Brasil bajo Lula

 

Sobre la construcción de un nuevo partido
y la necesidad de iniciar su organización

Resolución de la Coordinación Nacional del MES - Movimento Esquerda Socialista, 27/10/03

El directorio Nacional del PT, que votará la expulsión de los llamados parlamentarios radicales, decidió postergar su reunión para los días 15 y 16 de noviembre. La postergación es para que la reunión del Directorio Nacional pueda votar también la expulsión de Heloísa Helena en la medida en que su voto en el Senado será contrario a la reforma de la previsión social.

Algunas corrientes de la denominada izquierdo petista presionan para que Heloísa se someta y vote como quiere el gobierno. Pero la luchadora de Alagoas no se dobla. Por eso mismo, Lula en persona ha declarado que participará en la reunión del Directorio Nacional para votar su expulsión. El jefe está dando la señal de que todos se deben exponer, de que es la hora de mostrar la cara y sancionar ejemplarmente. Esto sería el fin de la esperanza de los sectores que posan de izquierda, pero que se convirtieron en consejeros del rey y que quieren un castigo más blando para la senadora, aunque aceptan la expulsión de los diputados.

De nuestra parte no tenemos duda: la expulsión de cualquiera de los parlamentarios significa nuestra expulsión como corriente política. Por eso iniciamos un amplio debate sobre la necesidad de crear una nueva alternativa política. En este proceso, por medio de reuniones, plenarios, actos y charlas, hemos debatido con los militantes y luchadores sociales, con los intelectuales, los petistas fieles al programa original del PT, y con el propio PSTU, la necesidad de construir un nuevo partido. En general, lo que podemos percibir es que la necesidad de una alternativa es reivindicada por una franja cada vez mayor de la base histórica del PT y de la amplia vanguardia que está enfrentando las políticas del gobierno y del PT.

Así, en el próximo período, el desafío es comenzar a organizar esta voluntad colectiva. Para ello, es necesario buscar y construir los canales comunes entre los distintos sectores, sean las corrientes organizadas con sus representaciones en los movimientos sociales y en el parlamento, los militantes y cuadros políticos independientes, los intelectuales socialistas, los dirigentes sindicales en general y del funcionalismo público en particular. Tal desafío necesitará iniciar la construcción de coordinaciones en los estados, la realización de seminarios y reuniones nacionales con todas las fuerzas políticas y sociales que quieran construir esta nueva herramienta y a concretar iniciativas conjuntas, como fue el acto de Porto Alegre del 13 de septiembre.

Manos a la obra en esta construcción

Parte de esta organización común se dedicaría a las tareas referentes a la legalización de este proyecto, combatiendo las tentativas del gobierno y de la burguesía de limitar el espacio político legal de los socialistas, con el objetivo claro de marginar esta opción antagónica a los intereses de clase de los que siguen dominando el Brasil.

Aunque los desafíos de la ruptura ya están en el orden del día, tampoco puede perderse de vista de que la ruptura está lejos de haber concluido. Se trata de un proceso inacabado. Corrientes políticas petistas siguen sufriendo, en menor o mayor grado, los terremotos internos. Democracia Socialista, Fuerza Socialista, Articulación de Izquierda, todas, sin excepción, viven en clara lucha política con sectores de sus cuadros militantes para cambiar el curso que hasta ahora han tenido sus corrientes. Sus direcciones, sin embargo, están empeñadas en ofrecer una de dos: o venden ilusiones de que se puede disputar el partido para rescatarlo o inyectan dosis de desmoralización al afirmar que fuera del PT no hay nada que pueda hacerse.

De nuestra parte, repetimos con Marx: todo lo que es sólido se desmancha en el aire. En el próximo período, por tanto, además de la necesidad de organización de los que ya decidieron romper, es preciso acompañar las nuevas rupturas que vendrán. Así mismo, es imposible hacer previsiones en términos cuantitativos, pero es cierto que la calidad es evidente: militantes petistas independientes, cuadros políticos que rechazan someterse al nuevo PT, que no aceptan un lugar acomodado y privilegiado en la defensa del orden capitalista y que quieren seguir al lado de los trabajadores.

