Argentina

 

La política educativa de K y Filmus

Educación para bajar salarios y el costo laboral

Por Marina y  Primo
Socialismo o Barbarie, periódico, 25/02/06

A fines del 2005 el gobierno de Kirchner impulsó y logró la sanción de dos leyes “educativas”: las llamadas Ley de Financiamiento Educativo y Ley de Enseñanza Técnica.

Estas leyes se dictan en el marco del “corpus” educativo moldeado a medida del Banco Mundial bajo el gobierno de Menem: las repudiadas Ley de transferencia de escuelas, Ley Federal de Educación y Ley Superior de Educación, que cambiaron drásticamente el sistema educativo.

El gobierno de Kirchner, sin anular estas leyes que conformaron la reforma menemista de la educación, ha impulsado algunos cambios que tienen el doble objetivo de limar las aristas que resultaron “ineficientes” para las necesidades de los capitalistas, a la vez que darle continuidad a los aspectos de fondo de esa reforma: acomodar la educación a los intereses de la burguesía, reventar el salario y las condiciones de trabajo de los docentes, y profundizar la elitización de la educación superior.

Una educación al servicio de “la Argentina”... capitalista

Con el discurso de  la necesidad de “vincular la educación al mundo del trabajo” se oculta que no todas las “vinculaciones” son iguales ni responden a los intereses de los mismos sectores de la población. En realidad, lo que estas leyes establecen es un tipo específico: vinculan las instituciones educativas y las empresas de forma tal que la dirección de la educación queda bajo el mando de los empresarios y al servicio de sus necesidades particulares (es decir, de clase).

Luis Pagani, presidente del grupo Arcor, en una nota publicada en Clarín el 8-6-05 con el sugestivo título de “Nuestro futuro depende de la inversión en educación”, nos ilustra cuál es el proyecto educativo de la “burguesía nacional”: “la educación es la fuente última de nuestra competitividad como país... los niveles de productividad… dependerán crucialmente de la inversión en educación (…) Por una parte, hay que fortalecer la capacitación y la educación específica para el trabajo por medio de la educación técnica, y articulando el ámbito de las escuelas con el de las empresas…siguiendo ejemplos de otros países en los que la vinculación de escuelas y empresas es parte del sistema educativo. Por otra parte el sector formal requiere… una ética personal del esfuerzo y la responsabilidad”.

El gobierno no se hizo desear y al día siguiente el ministro de Educación, Daniel Filmus, presentaba ante el Congreso la Ley de Financiamiento Educativo. Así comentaba los objetivos de esta ley: “el país debe… generar un proceso de desarrollo competitivo… Es necesario dar un fuerte impulso a la educación superior, la ciencia y la tecnología, las que deben transformarse en instrumentos eficaces para... incorporar capacidad y conocimiento a los procesos productivos y convertirse así, en factores centrales para desarrollar la competitividad de nuestro país”

Asombrosa sintonía la del gobierno con los empresarios. Pero veamos qué significan estas palabras devenidas en ley.

Elevar la “competitividad internacional de la Argentina” es el caballito de batalla de estas leyes. Pero para esta gente “la Argentina” es un concepto que sólo incluye a los patrones. Cuando hablan de sacar adelante el país, en realidad están viendo cómo beneficiar a los empresarios. La mejora en la competitividad tiene como fin incrementar la inserción de las empresas en los mercados internacionales y  el aumento de la rentabilidad. En pro de esta “causa nacional” la educación tiene que cumplir estos objetivos:

1. Bajar los salarios de los trabajadores. El diario Clarín, en la nota a Pagani ya citada, da cuenta de la gran preocupación del sector empresarial: “la falta de personal especializado se convirtió en un peso para la actividad de  muchas empresas y en un factor de aumento de costos (salarios)”. Para disminuir estos odiosos costos que restan “competitividad” a la industria y hacen bajar la rentabilidad de las empresas, se armó una extensa red que atenta contra el salario de los trabajadores, que funciona por medio de las pasantías de estudiantes en las empresas, haciendo que las escuelas funcionen también como agencias de personal eventual y capacitando mano de obra barata y obediente. Basada, por supuesto, en “una ética personal del esfuerzo y la responsabilidad” (para amenazar o reemplazar a los trabajadores calificados que encabezan la puja salarial).

2. Regimentar la “pertinencia” de los estudios. Si en algo se especializan los tecnócratas al hacer las leyes es en utilizar un lenguaje que oculte lo que se está diciendo. La “pertinencia” significa utilizar los fondos del Estado, estructurar los planes educativos y programas de investigación al exclusivo provecho de los capitalistas, poniendo la investigación al servicio de desarrollar tecnologías y formas de organización y control al servicio de la producción y de los empresarios. A la vez que desfinanciar todo estudio-investigación “impertinente” o “superflua”,  es decir todo conocimiento crítico y/o no ajustado al rol que le asigna a nuestro país el capitalismo globalizado y por ende inútil para los capitalistas. La libre investigación... bien, gracias.

