Las vueltas

del Argentinazo

 

Después del Argentinazo

Ha comenzado un proceso revolucionario

Texto votado en el 2º Plenario Nacional de Cuadros del MAS de marzo 2002
 y ratificado en el 8 º Congreso (31/05/02)

1. El Argentinazo del 19 y 20 de diciembre

“En la historia de las revoluciones, surgen a luz contradicciones que han madurado a lo largo de décadas y hasta de siglos. La vida adquiere una riqueza sin precedentes. Aparecen en la escena política, como combatiente activo, las masas, que siempre se mantuvieron en la sombra y que por ello pasan con frecuencia inadvertidas para los observadores superficiales (...) Estas masas aprenden en la practica, ensayan sus primeros pasos a la vista de todos, tantean el camino, se fijan objetivos, ponen a prueba sus propias fuerzas y las teorías de todos sus ideólogos. Realizan heroicos esfuerzos para elevarse a las alturas de las tareas gigantescas, de envergadura universal que la historia les impone (...) nada puede compararse en importancia con lo que representa esta educación directa de las masas y de las clases en el transcurso de la lucha revolucionaria directa”
(V.I.Lenin, 31/01/05, “Jornadas revolucionarias”. Obras Completas, tomo VIII. Editorial Cartago).

La sociedad argentina explotada y oprimida, y especialmente el pueblo trabajador, estamos protagonizando una serie de hechos excepcionales, históricos, de importancia nacional e internacional: hemos derribado con nuestra movilización revolucionaria directa a un gobierno democrático burgués y afectando gravemente al actual régimen de dominación y acumulación, que se viene imponiendo en el país desde el ‘76. Todo un ciclo histórico de la argentina capitalista económica,  política y social, ha quedado puesto en cuestión. [[i]]

Tan evidente es el carácter histórico de nuestra acción, que podemos decir que en el mismo momento en que estamos viviendo estos acontecimientos, sabemos que estamos protagonizando jornadas que vamos a recordar siempre. Mientras actuamos en las calles, nos damos cuenta que estos días no son como los demás. La continuidad de la vida cotidiana se ha roto y, de una forma practica, estamos comprendiendo que la historia de la humanidad no necesariamente la hacen “los que mandan”. Los trabajadores y los sectores populares, actuando colectiva y resueltamente, podemos cambiar la historia en forma decisiva. Esta es la lección más importante que se desprende de los hechos que estamos protagonizando. Lecciones que debemos tratar de llevar y hacer conscientes en las propias masas, que están siendo las creadoras de este acontecimiento histórico: el comienzo de un proceso revolucionario en la Argentina, producto de la irrupción masiva de millones a la vida política.

Una acumulación de experiencias a lo largo de los ‘90

Las jornadas revolucionarias del 19 y 20 de diciembre, no fueron un trueno en un cielo estrellado. Existió una creciente acumulación de experiencias entre los trabajadores, sobre todo desde el interior del país, las que comenzaron desde el “santiagueñazo” de fines de 1993. A partir de ahí, se fueron expresando una serie de características en la lucha de clases, muchas de las cuales se hicieron presentes, de manera concentrada, en estas jornadas. Con diversos jalones: pasando por el “Santiagueñazo” mismo, las luchas del proletariado metalúrgico en Tierra del Fuego de los años ’94 y ’95, los estallidos en Cutral-Co, Mosconi y Tartagal en el ’96 y ‘97, la “Plaza del Aguante” en Corrientes en el ‘99, fueron dejando su huella y su impacto en la lucha de clases en su conjunto. Parte de esto, fue la irrupción de un verdadero movimiento de trabajadores desocupados. Los cortes de ruta, los piquetes, las asambleas populares se extendieron como métodos privilegiados de lucha y / o inspiración al conjunto de los sectores trabajadores y populares.

