Estados Unidos

 

Bush: El discurso sobre el estado de la Unión 2005

Los Estados Unidos amenazan a Siria e Irán

Por Paul Labarique
Red Voltaire, París, 08/02/05

Cada discurso del presidente Bush aproxima más a los Estados Unidos al relato orweliano. El discurso sobre el estado de la Unión 2005 fue la ocasión de nuevas manifestaciones bélicas, de una reescritura de la Historia con gran escenificación melodramática. Como telón de fondo, el Sr. Bush anunció la aplicación en los Estados Unidos del modelo social de la ex junta chilena pinochetista, para luego amenazar a Siria y a Irán militarmente.

El presidente George W. Bush acaba de pronunciar dos importantes discursos con varios días de intervalo entre uno y otro. El primero fue el día de su toma de posesión el 20 de enero, y que le dio la oportunidad de fijar el rumbo para los próximos cuatro años. El segundo, el 2 de febrero, sobre el estado de la Unión, le permitió explicitar las acciones planificadas para 2005. Por supuesto que ambas intervenciones están dirigidas a los ciudadanos estadounidenses, pero han sido igualmente concebidas como mensajes del Imperio al resto del mundo.

El discurso de investidura se resumió a repetir la palabra «liberado» como un mantra y a erigir la doctrina Albright-Rice en sustituta del derecho internacional [1]. Ya no es necesario que los Estados Unidos sean atacados para que respondan, ni que se encuentren amenazados para que realicen una acción preventiva. A partir de ahora se abrogan el derecho de golpear a quienes entiendan en nombre de la defensa de la libertad y de la extensión de la democracia. Lejos de matizar estas amenazas, el discurso sobre el estado de la Unión permitió precisarlas.

Pasemos ante todo a las cuestiones de política interna, las cuales ocuparon la mitad del discurso. La más importante, la reforma de la jubilación (en inglés «Social Security»), influirá rápidamente sobre el resto del mundo de ser implementada, pues la privatización total diseñada liberará sumas considerables para inversiones bursátiles y contribuirá a fortalecer la volatilidad de los mercados. Es sobre todo la consecuencia de opciones ideológicas, y no económicas desde el punto de vista interno, con tendencia a ser extendida al resto del mundo.

Retomando y haciendo suyas las críticas del opositor demócrata Lyndon LaRouche, el New York Times señaló que el proyecto sólo ha sido implementado hasta ahora en un país: el Chile de Augusto Pinochet [2]. Esta reforma fue inspirada por José Piñera, actualmente investigador en el Cato Institute y ex ministro de Trabajo de la junta militar chilena entre 1978 y 1980.

Numerosos comentaristas han señalado que, contrariamente a las afirmaciones de la administración Bush, el sistema norteamericano de jubilación no está en peligro, que esta reforma no es necesaria, que en definitivas costará extremadamente cara al contribuyente y en la misma medida beneficiará a las compañías de seguro.

Por otra parte, había algo de irónico al oír al presidente Bush anunciar que confiaba a su esposa Laura la conducción de un conjunto de programas para ayudar a los jóvenes en situación de riesgo a no caer en la delincuencia, toda vez que su administración acaba de reducir en 40% los fondos en este campo.

Igualmente se sentía un profundo malestar al oírlo anunciar medidas favorables a los acusados a la pena de muerte para que tuvieran acceso a una defensa justa, mientras que se destacó por la cifra de ejecuciones capitales a las que procedió luego de atropellados procesos durante su mandato como gobernador de Texas.

En cuanto al discurso de 2005 sobre el estado de la Unión, el mismo brinda tres informaciones importantes en materia de política exterior acerca de Palestina, el «Gran Medio Oriente» y los próximos objetivos.

Primeramente George W. Bush confirmó que Washington pretende disminuir la intensidad del conflicto árabe-israelí a partir de sumas millonarias. Como lo hemos pronosticado desde hace más de seis meses en estas columnas, los Estados Unidos (ahora desplegados militarmente en la región) no dejarán que Israel siga haciendo lo que se le antoje, sino que le impondrán un mínimo de decencia.

