Estados Unidos

 

Desde Washington, un devastador huracán

Bush pugna por recuperar el liderazgo

La comisión que investigó el 11–S denuncia que se ha caído en errores parecidos a los de entonces

Por Eusebio Val
Corresponsal en EEUU
La Vanguardia, 12/09/05

El presidente, con su popularidad en mínimos, regresó ayer a la zona destruida por el Katrina. Las críticas arrecian desde todas direcciones, incluidos quienes investigaron el 11–S y han detectado los mismos fallos.

George W. Bush volvió a recurrir ayer al avión Air Force One para tratar de frenar la peor caída de apoyo popular desde que ocupa la Casa Blanca. El presidente viajó por tercera vez a la zona devastada por el huracán Katrina para aparecer al mando de la situación, demostrar que le preocupa el sufrimiento de los afectados y contener así la marea de descontento hacia su Gobierno. Bush tenía previsto hacer parada en Nueva Orleans (Luisiana), pasar la noche en la zona y visitar hoy la costa de Mississippi.

Si hace cuatro años, después de los ataques del 11–S, el presidente se puso al frente de una erupción de patriotismo y llegó a disfrutar de un índice de aprobación del 90%, las aguas desbordadas del huracán han dejado muy malparada la confianza de la gente en las autoridades, con Bush en primer lugar. Según la encuesta que publica la última edición del semanario Newsweek,sólo el 38% de los estadounidenses apoya la gestión de su presidente. Otros sondeos van en la misma línea y sitúan su popularidad en torno al 40%, un nivel muy preocupante. En el estudio de Newsweek,el 57% de las personas interrogadas admite que ha perdido su confianza en la capacidad del Gobierno para responder a una gran crisis humana o de seguridad.

Aunque estas cifras deban acogerse con cierta cautela, pues la gente entrevistada actúa influida por la avalancha de mensajes negativos en los medios y las opiniones son volátiles, es evidente que denotan un estado de ánimo. La autoridad política del presidente para sacar adelante iniciativas legislativas aún pendientes en los más de tres años de mandato que le quedan se verá muy menoscabada si no supera este profundo bache en su trayectoria.

La actuación gubernamental fue duramente atacada ayer por los dos copresidentes de la comisión que investigó el 11–S, Thomas Kean y Lee Hamilton. Entrevistados por la cadena CNN, ambos denunciaron que se había caído en errores parecidos a los del 11 de septiembre, a pesar de todas las reformas e inversiones realizadas. El peor fallo fue la falta de un mando unificado para dirigir las operaciones de rescate y evacuación en los primeros días tras el huracán. Otro error imperdonable fueron las dificultades de comunicación entre las diversas instancias encargadas de responder a la emergencia debido al colapso de los teléfonos y la falta de un instrumento común fiable. Hamilton aventuró que, en un posible ataque de naturaleza biológica o nuclear contra una gran ciudad estadounidense, se produciría el caos.

Según una información publicada en portada por The Washington Post,la capital federal no está bien preparada para una emergencia de origen terrorista. Ha habido muchos simulacros, acopio de material y planes de contingencia para diversas situaciones posibles, pero no parece estar muy claro a priori qué instancia tendría la última palabra para coordinar la respuesta. No existe tampoco un sistema público de información adecuado para comunicarse con los ciudadanos y ordenar una evacuación.

En Nueva Orleans, mientras, avanzan los trabajos de limpieza de basuras y escombros, al tiempo que se acelera el bombeo del agua acumulada, aunque estas labores pueden prolongarse durante un mes más. El teniente general Russell Honore estimó que, a la vista de cómo va la recuperación de cadáveres y lo que los equipos de rescate están encontrando, el número muertos en la ciudad será "muchísimo inferior" a los 10.000 que manejó el alcalde, Ray Nagin. La cifra hasta ayer se aproximaba al medio millar de víctimas mortales, 197 en Luisiana, 211 en Mississippi, 14 en Florida y dos en Alabama.

La Cruz Roja de Estados Unidos ha lanzado una campaña de reclutamiento de 40.000 voluntarios para atender las necesidades derivadas del desastre del Katrina.La organización humanitaria ha recaudado casi 600 millones de dólares en donativos para financiar las operaciones de socorro tras el huracán.

Escarmentados por lo ocurrido con el Katrina,se hacía ayer un seguimiento minuto al minuto de la evolución del huracán Ofelia,que permanecía estacionario en el Atlántico, frente a la costa de las dos Carolinas. El huracán ha ido oscilando de potencia durante los últimos días, pasando alternativamente de la categoría de huracán a la de tormenta tropical y viceversa. No se cree que las condiciones favorezcan que acumule excesiva fuerza y ni tan siquiera se sabe si tocará tierra, pero, como medida preventiva, el gobernador de Carolina del Norte, Mike Easley, declaró el estado de emergencia en su estado. Ofelia es el séptimo huracán de la temporada en el Atlántico. La época de los huracanes empieza el 1 de junio y acaba el 30 de noviembre, aunque el pico de actividad suele producirse de finales de agosto a mediados de septiembre.

