Argentina

 

El clasismo de los 70

La actualidad  de una experiencia del movimiento obrero argentino

Por Oscar Alba
Socialismo o Barbarie, periódico, 06/04/09

Como parte de las actividades por el 24 de marzo, en la Facultad de Ciencias Sociales (UBA) se organizó una charla con distintos panelistas. El compañero Oscar Alba, por el MAS, puso el acento en el desarrollo de la movilización y organización obreras, cuyo cercenamiento fue uno de los primeros objetivos del golpe militar. Por otra parte, contra la campaña del gobierno y sus aliados de que sólo las Madres tienen autoridad para hablar sobre los desaparecidos, está demostrado que la clase obrera y las corrientes políticas que militaban en su seno fueron el blanco principal de la represión.

La conmemoración de los treinta años del golpe militar del 24 de marzo de 1976 puso nuevamente sobre el tapete la convulsionada década del 70, una etapa que significó una de las más ricas en experiencias de lucha que tiene el movimiento obrero en nuestro país. Desde este punto de vista, es muy importante extraer de esa experiencia los elementos que nos permitan enriquecer el actual proceso de luchas salariales, por mejores condiciones laborales y en defensa de las fuentes de trabajo. Luchas que ponen como norte estratégico la recomposición sobre bases realmente clasistas del movimiento de los trabajadores. En este sentido, el hecho de que sectores importantes de trabajadores ocupados entren a la pelea contra la política del gobierno y la patronal y traten de construir una dirección alternativa a la burocracia sindical peronista abre la posibilidad de llevar adelante esa tarea. Es en este sentido que iremos presentando una serie de notas sobre las experiencias de lucha política y sindical que se dieron en la vanguardia obrera de los setenta.

El surgimiento de una vanguardia de luchadores clasistas

El Cordobazo, esa gran movilización obrera y estudiantil de mayo de 1969 que hirió de muerte al gobierno de Onganía significa la irrupción de una corriente clasista que tuvo como referentes importantes, en ese momento, a los plenarios del Sitrac-Sitram y, en otro nivel, al movimiento de los gremios combativos cordobeses. Entre ellos descollaron Luz y Fuerza, con Agustín Tosco a la cabeza, y el SMATA, luego de que la Lista Marrón dirigida por René Salamanca triunfara sobre la burocracia de Elpidio Torres.

El desarrollo de esta corriente clasista se fue desarrollando en los años posteriores al Cordobazo. Así surgieron la CGT clasista de Salta de Armando Jaime y la dirección combativa del ingenio Ledesma, encabezada por Melitón Vázquez.

En 1974, luego de una gran huelga, los trabajadores de la UOM de Villa Constitución imponen una nueva dirección, con Alberto Piccinini como secretario general de la seccional que agrupaba a trabajadores de Acindar, Marathon y Metcon, entre sus principales fábricas. También en el llamado cordón industrial de San Lorenzo, sobre el litoral santafecino, surgieron comisiones internas y cuerpos de delegados combativos y que se reclamaban clasistas.

En Buenos Aires surgieron poco antes de mediados de 1975 nuevas direcciones y agrupaciones de oposición a la burocracia sindical peronista en fábricas como Ford, De Carlo, Corni, Cormasa, Búfalo, TENSA, Blindex, Standard  Electric, Productex, Pinturas Mi Luz, La Hidrófila, Laboratorios Squibb y Matarazzo, entre otras, en la zona norte. En La Matanza se destacaban las direcciones metalúrgicas antiburocráticas de Santa Rosa e Indiel, por ejemplo. En Capital Federal, a inicios de los 70, también aparecen nuevas direcciones en Citroen, Lumilagro, Química Estrella, Sudamtex, Grafa, Envases Centenera y la agrupación AUDEC (Agrupación Única de Educadores Combativos), entre otras.

En 1974, la comisión directiva de la UOM de Villa Constitución llama a un plenario nacional antipatronal y antiburocrático, que se realiza en una cancha de fútbol de Villa Constitución y al que asisten dirigentes, delegados y activistas de todo el país. Este plenario fue una instancia muy importante, pues concentró a esta vanguardia que venía  consolidándose en muchos gremios y fábricas. El debate central que allí se planteó fue alrededor de avanzar hacia una forma organizativa superior. Por un lado, estaban los compañeros que sostenían que había que conformar una Coordinadora Nacional que posibilitara llevar adelante acciones comunes tendientes a levantar una alternativa a la burocracia sindical peronista. Esta posición estaba sustentada, fundamentalmente por los compañeros que respondían al Partido Socialista de los Trabajadores (PST). Por otro lado, estaban los compañeros que planteaban que aún no estaban dadas las condiciones para que madurara una organización de ese tipo y que había que seguir fortaleciendo cada proceso. Esta moción era apoyada por Tosco, Salamanca, Di Pascuale y Piccinini, entre otros.