Actualmente, eso no es poca cosa

Sea como fuera, es obvia la responsabilidad de los pioneros. No podemos permanecer paralizados en una actitud de espera. La ruptura ya comenzó y su primera expresión de peso, desde el punto de vista político, encontró referencia en las decisiones de los llamados parlamentarios radicales. Su peso social alcanza a muchos sectores de las clases trabajadoras, pero su base de masas se encuentra en los empleados públicos. No es casual que decenas de dirigentes sindicales del Sindicato de los Profesores Universitarios (ANDES), del Sindicato de trabajadores de la Secretaría de Economía (UNAFISCO), de la Federación de los Trabajadores de las Universidades (FASUBRA), de la Federación Nacional de Servidores Públicos (FENASP), y de muchos sindicatos de trabajadores en educación de los estados, como el CPERS de Río Grande del Sur y APEOSP de San Pablo, estén a punto de convertirse también en dirigentes políticos, paso determinante para fortalecer la construcción de una alternativa política de los propios trabajadores.

Por ser, sin duda, la primera ruptura de importancia, de nuestras decisiones y trabajo para abrir caminos dependerá en mucho la capacidad de este nuevo proyecto para atraer a la juventud, a los militantes sociales, a los cuadros organizados de corrientes de la izquierda petista. Y todo ello dependerá, en suma, de nuestra capacidad para unir a los trabajadores más avanzados en un sólido partido anticapitalista y antiimperialista.

En eso estamos comprometidos. Tanto para organizar a los que ya rompieron con el PT, como para atraer a los que romperán. Es muy importante seguir sistematizando y debatiendo el tipo de partido que queremos. Ésa es la cuestión en la cual debemos poner nuestros esfuerzos, para adoptar una posición basada en la mayor reflexión posible. Dos temas son los más urgentes: las bases mínimas programáticas y los trazos fundamentales del régimen partidario.

Un programa anticapitalista y antiimperialista

Hemos manifestado abiertamente que el nuevo partido tiene que ser contra la colaboración de clases, ser anticapitalista, socialista, privilegiando la lucha directa, que llame de modo permanente la movilización y el enfrentamiento contra los poderosos y la burguesía. Las bases de nuestras propuestas programáticas están claramente expresadas en el “Manifiesto de Urgencia” firmado por más de 2 mil activistas, militantes e intelectuales de todo el país. Puede y debe haber muchas otras contribuciones. Entre todos debimos discutir el programa necesario.

Los puntos programáticos, en nuestra opinión, deben rescatar muchos puntos de los programas originales petistas y muchas de las banderas anticapitalistas y antiimperialistas que el PT hizo popular. Es una acumulación de conciencia aún preservada por parcelas de la clase trabajadora, a pesar de los esfuerzos de la cúpula petista para liquidarlos.

No se puede, sin embargo, subestimar los estragos provocados por la falsa conciencia. Los dirigentes oportunistas de la tutela petista trabajan todos los días a partir de sus posibilidades de manipulación hoy amplificadas por los mecanismos ofrecidos por la máquina del Estado burgués, que están hoy administrando para cortar las banderas petistas de combate de la memoria de los trabajadores. Mostrar la contradicción entre el que decían ayer sus líderes y el que dicen hoy es decisivo para encontrar y mantener la relación con estos sectores de masas.

Además de esta continuidad, un nuevo programa debe tener, lógicamente, importantes rupturas con el programa del PT. Debe definir, por ejemplo, una posición por la destrucción del Estado burgués en general y de sus fuerzas de represión en particular, y adoptar el criterio de la movilización de masas cómo único camino para ésta transformación radical de la sociedad. No puede, entonces, ser una reedición del PT, cuya formulación teórica si restringió a la idea de las reformas del Estado, de la cual esa práctica fue una estrategia electoral. Hay la necesidad de una superación, además, por qué un nuevo partido no se puede limitar a ser un partido de clase; debe ser también un partido anticapitalista, antiimperialista y socialista, asumiendo también una perspectiva internacionalista de apoyo y coordinación con las luchas y la organización de los trabajadores de otros países.

