Argentina

 

Todos con los petroleros
Fuera la Gendarmería de Santa Cruz
Inmediata satisfacción de los reclamos obreros
No a la persecución judicial

Editorial de Socialismo o Barbarie, periódico, 10/02/06

El país entero está conmocionado por los hechos del martes 7 en la localidad de Las Heras (norte de Santa Cruz). En una rebelión popular contra la comisaría de esa localidad, se produjeron enfrentamientos que derivaron en la muerte de un policía. Tanto Sergio Acevedo (gobernador provincial) como Aníbal Fernández y el propio Néstor Kirchner, salieron a condenar a los “asesinos” y a plantear que “por primera vez” la policía habría sido la “víctima”. Se trata de la primera “víctima” en acontecimientos de protesta social bajo Kirchner, de ahí la magnitud de los hechos.

Provocación kirchnerista

Esta versión de los hechos es una farsa completa: fue la propia policía (producto de la orden de la justicia patronal y con la obvia anuencia del gobernador) la que ordenó la detención –a la salida de una radio– de Mario Navarro, dirigente de base de los trabajadores petroleros de la localidad. Fue esta provocación (detener impunemente al dirigente de la protesta) y no otra cosa, la que dio lugar a la lógica respuesta de los compañeros trabajadores, que de inmediato, a altas horas de la noche, se movilizaron a la comisaría exigiendo la inmediata libertad de su dirigente.

En esas circunstancias, la policía largó una durísima represión sobre los manifestantes. Según declaraciones de una concejal del propio Frente para la Victoria (Roxana Totino, presente en los acontecimientos) “el comisario nos encañonó y nos dijo que se había terminado el diálogo. Allí comenzó la represión con balas de goma y gases lacrimógenos”. La represión no se detuvo siquiera ante la presencia de niños: uno de ellos habría perdido un ojo, pero de estos heridos los medios no hablan. Esta represión fue justa y contundentemente respondida por los trabajadores, que como producto de su acción y determinación lograron la libertad de Navarro.

Hay que poner las cosas en su lugar: no se trató del “asesinato” de un policía, sino de la respuesta de los trabajadores ante una flagrante provocación montada por el gobierno provincial y que dio lugar a la categórica respuesta obrera.

El gobierno provincial y nacional son los responsables de lo sucedido. Más aún teniendo en cuenta que hace semanas que los compañeros petroleros vienen en conflicto contra el confiscatorio impuesto a las ganancias, entre otros reclamos.

Las demandas obreras

Los medios de comunicación y la campaña de calumnias del gobierno pretenden tapar, o como mínimo soslayar, la base del conflicto. Se trata de una lucha en contra del mecanismo del impuesto a las ganancias que está afectando a una ancha franja de los trabajadores.

El gobierno de Kirchner está llenando sus arcas con un superávit que aumenta de año a año y lo usa, por ejemplo, para pagarle íntegramente la fraudulenta deuda al FMI, a la vez que, como es sabido, el 99% de los capitalistas evade impuestos.

Kirchner no hace otra cosa que gobernar para proteger los beneficios de los capitalistas al cobrarles impuesto a las ganancias a los trabajadores con sueldos mayores a $ 1800 al mes, y cuando no se trata de ninguna “ganancia”, sino simplemente de la retribución de parte del esfuerzo de su trabajo. En el sur del país, este problema se agrava porque la vida es mucho más cara que en Buenos Aires o las demás provincias.

A este reclamo se le suma la exigencia del encuadramiento sindical de una franja de trabajadores petroleros pero que revisten en el gremio de la construcción, razón por la cual ganan un tercio del salario de sus compañeros. No hay que ir muy lejos para saber que incluso en la reaccionaria Constitución Nacional está consagrado –formalmente– el derecho a igual salario por igual tarea.

