Argentina

 

Coyuntura de luchas contra la esclavitud laboral y los despidos

La condición preKaria

Editorial de Socialismo o Barbarie, periódico, 14/09/06

Con una inflación dibujada de 0.6% mensual y una inflación real que va al trote contínuo y devora los ya “devaluados” salarios. Con jornadas y turnos inhumanos, condiciones y ritmos infernales, fragmentación, flexibilización y precarización.  Con prácticamente la mitad de los trabajadores asalariados en “negro”. Con la realidad –a lo largo y ancho de la clase obrera– de la manutención K de las contrarreformas neoliberales de los 90, que hacen el “paraíso” patronal y una de las patas de la recuperación económica. Con todo esto, no es casual, que a pesar de la actual coyuntura de “chatura”, se esté viviendo aquí, allá y más allá aún, diversos y muy valiosos procesos por lugares de trabajo donde los compañeros que dicen BASTA y salen a enfrentar esta realidad.

La coyuntura política se muestra “planchada” en el sentido que no hay ningún proceso de pelea que ocupe el centro de la escena política nacional como fueron desde finales del 2004 hasta comienzos del 2006, los casos de telefónicos, el subte, el hospital Garraham o los petroleros de Las Heras. Es que, precisamente, los acuerdos salariales del gobierno con Moyano vinieron para intentar abortar, para poner un “cepo” a la principal oleada de luchas reivindicativas de la clase obrera ocupada en más de década y media. Y, en parte, es un hecho que, en lo inmediato, lo han logrado.

Sin embargo, esto no niega que se hayan seguido desarrollando, de manera parcial y con sus alzas y bajas, conflictos de importancia y que no han tenido aún resolución, como es el caso de los trabajadores de hospitales nucleados en ATDEMYS en Córdoba, o del Hospital Francés en la Capital.

Pero sobre todo, existe otro proceso de menor repercusión, pero que es el que tiene mayor extensión y se concentra entre el proletariado industrial: de manera parcial, molecular, fragmentaria y por lugares, se ha venido desarrollando un conjunto de duros conflictos contra la precariedad, la esclavitud laboral y el despotismo patronal en las fábricas: se trata de los casos de TBV, Ecocarnes, la Fundición Canning, FAPA-Armanino, Cerámica Cregar, etc., etc. Conflictos “subterráneos” de importancia, a los que hay que prestar atención y volcar fuerzas para que triunfen.

Precarización laboral y despotismo de fábrica

Como un “reflejo” de este proceso “subterráneo”, la propia situación de precariedad se hizo “visible” y ocupó –en los últimos días– las tapas de los diarios con varios hechos que hablan de las extendidas condiciones de esclavitud laboral. Nuevamente apareció el trabajo lisa y llanamente esclavo a que son sometidas las costureras bolivianas. Y el 4 de septiembre se produjo un choque entre un colectivo de la empresa Plus-Ultra, y un camión: el saldo de 7 muertos, entre ellos los dos chóferes del colectivo y del camión. Sus familiares denunciaron que los hacían salir a manejar casi sin dormir: “Mi esposo tenía miedo cada vez que salía de viaje; el día de la tragedia llegó de viaje de Buenos Aires y sólo durmió tres horas o cuatro y salió para Foz do Iguazú; el régimen de trabajo era como en el siglo tres o cuatro, casi esclavos”, declaró Gladis López de Gómez, la esposa de uno de los chóferes de la empresa Plus ultra fallecidos.

Se trata de casos extremos de una situación muchísimo mas extendida y que es cotidiana entre los trabajadores: la esclavitud laboral, que se cobra vidas, pero también roba tiempo para estar con la familia, deteriora la salud, y más en general, quita la posibilidad de desarrollarse material y espiritualmente.

Esta realidad se puede traducir en algunos “fríos” números: del total de casi 11 millones de trabajadores asalariados, 4.7 millones están en “negro”; es decir, no tienen cobertura frente al eventual despido, ni aportes jubilatorios, ni cobertura de obra social o por accidente de trabajo. Otro “frío” número –en el mismo sentido– indica que de los 3.000.000 de puestos de trabajo creados desde el 2002 –con los que hace “alharaca” K– más del 70% son, precisamente, en negro, es decir, en las mismas condiciones precarias de contratación antedichas. Y como si esto fuera poco, su promedio salarial es muchísimo más bajo (prácticamente la mitad) que el que está “blanqueado”.

Esto mismo hace que en muchos de estos lugares impere un verdadero “despotismo de fábrica”: los trabajadores prácticamente carecen de “derecho al  pataleo” frente al patrón (en muchos casos, siquiera gozan del elemental derecho sindical a tener delegados) que puede hacer con ellos (si no lo enfrentan), lisa y llanamente lo que éste disponga. Por ejemplo, intentar despedirlos con total impunidad, tal cual es el caso de varios de los conflictos que están en curso.

Cuando K hace como que hace 

En el caso del choque del micro, el gobierno, rápido en reflejos, intervino a las dos empresas del mismo grupo por “incumplimiento de algunas normas”. Por ejemplo, no tener en regla la libreta de trabajo de los choferes, cosa que el 99% de las empresas de transporte público no tiene. Pero “hacer que hace algo” es una de las cosas que mejor hace el gobierno kirchnerista... mientras deja intactas las razones profundas y estructurales de la super explotación obrera!

