Asia - Pacífico

 

Detrás de la explosión nuclear norcoreana

Por Isaac Bigio [1]
rodelu.net, 12/10/06

El lunes 9 de octubre a las 10:36 AM hora local se produjo un hecho que cambia la política mundial. Se trató de la primera explosión nuclear hecha por Corea del Norte, la misma que puede abrir una nueva carrera armamentista en la zona planetaria de mayor crecimiento económico y poblacional: el Extremo Oriente.

Desde 1945 el planeta ha sufrido no menos de 2,000 detonaciones atómicas. Solo dos han impactado sobre humanos (Nagasaki e Hiroshima 1945) y la explosión norcoreana se dio a más de un kilómetro de profundidad teniendo una intensidad quizás menor a las de las bombas que asesinaron a más de 100,000 japoneses. En la actualidad hay ocho países que tienen bombas atómicas. Se calcula que Rusia tiene unas 8,232 cabezas nucleares, EEUU: 7,068, China: 400, Francia: 348, Israel: 200, Reino Unido: 185, Pakistán: 30 a 50, e India: 30 a 40. ¿Por qué habría que causar tal alboroto el que un país pobre con apenas 23 millones de habitantes y un salario promedio de 50 dólares mensuales se dotase de su primera arma atómica?

El club nuclear

El Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares reúne a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad (EEUU, Rusia, China, Francia y Reino Unido) y es suscrito por decenas de países. Hay tres países que no firman dicho tratado y que han adquirido bombas nucleares, pero eso no ha provocado mayores reacciones. Uno de ellos es Israel, quien ha guerreado al menos tres veces con cada uno de sus vecinos en menos de seis décadas de existencia como Estado. En 1998 India y Pakistán se unen al club pero no reciben sanciones por ello; pese a que ambas repúblicas se han masacrado mutuamente tres veces en seis décadas y a que Pakistán fue inicialmente el gestor de los talibanes y Al Qaeda.

Sin embargo, en el caso norcoreano las Naciones Unidas va a imponer sanciones. EEUU pide que se congelen ciertas cuentas en el exterior y que se impidan importaciones de productos de lujo y militares. Japón quiere que todo barco o avión que parta de o vaya a esa nación sea boicoteado.

Para el premier británico Blair lo hecho por Pyongyang es ‘irresponsable’. Según el presidente ruso Putin esto es un gran golpe contra la no proliferación nuclear. La cancillería china ha ‘expresado su más resoluta oposición’. Para el premier japonés Shinzo Abe ello puede ‘engendrar en Asia del Norte una nueva era nuclear’.

Abe, quien recién debuta en su cargo, anteriormente ha propuesto que Japón podría dotarse de ‘pequeñas’ armas nucleares disuasivas. Tras su enérgica protesta y proposición de boicots se esconde su interés de abrir la posibilidad para que su nación se dote de armas de destrucción masivas. Tras la derrota nipona de 1945 EEUU impuso a esa nación una constitución donde se les prohibía tener un gran ejército o intervenir en otros países. Sin embargo, tras las guerras antiterroristas las potencias han pedido a Tokio el envío de tropas de ocupación y han visto con agrado la posibilidad que los tres grandes derrotados de la II Guerra Mundial vayan incrementando su rol militar en otros conflictos post–guerra fría.

Nor–Corea arrinconada

Para Simon Tisdall del diario inglés The Guardian ‘Corea del Norte aceptó en principio abandonar sus ambiciones nucleares a cambio de que se les garantizara ayuda, seguridad y tecnología de EEUU, pero sanciones financieras de EEUU implementadas subsecuentemente sobre barcos y negocios operando ilegalmente vía Macao, produjeron un contragolpe de parte de Corea del Norte’. Para el profesor David Wall del Chatham House’s Asian Programme los norcoreanos ‘se movían en la dirección correcta hasta que fueron golpeados por la cuestión de Macao. Es claro que ellos quieren garantías de EEUU.’

