Argentina

 

Súper pago, súper ajuste

Preparar la lucha salarial

Socialismo o Barbarie, periódico, 26/12/05

El gobierno retomó la iniciativa, tras un período de confusión, con el anuncio del pago del total de la deuda al FMI. Hubo que escuchar la acostumbrada sanata de que ahora somos un país con “soberanía”, que nos “sacamos de encima al enemigo” y demás exageraciones a cargo de los funcionarios y los medios que les hacen de repetidora.

En esta misma edición reproducimos un buen análisis del economista marxista Claudio Katz que desnuda las mentiras que rodean a esta maniobra. De todos modos, cabe efectuar algunos señalamientos importantes.

Primero: el sentido inicial de la medida no es esencialmente económico, sino político. Aunque es verdad que Kirchner se alivia un poco el frente financiero externo hasta el fin de su gestión, esto no significa reducción de la deuda, sino un cambio de acreedores. A partir del “mega-pago”, Kirchner tendrá que negociar menos con el FMI (aunque el control del Fondo no desaparece, como algunos creen) y más con los banqueros y AFJPs, que son más manejables políticamente. Algunos analistas ya especulan con que el pago al Fondo es el lanzamiento de la campaña por la reelección en 2007.

Segundo: contra los cacareos de “independencia económica”, el hecho de desprenderse de más del 35% de las reservas obliga al Gobierno a redoblar y poner en el centro de todo el programa económico la “disciplina fiscal”, esto es, el superávit de las cuentas del Estado. Y eso implica, más que nunca, ajuste.

Más pagos, más poderes, más ajuste

Un coletazo de esta necesidad fueron las escandalosas sesiones parlamentarias donde se dio fuerza de ley no sólo al pago sino al Presupuesto 2006 y la prórroga de la “Emergencia Económica”. El escándalo consistió en que en el “país serio” que pregona Kirchner, las sacrosantas “instituciones de la democracia” no pesan más que en las republiquetas gobernadas por dictadores. Sin discusión, sin argumentos y apelando a la fuerza del número, el gobierno hizo aprobar en un ratito las leyes fundamentales que van a regir toda la economía pública durante 2006. Una muestra más de lo que valen las formas institucionales en esta democracia colonial y para ricos: el gobierno hace como que consulta al Parlamento, la oposición hace como que se queja, y la voluntad del presidente sigue su marcha. La oposición burguesa es tan inepta y estéril que el gobierno siempre le gana de mano; todo lo que hacen después es lloriquear un poco para los medios.

Mientras tanto, Kirchner tiene el Presupuesto que quería: cero aumento de salarios estatales y cero aumento de jubilaciones, todo al servicio de volver a llenar el chanchito que se rompió para pagarle al FMI. Y de los planes faraónicos de obra pública que se mencionaron en algún momento, olvidarse también: dólar que sobre dólar que irá a recomponer las reservas.

Aquí reside el verdadero escándalo: mientras Kirchner habla de “emergencia”, paga una millonada que demuestra cuáles son sus prioridades. El Fondo cobra al momento y al contado; los trabajadores deberán seguir luchando contra la desocupación, la esclavitud laboral, la inflación y el corsé salarial que intenta imponer el gobierno, con la ayuda de la burocracia sindical.

Entre otros problemas, la reducción de reservas producto del mega-pago meterá presión sobre el dólar e indirectamente sobre la inflación, que en 2005 quedará en un 12%. Sin embargo, el presupuesto estima sólo un 10% para 2006, y ése es el techo que las patronales quieren considerar a la hora de la negociación salarial (ver aparte nota sobre la inflación).

De todas las variables que pueden disparar la inflación, el gobierno tiene decidido apuntar claramente a controlar una: los aumentos salariales. El ajuste va a empezar por ahí. Por supuesto, el verso de la “etapa de redistribución” es para los giles. Kirchner ni tocó siquiera el increíblemente injusto sistema impositivo, que hace que los ricos paguen proporcionalmente menos impuestos que los asalariados y el pueblo pobre. La patronal seguirá con sus superganancias garantizadas porque “hay que alentar la inversión”; los acreedores (no sólo el FMI, sino todo el resto) seguirán cobrando puntualmente sus intereses y haciendo la guita loca con los pagos de un Estado con superávit. Las privatizadas verán cómo, poco a poco, el gobierno se hace más sensible a sus reclamos. Hasta es posible que los bonistas  que quedaron fuera del canje reciban algo. Pero los que seguirán en déficit, según la intención del gobierno, serán los trabajadores, desocupados y jubilados, es decir, la gran mayoría de la población.

Indexación de los salarios

Durante todo 2006, la cuestión de quién pagará el pato de la boda con el FMI estará en el centro de la escena. Gobierno, patronal y burocracia sindical van a tirar para el mismo lado: que se ajusten los trabajadores con aumentos por debajo de la inflación. Este año hubo una serie de luchas duras e importantes (subte, Garrahan, Aerolíneas y otras) que empezaron a plantar la bandera de la defensa del poder de compra del salario. Se entiende: como desarrollamos en nota aparte, la inflación es el nuevo mecanismo al que acude la clase capitalista para quedarse con una parte del ingreso de los trabajadores. Por esto se pone al orden del día luchar por una cláusula gatillo para los salarios. Es decir, indexación automática de los salarios, pensiones y jubilaciones.

Para esto es que las organizaciones independientes de los trabajadores, los sindicatos e internas clasistas, los luchadores y activistas obreros deben empezar a prepararse.

El año próximo la dureza del ajuste va a superar todo lo que vimos hasta ahora bajo Kirchner. La clase trabajadora, sus organizaciones y su vanguardia deben saber que para mantener el nivel de vida –para no hablar de recuperar el poder de compra del salario perdido desde la devaluación– estará planteada la necesidad de poner en pie luchas también más duras, continuando y profundizando la experiencia de 2005. Es en ese camino de lucha y organización contra el ajuste kirchnerista que puede desarrollarse la recomposición clasista e independiente de la clase trabajadora.