Arde Bolivia

 

Las elites sometidas al poder externo viven la más profunda crisis de los últimos 20 años; son inviables

En Bolivia, la política se define en las calles

Por Miguel Lora Fuentes
Bolpress, 16/03/05

El Presidente Carlos Mesa renunció el 6 de marzo temiendo que la movilización callejera se salga de control. En un intento desesperado de encontrar bastones, firmó un pacto político con los partidos tradicionales de derecha el 8 de marzo y logró la ratificación en el Congreso. Pero la protesta social creció descontrolada y este martes 15, acorralado, Mesa anunció su deseo de anticipar las elecciones generales. La debacle de Mesa confirma que las elites bolivianas sometidas por el poder externo viven la crisis política más profunda en 20 años y que ya no tienen la posibilidad de sobrevivir frente a las masas resueltas a hacer política en las calles y recurriendo a la acción directa.

En el penúltimo mensaje presidencial del 6 de marzo, Mesa reconoció que no podría apoyar las demandas sociales, principalmente el aumento de regalías petroleras del 18 al 50%, simplemente porque la cooperación internacional y las empresas transnacionales se oponían. El país es dependiente, casi un limosnero que vive de la plata que llega de afuera, incapaz de sobrevivir por sí mismo y sin inversión extranjera, describió Mesa en un intento de explicar su resignación frente a las imposiciones externas.

Con esa caracterización cruda de la condición colonial boliviana, Mesa quiso oponer a dos bandos con visiones distintas, por un lado los ciudadanos "sensatos" que comprenden las limitaciones de un Estado fallido y por otro los "radicales insensatos" que exigen leyes "inviables" que condenarían al país al aislamiento.

La estrategia no pasó del show mediático y más bien polarizó el escenario político. La movilización de los "pañuelos blancos", aliados de Mesa, no pudo sostenerse, mientras que los bloqueos y las marchas se multiplicaron en menos de una semana.

El Presidente Mesa muestra los datos de una reciente encuesta realizada por una empresa "prestigiosa" para demostrar que tiene el respaldo de la mayoría de la población. Según esa investigación, la aprobación de Mesa en La Paz, El Alto, Cochabamba y Santa Cruz habría subido de 52% en febrero a 68% en los primeros días de marzo. El Jefe de Estado asegura que en La Paz el índice de aprobación subió de 78 a 86%; en El Alto de 70 a 78%; en Cochabamba de 75 a 85% y en Santa Cruz de 18 a 44%.

Pero esas encuestas no le sirven, al punto que se siente obligado a levantar las manos y decir públicamente que el país, en pocos días, será "ingobernable".

Cuando Mesa asumió la Presidencia, la gran pregunta del momento fue si sería capaz de despojarse de su ideología neoliberal. Año y medio después, Mesa admite ser presidente de una colonia ultra dependiente de la limosna, y prefiere irse a su casa antes que enfrentar a la cooperación y a las empresas petroleras.

El Jefe de Estado que tenía la misión de reorientar la política y de recuperar los hidrocarburos y la renta del negocio energético redujo la gran discusión a un problema leguyesco impositivo: el porcentaje de regalías "y/o" impuestos que se debe cobrar a las empresas transnacionales. El gobierno que dijo simpatizar con la izquierda, terminó defendiendo el interés petrolero, recuperando la mega coalición del MNR, NFR, MIR, ADN, partidos que desaparecieron luego de la insurrección de octubre de 2003; y criminalizando la protesta social.

"Tengo una tarea particularmente dura y difícil; presenté mis mejores argumentos para que seamos capaces de reflexionar y establezcamos un acuerdo, un acercamiento para la construcción de un país para todos, pero parece no haber un solo argumento, una sola razón para que detengamos la marcha hacia el suicidio colectivo", dice Mesa, dando a entender que ese "suicidio colectivo" significa revisar los contratos petroleros neoliberales.

Mesa recordó haber recomendado a su antecesor, Gonzalo Sánchez de Lozada, durante la insurrección popular de octubre de 2003 que lo peor que podía hacer era "forzar la realidad a su imagen y semejanza, pretender que se ajustara a sus deseos". "Quiero aplicar hoy ese mismo principio para mi. Debo convencerme de que no puedo forzar la realidad a mi imagen y semejanza, pero con una gran variante porque mi relación con el ciudadano es distinta a la que estableció Goni. Y esto es lo más terrible y paradójico que me toca vivir".

Hoy día, el Fiscal General Pedro Gareca y todos los fiscales de distrito se pronunciaron en sentido de que las protestas sociales, las marchas, paros y bloqueos, por sí mismas, no constituyen actos delictivos. En otras palabras, el Ministerio Público declaró que no aplicará ningún tipo de sanción, apremio, ni cuestionamiento a las protestas sociales, como el Ejecutivo había propuesto.

"Acabamos de descubrir que bloquear es un acto totalmente constitucional. Entonces el Fiscal me dice que no podré aplicar mano justa porque el derecho a la protesta está por encima de la Constitución", se queja Mesa, porque de esta forma le han cerrado toda la posibilidad de avanzar.

"Tengo el orgullo de decir que he respetado la vida y los derechos humanos, que goberné sin cuoteo ni prebendalismo, con el diálogo como mecanismo único e indispensable (...) Me voy con la conciencia tranquila. Mi amargura está en que en el momento que más me respalda el ciudadano no veo otra que lo que estoy haciendo. Lo hago porque sino en pocos días este país y esta sociedad serán ingobernables", se lamenta Mesa.

El Presidente culpa de su fracaso al bloqueo callejero y parlamentario. Reclama respeto a su visión personal como la única viable y sensata, y, al igual que Goni, se marea con el micro clima político construido por sus asesores, quienes le han hecho creer que su gobierno había dado "un giro a la ideología porque el modelo se había agotado".

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