Bolivia

 

Cuesta arriba en la lucha por el salario

Econoticiasbolivia, 08/05/07

Mineros arrancan un bono, maestros urbanos dejan la lucha y magisterio rural y salubristas intensifican la presión con huelgas de hambre y movilizaciones. Miles de comerciantes asedian La Paz

La Paz.– La lucha por un mejor salario quedó parcialmente desinflada tras que los combativos sindicatos de maestros urbanos aceptaron anoche la propuesta gubernamental de elevar el sueldo nominal y tres bonos en 6 por ciento. La tregua declarada por los urbanos deja en la estacada a otros miles de maestros rurales y salubristas que intensificaron sus medidas de presión, a la par que cientos de policías organizaban un mítin para exigir incremento salarial en el centro de La Paz, agobiada por la presión de miles de empobrecidos comerciantes de ropa usada.

Una semana atrás, los más de cuatro mil mineros de Huanuni habían logrado, mediante una huelga, doblegar parcialmente al Gobierno del presidente Evo Morales al arrancarle un bono de producción equivalente al 60 por ciento del salario. El ofrecimiento gubernamental era del 40 por ciento.

Todas estas acciones de lucha sindical se libran al margen de la Central Obrera Boliviana (COB), que hasta ahora no logra aglutinar a los sectores en un solo frente de batalla ni articularlos en torno al pliego único, donde están precisamente estas demandas salariales y otras reivindicaciones como la nacionalización real de los hidrocarburos y la creación de empleos estables y con salarios dignos.

Todos los sectores laborales rechazaron, verbalmente, el incremento del salario mínimo en cinco por ciento, de 500 a 525 bolivianos (de 62 a 65 dólares), y reclamaron la vigencia de un salario mínimo de 1.800 bolivianos (225 dólares), pero sólo los maestros, salubristas y mineros ejecutaron acciones en pos de estas demandas. En otros sectores laborales, incluida la COB , la presencia de dirigentes leales al presidente Morales frenan la protesta de los trabajadores, que, según las cifras oficiales, han perdido casi una décima parte de su salario real en los dos últimos años, producto del alza del costo de vida que se engulle casi de inmediato el incremento anual nominal de ingresos, dejando más pobreza y penuria entre los asalariados y trabajadores por cuenta propia.

Sindicatos cooptados

Al anochecer de este lunes, un ampliado nacional del Magisterio urbano, dominado por dirigentes oficialistas leales al presidente Morales, declararon un “cuarto intermedio” en la lucha por el salario, que habían impulsado hasta ahora los sindicatos más radicalizados, especialmente de La Paz , y que habían impuesto un paro de 24 horas el pasado jueves.

El dirigente de la Confederación de Maestros Urbanos de Bolivia, Fermín Valencia, declaró la suspensión oficial de las medidas de presión (huelga y movilizaciones callejeras) y la aceptación del aumento del 6 por ciento al salario y a cada uno de los tres bonos anuales con los que cuenta el sector.

De esta manera, el bono fusionado (Pro Libro y al Cumplimiento) que es de 1.425 bolivianos (178 dólares), ascenderá a 1.511 (189 dólares); el Bono económico de 842 bolivianos que subirá a 893 bolivianos y el de Incentivo a la Permanencia (IP) que aumentará de 548 a 581 bolivianos (un dólar equivale a 8 bolivianos).

El ampliado declaró, además, vigilia sectorial para lograr la abrogación de la Ley de Pensiones 1723, la modificación del nuevo proyecto de ley de Educación y la aprobación de una nueva que establezca la jubilación a los 55 años con las 12 últimas papeletas de pago.

Estos dirigentes rechazaron también el ultimátum del presidente Morales de declarar profesión libre al magisterio, las presiones anunciadas para despedir maestros y descontar el salario por los días de huelga.

Movilización sectorial

En el sector de salud se mantiene una huelga general y se multiplican los piquetes de huelga de hambre y las movilizaciones callejeras. El magisterio rural, por su lado, ratificó el paro de 72 horas que iniciarán este miércoles, si es que el Gobierno no responde satisfactoriamente a su demanda sectorial de aumento salarial.