Cruzada contra el salario

El conflicto del Sur tiene una dimensión mayor aún, de orden nacional. No se trata sólo de que el reclamo por el impuesto a las “ganancias”  (?) está sumando a porciones enteras de trabajadores en todo el país. Se trata, además, del uso reaccionario y antiobrero de los famosos “acuerdos de precios” que está impulsando el gobierno. Éstos sirven poco y nada para frenar los aumentos de los precios, pero tienen como cláusula gatillo el compromiso de impedir aumentos salariales. Ahí es donde mueren las palabras y la demagogia del gobierno K.

Es un hecho que de la mano de la CGT y la CTA están buscando poner en pie un pacto social por intermedio del cual –mediante la maniobra tramposa de los acuerdos de precios–, se busca mantener prácticamente congelados los salarios, situación que llega a extremos en el caso de los empleados estatales y docentes.

De ahí que a pesar de las semanas que llevaba el conflicto en Santa Cruz y de los reiterados conflictos en esa provincia, el gobierno viniera haciendo oídos sordos, porque está embarcado en una verdadera cruzada en contra de la recuperación del salario obrero, para no hablar de la miseria que ganan los desocupados y jubilados.

D’Elía y la burocracia sindical

En varios medios de comunicación y por boca del propio gobernador Acevedo se están imputando los hechos a la izquierda. El inefable alcahuete del gobierno Luis D’Elía ha salido a acusar a “los grupos de izquierda seudo trotskistas que atacan con las armas en la mano a gobiernos que tienen un altísimo consenso y legitimidad popular”.

Se trata de un nuevo caso de ataque macartista a la izquierda que no se arrodilló ante el gobierno K. Para esa gente no existe el ataque al salario que significa el impuesto a las ganancias, o el hecho de que compañeros que realizan iguales tareas que los petroleros estén encuadrados laboralmente en el gremio de la construcción para pagarle un tercio del salario.

La causa de los conflictos sería, para el gobierno y sus secuaces, la burda y remanida teoría de los “infiltrados”, los “grupúsculos” que se entrometen para generar “caos”. Pero la realidad es que los compañeros –con toda justicia y correctamente– respondieron con contundencia ante la provocación y represión policial.

Parte de estos ataques provienen de la burocracia petrolera de la región, amiga íntima y socia de Kirchner. Les preocupa que una y otra vez conflictos obreros muy importantes sean dirigidos por “disidentes”. Es decir, sectores independientes de las burocracias de los sindicatos, muchas veces vinculadas a la izquierda partidaria o de tradición de izquierda y clasista aunque sin vínculos orgánicos con los actuales partidos.

El gobierno y la CGT tienen la preocupación permanente ante el desarrollo de un fenómeno que, aunque aún es incipiente, amenaza con el monopolio de la burocracia sobre el núcleo central de la clase obrera. Por esta misma razón es que refuerzan los ataques e intentan desprestigiar todos los casos donde, contra viento y marea, los trabajadores se ponen firmes. Pero, precisamente, actuar con decisión y de manera independiente ha sido la condición del éxito en la lucha. A esto se suma haber apelado de manera incondicional al método de la asamblea y el libre debate y decisión entre todos los compañeros. Estos elementos han sido la base de la serie de conflictos de trabajadores que han terminado en triunfos a lo largo del último año.

¡Fuera la gendarmería! ¡Inmediata satisfacción del reclamo petrolero!

El gobierno ha respondido a la lucha obrera con la campaña de calumnias y el envío de la Gendarmería. Por lo tanto, los primeros reclamos de la hora deben ser:

– Fuera la Gendarmería de Las Heras

– Inmediata satisfacción al reclamo de los trabajadores

– Hacemos responsable de los hechos al gobierno provincial y nacional

– No a la persecución judicial y policial a los trabajadores en lucha

– Basta de campaña macartista contra la izquierda.

Con estas banderas democráticas y elementales debemos profundizar las movilizaciones que ya hemos puesto en marcha entre las principales corrientes de la izquierda, activistas obreros y movimientos de desocupados. Debemos llevar adelante una amplia campaña de unidad de acción hasta lograr el triunfo de esta lucha que ayude al desarrollo de la actual oleada de peleas salariales, así como para que le sirva de advertencia a K contra su política de criminalizar las luchas obreras.