Asia - Pacífico

 

Las posiciones de China y de EEUU

Ensayo nuclear norcoreano sacude la balanza

Por Antoaneta Bezlova
Corresponsal en China
Inter Press Service (IPS), 09/10/06

Beijing.– La emergencia de Corea del Norte como una nueva potencia nuclear en Asia Pacífico es percibida por China como un peligro que debe ser contenido, pero a la vez aprovechado como contrapeso a la influencia de Estados Unidos en la región.

El gobierno norcoreano anunció este lunes haber realizado exitosamente su primer ensayo nuclear subterráneo, a pesar de las advertencias internacionales para que no lo llevara a cabo.

Los servicios sismológicos de Corea del Sur detectaron un temblor de magnitud 3,5 grados en la escala de Ricther provocado por la explosión.

Antes de que Pyongyang disparara sus primeros misiles de salva la semana pasada y anunciara que se preparaba para realizar una prueba con una bomba atómica, expertos y analistas chinos coincidieron en las limitaciones que tenía Beijing para presionar al gobierno norcoreano.

Como viejo aliado ideológico y principal socio comercial de Corea del Norte, China es vista por la comunidad internacional como el principal mediador en la crisis nuclear de la península coreana.

Beijing fue sede de las negociaciones de las seis partes (Corea del Norte, Corea del Sur, China, Estados Unidos, Japón y Rusia) destinadas a aliviar la tensión. La última ronda de estas conversaciones terminó en noviembre sin que se llegara a un acuerdo.

Corea del Norte luego se negó a seguir participando, en protesta por las restricciones adoptadas por Estados Unidos a un banco de Macao acusado de lavar dinero para el régimen.

Washington instó a Beijing a que ejerza toda su influencia sobre Pyongyang, incluyendo interrumpir el suministro de petróleo y la ayuda económica, para hacer que suspenda sus actividades nucleares y regrese a las negociaciones.

Pero China insiste en que se exagera su supuesta influencia sobre el régimen norcoreano. En una visita a Estados Unidos realizada en julio, el vicepresidente de la Comisión Militar Central china, Guo Boxiong, afirmó que Corea del Norte era un estado soberano y que Beijing no dictaba sus decisiones.

Por su parte, el analista Shen Dingli, del Instituto de Asuntos Internacionales de la Universidad Fudan, en la oriental ciudad china de Shanghai, señaló que Corea del Norte prioriza sus intereses nacionales a la relación con su aliado.

Pyongyang "no renunciará a la independencia de su seguridad nacional ganada a través de los ensayos atómicos sólo por las preocupaciones de China, y la posibilidad de que sea presionado", escribió Shen en un artículo para el sitio web del centro académico estadounidense Nautilus Institute.

El analista especuló que el programa nuclear norcoreano podría incluso ser de utilidad para China en su viejo objetivo de recuperar a Taiwan, pues podría distraer la atención de la presencia militar estadounidense en Asia Pacífico.

Otros expertos chinos acusan a Washington de provocar a Corea del Norte al negarse a participar de negociaciones bilaterales e imponer restricciones financieras.

Aunque China apoyó una advertencia del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) adoptada la semana pasada, en la que se señalaba que un ensayo atómico podría atraer una "condena universal", expertos creen que Beijing no avalará ninguna sanción militar contra el régimen de Kim Jong–Il.

La renuencia de China y de Rusia es la razón por la cual la resolución del Consejo de Seguridad no especificaba posibles castigos.

"La posibilidad de una acción militar contra Corea del Norte es mínima", reconoció el analista Li Dunqiu, experto en la península coreana del Centro de Investigación para el Desarrollo del Consejo Estatal chino.

Ya hay un precedente de discrepancias dentro de la comunidad internacional en las respuestas al comportamiento provocativo de Pyongyang.

Luego de que Corea del Norte realizó pruebas con siete misiles balísticos en julio, el Consejo de Seguridad adoptó una resolución unánime condenando los lanzamientos, pero no llegó a un acuerdo sobre posibles sanciones.

La mayor preocupación del gobierno chino sigue siendo que los ensayos norcoreanos desaten una carrera armamentista en la región y arrastre a Japón, destruyendo así el equilibrio de poder en Asia Pacífico, donde China es la única potencia nuclear confirmada hasta ahora.

Corea del Norte ha insistido por varios años que tenía armas atómicas, pero sólo un ensayo como el último podía demostrarlo.

Aunque se trata de una dura prueba para la estabilidad regional, la amenaza norcoreana ayudó a que líderes chinos y japoneses se reunieran por primera vez en cinco años.

Las pruebas nucleares de Pyongyang dominaron las conversaciones el domingo en Beijing entre el presidente chino Hu Jintao y el nuevo primer ministro japonés, Shinzo Abe.

"Ambas partes expresaron profunda preocupación sobre los últimos acontecimientos en la península coreana, incluyendo las pruebas atómicas", señalaron en un comunicado conjunto tras la reunión con Abe el presidente Hu Jintao y el primer ministro chino Wen Jiabao.

También indicaron que ambas naciones deberían "trabajar duro" para reanudar las negociaciones de las seis partes sobre el programa nuclear norcoreano.

Sin embargo, Beijing y Tokio difieren en sus visiones sobre cómo persuadir a Corea del Norte. Japón se alineó con Estados Unidos en sus demandas de sanciones contra Pyongyang, mientras que China prefiere la vía de las negociaciones.


