Brasil bajo Lula

 

¿Lula presidente?

Las contradicciones en el gigante de América Latina

Socialismo o Barbarie, periódico, 10 de octubre de 2002

Con el 46,44% en la primera vuelta, es muy probable que Lula finalmente triunfe en la segunda, que se realizará el 26 de este mes. Es un acontecimiento que ha atraído el interés de los pueblos latinoamericanos y de otros continentes.

En primer lugar, confirma que el Cono Sur y toda América del Sur vive de conjunto un apasionante proceso, en el que se combinan varios elementos: los desastres económico-sociales provocados por el capitalismo globalizado y la redoblada colonización imperialista, la conciencia en las masas del carácter destructivo de las reformas neoliberales que los implementaron, el desarrollo de grandes luchas y movimientos sociales que los enfrentan y, por último, la crisis de los partidos e instituciones políticas responsables de tanta calamidad.

Pero los trabajadores y los pueblos no sólo rechazan a los que consideran culpables de la explosión de miseria y desigualdad social, sino que buscan alternativas. En Brasil, Lula y el PT son vistos como la opción para un cambio a su favor... Su triunfo sería estimado como propio.

Sin embargo, la importancia de la probable victoria de Lula no se limita a eso. Al mismo tiempo, si llegase al gobierno, Brasil sería el “banco de pruebas” de una concepción política de alcances mundiales. Es la concepción predominante entre los organizadores del Foro Social Mundial, que no por casualidad se reunió en una ciudad brasileña, Porto Alegre. En Argentina, este pensamiento político está representado por las direcciones de la CTA y del Frenapo.

“Otro mundo es posible” es el lema del Foro... En eso estamos de acuerdo, pero luego comienzan las diferencias. “Otro mundo es posible... dentro del capitalismo”, sostienen ellos... “Otro mundo es posible... sólo con el socialismo, destruyendo al capitalismo”, decimos nosotros.

La presidencia de Lula va a ser un test de alcances mundiales para verificar esa concepción de reforma del capitalismo. Hoy sigue siendo ampliamente mayoritaria en el mundo... aunque al mismo tiempo vamos creciendo los que replanteamos la opción anticapitalista y socialista.

El capitalismo es cada vez más insoportable y destructivo y genera un creciente rechazo... pero no se ve en la misma medida la alternativa de otra sociedad, el socialismo. Sobre eso también actúan los cantos de sirena de diversos aparatos, como aquí la CTA y allá el PT, que dicen: “seamos realistas, lo único posible es otro capitalismo”.

Algo para recordar...

Veinte años atrás se dio una experiencia que también tuvo dimensiones mundiales. Fue la de Chile, con el intento del “socialismo por vía pacífica”, que acabó en una derrota sangrienta el 11 de septiembre de 1973. Hay semejanzas, pero también grandes diferencias.

Se parecen en lo que ya advertimos: ambos son experimentos de alcances mundiales. Se ponen a prueba concepciones que pretenden responder no sólo a los problemas particulares de un país, sino de todo el planeta, y en especial de los países del tercer mundo y de las masas trabajadoras en la miseria.

Chile fue el gran ensayo (y fracaso) de una antigua concepción reformista. Sin revolución ni violencia, se iba a pasar del capitalismo al socialismo por “vía pacífica” y evolutiva. No había necesidad de derrocar con la movilización revolucionaria de las masas al viejo Estado de los patrones nacionales y del imperialismo, ni de derrotar a su aparato represivo. Después de ganar las elecciones, el gobierno “socialista” iría tomando medidas graduales (una nacionalización hoy, otra el año que viene, etc.) y así poco a poco se liberaría del dominio del imperialismo y también tendría lugar la transición del capitalismo al socialismo.

En Brasil se va ensayar una concepción distinta, que hemos llamado “neoreformista”. Como señalamos, ella dice otra cosa: que no es posible ir más allá del capitalismo, pero éste podría ser mejorado. El capitalismo neoliberal, centrado en la especulación financiera, sería substituido por un capitalismo “productivo” —con una nueva industrialización— que beneficiaría a empresarios y trabajadores, unidos por un “nuevo contrato social”.

La lámpara de Aladino capaz de lograr estas transformaciones es la democracia, que debe perfeccionarse. De democracia meramente representativa debe transformarse en democracia participativa, cuya experiencia más avanzada sería la ya aludida de Porto Alegre. Así el capitalismo “salvaje” de Brasil (que tiene el récord mundial de desigualdad social) podría ser humanizado.

Bajando de las nubes a la realidad

En Chile, la “vía pacífica” del viejo reformismo no llevó al socialismo sino a la dictadura de Pinochet. En Brasil, si las masas no tallan fuerte, el nuevo reformismo no va a conducir a ningún capitalismo humanizado, sino a un empeoramiento del existente, al compás de una crisis económica mundial que exige redoblar la explotación de los trabajadores y avanzar en la colonización de América Latina.

