Movimiento de inmigrantes en EEUU

 

1º de mayo en Estados Unidos

La mayor jornada de lucha obrera en la historia norteamericana

Por Claudio Testa
Socialismo o Barbarie, periódico, 04/05/06

“Los mártires de Chicago –escribe un periodista estadounidense– resucitaron hoy gracias a millones de inmigrantes y sus aliados que protagonizaron uno de los días de protesta nacional más grandes en la historia de Estados Unidos.

“Los boicots [paros], manifestaciones, marchas y otras acciones se extendieron por decenas de ciudades y pueblos de todo el país, con los inmigrantes como protagonistas centrales...

“Las cebollas de Georgia y las lechugas de California dejaron de ser cosechadas, y los clientes de los restaurantes a lo largo del país dejaron de ser atendidos. Se suspendieron miles de obras de construcción, las oficinas quedaron sin limpiar y en los jardines se amontonaron las hojas de los árboles. En Glendale, California, los contratistas que acuden a las afueras de un parque y de la tienda de materiales de construcción a buscar trabajadores apenas hallaron a algún «descolgado».

“Este día apareció lo invisible, tanto en los centros de las grandes ciudades como en las plazas de los pueblos. Millones de inmigrantes no acudieron a sus trabajos en fábricas, granjas, restaurantes, hoteles y otros comercios desde Los Angeles a Nueva York, de Nueva Orleáns a Seattle, entre más de 100 ciudades donde se celebró «Un día sin inmigrantes»...” (David Brooks, corresponsal en EEUU de La Jornada, 2-5-06)

En efecto, desde Alaska hasta Florida y de costa a costa, en 150 ciudades, según informe de las mismas agencias imperialistas, este 1º de mayo se realizó algún tipo de movilización: huelgas, manifestaciones, bloqueos...

Un movimiento de trabajadores

La jornada de lucha fue principalmente de trabajadores, tanto por la mayoría de los movilizados como por las consignas que aparecían en las manifestaciones. Pero esta colosal movilización atrajo también a otros sectores, principalmente de estudiantes. Así, en Los Ángeles, que fue el epicentro de la jornada, el 70% de los secundarios no fue a clase, pese a la campaña de intimidación de las autoridades escolares.

Por supuesto, la huelga tuvo efectos desiguales según las ciudades. Los Ángeles quedó prácticamente paralizada, con sólo el 15% del transporte público funcionando. Su puerto, uno de los más importantes de EEUU, tampoco logró funcionar.

Aunque en otros ciudades el impacto del paro fue menor (y los medios imperialistas trataron de minimizarlo), es evidente que fue la huelga obrera más importante desde la década del 30. Y, en su conjunto, como señala James Petras, “es la mayor y más sostenida manifestación obrera en la historia del país. Jamás en toda su trayectoria de 50 años la confederación sindical estadounidense AFL-CIO ha sido capaz de movilizar siquiera una fracción de los trabajadores convocados por el movimiento de inmigrantes. El ascenso y crecimiento del movimiento está arraigado en la experiencia histórica de esos asalariados, cuya abrumadora mayoría procede de México, Centroamérica y el Caribe; en la experiencia de explotación y racismo que enfrentan hoy en Estados Unidos y en el futuro de encarcelamiento, expulsión y despojo que les aguarda” (Petras, “Mesoamérica llega a EEUU”).

“Este movimiento inmigrante es simultáneamente un movimiento de trabajadores. En un país que no reconoce oficialmente el primero de mayo como Día del Trabajo –pese a que la lucha por la jornada de ocho horas tuvo su epicentro en Chicago–, los inmigrantes lograron que Estados Unidos por primera vez conmemore la fecha, como ocurre en otras partes del mundo” (Brooks, cit.).

Jornada internacionalista

El capitalismo norteamericano ha llevado a su propio país a millones de trabajadores de todas partes del mundo para explotarlos ferozmente. Como “ilegales” sin derechos o como residentes legales pero discriminados racialmente, esa masa de fuerza de trabajo barata ha sido uno de los factores claves de las superganancias del capitalismo yanqui.

Pero, al hacer eso, el capitalismo norteamericano ha creado al mismo tiempo el terreno social para el resurgimiento no sólo del movimiento obrero sino también del internacionalismo. Eso resplandece “a cada momento, y por algo misterioso se contagia la alegría y provoca olas de gritos de triunfo, de regocijo, de orgullo que se transmite en español, inglés, creole [haitiano] y francés, en mil acentos, en coreanos y chinos, respondiendo a mexicanos y brasileños, de filipinos a haitianos, de irlandeses a ecuatorianos. «Sí se puede» o «Ningún ser humano es ilegal», se traduce al ocupar por completo la avenida más larga de Nueva York.

