Brasil

 

Polícia já matou mais que em 2 meses

Por André Caramante
Folha de São Paulo, 18/05/06

A polícia matou mais 22 suspeitos em todo o Estado de São Paulo e prendeu outros sete, subindo para 93 os casos classificados pelas autoridades como "enfrentamentos contra homens do PCC". Ou seja, em média, 15,5 por dia, desde sexta, quando a facção criminosa iniciou os ataques.

No primeiro trimestre do ano, as polícias Civil (12) e Militar (105) mataram 117 pessoas no Estado, o que dá uma média de 1,3 pessoas mortas por dia em "confrontos". A média de assassinatos cometidos por policiais em janeiro, fevereiro e março é de 39 pessoas, em todos os municípios paulistas.

A comparação das mortes de janeiro, fevereiro e março com as mortes causadas pelas duas polícias desde sexta–feira, aponta que, em seis dias, matou–se 79% do total dos três primeiros meses.

Dados da Secretaria da Segurança Pública apontam que, considerando–se todas as cidades do Estado, nos três primeiros meses deste ano, 1.622 foram vítimas de homicídio doloso (com intenção), o que dá uma média diária ––em um período de 24 horas–– de 18 assassinatos por dia.

O órgão diz não ter como contabilizar todos os assassinatos desde sexta–feira no Estado, mas diz que houve 138 mortes (93 suspeitos e 41 das forças de segurança e quatro civis) contabilizadas pelo governo como decorrentes do confronto com o PCC. Isso representa uma média diária de 23 assassinatos por dia (sem contar aí todos os outros crimes de homicídios dolosos "convencionais").

Desde domingo a Folha solicita ao governo do Estado, sem sucesso, o nome, a ficha com antecedentes criminais dos suspeitos mortos, a circunstância de cada uma das mortes, os locais onde eles ocorreram e se os corpos ficaram esperando a realização de perícia ou se eles foram removidos pelos policiais envolvidos nos casos para hospitais. Até a conclusão desta edição, a resposta do órgão é repetida: "Os dados estão sendo consolidados e serão divulgados em breve".

Toucas ninjas e motos

Em meio ao caos enfrentado pelo governo de São Paulo na área da segurança pública, uma velha tática de ação para o cometimento de assassinatos voltou à cena: desde sexta–feira, quando começou a onda de violência orquestrada por homens da facção criminosa PCC (Primeiro Comando da Capital), várias pessoas foram mortas em todo o Estado por assassinos que usavam toucas "ninjas" e, em quase todas as ações, estavam em motocicletas. Grupos de extermínio costumam agir com essas características.

Entre a noite de domingo e a madrugada de ontem, pelo menos 19 pessoas foram assassinadas, somente na capital e na Grande São Paulo, por assassinos que usavam toucas "ninja". Sem conseguir acumular e repassar informações mais precisas sobre cada uma das mortes, a Secretaria da Segurança Pública afirma que boa parte desses casos não tem ligação com os recentes confrontos entre as forças de segurança e supostos integrantes da facção.

Até o início dos confrontos entre PCC e Estado, São Paulo havia registrado apenas três chacinas. O governo não sabe informar o número total de vítimas nesses crimes. Desde sexta–feira, esse tipo de crime, caracterizado pela morte de três ou mais pessoas em um único ataque, saltou para seis, ou seja, houve um aumento de 100% nos casos de chacinas.

Foi um ataque a tiros, cometido por um grupo de homens com toucas "ninja", divididos em oito motos, que causou, na noite de anteontem, a morte de três homens em um lava–rápido, localizado na avenida Ramiz Galvão, Jaçanã (zona norte de São Paulo).

Ainda na noite de anteontem, outra chacina cometida por homens com touca "ninja" ocorreu no Jardim Guarujá (zona sul de São Paulo). Três rapazes foram mortos a tiros na rua Mário Totta.