En lo que hace a los trabajadores ocupados, varios paros generales se desarrollaron, con las características habituales de cierta ritualización y formalización de estas medidas, pese a que hubo algunos de gran importancia, como fue el caso del 23 y 24 de noviembre del 2000, un paro general con importantes características activas en amplios sectores de trabajadores ocupados. Lo mismo que algunas huelgas de gran importancia, como la de los docentes de provincia de Buenos Aires de agosto del 2001, y las parciales pero muy importantes experiencias clasistas de Turbio, Zanon y la Unter.

Todo esto exploto finalmente en el centro del país. Luego del 19 y 20 de diciembre, el proceso se extiende en una dimensión nacional. Aunque, hoy por hoy, paso la primer ola del argentinazo, “la procesión va por dentro”: un amplio proceso de organización se desarrolla por todo el país, entre todas las distintas capas de los trabajadores y los sectores populares.

Del “Cordobazo” al “Argentinazo”

Para profundizar el análisis, podemos dimensionar tentativamente el comienzo del “argentinazo”. Salta inmediatamente a la memoria, la comparación con la otra gran acción histórica independiente ocurrida treinta años atrás: el “Cordobazo”.  Entre ambos acontecimientos, hay todo tipo de diferencias. Es verdad que en las jornadas revolucionarias del 19 y 20 de diciembre no se logro derrotar a la policía en las calles, como si ocurrió en la ciudad de Córdoba, “ocupada” por los trabajadores durante tres días. Sin embargo, en el “argentinazo” existe un factor que no se puede dejar de señalar: éste ha tenido su epicentro en el Gran Buenos Aires y en la Capital Federal, las dos zonas de mayor concentración poblacional del país. Esto constituye un acontecimiento histórico, llamado a tener las mas profundas consecuencias en la dinámica de la lucha de clases de aquí en más. No es un hecho menor el que una verdadera lucha de barricadas en las calles, haya ocurrió en torno a la Plaza de Mayo y Plaza Congreso los días 19 y 20 de diciembre, en el verdadero centro político, económico y social del país. Esto significa que como acontecimiento “objetivo” de la lucha de clases, hay que tomar nota que el “argentinazo” ha comenzado desde un escalón superior que el propio “Cordobazo”, logrando, al mismo tiempo, barrer directamente al gobierno de De la Rúa. Es precisamente, desde esta ubicación, que llamamos a estos acontecimientos “Argentinazo”, por su dimensión inmediatamente nacional.

Al mismo tiempo, hay que hacer notar, que desde el punto de vista de los “factores subjetivos”, se parte de más atrás: esto es así tanto desde el punto de vista de la composición social del proceso, porque los trabajadores no intervinieron como tales en las jornadas revolucionarias; como de la conciencia, donde claramente se parte desde un nivel inferior, ante la persistencia de la crisis de alternativa socialista.[[ii]]

Acciones de lucha populares y revolucionarias

No se había visto en 30 años. Nunca en la capital del país, por lo menos desde “la Semana Trágica” de 1919. En el argentinazo se generalizaron métodos de lucha revolucionarios, como no se había visto en esta dimensión, escala e intensidad en los 20 años de la democracia capitalista.

Para echar a De la Rúa y Cavallo, se han empleado métodos durísimos de pelea. Efectivamente, aunque no sea de manera consciente, pero si de hecho, se han comenzado a retomar hilos que tienen que ver con la experiencia de lucha de las masas previas a la dictadura militar. Luchas en las calles, afectación del derecho de propiedad por la vía de saqueos y/o ocupaciones de fabricas o lugares de trabajo, cortes de rutas y vías ferroviarias, paros y movilizaciones, ataques a edificios emblemáticos del imperialismo... Pero incluso mas: formas “seminsurreccionales”, con barricadas en diversas avenidas en torno a las dos plazas principales del país. La realización de estas acciones determinó, en prácticamente todos los casos, la generalización del enfrentamiento con la policía y la gendarmería en las calles.

En todas estas acciones, es de destacarse la irrupción de una vanguardia juvenil. En este terreno, el “recambio” generacional es evidente: en todas las franjas de los trabajadores, las jóvenes generaciones son las mas dinámicas en la pelea. Así, se ha visto un componente juvenil muy combativo que incluye estudiantes, oficinistas del centro y sectores de trabajadores jóvenes muy explotados. En este ultimo grupo, han cumplido un papel muy destacado los “motoqueros”: han sido la “infantería motorizada” de muchas de las batallas de calles que hemos presenciado semanas atrás, en particular la de la Plaza de Mayo el 20/12.