Un nuevo partido controlado por la base

Tenemos también asumido, con toda claridad --en particular en la carta del Río de Janeiro escrita por Luciana Genro, Babá y João Fuentes--, la necesidad de construir un partido democrático, en el que la base decida el programa, la política, y controle los dirigentes y las figuras públicas del partido. Para eso, en primer lugar, es preciso núcleos militantes y organismos de decisión soberanos a los cuales todos deben estar sometidos. La formación de núcleos no responde apenas a la una necesidad democrática. Es determinante también, para que el nuevo partido tenga un claro sentido de lucha. Para que pueda discutir y planear su intervención políticas en las escuelas, locales de trabajo, en las categorías profesionales.

A diferencia del PT, en el cual los núcleos eran opcionales y tuvieron sus reuniones espaciadas hace muchos años (desde la mitad de la década de ochenta, los núcleos no tienen rigurosamente ninguna importancia en el PT), la participación en reuniones de núcleos o en alguna instancia partidaria permanente debe ser criterio de militante del nuevo partido.

Sobre el derecho de tendencia y la necesidad de la confluencia de los socialistas

El derecho de tendencia es parte fundamental de la democracia partidaria, complementaria a la organización de los núcleos y a la existencia de Congresos periódicos. La experiencia ha demostrado que la ausencia del derecho de tendencia pleno ha sido uno de los factores que conducen a las divisiones de los partidos revolucionarios. No se trata de defender que las tendencias son una maravilla, ni decir que todos deben preservarlas. En tesis, las tendencias no son buenas, ni malas. Depende siempre de la lucha de clases, de la situación del partido, de su evolución y desarrollo interno. Depende también de las tendencias. Lo que no se puede hacer es administrativamente prohibir su existencia.

Tal derecho garantizado es aún más importante en este período de transición, en el cual números sectores políticos y sociales comienzan a confluir después del fracaso de un proyecto iniciado hace más de 20 años, y en donde hay una evidente presión en el sentido del escepticismo y la fragmentación.

Para contrapesar estas presiones, necesitamos de un nuevo partido anticapitalista, cuyas esperanzas se construyan en el llamado a los trabajadores a confiar solo en sus propias fuerzas, en la fuerza de su lucha y en la organización independiente. Un partido que tenga como principio la libertad de discusión y la unidad en la acción. Construir esta estrategia, encontrar un canal común para ésta diversidad de sujetos políticos actualmente separados, requiere la construcción de un programa común y un funcionamiento cuyas garantías democráticas sean amplias, lo suficiente para que el tiempo y la intervención en la lucha de clases contribuyan a la construcción de las relaciones de la confianza necesaria para que la unidad de acción sea garantizada, sin por eso decretar administrativamente la prohibición de la existencia de tendencias distintas que convivan en el mismo marco partidario.

Comenzar el trabajo común

Para avanzar en la construcción de una alternativa política en este nuevo ciclo de la lucha de clases abierto en la historia del país debemos comenzar desde ahora nuestra organización. Los puntos presentados en esta resolución nos parecen fundamentales para diseñar el proyecto del nuevo partido. Son propuestas que expresan una elaboración hecha colectivamente por la experiencia de la militancia de nuestra corriente.

Algunos de los puntos son para nosotros condiciones indispensables, prerrequisitos para la unidad, por ejemplo, la naturaleza anticapitalista del programa y la naturaleza pluralista en el funcionamiento del nuevo partido, que se materializa, entre otros temas, en el derecho a la existencia de tendencias, no sólo durante los períodos previos a Congreso. El debate está abierto y entre todos debemos encararlo con un sentido de construcción. Confiamos en que el resultado de la elaboración colectiva de todos los dispuestos a construir un nuevo partido anticapitalista y democrático es el mejor camino para avanzar.

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