Brasil

 

Organizar la resistencia de los trabajadores

Todos a las calles contra las reformas de Lula

Práxis, febrero 2007
Traducción de Ana Vázquez
para Socialismo o Barbarie

Tras su reelección, Lula busca imponer las reformas antiobreras y de cuño neoliberal que no logró hacer pasar antes. Para ello cuenta con el apoyo de la burguesía brasileña, a la que Lula quiere beneficiar con el “Plan de Aceleración del Crecimiento”. Publicamos un análisis de los compañeros de Praxis, que son parte de la corriente Socialismo o Barbarie Internacional.

El segundo mandato de Lula comenzó bastante diferente al primero. Desde el punto de vista superestructural, Lula inicia su segundo mandato fortalecido por el apoyo de gran parte de los gobernadores y por la adhesión de las alas más importantes del PMDB (Partido del Movimiento Democrático Brasileño).

Aprovechando ese fortalecimiento, es muy probable que el gobierno de Lula intente pasar a la ofensiva e imponer las reformas de cuño neoliberal que no consiguió en el primer mandato, debido a la crisis del mensalão.[1]

Están amenazados derechos conquistados a duras penas por los trabajadores: vacaciones, aguinaldo, derecho de huelga y jubilación.

Lula intentará aprobar una nueva reforma del sistema previsional, que aumentará la edad mínima de la jubilación a 65 años. Pero, a su vez, la reforma sindical, si es aprobada, dará superpoderes a los burócratas de las centrales sindicales –principalmente a la CUT y a Fuerza Sindical– para pasar por encima de los trabajadores y hacer cualquier acuerdo que lesione sus derechos. Se volverá un crimen hacer un piquete y penarán con multas a los sindicatos que hagan huelgas “ilegales”.

La reforma laboral intentará transformar el costo de la producción para facilitar la competitividad de las empresas en el mercado internacional.

En realidad, la reforma laboral ya comenzó con la aprobación de los “super-simples” [2] (lamentablemente con el voto de los diputados del P-SOL), que limita el poder de fiscalización del Estado sobre las empresas chicas. En la práctica, si los dueños de esas empresas no cumplieran con los trabajadores, no les pasaría nada.

A diferencia de la reforma previsional de 2003, que se restringió básicamente a los trabajadores del sector público, las reformas que están en agenda involucran al conjunto de los trabajadores. Por esa razón, existe en el gobierno de Lula cierta crisis sobre cómo hacer la reforma: de una sola vez o en forma fragmentada. Independientemente de qué táctica adopte el gobierno para con los trabajadores, a éstos sólo les queda autoorganizarse en forma independiente, unitaria y por la base para derrotar definitivamente esas medidas antiobreras de Lula.

Contrariando la tradición popular de que el año en Brasil comienza después del carnaval, la vida política ya está a pleno.

En menos de 15 días tuvimos tres acontecimientos de cierta importancia. Primero, el accidente en la obra de construcción de la línea 4 del subte de San Pablo dejó en claro adónde lleva la política implementada por el gobierno estatal del PSDB (Partido Social Demócrata Brasileño) y que cuenta con el apoyo de Lula, de las llamadas PPP (Parcerias Público-Privadas).[3]

El accidente, que tuvo siete víctimas y destruyó una decena de casas, enterró también el mito de la eficiencia del sector privado. Inmediatamente Lula anuncia el PAC (Programa de Aceleración del Crecimiento) que tiene como objetivo aumentar las ganancias de los grandes grupos empresarios del país y deteriorar todavía más los salarios de los trabajadores del sector público y de los trabajadores y jubilados que reciben el salario mínimo.

Por último, pero no menos importante, está la elección de la Cámara de Diputados, donde los tres candidatos presentados representan el mismo proyecto de país: todos cargan en sus espaldas la defensa de las medidas antiobreras.

Tanto Aldo [4] como Chinaglia [5] son defensores del gobierno de Lula y votaron todas las propuestas de ataque a los trabajadores. Ahora Gustavo Fruet [6] es candidato de la oposición de derecha, estando comprometido con la política que dominó Brasil los últimos 8 años de gobierno de Fernando Henrique Cardoso.

Tampoco el llamado “grupo de los 30”, al cual nuestro partido se integró de forma totalmente equivocada, es una alternativa real a la política del gobierno y de los patrones, ya que están presentes figuras que siempre contribuyeron a los ataques contra los trabajadores.

Ahora le queda al conjunto del movimiento de los trabajadores y de la juventud comenzar el calendario de luchas del 2007. Tenemos que desde ya organizar nuestra resistencia, discutiendo con cada compañero en la fábrica, en la escuela y en el barrio el significado de los ataques y la posibilidad de la resistencia.

¡Definitivamente, 2007 no será como el año que pasó!

¡Todos a las calles!