¿Qué es esto? Acciones y métodos de lucha revolucionarios, ni más ni menos. “Seminsurrecionales”, precisamente por su carácter espontáneo, no sistemático ni organizado. Acciones y métodos que esta planteado por delante organizar, sistematizar, evitando la irresponsabilidad y la provocación, como formas de autodefensa de los trabajadores y los sectores populares, frente a una represión que seguramente se intentará descargar con mayor contundencia, incluso comenzando ahora, apelando al aparato del PJ.

Una acción histórica independiente

Los explotados y oprimidos han sido protagonistas de una acción histórica independiente. La misma, se ha caracterizado por la “heterogeneidad”, propia de todo movilización auténticamente popular. Heterogeneidad que no alude meramente a la diferencia específica entre los diversos sectores de trabajadores y populares participantes, sino también al desarrollo desigual de la conciencia, y que abarca tanto lo que tiene de progresivo como las limitaciones que expresa cada uno de estos “actores”.

El “argentinazo”, al mismo tiempo que presentó esta heterogeneidad en sus componentes, se combinó con un alto grado de condensación que le otorgó una enorme fuerza política. Fuerza obtenida principalmente del objetivo común de las movilizaciones: la caída del gobierno.

En el correr vertiginoso de esos días, se vio entrar en acción a diversos sectores de trabajadores. Pero, básicamente, no a través de sus organizaciones dirigentes tradicionales, las que en su mayoría, quedaron muy rezagadas, por detrás del desarrollo de los acontecimientos. ”Increíblemente” la CCC, que hace años propagandiza la necesidad de un “argentinazo”, cuando este finalmente llegó, faltó a la cita. Y del “combativo” Moyano y de Daer, no vale la pena hablar.

Un curso similar tuvo la CTA y su “consulta popular”. La política del  Frenapo y el CTA, quedaron superados en toda la línea por la acción directa e independiente de las masas populares en las calles; acción directa e independiente de la que son acérrimos enemigos, y que ahora buscan liquidar, subsumir o cooptar, bajo la forma de su subordinación al Estado y / o tareas de “contención social”.

Complementariamente con eso, hoy salen a denunciar al “trotskismo de derecha”, porque “le hace el juego al golpismo”, como para dejarnos en claro que el neoreformismo es hoy nuestro principal enemigo en la pelea por desarrollar la autoorganización, desde la perspectiva de que madure hacia constituirse como organismos de doble poder.

Así, los trabajadores y el pueblo protagonizamos una inmensa acción histórica independiente nacional y espontánea. Ningún partido patronal, ninguna de las instituciones de esta democracia, se puede arrogar la menor autoría de estas jornadas revolucionarias históricas. Ni Daer, ni Moyano, ni De Gennaro movieron un dedo para echar a este gobierno. El argentinazo se hizo sin ellos, a pesar de ellos, por encima de ellos y contra ellos.

En este marco, muchos compañeros creen que “la clase trabajadora no entró” en la pelea del argentinazo. Esta definición es completamente unilateral y por lo tanto errónea. A nuestro entender, “entraron” prácticamente todas las capas de la población explotada y oprimida. El argentinazo constituyo una inmensa irrupción de masas con pocos antecedentes en la historia del país. Sin embargo, su carácter masivo, popular, confunde a muchos compañeros. Este carácter de la pelea viene de las transformaciones estructurales que ha sufrido el país: el carácter territorial de la lucha tiene que ver con que hay millones y millones de trabajadores que están desocupados, por lo que el ámbito de “estructuración” social fundamental es el barrio en el que se vive.