Simultáneamente, esperan calmar a la resistencia palestina entregando a Mahmoud Abbas los medios financieros para gobernar que rechazaban a Yasser Arafat.

En segundo lugar el Sr. Bush relanzó su proyecto de remodelación del «Gran Medio Oriente», una zona geográficamente discontinua en la que Washington pretende imponer su ley mediante el «soft power» (es decir, por medios ajenos a la fuerza militar) [3]. Marruecos, Jordania, Bahrein y sobre todo Egipto obtuvieron buena puntación, mientras que Arabia Saudita era llamada al orden.

En tercer lugar el presidente designó por sus nombres a sus próximos blancos: Siria (y una parte del Líbano) [4], así como a Irán [5], Estados en los que pretende aplicar el «hard power» para integrarlos por la fuerza al «Gran Medio Oriente», aunque pareció vacilar en cuanto al orden de prioridad.

Recordó que el Congreso le había dado ya carta blanca para atacar a Siria, pero aseguró que Irán representaba un peligro quizás más importante al proseguir con su programa nuclear. La credibilidad de esta última imputación puede medirse recordando el discurso de 2003 sobre el estado de la Unión durante el cual aseguró que Irak había comprado uranio en África.

En cuanto a la forma, es conveniente citar los pronunciamientos del presidente Bush como conclusión a su discurso: «Como lo recordara un día Franklin Roosevelt a los norteamericanos, “cada era es un sueño que muere o un sueño que se realiza”. Vivimos en el país en que nacen los sueños más ambiciosos.

La abolición de la esclavitud sólo era un sueño... hasta el día en que se convirtió en realidad. La liberación de la Europa aplastada por el fascismo era un sueño... hasta el día en que se realizó. La caída del imperio comunista sólo era un sueño... hasta el día en que se produjo».

Como en el relato de Orwell, el dictador rescribe la Historia y aprendemos entonces que el movimiento abolicionista nació en los Estados Unidos, y que fue allí donde se concibió el sueño de derrotar al fascismo -cuando sólo entraron en la guerra a finales de 1942 ¡y la familia Bush continuó haciendo negocios con el Reich hasta el final de la misma! [6].

Ya habíamos podido oír al primer ministro Tony Blair afirmar, durante las celebraciones por el sexagésimo aniversario del desembarco en Normandía, que el Reino Unido había entrado en la guerra (en 1939) par detener la exterminación de los judíos por parte de los nazis (que sólo fue planificada en 1942 por la Conferencia de Wansee). La Coalición parece molesta con la Historia.

Otro elemento de su sección «Propaganda»: El Sr. Bush encontró un nuevo personaje para asustar a los niños y elevó así Abu Musab al Zarqawi al plano de sucesor de Bin Laden, de modo que fue para crear obstáculos al nuevo e incapturable enemigo público número uno que las fuerzas de la Coalición han matado a más de cien mil civiles que nada habían pedido.

Finalmente el servicio de comunicación de la Casa Blanca tuvo la feliz idea de organizar un «momento emotivo» como esos de la televisión de «prime time». Dos mujeres iraquíes se aproximaron haciendo con sus dedos la «V» de la victoria a modo de celebración por haber sido liberadas por los Estados Unidos, para luego abrazar a los padres del joven sargento Byron Norwood, caído en el campo de batalla a la edad de 25 años mientras llevaba la libertad a Irak.

No se explicó al público que Safia Taleb al-Suhail no es sólo la presidente del Iraqi Women’s Political Council (Consejo Político Femenino de Irak), sino también la vicepresidenta de la International Alliance for Justice, una coalición de asociaciones de defensa de los derechos humanos, organizada y financiada por George Soros durante el ataque a Kosovo y luego reactivada para justificar la invasión a Irak [7].