Finalmente, en la votación, tuvo mayoría la segunda posición, con lo cual, a nuestro entender, se perdió una posibilidad de avanzar en la organización de esa vanguardia combativa. Ese año comenzó la escalada represiva del gobierno peronista de Isabel contra la vanguardia obrera. La propia seccional de la UOM de Villa, después de una feroz represión, es intervenida, y Piccinini y otros delegados son detenidos. Posteriormente, en Córdoba, un golpe de la derecha peronista echa al gobernador y muchos dirigentes combativos, entre ellos Tosco, deben pasar a la clandestinidad. En tanto, la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) asesinaba cotidianamente a militantes y activistas de izquierda.

En junio de 1975, el ministro de Economía, Celestino Rodrigo, anula los convenios laborales que significaban importantes aumentos salariales  para los gremios. Los obreros de las grandes fábricas se movilizan. Es así como surgen las coordinadoras obreras de zona norte, sur, Matanza y Capital norte, entre las principales. Durante más de diez días, las grandes fábricas de Capital Federal y Gran Buenos Aires paran y se movilizan diariamente a la CGT bajo la consigna “14.250 o paro nacional” [1], reclamando de esta manera a la burocracia la huelga general. La burocracia llama, finalmente, a una huelga general de 48 horas y las Coordinadoras la codirigen. Cuando la huelga entraba en su segundo día, el gobierno anuncia la homologación de los convenios. Esto constituyó un golpe político al gobierno que hizo renunciar a varios ministros, entre ellos José López Rega, ministro de Bienestar Social de Isabel Perón y creador de la siniestra Triple A. En septiembre, otro ministro de Economía, Mondelli, intenta un nuevo ataque a los trabajadores y las Coordinadoras vuelven a movilizar. El gobierno retrocede otra vez y es en ese momento que la burguesía y los militares resuelven preparar el golpe militar.[2]

Algunas conclusiones

El clasismo de los 70 fue un movimiento esencialmente político-sindical, puesto que planteó la pelea contra la patronal y la burocracia y la necesidad de una transformación revolucionaria de la sociedad, luchando por una revolución socialista. Por eso estuvo cruzado por profundos debates políticos alrededor de las vías políticas en función de esa estrategia revolucionaria. Y fue un movimiento en donde coexistieron distintas organizaciones de izquierda, ya que los dirigentes y activistas obreros eran militantes de esas organizaciones. Sin duda, el golpe militar vino a cortar el desarrollo de esta vanguardia. Un desarrollo que, como vemos, no fue lineal ni monolítico.

Desde el punto de vista político estratégico existían, a grandes rasgos, tres concepciones: la guerrillera sostenida por el ERP y los Montoneros, la reformista frentepopulista que tenía como principal referente al Partido Comunista y la de independencia de clase que planteaba la necesidad de construir un partido obrero revolucionario, entre quienes se contaban los que conformábamos el Partido Socialista de los Trabajadores.

Tenemos que sacar todas las conclusiones posibles de este proceso que llevó adelante una generación de trabajadores que se abrió hacia una perspectiva de cambios revolucionarios. El análisis necesario no puede ser académico, como tampoco lo fue en aquel momento. Hoy debe servir para marcar tanto los aciertos como las limitaciones de aquella vanguardia para enriquecer el actual proceso de luchas que, sin duda, incorpora nuevos sectores obreros y nuevos problemas a resolver.

La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, dijo en su discurso de defensa del destituido jefe de gobierno de la Ciudad, Aníbal Ibarra, que “nuestros desaparecidos lucharon por esta democracia”. Nada más falso. Quienes fueron muertos, encarcelados y perseguidos por la dictadura militar, con sus profundas diferencias, y que debatieron duramente no pelearon por la mugre de régimen de esta “democracia” para ricos. Lo hicieron por un verdadero cambio revolucionario de la sociedad.

Notas:

1. La 14.250 era la Ley de Convenciones Colectivas laborales. La burocracia sindical, encabezada por Casildo Herrera (secretario general de la CGT) y Lorenzo Miguel (secretario general de la UOM) estaba enfrentada con López Rega, pero no quería largar la huelga general contra el gobierno. Las movilizaciones eran multitudinarias y muchas fábricas estuvieron paradas una semana antes de que se largara la huelga general.

2. Frente a los preparativos del golpe, la burocracia sindical no tuvo unidad. Un sector fue ganado para golpe y otro sector mantuvo expectativas en que aún había tiempo para negociar. De todas maneras, una vez proclamado el golpe ningún sector de la burocracia se opuso.