Al mismo tiempo, es un hecho decisivo para el desarrollo del proceso abierto, el que “los trabajadores en tanto que trabajadores”, adquieran una centralidad mucho mas consistente, sistemática y determinante. Sin que salga a la pelea el conjunto de la clase trabajadora, no podrá haber una progresión en el argentinazo en curso. Este ha impactado en los lugares de trabajo, lo mismo que su carácter independiente y democrático. Por lo que hay que trabajar por el desarrollo de la tendencia que ya se esta viendo, del desarrollo creciente y confluencia de las luchas de los trabajadores estatales, de los docentes, de la industria, de los servicios, de la construcción. O sea, es decisivo el ingreso de los trabajadores ocupados a la lucha, para que le den un carácter social mucho mas definido y de conjunto al sujeto. Esta es una condición fundamental para que el proceso abierto, pueda abrirse paso hacia la perspectiva de la revolución social.

Nivel de la conciencia popular y crisis de alternativas en el inicio del “argentinazo”

Lo anterior nos lleva a analizar, el nivel de conciencia y el “programa” que se esta expresando en los inicios del argentinazo. Como ha ocurrido clásicamente, la conciencia inicial del proceso revolucionario abierto en nuestro país, se esta expresando en el rechazo a las absolutamente insoportables condiciones de vida de un capitalismo argentino en bancarrota, que lisa y llanamente no deja vivir a la inmensa mayoría de la población. Este es el disparador de todo. En este sentido, insistimos, solo en ese sentido, vale el análisis de León Trotsky sobre la “Revolución de Febrero” de la Rusia del ’17 (categoría histórica que usamos para referirnos estrictamente al nivel de conciencia y de alianza social, y no a la dinámica general del proceso),[[iii]] pero que en realidad se puede hacer extensivo a los comienzos de muchas otras revoluciones del último siglo: “las masas no van a la revolución con un plan preconcebido de sociedad nueva, sino con un sentimiento claro de la imposibilidad de seguir soportando la sociedad vieja”. Insistimos en que esto ha sido característico (a lo largo del siglo XX) del proceso inicial de muchas de las revoluciones verdaderamente populares: desde la revolución mexicana hasta la Rusa; desde la Española, hasta la de Portugal.[[iv]]

Este profundísimo rechazo a un mecanismo económico / social trabado y excluyente, es el que ha dado lugar a la constitución de un verdadero “frente único” de la gran mayoría de los explotados y oprimidos (el que dos meses después de las jornadas revolucionarias, sigue presente), y el que da el carácter inmediato a las reivindicaciones: los “saqueos” motorizados por la situación de hambre de millones de trabajadores, el inmenso malestar de los sectores asalariados y de la pequeño burguesía ante la confiscación de sus ahorros o el ahogo de sus actividades productivas, la movilización de amplios sectores contra la represión policial indiscriminada, los reclamos de sectores de trabajadores ocupados por los despidos, cierres masivos de plantas o no pago de los salarios. Así, en el argentinazo, están participado todas las capas de la población explotada y oprimida, en una especia de “frente único” de los explotados y oprimidos, aunque las acciones más espectaculares, hoy por hoy, son donde los trabajadores aparecen disueltos como “población” en general.

Este nivel de conciencia inicial es el que da el tono “político” al comienzo del “argentinazo”: de la acción común de sectores sociales heterogéneos, de reivindicaciones de carácter democráticas generales, sin que se afirme aún por la positiva, una salida en el terreno social, es decir anticapitalista y socialista. En la perspectiva de la revolución socialista, la mayoría explotada y oprimida, seguramente se delimitará de sectores de la alta pequeño burguesía que irán hacia la derecha y se deberán expresar mucho mas las reivindicaciones e identidades que afirmen una perspectiva de clase. Esto es, deberán afirmarse en un programa de transformaciones de fondo, de afectación revolucionaria del derecho de propiedad.