EEUU responde con más presión

Por Jim Lobe
Inter Press Service (IPS), 10/10/06

Washington.– En su primera reacción al ensayo nuclear de Corea del Norte, Estados Unidos anunció que procurará las sanciones más fuertes posibles contra Pyongyang en el Consejo de Seguridad de la ONU, pero aclaró que no consideraba ninguna acción militar, al menos por ahora.

Mientras, analistas independientes sostienen que la prueba atómica norcoreana del lunes fortalecerá la postura de los llamados "halcones", el ala más belicista de Washington, encabezados por el vicepresidente Dick Cheney, quien se oponía fervientemente a cualquier conversación bilateral y favorecía la estrategia de aumentar la presión para propiciar la caída del líder norcoreano Kim Jong–Il.

"Cheney y sus partidarios ven la negociación con Corea del Norte como la peor idea posible, porque cualquier discusión significativa con el régimen, y más aun un acuerdo, ayudaría a su supervivencia", señaló John Feffer, especialista en asuntos coreanos del centro académico progresista estadounidense Foreign Policy in Focus.

"Después de la prueba (atómica), ellos pueden argüir que Corea del Norte llegó a un punto sin retorno y que la única opción ética es presionar hasta que colapse" el régimen, añadió.

Sin embargo, Feffer y otros analistas creen que ese enfoque es erróneo, sobre todo porque China y Corea del Sur, aunque dispuestos a imponer sanciones más fuertes de las que consideraban en el pasado, se opondrían a medidas que propicien la caída de Kim Jong–Il.

"La pregunta es si en verdad la administración de George W. Bush querrá persistir en un enfoque que ha fracasado o combinará las sanciones con la posibilidad de volver a la mesa de negociaciones", señaló Alan Romberg, del independiente Centro Henry L. Stimson.

A pesar de pasados rechazos de Washington a los llamados de China y Corea del Sur para retomar las negociaciones con Pyongyang, Rombert cree que aún es posible que eso suceda.

No obstante, señaló que "lo más probable es que no haya progresos (en las negociaciones) hasta el fin de la administración de Bush", e indicó que la decisión de Corea del Norte de realizar los ensayos nucleares "estuvo basada en ese cálculo".

La prueba atómica subterránea del lunes había sido anunciada públicamente por Pyongyang seis días antes.

Sin embargo, el anuncio no sorprendió a expertos en política exterior como el ex subsecretario de Estado (vicecanciller) Richard Armitage, quien había advertido que un ensayo nuclear norcoreano sería probable si Washington seguía rechazando los llamados a participar de conversaciones directas luego de que Pyongyang realizó una serie de pruebas con misiles el 4 de julio.

El gobierno de Bush no sólo desestimó esa posibilidad, sino que además comenzó a planificar una serie de sanciones financieras contra Pyongyang en respuesta a supuestas actividades de lavado y falsificación de dinero por parte de ese país asiático.

Pyongyang exigió que Washington levantara las sanciones como condición para regresar a las llamadas conversaciones de las Seis Partes (China, Corea del Norte, Corea del Sur, Estados Unidos, Japón y Rusia), que en septiembre de 2005 habían llegado a un principio de acuerdo para que el régimen de Kim Jong Il abandonara su programa nuclear a cambio de un paquete de garantías de seguridad y ayuda económica.

Pese a los insistentes pedidos de China y de Corea del Sur, que no obstante condenaron la actitud desafiante de Pyongyang, Washington se negó a levantar las sanciones y a participar de negociaciones directas.

El fin de semana pasado, China, Corea del Sur, Rusia y Japón se unieron con Estados Unidos para advertirle a Pyongyang sobre la realización de una prueba atómica.

El Consejo de Seguridad añadió su voz el viernes, expresando "profunda preocupación" sobre las amenazas de Pyongyang y señalando que la prueba nuclear "traería una condena universal".

Pero Corea del Norte parece haber calculado que no tenía nada que perder con el ensayo atómico.

"El objetivo final de Corea del Norte es sobrevivir, y una prueba nuclear es su última opción", dijo la semana pasada al diario The Washington Post el analista surcoreano Ahn Yinhay, de la Universidad de Corea, en Seúl.

"Dada la enorme presión de los políticos de línea dura de Estados Unidos, Corea del Norte debe pensar que no tiene otra forma de salir de este punto muerto. Ellos creen que no tienen nada qué perder", añadió.

Todavía está por verse si Pyongyang se equivocó, como creen muchos expertos estadounidenses.

Mientras, la administración de Bush espera que la condena internacional, en especial de China y Rusia, considerados por el embajador estadounidense en la ONU, John Bolton, los "protectores" de Corea del Norte, así como fuertes sanciones financieras debiliten el régimen de Kim Jong–Il.

Uno de sus objetivos más ambiciosos de Washington es que el Consejo de Seguridad adopte una resolución autorizando la requisa de barcos que entren o salgan de Corea del Norte ante la posibilidad de que transporten tecnología nuclear.

Bush calificó las pruebas nucleares norcoreanas del lunes de "amenaza a la paz y a la seguridad internacionales", frase normalmente reservada para invocar el capítulo VII de la Carta de la ONU, que autoriza el uso de la fuerza militar para respaldar las demandas del Consejo de Seguridad.

"La transferencia de armas o material nuclear por Corea del Norte a estados o entidades no estatales será considerado una grave amenaza a Estados Unidos", dijo en una declaración de la Casa Blanca en la que se señalaba que ese país asiático ya se había convertido en uno de los principales productores de tecnología bélica.

"Haremos responsable a Corea del Norte de las consecuencias de esa acción", advirtió Bush.