En La Paz , el diálogo de los salubristas con el Gobierno está en cero. Mientras el viceministro de Salud, Luis Alberto Nogales, condiciona una negociación con este sector a la suspensión del paro indefinido que llevan desde hace 11 días; el máximo dirigente de este sector pide que primero se inicie la reunión para desistir de sus medidas. Nogales informó que el paro en salud se cumple en un 90 por ciento del país.

En apoyo de los huelguistas, varias regionales de la COB anunciaron su decisión de plegarse al ayuno voluntario. Así, el dirigente Antonio Hurtado dijo que este miércoles los miembros del comité ejecutivo de la Central Obrera del Beni iniciarán la huelga de hambre. "Estamos solidarios con los trabajadores en salud porque consideramos justas sus demandas y, además, nos preocupa la actitud del Gobierno, su soberbia y prepotencia, ya que mientras dice que es un gobierno de los sectores sociales, vemos que esto no es cierto, pues si fuera un gobierno de los sectores sociales, con seguridad de que al momento estuviera atendiendo las demandas de todos los trabajadores".

A media mañana de este martes, cientos de policías de seguridad física realizaron un mitin en la plaza Isabel la Católica de La Paz para exigir la nivelación salarial y categorización para aumentar sus míseros ingresos. “Tenemos derechos y nuestras familias también deben comer”, dijo de los policías amotinados, mientras marchaban rumbo al Ministerio de Gobierno para plantar la cara por sus demandas que son cuatro: incremento salarial, ingreso al escalafón de la Policía, uniformes y ascensos.

Comerciantes empobrecidos

Otros que protestan, y muy fuerte, son casi 10 mil comerciantes minoristas que se han concentrado en La Paz, exigiendo que el Gobierno extienda el plazo de importación de ropa usada. Son comerciantes empobrecidos, al filo de la miseria extrema, que carecen de un empleo estable y que ganan unos centavos al comercializar prendas usadas.

"No pedimos dinero ni trabajo. Sólo pedimos ampliación de la importación por tres años. Si no hay fuentes de trabajo, ¿de qué vamos a vivir? No es justo que con un decretazo nos corten la alimentación", dice Tomás Quispe, dirigente de los comerciantes que convulsionan la sede de gobierno y exasperan a otros miles de microproductores y artesanos, igual de miserables que ellos, y que luchan para evitar que la ropa usada termine de matar la precaria y poco competitiva industria manufacturera local.


En batalla por el salario

Por Gabriel Tabera Soliz
Econoticiasbolivia, 04/05/07

Trabajadores luchan para arrancar a Evo un incremento real, que no se esfume con el alza del costo de vida, quieren un pedazo más grande de la torta que por ahora sólo engorda al Estado y a los empresarios

La Paz.– La inédita participación del presidente Evo Morales en la marcha de la Central Obrera Boliviana (COB) podría quedar reducida a una simple anécdota del primero de mayo, tras que maestros, salubristas y otros sectores laborales comenzaran la batalla anual por un mayor incremento de salarios.

Marchando como en sus épocas de dirigente sindical, Morales iniciaba en las primeras horas de este mes un acercamiento insistentemente reclamado por la dirigencia de la COB , aunque minutos después, al decretar un aumento de tres dólares al salario mínimo mensual de 500 a 525 bolivianos (de 62 a 65 dólares), un cinco por ciento, desandaba en su propósito conciliador.

El máximo dirigente de la COB , Pedro Montes, disparó primero. “Este incremento es una vergüenza, en vez de mejorar el estándar de vida de los trabajadores, lo empeora mucho más por el aumento del costo de vida. Es insignificante, es una burla a la clase trabajadora. No nos sirve. Exigimos un incremento que por lo menos permita vivir dignamente. 525 bolivianos no es nada”.

Paradojas

Como respuesta, el gobierno intenta convencer a los sindicatos que las arcas estatales, aunque se han inflado con los millonarios ingresos provenientes de los contratos petroleros, siguen en terapia intensiva y que sólo tienen lo necesario para que el salario no pierda su valor real y cubra el alza del costo de vida.