Algo está quedando claro aun antes de asumir Lula: que la dura realidad del único capitalismo posible —el que hoy existe en Brasil y en el mundo, el capitalismo imperialista globalizado— ya se impone frente a la nube de promesas electorales del PT.

Veamos algunos numeritos. Emulando a Menem, en los años de Cardoso la deuda brasileña más que se duplicó. Menor al 30% del PBI (Producto Bruto Interno) en 1993, alcanza ahora el 60%. La situación es más grave de lo que indican esas cifras, porque el “servicio” de la deuda aumentó aún más por el crecimiento del llamado “riesgo país”. ¡Aquí ya vimos esa película!

El “riego país” es la sobretasa que debe pagar Brasil para refinanciar su deuda, dada la “desconfianza” de los “mercados” (léase, de los usureros) en su capacidad de pago. El martes 8, el banco JP Morgan la fijó en 2.064 puntos. Esto implica que los intereses de la deuda soberana de Brasil se calculan agregando una “sobretasa” del 20,64% sobre la tasa “normal” de EE.UU. ¿Con semejantes intereses, de casi un 23% anual, cómo va a ser posible renovar vencimientos? Distintas fuentes dan cifras diferentes, según se calcule la deuda interna. Pero, previsiblemente, en el 2003 Brasil necesitaría refinanciar en el exterior unos 45.000 millones además de los 74.000 de deuda interna renovable anualmente...

Ahora bien, la balanza comercial de Brasil sólo da unos 10.000 millones de superávit y la cuenta corriente viene soportando un déficit anual de alrededor de 23.000 millones. Es que no hay (ni va a haber) ingresos significativos de capitales. Por el contrario, hay egresos, como las remesas al exterior de las ganancias de las empresas extranjeras, principalmente de las privatizaciones parasitarias de los servicios públicos. (Datos: CEPAL, Situación económica de América Latina – Brasil, agosto ´2002, y CEPAL, Panorama de la inserción internacional de América Latina, marzo 2002)

Cardoso hizo frente a este desastre como de costumbre, con impuestazos y ajustes. Contuvo los gastos (salud, jubilaciones, educación, etc.) y llevó la presión fiscal del 25% al 33,1% del PBI. (CEPAL, cit.) Con eso logró una hazaña: un superávit primario (es decir, antes de los pagos de la deuda) del 3,7% del presupuesto. Pero, como siempre, el capitalismo imperialista “le corrió el arco”. ¡Ahora el vertiginoso aumento de los intereses exige un superávit muchísimo mayor!

Ya todo hubiera estallado meses atrás, de no mediar la intervención de EE.UU. y el FMI, con una “ayuda” de 30.000 millones. Estaba condicionada a que Lula asumiese el compromiso de someterse a los dictados del Fondo. Y Lula firmó sin vacilar.

Hasta las menores promesas hechas en su campaña electoral (como por ejemplo el mejoramiento el salario mínimo) son absolutamente incompatibles con esos compromisos. Y ni hablar de la solución de dificultades mayores, como el récord histórico de desempleo que hoy tiene Brasil.

Lula difundió un frondoso “Programa de Governo”, que recuerda al de la Alianza en el 99. Son 73 páginas donde se resuelven todos los problemas del pueblo brasileño, desde el salario y el empleo hasta la reforma agraria y las favelas. Lástima que el programa no explica cómo va a hacer todo eso, si debe cumplir al mismo tiempo los compromisos que ha firmado con el FMI. Son medidas que van en sentido opuesto.

Y no se trata sólo de compromisos con EE.UU. y el Fondo, sino también con el gran capital, cuyo símbolo es su compañero de fórmula, José Alencar, el mayor empresario textil del país... y jefe del Partido Liberal. ¡Es la reducción al absurdo del “neoreformismo”: para combatir al neoliberalismo... alianza con Partido Liberal!

El curso a la derecha de Lula y el PT se ha profundizado cada vez más. Un detalle significativo fue la ruptura del PT con el Plebiscito anti-ALCA y contra el intento de establecer una base militar yanqui. Fue una importante acción de agitación y propaganda antiimperialista, impulsada por el MST (Movimiento de los Sin Tierra), sectores de la Iglesia y organizaciones de izquierda, como el PSTU. Pero el gran impacto de esa campaña molestaba a Lula, preocupado por quedar bien con Washington.

La clave de todo: ¿qué van a hacer las masas?

Aunque un buen número de empresarios se ha ido acercando a Lula, es evidente que la mayoría preferiría a José Serra, continuador del actual presidente Cardoso.