El presidente George W. Bush acaba de pronunciar dos importantes discursos con varios días de intervalo entre uno y otro. El primero fue el día de su toma de posesión el 20 de enero, y que le dio la oportunidad de fijar el rumbo para los próximos cuatro años. El segundo, el 2 de febrero, sobre el estado de la Unión, le permitió explicitar las acciones planificadas para 2005. Por supuesto que ambas intervenciones están dirigidas a los ciudadanos estadounidenses, pero han sido igualmente concebidas como mensajes del Imperio al resto del mundo.

El discurso de investidura se resumió a repetir la palabra «liberado» como un mantra y a erigir la doctrina Albright-Rice en sustituta del derecho internacional [1]. Ya no es necesario que los Estados Unidos sean atacados para que respondan, ni que se encuentren amenazados para que realicen una acción preventiva. A partir de ahora se abrogan el derecho de golpear a quienes entiendan en nombre de la defensa de la libertad y de la extensión de la democracia. Lejos de matizar estas amenazas, el discurso sobre el estado de la Unión permitió precisarlas.

Pasemos ante todo a las cuestiones de política interna, las cuales ocuparon la mitad del discurso. La más importante, la reforma de la jubilación (en inglés «Social Security»), influirá rápidamente sobre el resto del mundo de ser implementada, pues la privatización total diseñada liberará sumas considerables para inversiones bursátiles y contribuirá a fortalecer la volatilidad de los mercados. Es sobre todo la consecuencia de opciones ideológicas, y no económicas desde el punto de vista interno, con tendencia a ser extendida al resto del mundo.

Retomando y haciendo suyas las críticas del opositor demócrata Lyndon LaRouche, el New York Times señaló que el proyecto sólo ha sido implementado hasta ahora en un país: el Chile de Augusto Pinochet [2]. Esta reforma fue inspirada por José Piñera, actualmente investigador en el Cato Institute y ex ministro de Trabajo de la junta militar chilena entre 1978 y 1980.

Numerosos comentaristas han señalado que, contrariamente a las afirmaciones de la administración Bush, el sistema norteamericano de jubilación no está en peligro, que esta reforma no es necesaria, que en definitivas costará extremadamente cara al contribuyente y en la misma medida beneficiará a las compañías de seguro.

Por otra parte, había algo de irónico al oír al presidente Bush anunciar que confiaba a su esposa Laura la conducción de un conjunto de programas para ayudar a los jóvenes en situación de riesgo a no caer en la delincuencia, toda vez que su administración acaba de reducir en 40% los fondos en este campo.

Igualmente se sentía un profundo malestar al oírlo anunciar medidas favorables a los acusados a la pena de muerte para que tuvieran acceso a una defensa justa, mientras que se destacó por la cifra de ejecuciones capitales a las que procedió luego de atropellados procesos durante su mandato como gobernador de Texas.

En cuanto al discurso de 2005 sobre el estado de la Unión, el mismo brinda tres informaciones importantes en materia de política exterior acerca de Palestina, el «Gran Medio Oriente» y los próximos objetivos.

Primeramente George W. Bush confirmó que Washington pretende disminuir la intensidad del conflicto árabe-israelí a partir de sumas millonarias. Como lo hemos pronosticado desde hace más de seis meses en estas columnas, los Estados Unidos (ahora desplegados militarmente en la región) no dejarán que Israel siga haciendo lo que se le antoje, sino que le impondrán un mínimo de decencia.

Simultáneamente, esperan calmar a la resistencia palestina entregando a Mahmoud Abbas los medios financieros para gobernar que rechazaban a Yasser Arafat.

En segundo lugar el Sr. Bush relanzó su proyecto de remodelación del «Gran Medio Oriente», una zona geográficamente discontinua en la que Washington pretende imponer su ley mediante el «soft power» (es decir, por medios ajenos a la fuerza militar) [3]. Marruecos, Jordania, Bahrein y sobre todo Egipto obtuvieron buena puntación, mientras que Arabia Saudita era llamada al orden.

En tercer lugar el presidente designó por sus nombres a sus próximos blancos: Siria (y una parte del Líbano) [4], así como a Irán [5], Estados en los que pretende aplicar el «hard power» para integrarlos por la fuerza al «Gran Medio Oriente», aunque pareció vacilar en cuanto al orden de prioridad.