”El decreto ( 29116) que fija el salario mínimo nacional en 525 bolivianos quiere preservar el poder adquisitivo del salario. El año pasado la inflación fue del 4,5 por ciento, hay alguito más de incremento, no es significativo, pero la política se mantiene para mantener el poder adquisitivo del salario mínimo nacional”, dice a la prensa el ministro de Hacienda, Luis Arce, mientras miles de maestros y salubristas en paro gritan y maldicen en las calles exigiendo más incremento.

Los empresarios tampoco están contentos, aunque por razones diferentes. A ellos les parece mucho pagar a sus empleados esos tres dólares más al mes. “Es una medida política, están apretando mucho más a los empresarios y no a los informales”, se queja el presidente de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia, Roberto Mustafá.

Moral y datos

Estas razones tropiezan, sin embargo, con las estadísticas, casi siempre frías, que también juegan a favor de unos y ponen en figurillas a otros. En el Ejecutivo, por ejemplo, buscan afanosos la ecuación simple y directa que explique y conjugue el éxito de la “nacionalización”, la danza de millones del gas y la crónica miseria del Estado y del incremento salarial.

En el 2004 el Estado recibía por el gas 287 millones de dólares, el 2005 subió a 608 millones de dólares, el 2006 obtiene 1.352 millones de dólares y el 2007 se aguarda 2.000 mil millones de dólares, dice la public idad oficial que muestra cómo engorda el fisco, incisivo para recaudar más recursos pero mezquino para compartir con los más pobres.

En año y medio de gobierno de la “revolución democrática y cultural” que encabeza el presidente Morales, los ingresos del Estado se han multiplicado por casi 10 veces (según las cifras oficiales), producto de los mayores volúmenes de exportación de gas, el aumento de precios de las materias primas y la mayor participación estatal en el negocio, aunque nada de ello llega a los trabajadores.

Los empresarios, grandes y medianos, son también víctimas de su propio éxito. En los dos últimos años han declarado ante el fisco que sus ganancias han aumentado en 85 por ciento, casi el doble, pero a la hora de pagar más salarios aseguran que están a un paso del descalabro y el cierre.

Realidades

Las cifras oficiales muestran que las finanzas del Estado y de las empresas privadas gozan de muy buena salud, a la par que empeora la situación de los trabajadores. En los dos últimos años, el salario promedio real (poder adquisitivo) de los trabajadores del sector empresarial privado disminuyó en 9,26 por ciento y el de los trabajadores del sector público en 4 por ciento, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), que están revelando que los obreros y empleados bolivianos trabajan más que antes, reciben menos y comen peor. Estadísticas suficientes para alimentar la batalla por el salario, en la que también juegan la demagogia, el cálculo político y la impostura.

En lo que va del año, la inflación llegó a 2,5 por ciento, devorando ya la mitad del reciente incremento gubernamental, que muchos temen que desaparezca del todo en los próximos tres meses, con lo que a partir de julio o agosto, la capacidad de compra del salario (el salario real) caerá mucho más.

Salarios de hambre

A principios del 2006, el ingreso promedio mensual de los trabajadores de todo el país era, según el INE, de 874 bolivianos (110 dólares), insuficientes para que un trabajador pueda mantener a su familia, por lo que ahora es común que las mujeres, jóvenes y niños engrosen la fuerza laboral en busca de unos centavos más. Por ello, la COB reclama que el presidente Morales cumpla con su promesa electoral de triplicar el salario mínimo, lo que ya ha sido descartado por el oficialismo.

Entre los trabajadores de servicios y comercio, el ingreso promedio era de 890 bolivianos, mientras que en los trabajadores de la industria extractiva, la manufactura y la construcción el promedio mensual era sólo de 957. En la agricultura este promedio era apenas de 199 bolivianos, ni más ni menos.

Los datos oficiales muestran que el ingreso promedio mensual que reciben los obreros de todo el país alcanza apenas a 967 bolivianos, el de los empleados a 1.722, y el de los trabajadores por cuenta propia a sólo 699. Con estos salarios, los trabajadores bolivianos están condenados a vivir en la extrema pobreza.


Cae el salario real y se agrava la explotación laboral

Con Evo o sin Evo, el neoliberalismo sigue haciendo de las suyas

Por Gabriel Tabera Soliz
Econoticiasbolivia, 04/05/07

La Paz.– La fuerza laboral boliviana vive su mala hora, con empleos precarios, salarios de hambre y una creciente explotación laboral. Son cuatro millones y medio de hombres y mujeres, muchos de ellos muy jóvenes, casi niños, que trabajan en el campo y las ciudades, tratando de conseguir el sustento diario de sus familias.