En este marco, a dos meses del “argentinazo”, debemos precisar algo más este rico proceso. Podemos decir que se ha producido, en franjas muy amplias de la población explotada y oprimida, un quiebre en su conciencia anterior al “argentinazo”. Este quiebre en la conciencia, no es ninguna entidad metafísica extraña, sino que se ha expresado en hechos claros: en el pasaje a la acción de numerosos compañeros. Marca el abandono de la impotencia, del dejar que los acontecimientos de la vida social sean producto de decisiones a las que son ajenos y sobre las cuáles poco o nada pueden incidir. Es equivocado –insistimos- pensarla como equivalente a tener una concepción más o menos acabada acerca del orden social dominante, sino que es un sentimiento de profundo rechazo por el orden actual. Desde diversos sectores de la izquierda, se suele plantear que el pueblo “no sabe lo que quiere, pero sabe lo que no quiere”. Este modo de plantear la cuestión, creemos, es unilateral, ya que entre ambos aspectos (el rechazo de lo actual y la alternativa) existe una relación dialéctica, la que se esta expresando en vastos sectores cuando se repudia al FMI, se plantea el no pago de la deuda, se exige la nacionalización de los bancos, se identifica a toda la clase política como responsable de la actual situación, lo mismo que a los militares.

Al mismo tiempo, es un hecho totalmente cierto, que en el actual proceso revolucionario pesa la crisis de alternativa socialista, como así también, la falta de una tradición de izquierda entre las masas del país. Estamos en un ciclo histórico marcado aún por la ausencia de la perspectiva del socialismo a nivel de la conciencia de las más amplias masas. Esto es diferente de lo que ocurría -por ejemplo- a comienzos del siglo XX en Europa, donde crecía y se desarrollaba un movimiento de masas socialista.

Y esta dificultad, se esta verificando, en que en medio del inmenso laboratorio de experiencias que significa hoy el argentinazo, no se esta dando –aún- un vuelco masivo hacia la izquierda, vuelco que es central y condición absoluta de posibilidad para la perspectiva de un desenlace socialista del actual proceso. Y esto implica que la “crisis de alternativas” socialista abierta luego de la caída del Muro de Berlín, deberá ser “perforada”, lo no es imposible, porque “la crisis de alternativa socialista” es un hecho histórico y social, sometido también él, al curso real de la lucha de clases nacional e internacional, a la determinación dialéctica de la conciencia por la existencia y la experiencia.

Por esto esta planteado trabajar, por un vuelco político, categórico y de masas, hacia la izquierda. Batallar porque los incipientes elementos de avance en la conciencia progresen, porque “cristalicen” en un sentido socialista, pelear por este vuelco masivo hacia una verdadera “conciencia de izquierda”, es de vida o muerte. Debe ser un núcleo central de nuestra orientación, el que por su complejidad e importancia, retomaremos otra vez mas abajo.

Un proceso revolucionario

Al analizar los acontecimientos que estamos viviendo, es importante describir lo que esta pasando, los “testarudos hechos” tal cual son, con todos sus alcances y limites.

Este análisis, lo debemos ir construyendo bien desde “abajo”, con los mismos trabajadores, jóvenes y vecinos que están siendo protagonistas de este proceso. Conceptos como “revuelta”, “pueblada”, “rebelión popular y obrera”, “argentinazo”, “revolución” están en la boca de los sectores populares, del activismo, la izquierda y del periodismo. Habrá que ir precisando el carácter de los acontecimientos en curso, del cual este texto sigue siendo una tentativa de reflexión sobre un proceso de la lucha de clases muy rico, diverso y complejo.

Por lo pronto, nos inclinamos –entonces- por la definición de que en la Argentina se ha abierto un “proceso revolucionario” de carácter general. Esta definición alude a algo más de fondo y global que la definición de “profunda movilización”, que plantean algunos compañeros (ver texto: “La profunda movilización abierta en la Argentina y nuestras tareas”, Nora Ciapponi, anexo nº1 del BIC Nº 9). Por “proceso revolucionario” entendemos una conmoción global de la sociedad, afectada hasta sus cimientos. Esto ha actuado como disparador del ingreso a la vida política de las más amplias masas, que por años han vivido alienadas en su vida cotidiana, totalmente separadas de los asuntos globales de la sociedad.

