Argentina

 

El gobierno en plena campaña electoral

En el “plebiscito”, organizar el NO a Kirchner

Editorial Socialismo o Barbarie, periódico, 03/06/05

A cinco meses de las elecciones, el gobierno actúa como si faltara una semana. El presidente sale a torear a cuanto rival grande o pequeño se le cruce, incluyendo sus adversarios dentro del PJ. El ministro del Interior, Aníbal Fernández, y el jefe de gabinete, Alberto Fernández, colaboran reforzando o aclarando los dichos de su jefe con un solo objetivo: instalar el operativo plebiscito para el 23 de octubre. En la volteada cayeron desde la alianza de derecha entre Macri y López Murphy hasta Carrió, Chiche Duhalde, Lula y los piqueteros.

De esta manera, Kirchner propone un juego peligroso para la estabilidad del régimen, como se lo advierte la propia oposición burguesa. A contramano de la declamada política de “normalización institucional” y “país serio”, la orientación de Kirchner en este terreno consiste en intentar consolidar uno de los pilares del régimen, la institución presidencial, en detrimento de otro pilar, el Parlamento y las elecciones legislativas.

En efecto; la jugada presidencial de transformar la elección casi en un referéndum o plebiscito sobre su gestión –votando por sí o por no– tiende a vaciar aún más de contenido la institución parlamentaria, algo menos alicaída pero para nada reconstituida desde el Argentinazo. Por otra parte, la idea del plebiscito representa un manejo antidemocrático incluso desde el punto de vista de la propia democracia capitalista, aunque, por supuesto, el terreno electoral y de las instituciones parlamentarias burguesas no es el que más interesa a los socialistas revolucionarios.

Lo que de a poco se empieza a poner en juego es que el gobierno intenta preparar el terreno para, a partir del 24 de octubre, ir hacia una orientación políticamente más dura contra el movimiento obrero y los luchadores, y en lo económico mucho más “ortodoxa” y en línea con las exigencias del imperialismo, los grandes capitalistas y el FMI.

Anuncios de lo que vendrá el 24 de octubre

Justamente porque está en campaña, el gobierno ya da pistas de cuáles van a ser las coordenadas políticas de su gestión si logra un triunfo electoral.

En el terreno de la política exterior, los cruces de palabras con Lula y las discusiones con Brasil son un índice de que –como señalamos en SoB 57– se acabó cualquier intento de “integración regional” que ofrezca aunque más no fuera una tímida resistencia a los dictados de los amos del capitalismo globalizado. Por el contrario: si por algo se pelean las burguesías de Brasil y Argentina es por ver quién logrará una inserción más favorable –a expensas del otro– en un esquema regional dominado por el ALCA, no por el Mercosur. La política de “bombero regional” la tratamos por separado (ver recuadro).

En el frente económico externo, la salida del default se dio a la medida de los acreedores y en particular del FMI y el Tesoro yanqui. Aunque las negociaciones se manejan con sordina, está claro que el gobierno ya ha asumido compromisos respecto de todos los reclamos principales del FMI y EEUU (si alguno duda de que trabajan en equipo, que lea las declaraciones de John Taylor, ex número dos Tesoro yanqui, publicadas el 1º de junio en Clarín).

A saber: a) va a haber aumento del superávit fiscal destinado a pagar la deuda, posiblemente más del 4% del PBI (la famosa “recaudación récord” es para eso); b) la renegociación de contratos con las privatizadas sigue a toda marcha, con acuerdos sobre tarifazos; c) como dijo el propio Kirchner, se admite que el 24% de deuda que quedó fuera del canje se considera como “pasivo contingente”, es decir, se reconoce como deuda.

En cuanto a la política económica doméstica, el acuerdo con la CGT por los vergonzosos 630 pesos de salario mínimo (que los medios presentan, de manera insólita, como un “aumento”) marca a fuego una voluntad de mantener salarios de miseria, apoyándose cada vez más en la mafiosa burocracia sindical. Uno de los “logros” de Kirchner es haber garantizado a la clase capitalista una reducción del salario real de casi el 30% con relación a 1999, junto con la persistencia del desempleo estructural, el crecimiento del trabajo en negro (la mitad de la fuerza laboral) y la continuidad de los convenios y leyes de flexibilización laboral. Todo lo cual ha contribuido en los dos años de gestión kirchnerista a reconstituir y acrecentar las ganancias de los empresarios, que apoyan sin fisuras la política del gobierno.