No Orkut, a comunidade "PCC, Quero o seu fim" mostrava três fotos supostamente de integrantes mortos da facção criminosa. Mensagens de páginas de supostos policiais, alguns com fotos de farda, apoiavam a reação policial. "Dez é pouco", dizia uma das mensagens, sobre o número de mortos. À tarde, a comunidade foi removida e as fotos, apagadas.

Colaboraram Rachel Añon, da Agência Folha, e Afra Balazina, Ricardo Gallo e Fabiane Leite, da Reportagem Local.


33 muertos en doce horas: la ofensiva policial buscó apagar las críticas por el pacto con los narcos

Cruenta represalia

Por Gustavo Sierra
Enviado especial a San Pablo
Clarín, 18/05/06

Hubo 33 muertos en doce horas. Fue después del brutal ataque narco de tres días, donde murieron más de 115 personas, 35 de ellos policías. Y del pacto con el jefe narco para ponerle freno a la violencia.

A Richard Moreira lo entierran sin ninguna pompa. Los enterradores agarran el cajón, le pasan dos sogas por debajo y lo dejan deslizarse hasta el fondo del hoyo. Un segundo más tarde ya le están tirando tierra colorada encima. En el enorme cementerio de Vila Formosa, al este de San Pablo, hay un silencio gris y pesado. María Rosa, la madre, es la única que llora en silencio. Unas mujeres miran compungidas, pero sin lágrimas. Los otros, los amigos, los muchachos, miran casi distraídos. Para estos "caras" (tipos) la muerte parece ser apenas una raya de tiza que en cualquier momento tienen que cruzar.

Despiden a un ladrón de 20 años que parece haber estado en el lugar equivocado en la noche negra del martes en que la policía paulista salió a vengar la vergüenza de haber sido traspasada por los delincuentes del Primer Comando de la Capital (PCC), la organización de narcotraficantes que los atacó, mató a 35 efectivos y mantuvo la mayor ciudad de Sudamérica sitiada por tres días.

Richard Moreira había salido con permiso por buena conducta de la cárcel de Franco da Rocha. El domingo fue el Día de la Madre y Richard, junto a otros varios miles de detenidos en régimen semiabierto, pudo pasar el fin de semana con su familia. Pero no era momento para estar en las calles con esos antecedentes.

"No tuvo nada que ver con los ataques. Había enfrentamientos por todos lados, pero él estaba con sus amigos y durmió en casa todos los días", me cuenta María Rosa, una lavandera de 52 años.

En la madrugada de ayer, según la policía, Richard estaba pasando con una moto Honda CG–125 por delante de un puesto policial en la zona de Sao Mateus. Dicen que no se detuvo y que hasta sacó un revólver Taurus y disparó. Los policías respondieron varias veces. Ayer a la mañana, María Rosa tuvo que ir a buscar el cuerpo a la morgue. Tenía atado al dedo de un pie el número de "NN 66". "Le pegaron tres balazos. Lo fusilaron. El no era del PCC ni nada. Había robado una vez y por eso estaba pagando. No era un delincuente peligroso", me asegura la madre.

Todo sucedió en la zona más caliente de la ciudad. En este enorme barrio de Sao Mateus, con varias favelas en su interior, fue donde comenzaron los ataques ordenados el viernes desde la cárcel por el jefe del PCC, Marcos Camacho, más conocido por "Marcola". En la madrugada del martes, cuando la policía logró retomar el control, cayeron allí cinco hombres jóvenes. En todo San Pablo y en menos de 12 horas fueron muertos 33.

"Entraron con rabia. Vinieron en caravana y se metieron en las casas rompiendo todo", me cuenta Douglas dos Santos, uno de los pibes que acompañó el entierro. El jefe de la comisaría 49 de Sao Mateus, Carlos Moretti, tiene otra versión. "Actuamos dentro de la legalidad, aunque tengo que decir que lo hicimos en forma enérgica", asegura. Y da ejemplos. Otro de los muertos, Jonathan Farías, de 19 años, llevaba una medalla de oro en la que se veía la inscripción "Paz, libertad y justicia", que es el lema del PCC. Otros dos, que cayeron en la favela Vila Buenos Aires, estaban en un Palio robado y tenían dos revólveres 38. Y un cuarto llevaba en un bolsillo un papelito con las direcciones de dos lugares que fueron atacados y la firma "15–3–3", por el lugar en el alfabeto portugués donde están ubicadas las letras P–C–C.