Veamos cómo plasmaron esto en las leyes

Ley de  Financiamiento Educativo

Art. 2 [objetivos]: “fortalecer la educación técnica y la formación profesional impulsando la vinculación con la producción (…) fortalecer los procesos de innovación y la pertinencia de la educación brindada en el sistema educativo”.

Art. 11: el Ministerio de Educación realizará el “seguimiento de las políticas educativas destinadas a cumplir con los objetivos establecidos en el Art. 2... así como al mejoramiento de las capacidades de administración y evaluación  y de la eficiencia del gasto sectorial”.

Ley de Enseñanza Técnica

Art. 7 [propósitos específicos]: “formar técnicos medios y superiores en áreas ocupacionales específicas”.

Art. 10: “generar proyectos educativos que propicien...modalidades pedagógicas productivas”

Art.14: “las autoridades educativas promoverán convenios que las instituciones de educación puedan suscribir con ONG o empresas”.

Art.15: “el sector empresario... favorecerá la realización de prácticas productivas en sus propios establecimientos”.

Art 16: “cuando las prácticas educativas se realicen en las propias empresas, se garantizará la seguridad de los alumnos”(¡ni siquiera los viáticos pagan!).

Art. 29: “El Ministerio de Educación concertará programas... que promuevan la pertinencia social, educativa y productiva de dichas instituciones”.

Art. 45: “adecuación permanente de la oferta educativa a las demandas productivas” (!).

Art. 52: “podrá incorporar fondos de personas físicas o jurídicas así como de otras fuentes de financiamiento de origen nacional o internacional”.

De  las necesidades del pueblo trabajador; de investigar las consecuencias del imperialismo en el ambiente (los efectos de los transgénicos, pesticidas, papeleras); de fundar relaciones de solidaridad ( y no de competencia) con los demás pueblos, de transformar la sociedad partiendo de su desigualdad social… de eso ni una palabra.

A la carga contra los docentes

Bajo el paraguas de la “eficiencia”, estas leyes constituyen un severo ataque al salario y a las condiciones laborales de los docentes, a través de la caída del Estatuto del docente, con la manifiesta intención de atar el sueldo docente a la eficacia (?) y en desmedro de la antigüedad.

En su artículo 10, la Ley de Financiamiento Educativo dice: “El Ministerio... y las entidades gremiales docentes con representación nacional acordarán un convenio marco que incluirá pautas referidas a  condiciones laborales, calendario educativo, salario mínimo y carrera docente”, que según las palabras del ministro en el Congreso, cuando presentaba esta ley, deberá  permitir que una parte de las mejoras laborales docentes estén más vinculadas al desempeño y la capacitación, violando el Estatuto del docente.

Finalmente, una serie de medidas como los exámenes finales en el Polimodal, junto a una reforma del CBC que extendería a todas las carreras de la UBA la necesaria aprobación de Matemáticas (la materia que más alumnos filtra actualmente) como materia obligatoria para ingresar a las facultades, constituyen elementos para profundizar la tendencia hacia una elitización cada vez más infranqueable de los segmentos superiores de la educación (grados y postgrados universitarios).

¿Qué tiene de financiamiento la “Ley de Financiamiento Educativo”?

El ministro Filmus reconoce en su discurso de presentación del proyecto de Ley de Financiamiento Educativo en el Congreso que el objetivo de que el presupuesto educativo llegue al 6 % del PBI no es ninguna novedad y que en realidad ya estaba fijado tal cual en la Ley Federal de Educación (aunque nunca  se cumplió).

Recordemos que CTERA ya había traicionado la lucha contra la Ley Federal con el argumento de que “venía con fondos”. Ahora entrega nuevamente las condiciones laborales de los docentes por ¡la misma promesa! Hay que reconocer que es una demostración magistral de “economía en la política” que consiste en propinar dos mazazos con la misma excusa. Kirchner y Filmus retribuyen los servicios prestados dejando escrito en la ley que sólo podrán participar de las paritarias los gremios con representación nacional  (es decir, CTERA).

Con esta ley, el gobierno se toman cuatro años para llegar al objetivo que se había votado en 1995 (¡hace 10  años!). El presupuesto educativo queda atado al PBI (con su consecuente subestimación inicial, subejecución total y “evaporación”  final) y también a su eventual disminución. Pero tanto o más peligroso es el hecho que la mayor proporción de este presupuesto (alrededor del 65%) saldría de las provincias por medio de la coparticipación. Así, se deja lugar para que más que aumento de presupuesto haya maniobras contables; donde lo que figuraba como gasto provincial ahora figure engrosando el ¡presupuesto educativo nacional!. Pero K. logra un nuevo sistema de premios y castigos sobre los gobernadores, ya que la ley lo autoriza a retener coparticipación a las provincias que no cumplan con la ley.