EEUU ha tenido una estrategia oscilante en relación a Nor–Corea. Mientras que a China y sus antiguos enemigos de Vietnam ha incentivado negocios y buenas relaciones, Bush insiste en mantener mano dura contra Pyongyang y La Habana. Clinton osciló entre planear un ataque preventivo contra ellos para en el 2000 enviar allí a su secretaria de relaciones externas Madeleine Albright. Luego de ello se rompió todo contacto y Bush simplemente les ha tildado de ser junto a Iraq e Irán el tercer eje del mal, el cual merece un cambio de régimen.

Los críticos occidentales acusan al régimen de Kim Il Sung hijo de ser una monarquía totalitaria roja en la cual el poder absoluto ha sido heredado y hay un despotismo comunista que ha causado más de un millón de muertos por hambruna y que tiene unos 200,000 prisioneros en campos de concentración. También tildan a su sistema de arcaico por ofrecer un ingreso anual promedio de $US 1,400 frente a más de $US 22,000 de su vecino capitalista sur–coreano.

Sin embargo, este régimen se mantiene casi seis décadas debido a que tiene cierta base social y popular. Su gobierno se ha curtido en una prolongada y sangrienta guerra primero contra la ocupación nipona y luego contra la norteamericana encabezando a las Naciones Unidas. Pese a que los salarios y libertades de los norcoreanos son menores en relación al sur capitalista de su península, el régimen les provee pleno empleo, acceso barato a la vivienda y educación y salud gratuitas.

De todos los 5 Estados que quedan aún manteniendo el monopolio estatal de un partido único comunista, Corea del norte es el que menos concesiones ha hecho al mercado y el que mantiene el sistema de mayor choque con Occidente. La posibilidad que en Nor–Corea se produzca un movimiento popular similar al que en 1989–91 sacudió al ex bloque soviético no son hoy viables. El ejemplo que este ha dado (como producir un desplome en la economía y los ingresos de los ex soviéticos) es algo que no genera un gran poder de atracción.

La potencia que más crece en la zona no es una de corte liberal sino China. Las marchas que más piden la reunificación del país no son, como pasó en Alemania, en el lado ‘socialista’, sino en el sur que es pro–EEUU.

Washington y Pyongyang quisieran mejorar sus relaciones pero no pueden. Para la Casa Blanca se trata del modelo que más le recuerda a Stalin y que menos ha evolucionado hacia garantizar inversiones privadas. Para Kim Il Sung hijo EEUU no quiere abrirles la puerta para que sigan una ruta tipo China.

La lección iraquí

Cuando Bush decidió invadir Afganistán (2001) e Iraq (2003) su meta era obligar a todos los gobiernos y movimientos contestatarios del mundo a que se ‘moderasen’ y virasen hacia conciliar con el liberalismo económico y político. Inicialmente dichas guerras causaron efectos deseados. El mayor movimiento armado occidental (el IRA irlandés) se fue desarmando. El anterior enemigo número uno de Washington (Libia) auto–destruyó su arsenal más letal.

Sin embargo, a medida que Washington se fue empantanando en Iraq y Afganistán mientras que la resistencia y el fundamentalismo islámico va creciendo, los otros dos ‘ejes del mal’ (según Bush son Irán y Nor–Corea) sacaron una conclusión opuesta a la que el Pentágono hubiese querido.

Para ellos la razón por la cual Bagdad fue invadido no fue por que tenía armas de destrucción masivas, sino por haber ido aceptando la presión norteamericana e irlas destruyendo. Por eso es que Pyongyang avanza en su carrera nuclear e Irán se dota de nuevas armas y plantea tener una planta atómica.

El gran problema que tiene EEUU es que no puede hacer mucho para evitar que Nor–Corea se haya armado nuclearmente. Le fue relativamente fácil invadir Iraq, pues durante los 12 previos años había ido logrando desarmarlo vía sanciones. En el caso nor–coreano no se atreve a lanzar una guerra debido a que ya tiene dos duros conflictos que librar en el Asia occidental y a que la respuesta militar norcoreana podría llegar incluso a suelo norteamericano.