300 mil de ellos tienen ingreso cero, están desempleados y deambulan buscando emplearse en lo que sea, para ganar lo que se pueda, aunque sin ningún éxito.

Otros tres millones trabajan en la economía informal, con ingresos raquíticos y condiciones miserables, sin seguridad social ni beneficios, al margen de la legislación laboral protectiva y, muchos de ellos, en el submundo de la sobrevivencia y la sobreexplotación. Casi siempre ganan muy poco, aunque a veces la fortuna les sonríe y obtienen un buen ingreso, en otras ocasiones no reciben nada, ni siquiera una moneda.

Este ejército laboral se completa con otros 900 mil trabajadores de la economía formal, 600 mil en el sector empresarial privado y 300 mil como empleados del Estado. Ellos, aunque cuentan con un empleo un poco más seguro y con prestaciones sociales y laborales parciales (aguinaldo, bonos, vacaciones), también cargan su cruz, con la disminución de su capacidad de compra y las siempre crecientes exigencias de la patronal, señala un amplio reportaje difundido en La Época.

Deterioro general

Las cifras oficiales, casi siempre mezquinas para explicar la real situación laboral, muestran que en Bolivia hay un paulatino proceso de depauperación de la fuerza de trabajo, tanto por las malas condiciones de trabajo como por la caída en el ingreso real.

En los últimos dos años, por ejemplo, la capacidad de compra de gran parte de los trabajadores bolivianos disminuyó en casi 10 por ciento, producto de los míseros incrementos salariales otorgados al principio de cada gestión anual, que se esfumaron casi de inmediato con el alza de precios de los principales productos de consumo.

La lucha sindical para que los trabajadores tuvieran un par de billetes más en el bolsillo tuvo un impacto positivo pero efímero, que se diluyó en un par de meses, por lo que los obreros y empleados concluían cada gestión con un menor poder adquisitivo de sus salarios, agravando su crítica situación.

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el salario real (poder adquisitivo) de los trabajadores del sector empresarial privado disminuyó en 9,26 por ciento y el de los trabajadores del sector público en 4 por ciento, en lo que va del 2005 y 2006. Esta misma tendencia se habría dado entre los trabajadores del sector informal, que tienen un ingreso que apenas alcanza a la mitad o un poquito más de los asalariados.

Salarios de hambre

A principios del 2006, el ingreso promedio mensual de los trabajadores de todo el país era, según el INE, de 874 bolivianos (110 dólares), cifra que convierte el trabajo en pobreza permanente y de por vida.

Entre los trabajadores de servicios y comercio, el ingreso promedio era de 890 bolivianos, mientras que en los trabajadores de la industria extractiva, la manufactura y la construcción el promedio mensual era sólo de 957. En la agricultura este promedio era apenas de 199 bolivianos, ni más ni menos.

Los datos oficiales muestran que el ingreso promedio mensual que reciben los obreros de todo el país alcanza apenas a 967 bolivianos, el de los empleados a 1.722, y el de los trabajadores por cuenta propia a sólo 699.

Con estos salarios, los trabajadores bolivianos están encadenados a la pobreza.

Explotación de menores

Estas cifras, que no alcanzan para cubrir el costo de la canasta familiar (estimado en la Central Obrera en 6.700 bolivianos para una familia de cinco miembros), muestran a las claras que un trabajador promedio no está en condiciones de sostener económicamente a su familia. Por ello, estas familias se hunden en la pobreza y envían a más miembros del hogar (mujeres y niños) a buscar el sustento diario.

Así, según las proyecciones del INE, cerca un tercio de toda la población laboral boliviana es menor de 25 años, la mayor parte de ellos insertos en ocupaciones sin calificación y mal remuneradas. En este caso, es particularmente crítica la situación de 450 mil trabajadores jóvenes y adolescentes que tienen entre 15 y 19 años, que dejan la escuela y los estudios para trabajar en cientos de oficios y actividades, muchos de ellos por encima de las 48 horas laborales, con salarios muy bajos y en condiciones de sobreexplotación. Son mano de obra barata, fácil de domesticar y dispuesta a todo a cambio de muy poco.