El violento ataque verbal a los piqueteros –precisamente en un momento en que no hay en curso grandes acciones y arranca el juicio por las muertes de Kosteki y Santillán– preanuncia cuál será la tónica post electoral en relación con los movimientos de desocupados, y seguramente también con las luchas duras de los ocupados: menos “actitud comprensiva” y más amenazas de palos.

En resumen, los objetivos del gobierno serán reinsertar a la Argentina en el “mercado financiero internacional” como pagador puntual y confiable, velar por las ganancias de capitalistas locales y empresas privatizadas y mantener a raya todo intento de desafío social y/o político en las calles. Si lo consigue, lo que tendremos serán ajustes, tarifazos, desaceleración del crecimiento, salarios de miseria y desocupación estancada.

Ése es el escenario que está montando Kirchner para después del 23 de octubre. Es para llevar adelante esta “normalización” proimperialista, que Kirchner reclama un “sí” en el “plebiscito” electoral.

La responsabilidad de la izquierda: ser la abanderada del NO a Kirchner

En este marco, las principales organizaciones de la izquierda revolucionaria tenemos una responsabilidad política común que no podemos eludir. En primer lugar y en lo inmediato, por supuesto, se trata de impulsar y sostener con todo las luchas que hoy están librando sectores de la clase trabajadora industrial, de servicios y estatal, esencialmente alrededor de la cuestión salarial. En estas páginas reflejamos varias de ellas, como la de SMATA, docentes, bancarios, la carne, municipales de Santa Cruz y otros conflictos que se van renovando semana a semana, sin olvidar los procesos electorales en varios sindicatos.

Sin embargo, junto con la actuación en estas luchas y en la pelea por una orientación independiente de las mismas, la otra responsabilidad política de la izquierda pasa hoy por presentar ante el conjunto de los trabajadores y sectores populares una alternativa que enfrente a Kirchner y su pretendido “plebiscito”.

En momentos en que el gobierno intenta una vez más engañar a la población con discursos “progresistas” para la tribuna, mientras prepara un claro ataque contra las condiciones de vida de los asalariados y el conjunto de las masas después de las elecciones, hay que salir con fuerza a denunciarlo y rechazarlo.

Sólo la izquierda obrera y socialista puede hacerlo desde un punto de vista de independencia de clase y socialista. Y es una necesidad que ese NO a Kirchner sea planteado de manera común por todos los partidos que hoy compartimos esa trinchera enemiga del gobierno, aunque mantengamos diferencias en otros puntos.

Para decirlo con claridad, el MAS, el PO y el PTS tenemos ese perfil y esa obligación en común (también el MST, si rompe con el proyecto Izquierda Unida).

El gobierno ha planteado un desafío a toda la sociedad: “están conmigo o contra mí”, y lo hace para buscar legitimar una ofensiva de corte neoliberal. La izquierda obrera y socialista debe recoger ese guante en el terreno electoral y proponer un rechazo a Kirchner y a su política presente y futura. No es hora de caprichos ni de cálculos mezquinos: es hora de asumir nuestras responsabilidades.


Kirchner y Bolivia

Al servicio del imperialismo

Socialismo o Barbarie, periódico, 03/06/05

El rol de Kirchner (y también de Lula) como bombero regional en Bolivia (por cuenta y orden del imperialismo yanqui y las multinacionales) ya es escandaloso. Es sabido que los presidentes de Argentina y Brasil han sido el principal sostén del tambaleante gobierno de Carlos Mesa. Ya hemos denunciado que Kirchner vende sus supuestos “principios” no por un plato de lentejas, como el personaje bíblico, sino por unos metros cúbicos de gas que le garanticen el suministro hasta las elecciones. Además, está claro que Lula y Kirchner son los mejores defensores de los intereses de Petrobras y Repsol, respectivamente y, por extensión, de las multinacionales que saquean el país y el pueblo hermanos.

Lo que no solía mostrarse tan descaradamente es el chantaje imperialista, que muestra hasta qué punto miente el gobierno cuando presenta a EEUU como “amigo de Argentina”. En ese sentido, las declaraciones de John Taylor, ex subsecretario del Tesoro yanqui, no necesitan comentario por su claridad: “admitió que la futura ayuda económica de EEUU a la Argentina está atada a la posición de Argentina en los conflictos continentales, ‘como el caso de Bolivia’” (Clarín, 1-6-05). Hasta se permite el cinismo de decir que “es muy importante que Argentina y EEUU trabajen juntos en muchos problemas, como Haití y ahora Bolivia” (idem). Sí, van a “trabajar juntos”: EEUU pone el látigo y Kirchner hace el trabajo sucio...

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