Creemos que lo que estamos viviendo en el país, son acontecimientos y un proceso revolucionario en el sentido general del termino, de una conmoción completa de todos los viejos parámetros de la vida social y que por definición, “proceso”, alude al desarrollo de un movimiento dinámico, de un proceso que seguramente combinara desarrollos desiguales y combinados entre sus factores “objetivos” y “subjetivos”. Este proceso, se da en el marco de la nueva etapa general de la lucha de clases que ya se venía abriendo paso desde meses antes, y que habíamos definido a mitad del 2001. La que con el “argentinazo”, tuvo una evidente confirmación.[[v]]

Al mismo tiempo, no debemos confundir el comienzo del proceso revolucionario, con su desarrollo, que inevitablemente va a tener flujos y reflujos, diferentes momentos, y que probablemente tendrá una duración intermedia antes de lograr una definición: no creemos en un desenlace a corto plazo (en el cual se amparan determinadas organizaciones, PO, MST, para tener un enfoque “impaciente” y / o “aparatista”), y tampoco a varios años, que puedan justificar un diletantismo o quietismo a la hora de asumir los graves desafíos que están planteados. Es entre el aguijón de la catástrofe económico / social que no cesa y el progreso o no en la organización, conciencia y desarrollo de formas de doble poder, que se juega la dinámica del proceso en curso.

El impacto internacional

Por ultimo, es menester hacer una somera valoración del impacto internacional del “argentinazo”. Y más en general, de la situación internacional en el medio del cual este se da, y que, de alguna manera, lo condiciona. Tomando en cuenta la preocupación expresada en el plenario, en el sentido de la necesidad de avanzar en precisiones sobre el “marco internacional”, esta al salir una minuta especifica sobre este aspecto, el que además tendrá un punto especifico en el propio Congreso.

En este marco, entonces, si bien en este texto no podemos extendernos en el análisis de la situación internacional, si es necesario ubicar genéricamente el proceso que se esta viviendo en la Argentina, en este contexto.

Sintéticamente, podemos señalar que el escenario mundial de la lucha de clases presenta una situación de creciente polarización, de un choque in crescendo, entre las tendencias progresivas desatadas por el “giro de Seattle” y las reaccionarias del “giro de Nueva York”. 

Frente al atentado del 11 de septiembre, el gobierno de Bush respondió con la "guerra al terrorismo", pasando a ser algo así como el “primer actor” de la lucha de clases internacional. Esta contraofensiva, es un tiro por elevación frente a la situación de creciente perdida de legitimidad de la "globalización neoliberal", al proceso de resistencia de los pueblos y al desarrollo del movimiento “globalifóbico” que había tenido en Génova su mayor expresión.

En este marco, el estallido del  “argentinazo” ha venido a actuar como una "contratendencia", que impacta desde el "patio trasero" del imperialismo y que ha producido, internacionalmente, una recepción favorable en sectores de masas a nivel mundial.

Esto ha sido así en el Cono sur. Por ejemplo, la importante movilización convocada por la PIT/CNT a Punta del Este en enero. O la acogida que sentimos entre jóvenes y trabajadores en Porto Alegre, a las delegaciones de la Argentina. En el mismo sentido, son las informaciones que tenemos de España (ver carteles sobre Argentina en la reciente marcha en Barcelona) o de Francia, donde importantes sectores de trabajadores manifiestan que los bancos y las empresas multinacionales “se tienen merecido” los escarches y repudio que le hacen los vecinos y trabajadores.

Es en este contexto internacional, que se debe comprender la durísima orientación del gobierno de Bush en relación a la Argentina y al conjunto de la región (ver “Plan Colombia”). Parece expresar un mensaje bastante claro: el imperialismo yanqui no parece estar dispuesto a dar un solo paso atrás en la orientación neoliberal de la economía capitalista mundial; y menos que menos, que algún país ose afectar los derechos de propiedad adquiridos o deje de pagar su deuda. Su mensaje / chantaje hacia el gobierno de Duhalde es hasta ahora el siguiente: “o siguen adelante con las reformas de mercado, o los dejamos caer en el caos, la anarquía y la barbarie”.

