Economía
mundial

 

El mercado global de petróleo, camino a una
nueva era de conflicto y escasez

Por Bhushan Bahree, en Riad, y Chip Cummins, en Praga
The Wall Street Journal, 14/06/06

La crisis petrolera actual es algo más que sobresaltos de oferta y demanda. Lo que también está irritando al mundo de la energía es un cambio en el equilibrio de poderes entre el Occidente sediento de crudo y los países productores.

Desde la Segunda Guerra Mundial, los países industrializados ha contado con fuentes de energía estables y confiables para alimentar su crecimiento económico. Estados Unidos, Europa y Japón necesitaban más petróleo del que podían producir. Los países en desarrollo, en cambio, tenían reservas más que suficientes para su consumo interno, pero carecían de mercados alternativos para la producción excedente. Entonces los países ricos explotaron los recursos baratos de sus colegas pobres.

Esta dependencia mutua se está deshaciendo y un nuevo orden está tomando forma, cambiando las condiciones para EEUU y los países consumidores. Los productores han llegado a la conclusión de que ahora tienen más poder que nunca para negociar con sus clientes. Hay dos fuerzas detrás de este cambio. Por un lado, la acelerada industrialización de India y China presiona fuertemente sobre la demanda, y seguirá haciéndolo durante décadas. Por otro, los principales productores están siendo más cautelosos con sus recursos.

Arabia Saudita y otros países con reservas de crudo han rechazado hacer las inversiones que los países occidentales creen que son necesarias para cubrir la demanda en las próximas décadas, aunque planean expandir su producción en el mediano plazo. Además, estos países están usando más de su propio petróleo para abastecer la creciente demanda de sus mercados domésticos, impulsados en parte por nuevas industrias que en otras épocas sólo existían en el mundo desarrollado.

"La idea es usar la ventaja de la disponibilidad de energía y construir industrias con esa base", dijo el ministro de Petróleo de Arabia Saudita, Alí Naimi, en una entrevista reciente. "Cualquier industria que requiera un uso intensivo de energía será bienvenida en Arabia Saudita."

Además, países petroleros desde Irán a Ecuador están usando su papel de proveedores de energía como una arma en disputas diplomáticas, incluyendo la anulación de contratos con compañías extranjeras.

Los principales países importadores están teniendo dificultades para adaptarse. La seguridad energética se ha convertido en una preocupación central en la política exterior de Washington y Pekín, entre otros. El mes pasado, un subcomité del Congreso de Estados Unidos organizó audiencias públicas sobre cómo negociar con países que usan el crudo como arma. Jaap de Hoop Scheffer, secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), declaró en mayo que la alianza consideraría el uso de la fuerza si las líneas de abastecimiento eran amenazadas.

"En lo que se refiere al gas y el petróleo, creo que la OTAN podría jugar un papel en la defensa de las vías marítimas", dijo De Hoop Scheffer ante el Parlamento Europeo.

Las grandes petroleras occidentales también están sufriendo para adaptarse. El 90% de las reservas no explotadas está en manos de gobiernos o de compañías estatales, mucho más que hace treinta años. No parece que el planeta esté quedándose sin crudo, pero algunos expertos sí ven a las grandes petroleras quedándose sin crudo fácil de extraer.

Royal Dutch Shell PLC y Exxon Mobil Corp. están apostando fuertemente por los combustibles líquidos derivados del gas natural. Shell y la francesa Total SA están obteniendo combustible de arenas alquitranadas en Canadá. La italiana ENI SpA pagó recientemente US$ 900 millones por los derechos de explotación frente a las costas de Angola.

La Agencia Internacional de Energía (AIE) predice que la demanda de crudo subirá 37% de ahora a 2030, pero algunos países productores no querrán o no podrán satisfacer estas proyecciones.

Otros están usando sus recursos de forma más beligerante. El mes pasado, Ecuador expulsó a la petrolera Occidental Petroleum Corp. por una disputa contractual. El presidente de Bolivia nacionalizó la industria del gas natural, mandó tropas a 53 campos y ordenó a las compañías extranjeras renegociar sus contratos. En abril, Venezuela retomó el control de pozos explotados por Total y ENI. El nuevo panorama de la oferta y la demanda ha dejado a Occidente más vulnerable: la AIE calcula que sus 26 países miembros necesitarán importar el 85% de su consumo de petróleo en 2030, frente al 63% actual.

