Myanmar
(ex Birmania)

 

Más presión sobre Birmania

BBC World, 06/10/07

Las potencias occidentales han hecho circular por Naciones Unidas el borrador de un comunicado en el que condenan la "violenta represión" de las protestas pro democracia por parte del gobierno militar de Birmania.

En el texto, Estados Unidos, Francia y Reino Unido piden a las autoridades birmanas que liberen a los presos políticos y que emprendan inmediatamente el diálogo con los líderes de la oposición.

El gobierno de Washington, a título individual, sugirió que ejercería presión para la imposición de sanciones a Birmania.

Por su parte China dijo que ese tipo de presión sólo conduciría a una confrontación.

Entretanto, está previsto que varios grupos pro derechos humanos protagonicen por todo el mundo una jornada de actividades en apoyo a los manifestantes birmanos.

Hay eventos programados para las 12 del mediodía, hora local, en Austria, Australia, Canadá, Bélgica, Francia, India, Irlanda, Nueva Zelanda, Noruega, Corea del Sur, España, Tailandia, Reino Unido y Estados Unidos.

El desafío birmano

El embajador de Estados Unidos ante la ONU, Zalmay Khalilzad, destacó que estaba dispuesto a ir más allá de una mera condena de la junta militar de Birmania.

"Estados Unidos está horrorizado ante la represión brutal llevada a cabo por el régimen birmano contra su propio pueblo", dijo.

Advirtió además que si la junta militar no responde ante las demandas de la comunidad internacional, Estados Unidos está listo para introducir una resolución ante el Consejo de Seguridad de la ONU para la imposición de sanciones.

Pero tanto Rusia como China se oponen a esa medida, argumentando que la situación en Birmania es una cuestión interna y que no supone una amenaza para la paz y la seguridad internacional.

Esa fue, precisamente, la postura que destacó el embajador birmano ante la ONU, Kyaw Tint Swe.

"A pesar de los trágicos eventos recientes, la situación en Birmania no es, repito: no es, una amenaza para la paz y la seguridad ni regional ni internacional. No se justifica una acción del Consejo de Seguridad", declaró.

Poco antes, el enviado de Naciones Unidas a Birmania, Ibrahim Gambari, había declarado que la situación en el país no puede volver al estado en que estaba antes de la crisis reciente.

Gambari expresó su preocupación por "los arrestos arbitrarios" y pidió que se libere a los presos políticos y se inicie el diálogo con la oposición.


Claves de las protestas en Birmania

BBC World, 25/09/07

Ante las manifestaciones que cada día parecen cobrar más fuerza en Birmania, BBC Mundo echa una mirada a las causas de las protestas, a quienes participan en ellas, y a lo que podría significar para la Junta Militar que gobierna al país.

¿Qué originó las protestas?

El gobierno decidió incrementar los precios de los combustibles el 15 de agosto. Tanto la gasolina como el diesel cuestan ahora el doble, y el gas comprimido que se usa para los autobuses cuesta cinco veces más.

Los aumentos afectan a los birmanos más pobres porque hicieron que también se elevara el precio del transporte público, y desataron una reacción en cadena que vio subir los precios de artículos de primera necesidad como el arroz y el aceite de cocina.

Los activistas pro–democracia encabezaron las primeras manifestaciones en Rangún, la ciudad más importante y antigua capital del país. Cuando 400 salieron a las calles el 19 de agosto se produjo la manifestación más importante en el país, que ha estado bajo gobiernos militares prácticamente durante 45 años.

Las autoridades reaccionaron rápidamente ante las protestas y detuvieron a docenas de activistas. Pero las manifestaciones continuaron en todo el país. Aunque no participaron muchos, hubo marchas en Rangún, Sittwe y otras ciudades.

¿Por qué participan los monjes?

Los monjes comenzaron a tomar parte en grandes grupos después del 5 de septiembre, cuando el ejército usó la fuerza para dispersar una manifestación pacífica en la ciudad de Pakokku, en el centro del país.

Al menos tres religiosos resultaron lesionados. Al día siguiente, los monjes de Pakokku tomaron brevemente como rehenes a algunos funcionarios locales y dieron al gobierno hasta el 17 de septiembre para que se disculpara, pero no se produjo ninguna disculpa.

Cuando expiró el plazo, los monjes continuaron protestando en grupos cada vez mayores y retiraron su servicios religiosos a los militares y sus familias.

Desde entonces ha habido manifestaciones diarias en Rangún y en otras partes, y las marchas crecen cada día más. Decenas de miles de monjes participan en las protestas.

La participación de los monjes es significativa porque hay cientos de miles de ellos, y todos son muy reverenciados. El clero ha ocupado un lugar prominente en la historia de las protestas políticas de Birmania.

Debido a la influencia religiosa, el gobierno ha tratado de atraer a varios abades, pero el hecho de que éstos hayan elegido seguir en silencio es interpretado por muchos como una señal de que están de acuerdo con las protestas.

Los analistas coinciden en que cualquier acto de violencia contra los monjes desataría un levantamiento nacional.

¿Todo por una disculpa?

Para algunos monjes sí. Pero para otros la situación ya rebasó ese punto.

Un grupo que se hace llamar Alianza de Todos los Monjes Budistas Birmanos coordina las manifestaciones, y el 21 de septiembre emitió una declaración en la que califica al gobierno militar como "enemigo del pueblo".

Los monjes prometieron continuar las marchas hasta que hayan "borrado la dictadura militar del territorio de Birmania", y pidieron a los birmanos que se unan al movimiento.