Por si los desastres naturales no bastaran, en una nueva cinta que se atribuye Al Qaeda y que fue entregada a la cadena ABC en Pakistán, un enmascarado que fue identificado como el ciudadano estadounidense Adam Gadahn – buscado por el FBI– lanza una amenaza directa contra Los Ángeles y Melbourne. "Ayer, Londres y Madrid. Mañana, Los Ángeles y Melbourne, si Dios quiere", dice el converso Gadahn, al tiempo que rechaza que se les exija "moderación" o compasión".


El 'Katrina' quiebra el espíritu del 11–S

El nuevo desastre provoca desunión política porque el enemigo no es exterior
En el cuarto aniversario del ataque de Al Qaeda, Bush apela a la unidad vivida a raíz del 11–S para superar la catástrofe del huracán

Por Eusebio Val
Corresponsal en EEUU
La Vanguardia, 11/09/05

Washington. A diferencia del 11–S, la crisis nacional desatada por el huracán Katrina no se ha vivido en Estados Unidos con espíritu de unidad política. No ha existido un enemigo exterior aglutinante que tapara las propias carencias, y se ha puesto en evidencia la vulnerabilidad ante otro posible ataque terrorista.

El huracán Katrina ha anegado Nueva Orleans, ha arrasado la costa de Mississippi y ha quebrado también algo más sutil, el formidable espíritu de unidad política nacional que se vivió en EE. UU. tras el último gran desastre nacional, el 11–S. En el cuarto aniversario de los atentados, que se celebra hoy, son palpables las diferencias. Entonces los líderes de los dos partidos y la opinión pública cerraron filas en torno al presidente Bush porque el país se enfrentaba a un enemigo exterior con rostro reconocible – Bin Laden y el extremismo islámico–; hoy el contrincante es la propia incompetencia y las carencias organizativas frente a una catástrofe natural que anunció su llegada con tiempo suficiente para reaccionar.

En la hora del recuerdo a quienes murieron en el World Trade Center, en el Pentágono y en el avión de United Airlines que se estrelló en un campo de Pennsylvania, muchos se preguntan si el país, pese a las carísimas inversiones realizadas, estaría en condiciones de afrontar otra emergencia de gran magnitud. La respuesta ante el huracán Katrina ha sido desalentadora. Esta vez, el patriotismo no ha servido para desactivar el enfrentamiento político ni para blindar a Bush.

"El problema es que los hechos tras el huracán han sacado a la luz que EE. UU. puede no estar adecuadamente preparado para otro ataque – señala a La Vanguardia Patrick Basham, analista del Cato Institute, un think tank liberal–. Me estoy refiriendo a la capacidad del Gobierno y de la burocracia para responder de una manera competente. Tanto los políticos como la burocracia se han comportado con ineptitud. Eso provoca mucha ansiedad en la gente sobre cómo sería la respuesta ante una crisis de naturaleza terrorista".

Los medios de comunicación han pasado de puntillas o han abordado con cierta ironía prepotente un asunto delicado, la ayuda internacional. Estos días se han producido escenas tan chocantes como la llegada de soldados mexicanos. En el programa de Bill O´Reilly, en la cadena derechista Fox News, se mofaron del socorro ofrecido por París y reiteraron con todo descaro su actitud antifrancesa.

"Como individuos, los norteamericanos están agradecidos de la ayuda – comenta Basham–. Existe el dicho de que conocerás quiénes son tus amigos en tiempos de gran necesidad. Pero es muy embarazoso para el sistema político norteamericano haber tenido que aceptar esta ayuda. Resulta embarazoso porque EE. UU. es un país suficientemente rico para proveer asistencia a sus ciudadanos. El problema es que la burocracia y el papeleo son tan consustanciales al sistema que los recursos no se distribuyen de manera racional.

Es una ironía –subraya el analista– que el Gobierno estadounidense lo esté haciendo tan mal que necesite recurrir a la ayuda de otros países. Muestra una falta de liderazgo a todos los niveles".

Desde las páginas de The New York Times,el columnista Paul Krugman, uno de los azotes más implacables de la Administración Bush, escribió el viernes que con el Katrina se ha caído en errores parecidos a los cometidos en Iraq tras la invasión: parálisis y lentitud inicial – como ocurrió en Iraq ante los saqueos– e incompetencia de las personas al frente de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias (FEMA), en el caso del Katrina,y de la Autoridad Provisional de la Coalición, en Iraq. Es casi seguro, como también predice Krugman, que el siguiente paralelismo sea la adjudicación de suculentos contratos a dedo para la reconstrucción. Halliburton ya está en la lista de espera.

En su alocución radiofónica de ayer, Bush habló de las tragedias del 11–S y del Katrina,sin mención alguna a los reproches por la reacción de las autoridades. "EE. UU. se enfrenta hoy a otro desastre que ha provocado destrucción y pérdida de vidas – dijo–. Esta vez la devastación es el resultado no de la maldad de hombres malvados, sino de la furia del viento y del agua". Bush apeló al espíritu del 11–S para ayudar a las víctimas, la víspera del cuarto aniversario de los atentados. "EE. UU. superará esta prueba y nosotros seremos más fuertes gracias a ello", prometió el presidente.

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