Junto con esto, y por omisión (ya que deja vigente la Ley Federal de Educación) legaliza por completo la concepción impuesta por la Ley Federal de que los  suculentos subsidios a la educación privada y confesional sean computados como parte del presupuesto del Estado para la educación.

Derrotemos las leyes de Kirchner

Con estas leyes Kirchner ha demostrado  que es un continuador de las políticas contra la educación que ya había iniciado Menem en los 90. El gobierno intenta presentar las leyes educativas como parte de una política destinada a mejorar la educación y avanzar en el desarrollo productivo del país, pero en realidad son un paso más hacia la estructuración de todo el sistema educativo y científico-tecnológico a favor de los intereses de las empresas. Las necesidades y problemas del pueblo trabajador no son elementos que se tomen en cuenta. Es que no son problemas de “la Argentina”. Esto no les preocupa a ellos. Esto es un problema nuestro, y para poder encararlos vamos a tener que reventar estas leyes e imponer una educación que responda y esté al servicio de las necesidades del pueblo trabajador y sus luchas.


Las reformas de los 90, el sistema educativo actual y ...

Todo lo que el gobierno K no quiere tocar

Socialismo o Barbarie, periódico, 25/02/06

En la década del 90, el Banco Mundial impulsó una serie de reformas educativas en el “Tercer Mundo” que en Argentina realizó el gobierno de Menem (con el apoyo de PJ y UCR y la complicidad de CTERA) y significaron un cambio profundo en el sistema educativo argentino. Esta reforma se articuló básicamente alrededor de tres leyes:

1) La Ley de Transferencia Educativa del 1991, por la cual los colegios “nacionales” pasaban a depender de la provincias. Se iniciaba la descentralización y se lograba un “ministerio sin escuelas” (las escuelas técnicas eran nacionales y con la transferencia fueron vaciadas), abriendo el camino al desfinanciamiento del sistema educativo.

2) La Ley Federal de Educación de 1993, fue probablemente la más brutal de las tres. En su contenido significó aniquilar la pretensión igualitaria de la ley 1420 instaurando un nuevo principio, acorde a los tiempos de expoliación privatista, desempleo de masas y superexplotación obrera que vendrían. ¿Qué principio? La “equidad”, interpretada como que no todos los alumnos necesitan lo mismo: algunos necesitan comer, otros contención, otros aprender a hacer lavandina y mermelada, y unos pocos, ciencias, artes e idiomas. Esta legislación profundiza, cualitativamente, el modelo de circuitos diferenciados de escuelas para ricos y escuelas para pobres. Fomenta el “boom de las escuelas privadas”, que crece sostenido por el vaciamiento permanente de la educación estatal y de los suculentos subsidios que le da el Estado.

La promoción obligatoria –ya no se puede repetir–, la inscripción por radio geográfico (si tu barrio es pobre y no hay ninguna escuela decente... perdiste), la liquidación de medidas compensatorias, como plus salariales a los maestros de zonas desfavorables, van haciendo el resto.

Esta cristalización de circuitos diferenciados se completa con la primarización de 2 años de la secundaria y el cambio conceptual de los bachilleratos, que pierden universalidad y se descentralizan en orientaciones, planes y materias que pueden variar ¡hasta por escuela!

Este modelo educativo va abonando, en los hijos de los trabajadores, un camino de fracaso o desaliento hacia la universidad. Mientras tanto, los teóricos “progresistas”, todos amigos de la CTERA, centran sus baterías en contener a los excluidos del sistema, enseñándoles la cultura de la resignación.

3) La Ley de Educación Superior de 1995. Esta ley, entre otras cosas, impone el arancelamiento en la universidad pública por la vía de achicar las carreras y arancelar los nuevos postgrados (antes últimos años de la carrera) e instituye el financiamiento alternativo, transformando a las universidades en empresas de servicios y permitiendo la instalación de empresas como promotoras de reformas de planes de estudio al servicio del gran capital. La Ley Superior permite a cada facultad establecer los ingresos como le parezca, abriendo el camino a los exámenes de ingreso y los cupos, junto a otras medidas para dificultar la regularidad de las cursadas.

El gobierno de Kirchner, al no tocar ninguna de estas leyes, se para sobre los hombros de la reforma menemista, modificando los aspectos que no les sirvieron a los capitalistas y profundizando sus lineamientos generales.