El desafío nor–coreano

La península coreana es una de las regiones más armadas que hay en el mundo. Nor–Corea tiene más de un millón de soldados mientras que Sur–Corea tiene menos de 700,000 uniformados pero cuenta con 3,5 millones de personas en cuerpos paramilitares y 37,000 tropas norteamericanas asentadas en su suelo.

La capital surcoreana, Seúl, está a tiro de cañón desde el norte y virtualmente no tiene como defenderse. El poderío militar nor–coreano es mayor al de los sur–coreanos, Japón y Taiwán juntos. Los nor–coreanos tienen los misiles Rodong 1 que tienen un alcance de 1,300 kms. Con lo cual pueden llegar fácilmente a toda Corea del Sur y Japón. En 1998 desarrollaron los misiles Taepong 1 con alcance de 2,500 kms con lo cual pueden llegar a toda la costa china incluyendo Taiwán. Este año, en el día de la independencia de EEUU lanzaron como prueba el Taepong 2 que puede explotar hasta 6,670 kms de distancia, con lo cual tienen un radio que va desde India, Afganistán y Kazajstán hasta Indonesia y Nueva Guinea y zonas de EEUU (como Alaska y Hawai). Es mas, se prevé un nuevo desarrollo de este misil para que logre alcanzar hasta urbes norteamericanas como Los Ángeles, Arizona, Phoenix y Madison.

Si hace seis décadas Japón rompió con su militarismo para dedicar sus energías a desarrollarse como potencia económica, Nor–Corea mantiene una industria civil relativamente autárquica y menor, mientras ha hipertrofiado su sector militar.

A pesar de su poderío militar Corea del Norte no ha librado guerra alguna después de 1953, cosa que le distingue de Israel, Pakistán e India, quienes desde entonces hasta hoy siguen librando conflictos internos o externos.

Gran parte del rearme coreano tiene como objetivo garantizar la supervivencia de su régimen y obligar a EEUU a negociar con ellos. Mientras Washington pide que el pre–requisito para un entendimiento es que Pyongyang se vaya desarmando, Kim Il Sung responde que para que se vayan desarmando se requieren garantías y ayudas norteamericanas.

Al parecer Nor–Corea habría escogido esta fecha por dos razones estratégicas. Una fue para tratar de contrarrestar el re–aproximamiento Beijing–Tokio. El premier nipón Abe decidió hacer su primer viaje al exterior de visita a China (y no a EEUU como se estipulaba) buscando curar las heridas causadas por la cuestión de cómo Japón no zanjaba con su pasado en la II Guerra Mundial.

Otra fue para agriar la fiesta al nuevo secretario general de la ONU, el surcoreano Ban Kin Moon, a quien se le pone en la difícil situación de apenas ser nominado y tener que prepararse para suceder a Kofi Annan deba lidiar con algo del cual se le puede acusar de ser parcial.

Alternativas

Para Mohamed ElBaradin, jefe de la agencia de la ONU que inspecciona armas nucleares, la explosión norcoreana acaba con casi una década de virtual moratoria de explosiones atómicas, con lo cual se genera una peligrosa nueva carrera. Para Irán, en cambio, la reacción norcoreana es una ‘respuesta a las amenazas y humillaciones de EEUU’. El premier australiano, por el contrario, dice que si la ONU no se pone dura y se impone, hay el riesgo que su autoridad siga cayendo.

Si bien Washington y Tokio quieren una línea firme, Beijing y Moscú adoptan una actitud más blanda. China teme más que a una Nor–Corea nuclear, a una Nor–Corea débil que permita el avance occidental. Rusia, igualmente, busca sacar provecho de la rencilla en dicha región.