La actual coyuntura

Desde la primera parte de este documento, queremos dejar sentado que en las últimas semanas hemos entrado en una coyuntura distinta a las de las jornadas más intensas del inicio del proceso revolucionario. Seguramente esto requerirá hacia el Congreso una pequeña minuta especifica, porque en el medio de procesos como el que estamos viviendo, se hace necesario el análisis concreto y minucioso de la situación concreta, tal cual se reclamo en el plenario.

En este marco, podemos decir que en cierta medida, el gobierno de Duhalde ha dado pasos en lograr alguna clase de equilibrio respecto a las fueras en pugna. Equilibrio que hasta ahora no hay elementos para pensar que no sea mas bien precario (ver, días atrás, la escalada del dólar, directamente ligada a los tironeos con la administración Bush y la actual suba despiadada de los precios). En relación a ello, la composición de lugar de las distintas fuerzas sociales y políticas burguesas ha sido –en medio de fuertes tironeos y contradicciones- tal que no se puede empujar por el desplazamiento del actual gobierno, porque como dicen muchos analistas, lo que esta en juego con él, no es solo un gobierno, sino “toda la vieja clase política y sus partidos”.

Al mismo tiempo, es un hecho que “por abajo”, paso el primer “furor” de las acciones de masas, que no pueden desplegar todos los días, la energía concentrada que mostraron en diciembre. Si por un lado no hay que perder de vista que “la procesión va por dentro”, esto es, que se extiende entre todos los sectores de trabajadores, un subterráneo y profundo proceso de organización; al mismo tiempo pesa en la mayoría popular y obrera, el hecho de que tirar a Duhalde no será “tan fácil” como a De la Rúa... Y, sobre todo -y en estrecha vinculación con eso- pesa  con fuerza el interrogante alrededor de cual puede ser la salida frente a la tremenda situación que vive el país.

Sin embargo, aunque no podamos precisar “la fecha” del próximo gran choque entre las clases, hay que ser conscientes que inmensas fuerzas sociales y de clase se han puesto en movimiento. El proceso abierto en la Argentina posee una dinámica de tiempos a la que hay que prestarle atención. Dado que la crisis sigue y va agregando nuevos elementos, es necesario darse cuenta que esa acumulación progresa día a día y en un determinado momento se hace presente. Pasó en marzo y en diciembre del 2001. En medio de cada una de esas fechas, aparecía la engañosa normalidad, donde se restablecía el ritmo de la vida cotidiana.

Sobre la base de una catástrofe económico / social que no cesa y de la aguda crisis de legitimidad de las instituciones, creemos que nuevos y durísimos enfrentamientos se preanuncian. Para esa perspectiva debemos prepararnos, centrándonos en el próximo periodo, en impulsar el proceso de organización, masificación, politización y confluencia de la vanguardia de masas que ha irrumpido con el argentinazo.

>>> A la parte 2. Todo un ciclo histórico cuestionado

Notas:

[i] Es importante señalar que en este texto no vamos a repetir muchos de los aspectos de análisis y ejes político / programáticos más generales contenidos en la minuta votada en el plenario nacional de cuadros del 28 y 29 de julio del año pasado, así como también en los innumerables artículos que fueron jalonando los diez primero números de SoB. Estos mantienen toda su vigencia general a partir del comienzo del proceso revolucionario, y lo enmarcan. Más aún, de alguna manera, el propio desarrollo de la realidad del país desde aquel entonces, permiten comprobar que el “armazón general” que veníamos teniendo, paso –hasta ahora- la prueba de los hechos.

[ii].- En este sentido, es una necesidad estratégica que el conjunto de la clase trabajadora entre en el proceso como tal. Pero quien espere que el “argentinazo” en curso “repita”, para madurar, los contornos sociales del “Cordobazo”, va a errar en el blanco: el carácter territorial que connotadamente tiene el “argentinazo” seguirá seguramente presente, en la medida de la transformación estructural que ha vivido el país y que le da determinadas características a la actual clase trabajadora, muy distintas a las que la identifico en el proceso del ’69 al ’76, cuando el pleno empleo en las grandes industrias era la condición dominante de la situación de los trabajadores. 

