Estados Unidos

 

Ni Europa ni China ni Rusia quieren enfrentarse a EEUU, pero este país ha perdido poder de negociación debido a su declive

Esfuerzos neoimperiales

Por Mariano Aguirre (*)
La Vanguardia, 14/12/05

Las cosas no van bien para George Bush jr. A partir del fracaso para gestionar la catástrofe provocada por el Katrina, su segunda presidencia va de crisis en crisis. Más de 2.000 víctimas mortales estadounidenses en Iraq y un proceso constitucional insatisfactorio no han frenado la violencia, al tiempo que las tensiones entre chiíes y suníes aumentan. La oposición a la guerra crece en EEUU junto con la presión en el Congreso para que se retiren las tropas en un plazo concreto y se limiten las prerrogativas del presidente para ordenar el uso de la tortura en interrogatorios. Por otro lado, los medios periodísticos empiezan a distanciarse de Bush y no cesan las sorpresas sobre los vínculos entre periodistas, como Bob Woodward, y funcionarios del círculo inmediato del presidente.

Los problemas en casa son complejos: Bush ha tenido que disminuir la velocidad de su campaña para la privatización de la Seguridad Social; personajes claves del entorno republicano están siendo procesados por la justicia; su base conservadora rechazó a su candidata al Tribunal Supremo. En la línea del frente contra los críticos de la guerra y de los poderes especiales para usar la coacción en interrogatorios Bush ha puesto a Richard Cheney, quien ha sido a continuación definido por The Washington Post como "el vicepresidente de la tortura".

Mientras estas batallas se libran internamente, el presidente sale al mundo exterior a recuperar su talla de estadista. Las cosas, sin embargo, no son sencillas. Hace pocas semanas el aislamiento de Bush en la reunión en Argentina con jefes de Estado latinoamericanos fue evidente. Más allá de la polarización con Hugo Chávez, Estados Unidos encontró serias reticencias entre muchos gobiernos a expandir la zona de libre comercio, y un clima general que le indica que en esa zona del mundo ya no se puede llegar e imponer criterios. Igual rechazo recibió de gobiernos moderados como el chileno, semanas atrás en la cumbre de Salamanca, cuando no logró frenar que se condenara el bloqueo a Cuba. Entre tanto, en la ONU, 182 estados votaron contra EE.UU. y tres aliados para que se levante ese bloqueo.

En China, poco después, el presidente fue recibido por una potencia en ascenso, creciente competidor comercial con un mercado necesario para la economía estadounidense y un gran poder militar. Las críticas de Bush a la falta de libertad religiosa y sus apelaciones a los derechos humanos fueron mensajes para la poderosa base religiosa evangelista del presidente en su tierra. Pero Pekín sabe que Washington no impulsaría ningún tipo de sanciones o restricciones comerciales. EE.UU. tiene un fuerte déficit comercial con China y su economía depende en gran medida del mercado de ese país.

El viaje de Bush a la región asiática no logró proyectar autoridad. Por el contrario, Corea del Sur aprovechó para anunciar la retirada de sus 3.200 soldados de Iraq, y los estados miembros de la Asia Pacific Economic Cooperation indicaron al presidente que la lucha contra el terrorismo debe desarrollarse en el marco del respeto al derecho internacional y los derechos humanos. Tanto en América Latina como en Asia, Bush comprobó que no es fácil promocionar los derechos humanos mientras lucha por tener mano libre para torturar en Guantánamo. Como indicó The Financial Times, "el viaje del presidente sirvió para comprobar el declive de la influencia de Estados Unidos en la región asiática".

Rusia tampoco es un frente tranquilo. Washington precisa el apoyo de Vladimir Putin para presionar a Iraq y Corea del Norte, y garantizar futuras explotaciones de petróleo en el Cáucaso. Pero desde Moscú se considera a EE.UU. como un riesgo para la seguridad de Rusia, algo que se agrava con la firma de un acuerdo para instalar bases estadounidenses en Rumanía. Los cambios políticos en Ucrania y la ampliación de la OTAN, entre otros factores, son interpretados como amenazas y Vladimir Putin refuerza su alianza con China.

En las relaciones con Europa las cosas no van mejor. El Centre for European Reform indica que alrededor de 70 países están más vinculados a Europa por comercio, ayuda e inversiones, que a EEUU. De forma más inmediata, Bush querría que sus aliados enviaran fuerzas a Iraq para reducir las tropas estadounidenses, pero no hay ningún signo en esa dirección. Por el contrario, Polonia ha anunciado que retira sus efectivos.

En Afganistán, España, Francia y Alemania se niegan a expandir el mandato de su fuerza de mantenimiento de la paz para la guerra contra el terrorismo, como pide Washington. Entre tanto, varios gobiernos aliados de la OTAN exigen explicaciones sobre el traslado de prisioneros, utilizando aeropuertos europeos, para ser presuntamente torturados en terceros países.

El historiador Immanuel Wallerstein indica que ni Europa ni China, como tampoco Rusia, quieren enfrentarse a EE.UU., pero este país ha perdido poder de negociación debido a su declive económico y la guerra en Iraq. No parece probable que durante esta Administración se revierta esta tendencia. ¿Será la era Bush recordada como una respuesta torpe, un sobreesfuerzo neoimperial, ante signos de una larga caída de la hegemonía global estadounidense?


(*) Codirector de la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior, Madrid.

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