Mucho peor están otros 300 mil infantes de 7 a 14 años, que conforman el ejército infantil laboral, sometidos a diversos grados de explotación laboral y familiar, sin derechos sociales y vulnerables a todos los peligros de trabajar en calle, en condiciones muy precarias y sin derecho a gozar de su infancia. Ellos virtualmente están condenados a vivir en la pobreza y a perpetuar este mal social en sus hijos.

Aunque la ley prohíbe el trabajo hasta los 14 años, muchos de ellos trabajan en negro, con bajísimos ingresos, largas jornadas, sin protección legal ni industrial, ausencia de contratos laborales y en muchos casos violencia física y sexual en el lugar de trabajo, según los informes de las organizaciones de Naciones Unidas como la Unicef y el PNUD.

Hambruna y pobreza

Con salarios tan bajos, no es de extrañar que en un tercio de los hogares bolivianos se pase hambre y se viva en los rigores propios de la extrema pobreza, lo que provoca la desintegración de la unidad familiar, la pérdida de dignidad y, en muchos casos, la prostitución infantil y la delincuencia. Son familias que están a un paso de la indigencia y rumbo a la autodestrucción.

En otro tercio de los hogares apenas se tiene lo necesario para cubrir los costos de la alimentación y la norma diaria es la pobreza y la permanente insatisfacción. De ahí emergen los migrantes a la Argentina y Europa.


Revolución de Evo: menos salario y más ganancia

Lucran los de arriba, lloran los de abajo

Econoticiasbolivia, 04/05/07

La Paz.– El salario real de los trabajadores bolivianos disminuyó en los dos últimos años en casi 10 por ciento, agravando sus condiciones de pobreza e insatisfacción laboral.

Los datos del INE revelan que, en el bienio 2005–2006, los trabajadores del sector empresarial privado perdieron 9,26 por ciento y los trabajadores del sector público otro 4 por ciento.

Para los trabajadores del sector empresarial privado, el año 2006 fue mucho peor que los anteriores, ya que en esa gestión perdieron 5,49 por ciento de su capacidad de compra. Los más afectados fueron los mineros asalariados, los trabajadores de la industria de bebidas, tabaco, textiles, productos químicos, trabajadores del comercio y hoteles, transportistas asalariados, bancarios y maestros.

Entre los grupos ocupacionales, la disminución de la capacidad de compra fue mayor entre los profesionales, empleados y obreros, agrega la estadística oficial.

La reducción real de ingresos fue del orden del 4,13 por ciento entre los gerentes y administradores que trabajan para las empresas privadas, de 7 por ciento entre los profesionales, de 2 a casi 5 por ciento entre los empleados y de más de 1 a casi 4 por ciento para los obreros.

Más lucro para los de arriba

Esta caída en el salario real de los trabajadores, que se amortigua un poco para aquellos que tienen años de antiguedad y perciben bonos adicionales, contrasta notoriamente con la situación de bonanza que experimentan gran parte de los dueños y accionistas de las empresas grandes, medianas y pequeñas del sector privado.

En los dos últimos años, las ganancias declaradas oficialmente por este sector virtualmente se duplicaron, alcanzando a un crecimiento de 85,6 por ciento, según datos del Viceministerio de Política Tributaria del Ministerio de Hacienda.

Estas ganancias, que casi siempre son mucho mayores a lo que oficialmente se declara ante el fisco, aumentaron, según los registros tributarios, en 53,6 por ciento entre el 2005 y el 2006 y en otro 20,8 por ciento adicional entre el primer trimestre del 2006 y 2007.

Más desigualdad

Así, ensanchando aún más las grandes asimetrías y desigualdades de la sociedad boliviana, donde muy pocos acaparan casi todos los ingresos y muchos carecen de casi todo, los beneficios del crecimiento económico fueron a parar a manos de los empresarios, mientras que los trabajadores están peor que antes.

Los casos más ilustrativos de esta injusta situación se dan, por ejemplo, en la minería y en la banca comercial privada, ambos con fuertes lazos con el capital extranjero.