Notas:

1. Mensalão: literalmente, gran mensualidad. Se llamó así a las grandes coimas mensuales que se pagaban a los parlamentarios para que votasen las leyes propuestas por el gobierno. Esto desató un escándalo y una crisis política en el 2005, y obligó a Lula a sacrificar a varios de sus principales colaboradores, como Dirceu y Genoino, fundadores del PT.

2. La Ley General de la Micro y Pequeña Empresa, aprobada en el 2006, dispone medidas de flexibilización laboral que son un primer paso para después generalizarlas al resto de las empresas.

3. Parcerias Público-Privadas: ley que regula la asociación del estado con empresas privadas para llevar adelante emprendimientos, donde el estado pone la plata, avala créditos y garantiza la rentabilidad, y los capitalistas se llevan las ganancias.

4. Aldo Rebelo, diputado del PCdoB (Partido Comunista do Brasil). Esta organización, proveniente del maoísmo se destaca por su corrupción y su apoyo a Lula. Aldo Rebelo ya ocupó la presidencia de la Cámara, después de que el escándalo del mensalão hizo caer en el 2005 a la cúpula petista. Su gestión fue fundamental para “enterrar” esa espinosa cuestión.

5. Arlindo Chinaglia, diputado del PT del Estado de San Pablo, que también compite por la presidencia de Diputados.

6. Gustavo Fruet, tercer competidor por la dirección de Diputados, pertenece al PSDB (Partido da Social Democracia Brasileira), que junto con el PFL (Partido da Frente Liberal) sostuvo la candidatura del derechista Geraldo Alckmin en las recientes elecciones presidenciales.


El PAC: un “plan de crecimiento”… de las ganancias capitalistas

Praxis, febrero 2007

El 22 de enero Lula anunció el Plan de Aceleración del Crecimiento (PAC), con luces y fuegos de artificio, como si en ese plano fuera capaz de hacer entrar al país en un ciclo de crecimiento económico. Vale recordar que nuestro país ha tenido uno de los más bajos índices de crecimiento de toda América latina en los últimos años. En realidad, el PAC no trae ninguna novedad en relación a su primer mandato: ganancia para la gran burguesía y miseria para los trabajadores en general y para los públicos en especial, que con el PAC tendrán un congelamiento salarial por 10 años.

Con la mentira de hacer crecer el país, el gobierno de Lula está preparando una fuerte oleada de privatizaciones vía las Sociedades Público-Privadas.

Lula, a través del PAC, anuncia una gigantesca inversión en infraestructura que posibilitaría aumentar las exportaciones, garantizando exención de impuestos a las empresas de sectores como maquinarias, construcción civil y equipamientos, lo que significa millones de reales por año que podrían ser invertidos en salud y educación, por ejemplo. O sea, el PAC se propone eliminar los “cuellos de botella” de la estructura del transporte y disminuir el costo de producción de los empresarios.

Como en otras ocasiones, Lula actúa con la lógica burguesa y al servicio del gran capital: aumentar el crecimiento de la economía apoyando a las empresas y sus patrones en detrimento de los trabajadores, exactamente como hizo Fernando Henrique Cardoso en sus ocho años de gobierno.

Esta política tiene dos problemas centrales. Primero, que el crecimiento de la economía, si ocurriera, no significa de ninguna forma mejoría de las condiciones de vida de los trabajadores y del empleo, ya que la ociosidad productiva en la industria es significativa. En segundo lugar, como ha quedado demostrado con las diversas tentativas de crecimiento vía la iniciativa privada, en los últimos 20 años el crecimiento de la economía ha sido irrisorio.

Si para la burguesía el PAC es generoso, para los trabajadores representa un ataque más del gobierno de Lula y de los patrones. Si el gobierno va a “meter mano” a los impuestos de las empresas está claro que va a compensar aún más con el ataque al ingreso de los trabajadores públicos y los jubilados/pensionados. Según el PAC, entre 2008 y 2023, el reajuste del salario mínimo será realizado en base al crecimiento del PBI más la inflación del año.

O sea, en el 2008 el reajuste del salario mínimo sería menos del 3%. Utilizando esa regla, al final de estos quince años, el mínimo sería en verdad un salario totalmente insuficiente, empeorando mucho una situación que ya es terrible.

Para los trabajadores del servicio público la situación no es mejor. El PAC propone que los reajustes salariales no superen el 1,5% descontada la inflación.

Si fuese verdad que el congelamiento salarial lleva al crecimiento de la economía, habríamos tenido un crecimiento vertiginoso durante los años 90, ya que la clase trabajadora sufrió un brutal deterioro salarial durante ese período. La realidad muestra lo contrario, que el aumento vertiginoso fue de las ganancias de las empresas, en cuanto que los propios economistas burgueses califican a la década del 90 como la “década perdida”.