[iii].- No creemos que nuestro rearme deba excluir el uso de analogías históricas, siempre que lo hagamos con el debido cuidado de tiempo y lugar. Esto no se puede confundir con la vulgarización operada por nuestra corriente en los ’80, cuando intentamos transformar categorías históricas en “pseudo” teóricas, en “recetas para hacer la revolución”.

En los inicios del siglo XXI, las condiciones son muy otras a las que imperaron a lo largo del siglo XX, y esto plantea la radical originalidad y novedad de todo proceso revolucionario. Sin embargo, desechar totalmente el uso de analogías históricas, significaría la imposibilidad de aprender de la rica y larga historia de las revoluciones y del propio progreso de la teoría de la revolución.

[iv] - La compañera Nora polemiza con este planteo. Señala que el análisis que hace Trotsky “muy útil y a tener en cuenta para todo proceso revolucionario, no sirve para ejemplificar la situación de nuestro país hoy. ¿O acaso el movimiento de masas y especialmente su clase trabajadora ha llegado al claro convencimiento de que hay que destruir a la vieja sociedad, al capitalismo (...) se esta aun lejos de llegar a la convicción de que el capitalismo no va mas y deba ser destruido” “La profunda movilización abierta en la argentina y nuestras tareas. Anexo del Bic. Nº10). La compañera no se da cuenta que aquí Trotsky habla del  “sentimiento” de la imposibilidad de seguir soportando la vieja sociedad, para nada de plena conciencia de las razones de este sentimiento.  En ninguna parte hemos escrito que los trabajadores tengan “conciencia” de que es el capitalismo como tal, como sistema global de relaciones sociales, el que no va más. Porque si los trabajadores tuvieran conciencia de esto, seguramente estaríamos en una fase mucho, muchos mas avanzada del actual proceso. Pero nosotros decimos lo opuesto. No nos adaptamos al nivel de la conciencia inicial del argentinazo y sus presiones. Por el contrario, señalamos que hay que trabajar -en toda la etapa abierta- para que a partir del rechazo democrático general, se abran paso las reivindicaciones sociales, de afectación del derecho de propiedad, y esto seguramente delimitara a nivel del actual “frente único del argentinazo”, sectores a derecha e izquierda.

[v].- “(...) para definir la situación que vivimos como pre-revolucionaria (...)”(“La profunda movilización abierta y nuestras tareas”, texto de la compañera Nora). Creemos que lo que estamos viviendo no se trata simplemente de una nueva situación. El marco del argentinazo en curso, es el de la apertura de una nueva etapa general de la lucha de clases en el país, tal cual definimos y votamos por mayoría en el  plenario de cuadros de julio del 2001: “Que hay un cambio político global en la situación del país, una nueva etapa de la lucha de clases, otro país con relación a la década del ‘90” (ver boletín del “Plenario nacional de cuadros”, de julio del 2001). Evidentemente, esta definición se demostró correcta por la vía de los hechos del 19 y 20 de diciembre y significa que hay en el país una nueva relación de fuerzas entre las clases, más favorable para los trabajadores que la que impero a lo largo de toda la década del ’90.

No se debe olvidar que hubo compañeros que en aquel plenario, votaron en contra de que se había abierto esta nueva etapa. Incluso hubo compañeros -como los de Santa Fe- que en una extensa minuta, decían que esta definición era instrumental para justificar, “por razones de aparato”, el giro militante. Creemos que es la realidad, la que se ha encargado de responderles.

Al mismo tiempo, al hablar la compañera sólo de “situación”, deja planteado el interrogante de si cree que seguimos en el marco de la “etapa reaccionaria” que impero en el país a lo largo de la década del `90. Nosotros, categóricamente, opinamos que no. Estamos en una nueva etapa general de la lucha de clases, en la que puede estar planteada la posibilidad de transformaciones de fondo, revolucionarias y / o contrarrevolucionarias. Porque cerrar el proceso revolucionario abierto, significara seguramente una dura derrota adicional, “suplementaria” a la que se produjo en los ‘90.

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