Si se aplican fuertes represalias contra Corea del Norte esto puede pasar por que el sector más golpeado sea la población humilde de dicha república con lo cual podría generarse dos escenarios que no serían del agrado de Washington: 1) que la población haga causa común con Kim Il Sung quien aparecería encarnando la dignidad nacional; 2) que se produjera una explosión social que pudiese incendiar toda la península.

A pesar que todos los vecinos de Nor–Corea y todas las potencias se unan en condenarla, lo cierto es que su actitud no es demencial. Para Dan Plesch de la Universidad de Keele: las políticas nor–coreanas ‘lejos de ser locas son muy racionales’. Para él Occidente tiene una doble moral. Por una parte condena a nuevos estados cuando adquieren bombas atómicas mientras sigue desarrollando las que tiene. Es como que ‘alcohólicos condenen a adolescentes por tomarse unos tragos’.

Estas mismas potencias no han paralizado sus planes nucleares. Clinton hablaba de hacer bombas atómicas contra terroristas. Nuevas teorías plantean hacer mini–nucleares que puedan arrasar los búnkeres de Al Qaeda. Al fomentar ellos mismos esas carreras armamentistas es lógico que empujen a los ‘Estados parias’ a querer hacer lo mismo.

Corea del Norte apenas tiene una bomba que pudiese matar a 50 ó 100 mil personas. Sin embargo, hay otros países que tienen tal cantidad de armamento bioquímico y nuclear con el cual podrían exterminar varias veces a todos los 6,000 millones de humanos y producir la sexta aniquilación masivas de especies desde que hace casi 4,000 millones de anhos apareció la vida en este planeta.

Max Kampelman, negociador nuclear de Ronald Reagan, planteó la necesidad de ir destruyendo el arsenal nuclear de su propio país como manera de ir eliminando esas armas en todo el globo.

Ya hay 33 países, apartes del club de los 9 con armas nucleares, que en un futuro pudiesen desarrollar explosivos nucleares. Allí habría varios países iberoamericanos como España, Argentina, Chile, Brasil, Perú, Colombia o México.

La explosión nor–coreana podría empujar a que Japón, Corea del Sur y Taiwán o a que enemigos de Israel como Irán o Arabia Saudita pudiesen armarse nuclearmente, con lo cual esto alentaría una carrera que pudiese llegar a Iberoamérica.

Esta también podría servir para plantear que la mejor manera para evitar la proliferación de dichas armas consiste en que las grandes potencias vayan dando el ejemplo auto–liquidando su arsenal atómico.


La bomba norcoreana

Por Juan Gelman
rodelu.net, 12/10/06

Mucha alarma internacional, mucho orgullo del gobierno de Corea del Norte, pero el estallido nuclear del domingo pasado en un túnel del nordeste montañoso del país fue chiquito: no más de medio kilotón y tal vez menos, aunque Pyongyang había avisado a Pekín –media hora antes– que sería de cuatro. “Algo anduvo mal”, secreteó un funcionario de la Casa Blanca (CNN, 10–10–06). Los ensayos nucleares de India y Pakistán en 1996 fueron de 24 a 50 veces más poderosos, según la Federación de Científicos Estadounidenses. Las atómicas arrojadas contra Hiroshima y Nagasaki eran del orden de los 15 kilotones. La verdadera bomba norcoreana no fue ésa sino la política, que sacudió al mundo entero, trastornó las líneas de seguridad en el este asiático y ha creado problemas a China y al gobierno Bush. Por razones diferentes y aun contrarias.

Pekín se sumó a la protesta general y condenó a Corea del Norte –por primera vez– en términos bastante duros: es el único socio y sostenedor de Pyongyang, pero el ensayo constituye un fracaso de su política exterior. Preside el grupo negociador que hace meses trata de impedir el rearme nuclear norcoreano: teme que esto incite a Japón a seguir el mismo camino, pese a que el artículo noveno de su Constitución se lo prohíbe. Las autoridades chinas acogen hace años a los miles de norcoreanos que huyen del hambre, pero deben haberse preguntado si un vecino nuclear es mejor que el que le exporta pobreza. No obstante, ha pedido en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que las sanciones sean firmes pero prudentes. A saber cómo se logra eso.