Durante el 2006, las compañías mineras, especialmente las transnacionales y las de la minería mediana, y en menor proporción las cooperativas y empresas chicas, obtuvieron además de sus ganancias habituales, otros 500 millones de dólares en ganancias adicionales extraordinarias, sin tener que aumentar la producción ni sus costos de operación.

En este periodo de bonanza, donde los dueños y accionistas de las minas ganan a manos llenas, el salario real de los hombres y mujeres que arriesgan la vida para hacer la fortuna de otros, cayó en 2,4 por ciento. Los datos del INE confirman que unos se llevan los millones y los otros sólo la silicosis y la amargura.

Capital y trabajo

Lejos de los socavones de angustia, en las modernas y asépticas oficinas de la banca, la distribución de ganancias y penurias no es diferente. Unos, los banqueros, la mayor parte de ellos extranjeros, acumulan los billetes, mientras que los otros, todos sus empleados y trabajadores, reciben, en términos reales, cada vez menos.

La ganancia líquida de los banqueros y dueños de financieras y mutuales fue en el 2006 de 77,6 millones de dólares, una ganancia “ sin precedentes históricos en las últimas dos décadas”, según dice un reporte de la Superintendencia de Bancos y Entidades Financieras.

En este periodo de bonanza de los banqueros y afines, el salario real de los empleados, hombres y mujeres que cuentan los billetes de otros, disminuyó en 4,28 por ciento. En el 2005, periodo en el que los banqueros tuvieron una ganancia líquida de 43,6 millones de dólares, el salario real de los trabajadores bancarios cayó en otro 3,76 por ciento.

En síntesis, en estos dos últimos años, la ganancia neta de los empresarios de la banca, que hacen un lucrativo negocio al pagar muy poco por los depósitos de la gente, que después prestan muy caro a otros, aumentó en 121,2 millones de dólares, mientras que el salario real de sus empleados disminuyó en 12,6 por ciento, confirmando la regla de oro del capital: a menor salario, mayor ganancia.

Sector público

Entre los trabajadores y empleados del sector público, la situación laboral fue muy mala en el 2005 y no tanto en el 2006. En el primer año, la pérdida del poder adquisitivo del salario promedio fue 3,72 por ciento y en el segundo año la reducción alcanzó al 0,26 por ciento.

En promedio, la pérdida en el bienio 2005–2006 fue de 4 por ciento. Los más afectados por la baja en el salario real fueron los trabajadores y funcionarios de las instituciones de seguridad social y de la administración descentralizada, con una disminución aproximada del 10 por ciento. Otros que sintieron el impacto en su bolsillo, aunque en menor proporción, fueron los empleados de las empresas públicas no financieras y los empleados de los Gobiernos municipales.

Los grupos ocupacionales que vieron reducir con más fuerza su capacidad de compra fueron, según los datos del INE, los trabajadores eventuales que perdieron el 12,09 por ciento, los trabajadores administrativos con 10,53 por ciento y los directivos con una merma de 8,52 por ciento.

En ese periodo, el personal de servicio perdió el 4,77 por ciento de su salario real, los obreros el 3,59 por ciento y los profesionales un 1,92 por ciento.

Estado rico, gente pobre

Para este conjunto humano, –que cada día ve cómo suben, centavo a centavo, los productos de la canasta familiar, y que a la fuerza deben recortan poco a poco el presupuesto mensual y sus esperanzas en días mejores–, importa muy poco el superávit fiscal y el notable crecimiento de los ingresos que engordan al Estado.

Los datos del Ministerio de Hacienda muestran que los ingresos tributarios del fisco se han duplicado en los dos últimos años y que en la gestión 2007 recibirán 1.200 millones de dólares adicionales a los obtenidos en el 2005. Pese a ello, el Ministerio ha descartado toda posibilidad de incrementar el salario nominal (cantidad de billetes) de los trabajadores del sector público por encima del 6 por ciento, cifra que ahora, en términos reales, sólo significa 3 por ciento por el aumento del costo de vida en ese mismo monto en los primeros cuatro meses del año. En los siguientes ocho meses, el aumento de precios no debería ser mayor a 3 por ciento. De lo contrario, a pesar del aumento salarial nominal del 6 por ciento, los trabajadores seguirán reduciendo su poder de compra.