sea el “eje”), lo suficientemente lavada para que pueda entrar la CCC, lo que le quita todo clasismo a cualquier agrupamiento. Y todo esto sin escribir ni explicar por qué motivo fueron cambiando de discurso por lo menos una vez al mes. La coincidencia está en que, por algún motivo, sus planteos nunca concordaron con los del Subte, y por eso se vieron obligados a “diferenciarse”, arrastrando en su confusión a los mismos trabajadores de Zanon, a quines se priva de confluir de verdad y se los pone en competencia con los trabajadores del Subte y su nueva experiencia.

No todos “somos iguales”

Como vimos antes el PTS se queja de que en el Movimiento “somos todos iguales”. Eso no es verdad. El PTS no realizó el más mínimo aporte militante para la campaña del Movimiento por las 6 horas. No realizó una sola pintada, un solo volanteo, una sola charla, no aportó una sola idea positiva para desarrollarlo. No encontraron formulación o argumento sin utilizar para explicar muy “convincentemente” el porqué había que disolverlo, ya sea en un  agrupamiento clasista o en una coordinadora de lucha.

En realidad todo lo que la dirección del PTS no hegemoniza ni “controla” se transforma en el adversario a combatir. Parafraseando a Goethe todo lo que no es propio “merece perecer”.

Los trabajadores del Subte dieron una lucha importante. Sacaron conclusiones importantes, la expresaron como política activa. Aprovecharon la simpatía del resto de los trabajadores para tender lazos y agrupar a nuevos sectores obreros. Sectores del mismo se proponen incluso ir más allá del movimiento y constituir una corriente o agrupamiento clasista y antiburocrática.

A pesar de que muchos son compañeros independientes y la mayoría de ellos no militó en ningún partido de izquierda, y a pesar también de que su práctica cotidiana se ve envuelta por cientos de problemas sindicales, ellos realizaron un esfuerzo, no sin errores y problemas, por elevarse a una lucha política y superar la estrechez y el localismo.

Armaron una comisión de Prensa que viajó a Neuquén a llevar la propuesta de formar un medio masivo de los trabajadores, viajaron más de 16 compañeras de la comisión de la mujer al Encuentro de Mendoza a defender la moción de las 6 horas y compartir experiencias de lucha y de vida con otras compañeras. Muchos de los compañeros son nuevos delegados y está emergiendo una nueva militancia obrera a la que hay que apostar. Una corriente de izquierda puede hacer mucho por ayudar lealmente y en el trabajo común ganarse la confianza de los compañeros, también para criticar y proponer.

La teoría según la cual donde no está uno, no existe la lucha de clases, la acción directa, los métodos radicalizados ni la conciencia de clase, no tiene nada que ver con la realidad. Hay que dejar de lado el mesianismo.

En vez de apoyar su experiencia, que tanta falta le hace a la vapuleada clase trabajadora Argentina, se dedican a tirar bombas de humo y polémicas innecesarias que ocultan el verdadero destinatario. No es casualidad que a pesar del esfuerzo de sus militantes el PTS no haya podido incorporar a sus filas a un solo trabajador del Subte, ni hablar de algún delegado.

Apoyando lealmente al movimiento cualquier “peligro” de caer en el parlamentarismo, o cualquier desvío de la lucha o la independencia de clases o cualquier error puede corregirse.

Lamentablemente el PTS procedió al revés y por su actuación se considera a sí mismo como “un ala izquierda”. Es gracioso porque la inmensa mayoría de los que participan en el Movimiento los ve en realidad como un “cero a la izquierda”. El PTS está en el lugar equivocado. Durante más de 3 meses rechazaron ser firmantes de la convocatoria. Después adhirieron “tácticamente”, para tener el derecho de “polemizar”. Es difícil que así se pueda aportar a la reconstrucción de la subjetividad de la clase trabajadora y a forjar un genuino partido revolucionario.

Deberían cambiar de actitud, dejarse de polémicas artificiales y militar codo a codo con los compañeros para hacer grande el Movimiento por las 6 horas.

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