La revista inglesa The Economist (3/10/02) explica el porqué de esto: “El temor de los inversores no es que Lula vaya a rasgar su ropaje moderado y reaparezca el viejo y furibundo socialista... El temor es que pueda ser incapaz de aplicar las duras medidas necesarias para estabilizar el pago de la deuda: imponer un ajuste fiscal mucho mayor, disponiendo reformas difíciles, como la de bajar los salarios y las jubilaciones de los que votaron por él”. En última instancia, el problema no es Lula sino las masas “que votaron por él”.

El corresponsal de La Nación de Buenos Aires lo analiza en los mismos términos: “O Lula respeta sus promesas... lo que desembocaría en una moratoria [de la deuda]; o no respeta sus promesas, realiza un ajuste profundo y se produce una frustración social de costo político inimaginable... porque Brasil ya vive una situación social explosiva...” (La Nación, 29/09/02)

El terror de “los inversores” son las masas trabajadoras y populares que votan por Lula. Y tienen razón. Millones de trabajadores van a pensar que así han llegado al gobierno. Es un espejismo peligroso, ya que este tipo de gobiernos trata de utilizarlo para desmovilizar. Sin embargo, al mismo tiempo, esa creencia puede producir resultados opuestos: que las masas se sientan victoriosas, pasen a exigir lo prometido y actúen en consecuencia...

Los “sin tierra” pueden pensar que hay mejores condiciones para ocupar latifundios y que no los van a reprimir; los trabajadores pueden salir a exigir el pregonado aumento del salario mínimo mientras Lula estará pensando cómo recortar sus sueldos; los desocupados precisamente por creer en Lula pueden reclamarle los puestos que tanto prometió...

El test mundial del “reformismo” puede comenzar, entonces, en las condiciones de “una situación social explosiva”.

Roberto Ramírez


Recuadro

Zé María y la campaña del PSTU

380.000 votos para una candidatura independiente y de clase

El PSTU (Partido Socialista de los Trabajadores Unificado) presentó la candidatura del dirigente metalúrgico Zé Maria de Almeida, como alternativa frente a los candidatos de la derecha y del PT.

Al salir en campaña mucho antes de las elecciones, el PSTU planteó que “luchamos contra este gobierno, que está al servicio de la aplicación de los planes del FMI... No existe posibilidad de resolver ninguno de nuestros problemas sin cambiar la política económica... sin derribar a este gobierno... No queremos esperar el calendario electoral... Queremos derribarlo con grandes movilizaciones de masas... La dirección del PT sólo quiere capitalizar electoralmente su desgaste, sin impulsar movilizaciones.”

En relación a las elecciones, el PSTU sostiene que “todas las instituciones del régimen están podridas. La «democracia» existente es la democracia de los ricos y poderosos, una dictadura sobre los trabajadores oprimidos.

“Por ese motivo, participamos de las elecciones, pero no engañamos a los trabajadores diciendo que ellas van a resolver los problemas del país. Las elecciones sirven a la clase dominante para desviar la insatisfacción de las masas al terreno electoral controlado por ella, para evitar sus luchas directas, huelgas y movilizaciones... Y después de las elecciones, sigue el día a día de la miseria y la desocupación...

“La dirección del PT hace parte de ese juego, adaptada al régimen. Todos envían un mensaje a las masas: «vótennos y sus problemas serán resueltos». O sea, no es necesario luchar, hacer huelgas ni derribar al gobierno”.

Un punto importante de la campaña ha sido el llamado a las fuerzas de izquierda dentro y fuera del PT, a constituir un nuevo partido de clase, socialista y revolucionario:

“Lula y la dirección del PT lamentablemente se negaron a hacer un Frente de Trabajadores. Optaron por alianzas con la burguesía y por un programa de rendición ante el FMI. Un gobierno así no va a cambiar la vida del pueblo. Por el contrario, teniendo como vice a un megaempresario billonario, estando aliado al Partido Liberal, comprometido con el pago de la deuda externa y con las negociaciones del ALCA, Lula va a gobernar contra los trabajadores y va a enfrentar las luchas y los movimientos sociales...

“El PT, como un instrumento de lucha de masas por un proyecto de ruptura con el capitalismo y el imperialismo, ya murió.

“A todos los compañeros luchadores, socialistas y combativos que hoy se sienten decepcionados y que ven tantos años de lucha tirados a la basura por la dirección del PT, queremos decirles que la lucha por el socialismo vale la pena y precisa de su combatividad. Es hora de unirnos los socialistas y construir un nuevo partido, que pueda ser una herramienta de lucha revolucionaria en nuestro país.

“No somos los únicos socialistas y revolucionarios que existen en Brasil. Por eso, no nos autoproclamarnos como esa alternativa. Si nos unimos los socialistas y luchadores en un nuevo partido, seremos todos juntos una alternativa revolucionaria mucho más fuerte.”

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