Estados Unidos

 

La alarmante relación de Bush con la prensa

Por Mario Diament
Corresponsal en EEUU de La Nación, Buenos Aires, 12/10/05

Miami.- La curva de la alarmante relación de la administración Bush con la prensa, que en las últimas semanas alcanzó el nivel de bochorno cuando trascendió que por lo menos tres periodistas habían recibido dinero para promover programas del gobierno, registró esta semana un nuevo bajón cuando se descubrió que la Casa Blanca había otorgado credenciales de prensa a un individuo que no sólo carecía de antecedentes como periodista, sino que utilizaba además un nombre falso.

Desde hace dos años, Jeff Gannon era una cara conocida entre los periodistas que cubren la Casa Blanca en Washington. Representaba a un sitio noticioso de Internet llamado TalonNews.com y tenía por costumbre hacerle preguntas al Presidente o al vocero presidencial que, llamativamente, resultaban tan oportunas como convenientes.

Durante la última conferencia de prensa de George W. Bush, por ejemplo, Gannon deslizó en su pregunta la aserción de que los demócratas estaban "divorciados de la realidad", una técnica que ya había utilizado durante la campaña electoral, cuando afirmó que el candidato demócrata John Kerry había compartido el podio con Jane Fonda durante las manifestaciones contra la Guerra de Vietnam y preguntó retóricamente cómo alguien con esos antecedentes podía atreverse a cuestionar el servicio militar de Bush.

Todo lo cual llamó la atención de otro periodista, David Brock, un hombre ducho en el negocio de compra y venta de periodistas, dado que algunos años antes él mismo había militado en ese bando.

Asuntos mediáticos

Brock fue el periodista investigativo contratado por grupos conservadores para desprestigiar a Anita Hill, durante los procedimientos de 1991, donde ésta acusó al candidato a la Corte Suprema Clarence Thomas de acoso sexual, y más tarde para denunciar que el ex presidente Bill Clinton, en la época en que era gobernador de Arkansas, había utilizado los servicios de un policía para que le proveyera mujeres durante su campaña.

Pero a fines de los 90, Brock hizo un mea culpa: admitió que las fuentes de sus artículos eran dudosas, reveló quiénes le habían pagado para que escribiera como lo hizo y se pasó al bando opuesto. Hoy dirige un sitio llamado Media Matters (Asuntos mediáticos), que lanzó con la financiación de donantes de centroizquierda, interesados en exponer las campañas de desinformación de la prensa conservadora.

Fue este sitio el que comenzó a investigar a Gannon.

Por lo pronto, Brock estableció que el nombre del presunto periodista no era Jeff Gannon, sino James Guckert y que el sitio para el que trabajaba, TalonNews.com, pertenecía a un activista republicano llamado Roger Eberle, quien también controla un sitio llamado GOPUSA.com, cuyo propósito declarado es "llevar el mensaje conservador a América".

Entre otros pecadillos, Guckert aparecía también, con su nombre real, como frecuente visitante de sitios pornográficos en la Red.

Las revelaciones provocaron, como es dable imaginar, un considerable revuelo. La Casa Blanca salió a desmentir, por boca de su vocero, Scott McClellan, que Gannon-Guckert hubiera sido parte de una campaña clandestina de propaganda, pero esto no alcanzó a responder la pregunta de cómo era posible que alguien sin antecedentes profesionales y bajo un nombre falso pudiera haberse acreditado en un lugar tan rigurosamente vigilado como la sala de periodistas de la Casa Blanca.

Relaciones peligrosas

Ante la avalancha de evidencias, TalonNews anunció que había resuelto cancelar los servicios de Gannon-Guckert y algunos miembros del Congreso salieron a pedir una investigación.

Pero el escándalo, sumado a las recientes revelaciones de que los periodistas Maggie Gallagher, Michael McManus y Armstrong Williams habían recibido variadas sumas de dinero (que en el caso de Williams llegó a los 240.000 dólares) para publicitar programas del gobierno, está desnudando los extremos a los que los funcionarios de la administración Bush están dispuestos a llegar, para conseguir que la prensa promueva la agenda política del gobierno.

Resulta paradójico que un presidente que en su último discurso sobre el Estado de la Unión utilizó la palabra "libertad" en 21 ocasiones tenga tan poca fe en la función de la prensa.

Bush, quien admite que no lee los diarios, concedió en su primer período de gobierno menos conferencias de prensa que cualquier otro presidente desde William Taft, quien había gobernado 100 años antes. Su administración batió también el récord en dinero pagado a agencias de relaciones públicas: 88 millones de dólares en el último año, comparados con los 37 millones que gastó Clinton en el suyo.

Pero si el gobierno no ha tenido reparos en tratar de impulsar su agenda a cualquier precio, algunos miembros de la prensa, como ya lo advirtió Sor Juana Inés de la Cruz al examinar otra profesión peligrosamente similar, no han sido refractarios a la tentación.

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