“«Los derechos inmigrantes también son derechos obreros», y otras pancartas compiten con imágenes de la virgen de Guadalupe, del Che Guevara, y las banderas de decenas de países. El ambiente se nutre con la numerosa presencia de niños, de tambores, trompetas y buen humor, entre tantos extranjeros de diversos rincones del planeta. Pero aquí se comprueba –por lo menos por unas horas– que eso de que las fronteras no existen es cierto, o puede serlo. «Arriba, abajo, la migra al carajo», «Bush, escucha, estamos en la lucha», y otras consignas retumbaron por Broadway, y se sumaron al coro que hoy cantó por todo el país” (Brooks, cit.).

Fracaso del gobierno y los capituladores

El triunfo que significa esta jornada se agiganta porque fue logrado peleando en dos frentes: uno hacia fuera, contra el gobierno y las patronales, que desataron una ola represiva y de intimidaciones, y otro dentro del propio movimiento, contra los conciliadores y traidores que especialmente se oponían al paro-boicot.

Los motivos de la violenta oposición de Bush, de la mayoría de los políticos republicanos y demócratas y de los patrones a que los trabajadores pararan el 1º de mayo no necesitan ser explicados. Como a cualquier burguesía del mundo, se les ponen los pelos de punta ante la mera sombra de huelga general. Además, que eso se haga el 1º de mayo significa otra derrota para la burguesía yanqui, que había logrado borrar de la memoria de sus trabajadores el recuerdo y el contenido de clase del 1º de mayo.

Tanto o más importante que esta oposición frontal ha sido el haber desbaratado la campaña divisionista y frenadora dentro del propio movimiento. A las pandillas de curas y frailes, políticos demócratas a la pesca de votos, vividores de las ONGs, burócratas sindicales y “organismos comunitarios” que están dentro del movimiento, lo del paro el 1º de mayo les resultaba tan repelente como a Bush... y por motivos no muy distintos.

Aprovechando a estos traidores, los medios al servicio del imperialismo, encabezados por la CNN, hicieron una campaña acerca de “la división del movimiento”, que por supuesto “haría fracasar” el paro-boicot...

En la campaña contra el paro-boicot se destacaron el arzobispo de Los Ángeles, Roger Mahony, y el alcalde de esa misma ciudad, Antonio Villarraigosa, que aparecía como el “alcalde mexicano”. Ambos se habían ubicado a la cabeza del movimiento y de las anteriores marchas. Pero lo del 1º de mayo fue un punto de ruptura. “La Iglesia Católica urgió a ir a misa en lugar de participar en el boicot”, informaba el 1º de mayo la agencia AFP. El arzobispo no quería que sus “corderos de Dios” se transformasen en luchadores obreros. La oposición del arzobispo y el alcalde llegó al punto de que citaron a otra marcha para dividir también la movilización en la calle. Esa maniobra también fracasó. La gente no se dejó dividir: la gran mayoría marchó desde temprano (y no después de ir a trabajar, a la escuela o a misa, como pretendían los curas y el alcalde).

El mismo arzobispo sufrió en carne propia el fracaso de las maniobras divisionistas. En vísperas del 1º de mayo, una reunión de trabajadores de la Catedral Católica de Los Ángeles decidió cumplir el paro.

Un debate político trascendental

Esta confrontación al interior del movimiento no sólo refleja la alergia de curas, burócratas y políticos burgueses a la lucha obrera en general y a las huelgas en particular. También expresa problemas políticos concretos y trascendentales del propio movimiento.

La política de esos sectores nunca fue la movilización, sino hacer “lobby” y súplicas lacrimógenas ante los políticos republicanos y demócratas. Pero esto hace ya mucho tiempo que no da resultado alguno. Sólo la movilización de masas ha logrado poner en el centro de la escena las demandas de los inmigrantes.

Ahora quieren acomodarse a la alternativa que se está discutiendo en el Senado –a través del senador demócrata Kennedy y auspiciada en cierta medida por Bush– que es la de dividir a los inmigrantes “ilegales” en tres sectores:

1) los que tienen menos de dos años en el país, que serían deportados.

2) los que tienen entre dos y cinco años de residencia, que deberían ir a la frontera para solicitar regresar con el status de “trabajadores huéspedes”. Pero esta solicitud no sólo podría ser negada, sino que la residencia sería meramente transitoria. En cuanto no se los necesite, serían devueltos con una patada en el trasero.

3) Los que están desde hace más de cinco años. ¡Éstos, luego de años de trámites, podrían recibir la ciudadanía si pagan multas y aprenden perfecto inglés!

Frente a estas propuestas desastrosas para los inmigrantes –pero que no son mal vistas por los curas, los burócratas y los políticos burgueses–, la única salida es luchar por la amnistía para todos. Esto es lo que exigieron este 1º de mayo la inmensa mayoría de los que hicieron huelgas, boicots y manifestaciones.