Por ejemplo: el gobierno a principios del 2004 “modificó” la ley laboral y reformó la “Ley Banelco” cuestionada y deslegitimada por las certezas populares de haber sido votada a cambio de las famosas coimas. ¿Qué cambios introdujo la nueva ley K? Nada de nada: sólo le otorgó más poder a la burocracia sindical para que pacte en las convenciones colectivas de trabajo a espaldas de los trabajadores y dejó todas las normas que permiten el trabajo eventual, las agencias, las pasantías, las tercerizadas, la polivalencia, la polifuncionalidad, etc. tal como las pergeñó Menem.

Mirando para otro lado 

Por su parte, la ex “combativa” burocracia de Moyano, parece haber dejado de lado, incluso, la peleas de “bolsillo” por encuadramiento sindical que venía impulsando en el período anterior para no perder su aura de “luchadora”... Mientras se dedica a inaugurar hoteles en Mar del Plata de la mano de K, parece haber “bajado la persiana” hasta el año próximo. Después de haber cerrado los acuerdos salariales del 19%, aumento pagadero en cuotas y que es “comido” a pasos agigantados por la inflación todos los días (lo que comienza a generar cierto malestar), cerró su tarea acordando un miserable salario mínimo que con los descuentos no llega a más de 700 pesos.

Debemos recordar el “favor” que significan estos acuerdos: respecto de los compañeros en blanco, un techo mezquino que no sólo no termina de recuperar del todo la inflación de los últimos años, sino que entrega en bandeja de la patronal todos los aumentos por productividad y que han hecho las delicias del aumento en las ganancias de las patronales (los mayores márgenes en décadas). Por si esto fuera poco, los convenios no han tocado una coma en materia de condiciones de trabajo. Pero hay algo peor aún: han quedado fuera del  aumento salarial y del salario mínimo, el inmenso universo de compañeros que está en “negro” y que junto con la continuidad de una tasa de desocupación que permanece elevada, tira hacia abajo las condiciones de salario, trabajo y contratación del conjunto de la clase obrera. Es decir, la burocracia sindical de la CGT y la CTA es cómplice de que K logre mantener, en lo esencial, las condiciones de superexplotación de la clase trabajadora heredadas de los 90.

Para quebrar este pacto siniestro, es necesario apoyar con todas las fuerzas, este proceso contra la preKariedad que está emergiendo desde abajo.


Romper las cadenas de la esclavitud laboral

Socialismo o Barbarie, periódico, 14/09/06

El actual proceso de luchas contra la precariedad tiene una enorme importancia. Desde estas mismas páginas hemos señalado que las condiciones objetivas de recuperación de la producción en distintas ramas de la producción, es el trasfondo y base material del cambio que se ha venido operando en la “geografía” económica y social de la lucha. Es decir, desde el 2004 hemos asistido a un cambio de enormes proporciones que muestra una tendencia cada vez mayor a la centralidad en la lucha de parte de los trabajadores ocupados. Proceso que, más temprano que tarde, superada la actual coyuntura de “chatura”, volverán a irrumpir. Esto es así porque el posible deterioro a mediano plazo de la situación económica, se encontrará frente a una realidad de recomposición relativa de los planteles obreros respecto a cuando despuntó el proceso en el 2001. Y el actual proceso de pelea molecular contra la precariedad, puede ser como un “puente” hacia ese eventual futuro ascenso más de conjunto del proletariado industrial.

Vuelco a las luchas y estructuración de compañeros

Como ya hemos venido subrayando en estas páginas, es un hecho categórico, que al compás de esta recuperación “estructural”, está emergiendo una nueva generación obrera constituida por los jóvenes que han entrado a trabajar y que constituyen los nuevos planteles en las distintas fábricas en proporciones variables, pero crecientes, respecto de los viejos compañeros.

Decíamos en nuestro periódico N° 81: “En la década del ’90 el mundo de la clase obrera cambió imponiéndose una tremenda fragmentación. Pero ahora está ocurriendo un hecho revolucionario en las entrañas de nuestra clase: está en marcha una profunda tendencia en sentido inverso: emerge una nueva generación obrera que está dando sus primeros pasos y haciendo sus primeras experiencias. Este proceso comenzó hace un par de años y no se detiene: tiene características de un proceso orgánico, estructural. Hay un doble recambio en las filas obreras. Por un lado, generacional: decenas de miles de jóvenes están consiguiendo su primer trabajo. Y, por otro lado, también despuntan (o se recuperan) nuevas e importantes ramas de la producción. Esta nueva generación está haciendo sus primeras armas y esto es lo que señala que en algún momento el proceso de recomposición puede dar un salto en calidad. Es poco visible todavía; pero puede preanunciar para el futuro grandes luchas obreras, para lo cual hay que prepararse desde ahora”.

Y esta preparación plantea hoy a toda la izquierda en general (y a nuestro partido, en particular), ir tomando las medidas que hagan falta para ser parte, volcarse, reflejar y hacer la experiencia con cada una de estas luchas de los sectores más explotados de los trabajadores donde se enfrenta la precariedad K. Esto, al tiempo que se hacen ingentes esfuerzos para resolver lo que es más difícil y estratégico: “meter” compañeros a trabajar en las grandes fábricas automotrices, del neumático, de la alimentación, etc., que siguen tomando personal.