Una de las marchas pasó frente a la casa donde está detenida la dirigente demócrata Aung San Suu Kyi, lo que según algunos evidencia que el movimiento de los monjes desea un cambio de gobierno.

¿Se están sumando otros?

En los primeros días de las protestas parecía que el público no participaba, quizá –como indican algunos analistas– por temor a represalias, pero la participación popular se ha incrementado gradualmente.

Imágenes de una marcha muestran a docenas, tal vez cientos de personas que cubrían la ruta de los monjes formando una cadena para protegerlos de los soldados.

El 24 de septiembre, miles de personas respondieron a un llamado de los monjes y se unieron a una protesta masiva en las calles de Rangún.

Se dice que figuras importantes de la opositora Liga Nacional para la Democracia (NLD por sus siglas en inglés) han participado en las manifestaciones pese a que inicialmente se habían distanciado del movimiento.

¿Cuándo fue la última vez que hubo manifestaciones así en Birmania?

La última vez que Birmania vio marchas de este nivel fue durante el levantamiento popular de agosto de 1988.

Las protestas se desencadenaron cuando el gobierno decidió devaluar la moneda en 1987 y desapareció los ahorros de muchas personas.

Los estudiantes comenzaron a organizar manifestaciones a las que gradualmente se incorporaron los monjes y el resto de los birmanos. Las protestas culminaron en un levantamiento nacional el 8 de agosto de 1988, cuando cientos de miles de personas marcharon exigiendo un cambio de gobierno.

El gobierno envió al ejército a suprimir las manifestaciones, y se cree que al menos 3.000 personas murieron.

¿Qué dice el gobierno?

El gobierno ha dicho muy poco y sus tropas se han contenido hasta el momento.

Algunos analistas sostienen que se debe en parte a que los jefes de la junta militar se establecieron en Nay Pyi Taw, la nueva capital, y no han tenido que enfrentar las manifestaciones en sus propias puertas.

Otros analistas piensan que China –el más importante aliado y socio comercial de Birmania– puede haberles advertido que mantengan la estabilidad.

Pero las autoridades deben haber notado ya los paralelos con el levantamiento de 1988, y muchos temen que sólo es cuestión de tiempo para que se produzca una reacción del gobierno.


Birmania: el poder de los monjes

BBC World, 20/09/07

Cerca de 1.000 monjes budistas se reunieron frente a la pagoda más importante de Birmania para protestar por cuarto día consecutivo contra el gobierno militar de ese país.

Los monjes salieron a las calles para exigir una disculpa por la forma violenta en que las autoridades han dispersado manifestaciones públicas, pero también por el aumento que sufrieron los precios de los combustibles en agosto.

Pero en un país cuyas autoridades han mostrado muy poca tolerancia ante críticas mucho menos fuertes en los últimos 20 años, las protestas de los religiosos deben verse y entenderse como una crisis quizá inesperada y sobre todo indeseada.

"Los generales deben haber esperado que la fuerza de las manifestaciones se redujera eventualmente", señala Soe Win Than, jefe de la oficina del Servicio Birmano de la BBC en Bangkok.

Oposición y pobreza

La mayor parte de las manifestaciones han sido obra del partido de oposición Liga Nacional para la Democracia, pero en ellas han participado también ciudadanos comunes y corrientes que se quejaban de la pobreza en que viven bajo el gobierno militar, señala Soe.

Las autoridades han respondido con fuerza a las manifestaciones de los monjes, y recurrieron al ejército para dispersarlos.

"Me detuvieron unos soldados y me amarraron del cuello a un poste", relató a la BBC uno de los monjes. "La cuerda estaba tan ajustada que me lastimaba la garganta y me dolía horas después cuando tomé agua. Después me desmayé por el cansancio y un policía me golpeó en la cara".

El monje fue llevado a un cuartel de policía, donde lo obligaron a desnudarse. Después lo dejaron en libertad.

La confrontación con los monjes preocupa a los generales porque los religiosos budistas son muy respetados en Birmania, un país en el que 89% de la población es budista, señala Soe.

Los tres hijos

El gobierno trató de caracterizar las manifestaciones como movimientos dirigidos "por elementos destructivos internos y externos", explica Soe. Sin duda pensaban en el refrán popular que advierte que el régimen militar tendrá problemas cuando los tres hijos de la nación unan sus manos.

Los tres hijos (un juego de palabras en birmano) son los estudiantes, los monjes y los soldados.

Los estudiantes y los monjes han estado a la vanguardia de las protestas contra la represión desde el movimiento de independencia en 1988, y los generales temen que esta dos fuerzas de otra vez contra ellos, según Soe.

El jefe de la oficina del Servicio Birmano de la BBC en Bangkok explica que esta es una hora particularmente delicada para el gobierno militar, que recientemente celebró una Convención Nacional como primer paso hacia lo que los generales califican como democracia.

Esta convención sentó las bases para redactar una nueva constitución que permita a los militares seguir gobernando al país.

La Constitución se someterá a referéndum y es vital para ellos que se apruebe, aunque para eso necesitan apoyo popular. Tal vez se dieron cuenta demasiado tarde de que el aumento a los precios de los combustibles se hizo en mal momento.

Aunque no todos los birmanos participan todavía en las manifestaciones, es muy probable que cuando se sientan los efectos del aumento se sumen más a las protestas. Y entonces a los generales sólo les quedará rezar.