Washington quiere que se aplique a Corea del Norte el artículo séptimo de la Carta de la ONU, que incluye la posibilidad de acciones militares contra el régimen de Kim Jong II. John Bolton, embajador del gobierno Bush ante el organismo mundial, declaró que las sanciones no deberían empeorar “la terrible condición del pueblo, que ha sufrido bajo este régimen” y esto probablemente se deba, no a razones humanitarias, sino al coto impuesto por la guerra en Irak y Afganistán y/o al rechazo de Rusia y China a intervenciones militares expresado en la reunión del Consejo del lunes 9. Rusia tiene su propio pleito subterráneo con EE.UU.: el conflicto de Moscú con el gobierno de Georgia por el arresto de cuatro oficiales rusos no es una pelea entre vecinos, sino un choque entre W. Bush y Putin, otro más, en la lucha por el control de Asia Central. Moscú ha amenazado con enviar tropas en apoyo de los separatistas georgianos de Abjazia y Osetia del sur. Sería grave.

Casi cinco años después de que W. Bush acuñara el concepto de “Eje del Mal” –Irak, Irán y Corea del Norte–, su gobierno enfrenta una crisis con cada una de esas naciones “canallas”. Pyongyang “proclama que realizó su primer ensayo nuclear, Irán se niega a detener su programa de enriquecimiento de uranio, Irak se desliza hacia la guerra civil después de tres años y medio de ocupación estadounidense” (The Washington Post, 10–10–06). No sólo eso: los pronósticos sobre las próximas elecciones de medio término en EE.UU. –falta un mes– auguran un fracaso para los republicanos, que podrían perder el control de ambas cámaras del Congreso. La Casa Blanca, sin duda, aprovechará el ensayo norcoreano para insistir en la necesidad de la llamada “guerra antiterrorista”. Pero esto no le ahorrará problemas al mandatario norteamericano. En distintas veredas han comenzado ya a apalearlo.

“El gobierno Bush merece una fuerte crítica, tuvo expectativas no realistas sobre lo que podría lograr mediante presión. La capacidad de EE.UU. de obligar a Corea del Norte (a parar su ensayos nucleares) es muy limitada, especialmente en medio de la guerra con Irak”, señaló Gary Samone, vicepresidente del muy conservador Consejo de Relaciones Exteriores de Nueva York (Finantial Times, 9–10–06). Es que Washington ha perdido credibilidad internacional al invadir Irak por armas de destrucción masiva que nunca aparecieron, más del 60 por ciento de los estadounidenses exigen el retiro inmediato o escalonado de las tropas y el número de bajas mortales de sus efectivos roza los 2800. Es un hecho que EE.UU. está guerreando en Irak más tiempo ya que en la Segunda Guerra Mundial y no falta quien sostiene que los “halcones–gallina” comenzaron por el eslabón equivocado del Eje del Mal: “Empezamos por Irak... aunque pensábamos que no tenía armas nucleares, y esto envió a los demás la señal de que era mejor conseguirlas cuanto antes”, se enojó el ex senador demócrata Sam Nunn.

Los países nucleares “no declarados” en Medio Oriente y Asia son Israel, India y Pakistán. Se sumarían ahora Corea del Norte y probablemente Irán. Hace 60 años Albert Einstein advirtió que, en materia de armamento nuclear, “no existe la posibilidad de un control que sólo la creciente comprensión y la insistencia de los pueblos del mundo podrían lograr”. La imposibilidad se ve, lo otro ni asoma.


[1].– Columnista político sudamericano más citado en la web. El autor es analista internacional. Escribe para más de un centenar de medios. Ha recibido grados y postgrados en historia y política económica en la London School of Economics donde también ha estado investigando, enseñando y ha sido especialista en Bolivia.