Recordó que el Congreso le había dado ya carta blanca para atacar a Siria, pero aseguró que Irán representaba un peligro quizás más importante al proseguir con su programa nuclear. La credibilidad de esta última imputación puede medirse recordando el discurso de 2003 sobre el estado de la Unión durante el cual aseguró que Irak había comprado uranio en África.

En cuanto a la forma, es conveniente citar los pronunciamientos del presidente Bush como conclusión a su discurso: «Como lo recordara un día Franklin Roosevelt a los norteamericanos, “cada era es un sueño que muere o un sueño que se realiza”. Vivimos en el país en que nacen los sueños más ambiciosos.

La abolición de la esclavitud sólo era un sueño... hasta el día en que se convirtió en realidad. La liberación de la Europa aplastada por el fascismo era un sueño... hasta el día en que se realizó. La caída del imperio comunista sólo era un sueño... hasta el día en que se produjo».

Como en el relato de Orwell, el dictador rescribe la Historia y aprendemos entonces que el movimiento abolicionista nació en los Estados Unidos, y que fue allí donde se concibió el sueño de derrotar al fascismo -cuando sólo entraron en la guerra a finales de 1942 ¡y la familia Bush continuó haciendo negocios con el Reich hasta el final de la misma! [6].

Ya habíamos podido oír al primer ministro Tony Blair afirmar, durante las celebraciones por el sexagésimo aniversario del desembarco en Normandía, que el Reino Unido había entrado en la guerra (en 1939) par detener la exterminación de los judíos por parte de los nazis (que sólo fue planificada en 1942 por la Conferencia de Wansee). La Coalición parece molesta con la Historia.

Otro elemento de su sección «Propaganda»: El Sr. Bush encontró un nuevo personaje para asustar a los niños y elevó así Abu Musab al Zarqawi al plano de sucesor de Bin Laden, de modo que fue para crear obstáculos al nuevo e incapturable enemigo público número uno que las fuerzas de la Coalición han matado a más de cien mil civiles que nada habían pedido.

Finalmente el servicio de comunicación de la Casa Blanca tuvo la feliz idea de organizar un «momento emotivo» como esos de la televisión de «prime time». Dos mujeres iraquíes se aproximaron haciendo con sus dedos la «V» de la victoria a modo de celebración por haber sido liberadas por los Estados Unidos, para luego abrazar a los padres del joven sargento Byron Norwood, caído en el campo de batalla a la edad de 25 años mientras llevaba la libertad a Irak.

No se explicó al público que Safia Taleb al-Suhail no es sólo la presidente del Iraqi Women’s Political Council (Consejo Político Femenino de Irak), sino también la vicepresidenta de la International Alliance for Justice, una coalición de asociaciones de defensa de los derechos humanos, organizada y financiada por George Soros durante el ataque a Kosovo y luego reactivada para justificar la invasión a Irak [7].

Los congresistas recibieron al Sr. Bush levantando su índice untado de tinta azul a imagen de los electores iraquíes que ejercieron su derecho cívico. Luego interrumpieron 80 veces el discurso presidencial mientras aplaudían de pie.


Notas:

[1] «La démocratie forcée», por Paul Labarique, Voltaire, 25 de enero de 2005.

[2] El New York Times retoma y se apropia palabra por palabra de los pasajes del libelo de Lyndon LaRouche, Bush’s Social Security Privatization-Foot In the Door for Fascism, en un artículo de Larry Rohter publicado en primera plana el 27 de enero de 2005 y titulado « Chile’s Retirees Find Shortfall In Private Plan».

[3] «Bush invente le Grand Moyen-Orient», par Thierry Meyssan, Voltaire, 22 de abril de 2004.

[4] «Siria: un objetivo militar imperialista», par Paul Labarique, Voltaire, 8 de febrero de 2005.

[5] «Las falaces razones para intervenir en Irán», Voltaire, 8 de febrero de 2005.

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