Todo esto ha llevado a repensar las estrategias militar y diplomática de EEUU y Europa. Durante 50 años, la fórmula de la seguridad energética había sido simple: protejamos las vías de suministro desde Medio Oriente y el mundo industrializado estará seguro. El presidente de EEUU Jimmy Carter resumió este pensamiento en 1980 en la llamada Doctrina Carter, que declaraba al petróleo del Golfo Pérsico de interés nacional y autorizaba a usar el poder militar para defender la región de cualquier ataque.

Medio Oriente, sin embargo, ya no puede absorber los shocks de demanda como hacía antes. El año pasado, cuando el Huracán Katrina asoló las instalaciones petroleras estadounidenses del Golfo de México, Arabia Saudita estaba produciendo al tope de su capacidad. EEUU y sus aliados tuvieron que orquestar un plan de emergencia global para superar la escasez. Regiones fuera del Golfo Pérsico son capaces ahora de complementar el suministro de Occidente. Pero eso significa que EEUU y sus aliados deben construir alianzas y proteger rutas menores y lejanas en áreas como el Mar Caspio, la región andina y África Occidental.

Irán y Venezuela, sin embargo, han advertido que interrumpirán el suministro de petróleo si reciben amenazas de EEUU En enero, Rusia cerró los gasoductos que abastecen de gas natural a Ucrania, en una decisión que muchos interpretaron como una advertencia a Kiev.

Henry Groppe, fundador de una consultora de energía con sede en Houston, ha analizado a la industria durante medio siglo. Distingue tres etapas en la historia del petróleo. La primera fue el siglo de abundancia y control de EE.UU, que duró hasta los años 70, con un precio promedio de US$ 13 el barril. La segunda fue un período de transición y de creciente influencia de la OPEP: duró hasta 2004 y el precio promedio del barril fue US$ 36. La etapa actual, que lleva apenas dos años, es más convulsionada, con mayor potencial para sacudidas en el suministro. Los precios continuarán siendo volátiles, porque los consumidores competirán por un crudo cada vez más caro. "Hemos llegado a la era de la escasez y la discriminación por precio", asegura Groppe.


EEUU depende del crudo venezolano, dice un informe

Por David Luhnow
The Wall Street Journal, 14/06/06

Caracas. –Los altos precios del petróleo y la falta de nuevos suministro energéticos hacen que la economía de Estados Unidos sea más vulnerable que nunca ante interrupciones de suministro de crudo provenientes de Venezuela, asegura un informe realizado por la General Accountability Office (GAO), la agencia gubernamental encargada de fiscalizar el presupuesto de EEUU.

El informe busca medir el grado de vulnerabilidad de EEUU frente a interrupciones del suministro venezolano de corto y largo plazo. Por ejemplo, calcula que si la producción venezolana se detiene durante seis meses, el precio de crudo se elevaría en US$ 11 el barril en el corto plazo y le costaría a la economía estadounidense unos US$ 23.000 millones. Sin embargo, un escenario tan radical es improbable, ya que EEUU es el mayor comprador de petróleo venezolano. Además, los petrodólares representan la mitad de los ingresos del gobierno de Hugo Chávez.

Es posible que el informe contribuya a aumentar la preocupación que existe en Washington frente a la dependencia estadounidense de suministros extranjeros.

"En este contexto, Estados Unidos enfrenta desafíos en los años venideros que tal vez requieran decisiones difíciles respecto de fuentes energéticas, relaciones internacionales (...) y la cantidad de energía que utilizamos", concluye el informe.

Quizás el problema más grande que se resalta en el informe es el suministro de petróleo a largo plazo proveniente de Venezuela. Pese a contar con las reservas de petróleo más grandes fuera del Medio Oriente, la producción petrolera venezolana ha caído a cerca de 2,6 millones de barriles al día, comparado a un promedio de cerca de 3,1 millones de barriles en 2001, de acuerdo a cifras del gobierno de EEUU El gobierno venezolano rechaza esos números y asegura que la producción es más alta.

Mientras que las exportaciones venezolanas a EEUU se han mantenido estables durante los últimos años, una reducción en el suministro venezolano incrementaría la presión sobre los precios internacionales del crudo. "Las reducciones a largo plazo en la producción y exportación de crudo de Venezuela son una preocupación para la seguridad energética de EEUU, especialmente si se tienen en cuenta las condiciones restringidas de suministro y demanda actuales en los mercados mundiales de petróleo", enfatiza el informe.

El documento dice que es probable que la producción venezolana continúe cayendo, debido a que el país depende cada vez menos de las compañías extranjeras para impulsar la producción y cada vez más de la estatal Petróleos de Venezuela SA, la cual se ha politizado durante el gobierno de Chávez. PDVSA enfrenta una serie de problemas: debe manejar un portafolio de campos viejos y está gastando cada vez más de su presupuesto en programas sociales.