Viajo hacia el norte. Dos horas por autopistas y calles atestadas de coches y camiones. Las camionetas blancas, rojas y negras de la policía militar están por todos lados. Llego al barrio obrero de Jardim Filos da Terra. Hay una entrada con una pintada del Che Guevara cubierto por una bandera cubana. Acá mataron a Ricardo Flauzino, un muchacho de 22 años que varios vecinos aseguran era un trabajador y "no andaba con malandras".

Un primo de Ricardo me confirma la historia que ya había escuchado. Un comando de la fuerza táctica de la policía militar llegó en una camioneta M–3074. Venían encapuchados y con armas largas en posición de tiro. Bajaron de un salto y comenzaron a disparar. Ricardo estaba sentado en el umbral de una casa esperando a su novia, con la que se iba a casar el 8 de julio. Cayó y en un minuto ya había una enorme mancha de sangre en la vereda. Un vecino se acercó, reconoció a Ricardo y empezó a gritar. Los policías primero se asustaron y salieron corriendo, después regresaron y se llevaron arrastrando el cadáver "como si fuera una bestia". "Yo estaba ahí en la ventana –me cuenta Rosinha Guimaraes– y vi cuando llegaron y cómo siguieron disparando como locos. Eran las diez de la noche y todavía había chicos en la calle. No hubo más muertos de milagro."

La policía dio otra versión. Dijo en un comunicado que había sido alertada de un ataque y que al llegar "los efectivos del batallón 43 encontraron a Ricardo Flauzino baleado y lo llevaron hasta el hospital". Pero la Secretaría de Seguridad Pública dijo que el caso no está entre los 71 que cayeron en tiroteos con la policía y que Ricardo no tenía antecedentes penales. Los amigos de Ricardo quieren que se esclarezca lo que pasó. Ayer iniciaron una protesta. Pararon un colectivo, hicieron bajar a todos los pasajeros y le prendieron fuego. Antes de irme del barrio me anunciaron que a la noche iban a "quemar llantas y, tal vez, otro colectivo".

Del otro lado también se escuchan voces de protesta. Antonio Carlos Alves, de la Asociación del Cuerpo de Bomberos de Sao Paulo y amigo del soldado Alberto Costa, asesinado en uno de los ataques de los narcotraficantes, dice que "esto hay que pararlo de alguna manera. No se puede hacer ningún acuerdo con los bandidos (por el pacto que terminó con la rebelión el lunes). Tuvimos 35 policías muertos. Con el asesino de Marcola no hay que arreglar nada y con sus sicarios, menos".

En la morgue del Instituto Médico Legal de la avenida Carvalho Aguiar la situación también era tensa. Ahí había varios familiares retirando cadáveres de caídos en la "noche negra". Un hombre me dice que viene a buscar a Carlos Rodiney, "un tipo que andaba en la mala, pero era mi amigo". Dice que Carlos "pareciera que era del PCC" y lo mataron en un enfrentamiento en Morumbí. "Mataron a muchos, acá en un rato vinieron a buscar como a diez más", me cuenta el hombre, que asegura no ser un delincuente ni saber nada del PCC. "Vine a buscarlo porque no tiene a nadie", dice.

En ese momento, la policía saca a un contingente de presos encadenados. Van en tres grupos de siete cada uno. Son todos muy jóvenes. Tienen rostros que dan miedo. Los trajeron para hacer la revisión sanitaria y son trasladados directamente a la cárcel.

"¡Muévanse, rápido, filhos da puta!", grita un sargento. Estos son los que tuvieron suerte. Sobrevivieron a la noche negra de San Pablo.